MITOS NEOLIBERALES

Se trata de los resultados económicos de las políticas que responden a la hegemonía del gran capital financiero.

A título previo recordemos que los ideólogos neoliberales han llegado a sostener que la mejor política económica es la ausencia de toda política económica. Es decir, la marcha de la economía debería quedar completamente sometida a las decisiones del sector privado. Por lo común se habla sólo –tal vez por algún pudor moral–de las “decisiones del mercado”. O sea, se delega en una entelequia abstracta e impersonal, lo que son decisiones de grupos empresariales muy definidos y que funcionan con amplio “poder de mercado”, muy por encima del que puede ejercer el grueso de los agentes mercantiles.

Ello implicaría asegurar (o volver) la vigencia de un régimen de libre competencia, lo cual también genera eficiencia y pleno empleo. Estas tesis, como mínimo, suscitan dos observaciones: i) la no intervención dista de ser neutral: perjudica a algunos y beneficia a otros; ii) lo que provoca el cese de la regulación estatal es la expansión del campo de dominio de la planeación monopólica corporativa. O sea, la menor o nula regulación estatal no implica avanzar a un régimen de libre competencia (históricamente periclitado) sino a un régimen de planeación monopólica corporativa. Además, en los hechos la “prescindencia estatal” es muy relativa, si bien –se observa–existe una intervención estatal hipócrita y para nada neutral. Ahí, la clase obrera y el capital industrial son los grandes perjudicados.

El modelo neoliberal no es exclusivo de México. Y en todos lados, el desempeño ha sido más o menos semejante. Epstein, pensando en el Primer Mundo (especialmente Europa), subraya la “inestabilidad económica y la desigualdad” que genera el modelo. También su negativo efecto en la inversión productiva y el crecimiento. Y señala que diversos estudios econométricos apuntan a una relación entre el peso del capital financiero y el crecimiento que asume la forma de una “u” invertida.[1]

Nos interesa más el caso concreto de México.

Aquí no examinaremos el conjunto de tales políticas. Nos limitamos a indicar algunos resultados básicos en términos de i) el ritmo de crecimiento que genera el modelo; ii) la pauta distributiva que lo tipifica; y iii) la estabilidad (o inestabilidad) macroeconómica.

I. El crecimiento económico

En el cuadro I se muestra el crecimiento del producto interno bruto (PIB). Se trata del promedio anual por décadas.


Las tres primeras décadas se dan en el marco del patrón de acumulación previo. Las siguientes, de 1980 a 2010, ya expresan la conducta neoliberal.[1]Los primeros 30 años operan con una tasa de 6.6 por ciento; y los siguientes 3 decenios, con 2.4. La emergencia del neoliberalismo provoca un descenso del ritmo de crecimiento a casi una tercera parte (36 por ciento).

¿Por qué es tan baja la tasa de crecimiento? Si recordamos la visión neoclásica más gruesa y tradicional, tendríamos a) la propensión a ahorrar es bastante más elevada en los grupos de ingresos más altos; b) si la distribución se mueve a favor de los segmentos más ricos, el ahorro global se elevará como porcentaje del ingreso nacional; c) se maneja una línea de causalidad que va del ahorro a la inversión. Luego, como el ahorro determina y se transforma en inversión, se eleva el coeficiente de inversión; d) además, como el sector privado (la “mano invisible”) se encarga de la asignación eficiente de los recursos, el rendimiento de la inversión será alto; y e) como consecuencia de c) y d), sube la tasa de crecimiento del producto.[2]

Por cierto, en México tal argumentación se derrumba. Aunque el excedente se eleva y se acerca a 87 por ciento del producto agregado, de él se acumula sólo entre 14 y 15 por ciento, cifra que llega a ser escandalosa. Aquí radica lo que podría ser el factor clave: el del bajo ritmo que tipifica la acumulación en el modelo neoliberal. Examinar los determinantes del ritmo que asume la acumulación es un tema complejo, y no puede hacerse en una nota corta y simple. Digamos sólo que el muy alto nivel del excedente puede provocar problemas por el lado de la demanda efectiva (para las empresas, se trata de sus ventas), y ante mercados estrechos y que no crecen la inversión se retaca. También debería operar contra un proceso de acumulación dinámico, la alta inestabilidad de la economía, que veremos en el apartado III, más adelante.

Otro factor que parece relevante apunta al rendimiento macroeconómico de la inversión: relación entre el crecimiento del producto y el crecimiento de los activos fijos. Este coeficiente se reduce en términos significativos, aproximándose a un bajo 0.17 (en los decenios de 1960 y 1970 parece haber girado –muy gruesamente–en torno a 0.25). ¿Por qué el descenso del rendimiento? Es probable que el deterioro no se deba a una caída de la eficiencia gerencial. El asunto iría por otro lado: el tipo de aperturismo neoliberal (violento e indiscriminado) ha roto las cadenas de producción (que ya de por sí eran poco integradas) en el país. En consecuencia, lo que debería funcionar como estímulo a la producción nacional en ramas conexas deviene en estímulos para mayores importaciones.

II.Distribución del ingreso

Para la distribución del ingreso, los datos básicos se muestran enseguida:

Cuadro II. México. Distribución del ingreso (hogares urbanos, porcentajes).

Los más pobres pierden participación y los más ricos la aumentan. En el caso de los primeros, tal movimiento los empuja a una situación de pobreza extrema, en términos de ingreso absoluto.

Por debajo de la más regresiva pauta distributiva, como factor clave decisivo (mas no el único), opera el tremendo salto que experimenta la tasa de plusvalía. A fines del patrón de acumulación de “desarrollo hacia adentro”, giraba en torno a 3.0. En el modelo neoliberal se duplica y se mueve en torno a 6.0 o un poco más, con un agregado no menor: el principal factor que determina el salto es la reducción del salario real. Se trata del mecanismo más retrógrado conocido por el sistema.

La tasa de plusvalía depende de tres factores: a) la extensión de la jornada de trabajo; b) la productividad de éste en las ramas productoras de bienes-salarios; y c) el nivel del salario real. Si se eleva la jornada y la productividad, la tasa de plusvalía se eleva, y viceversa. La relación del salario real con la tasa de plusvalía es inversa: si el primero cae, la segunda sube, y viceversa. Una tasa de plusvalía más alta se traduce en una distribución del ingreso más regresiva y, a semejanza de otras circunstancias, se traduce en menor participación de los salarios en el ingreso nacional (o producto agregado neto). También importa el modo enque provoca el aumento de la tasa.

Si la tasa de plusvalía se eleva a causa del aumento en la productividad (método de la “plusvalía relativa”), también suelen darse condiciones para aumentos del salario real. O sea, cae la participación salarial y, a la vez, aumenta la masa absoluta del consumo asalariado.

Cuando el aumento de la tasa de plusvalía se asienta en el descenso del salario real (el “método retrógrado”), la menor participación salarial va también asociada a un descenso absolutodel consumo asalariado. O sea, cae la demanda que afecta el departamento II (el productor de bienes de consumo). Con ello, en presencia de un mercado deprimido, la inversión cae espontáneamente. Aquí no acaban los problemas: cuando la tasa de plusvalía es muy alta, suelen emerger problemas de realización.

Supongamos que la tasa de plusvalía es igual a 1.0. En este caso, como parte del ingreso nacional la plusvalía llega a 50 por ciento. Si la tasa sube a 3.0, entonces la parte llega a 75. Luego, si manejamos una tasa de plusvalía como la actual de México (del orden de 6.0), la porción del excedente sube nada menos que a 85.7. Recordemos también: no basta producir cierto excedente. Para que éste funcione como valor (por ende, como plusvalor), la masa de mercancías y de valores de uso que integran tal excedente debe ser vendida, transformada en dinero. Es lo que se conoce como “fase de realización”. En este contexto se habla de “gastos que realizan el excedente”. Éstos deberían coincidir con el excedente, pero si son menores, una parte de la producción no se vende, y las ganancias potenciales se derrumban. Es la “crisis de realización”, casi siempre asociada a tasas de plusvalía demasiado elevadas. Luego, como una parte eventualmente significativa de la producción no puede ser vendida, cae con fuerza la inversión y tiene lugar un fuerte descenso en los niveles de la actividad económica. Es la crisis. Y si el marco indicado no se modifica, a la larga emerge una tendencia en favor de una situación de cuasi estancamiento o, si se quiere, de “crecimiento reptante”.

Hay más: el lento crecimiento del producto determina una baja o nula capacidad de absorción ocupacional. Por consiguiente, se amplía el “ejército de reserva industrial”, que termina por transmutarse en un ejército bastante mayor: el de los informales y marginados. Este sector se acerca en México a 60 por ciento de la población ocupada.

III. “Estabilidad” macroeconómica

                  Una de las mentiras más escandalosas de la ideología neoliberal se refiere a la muy publicitada “estabilidad macroeconómica”. Curiosamente, se trata de un enunciado que ha calado fuerte en la opinión pública. Ello indica la gran fuerza con que la ideología neoliberal, al amparo de la dictadura mediática vigente, ha operado en el periodo. El tamaño de la distancia entre lo que es y lo que tal ideología proclama se muestra enseguida:

Cuadro III. México y otras regiones (países). Crecimiento e inestabilidad.

Se ve primero el lento crecimiento de la economía mexicana: por debajo de la media latinoamericana, de Estados Unidos, Europa y China. En este país, el PIB per cápita crece a 7.9 por ciento anual; en México, a 0.9. Pero interesa más la inestabilidad. Para medirla se utiliza el coeficiente de variabilidad (CV). Según vemos, el más alto pertenece a México, donde llega a un elevado 3.4. Entretanto, el CV de China es de sólo 0.3. Para mejor ilustrar lo que significan estas magnitudes, supongamos que el crecimiento promedio anual es de 10. Con el CV de China, tendríamos que a veces el crecimiento se iría hacia arriba, llegando a 13, y, en otras bajaría, llegando a 7. En el caso de México, repitiendo el supuesto de una tasa media de crecimiento de 10 por ciento, tendríamos que a veces la economía crecería a 34 y en otras decrecería a -24. En breve, un zangoloteo descomunal.


[1]Salvo 1981 y 1982, que corresponden a la ISI. Sacar estos datos bajaría aún más la dinámica neoliberal.

[2]En términos formales, escribimos: rg = (in) (α´), donde rg = tasa de crecimiento del producto, in = inversión neta sobre producto agregado (= PIN) y α’ = relación producto a capital fijo incremental.

[3]Gerald A. Epstein, “Financialization”, en L. P. Rochon y S. Rossi (editores), An introduction to macroeconomics,página 331. E. Elgar, 2016. Para Estados Unidos, un análisis específico en José Carlos Valenzuela Feijóo, “  “.Para América Latina, véase Cepal, La ineficiencia de la desigualdad,Santiago, 2018.