SOLIDARIDAD ESCONDIDA, MINEROS COMUNISTAS

“El hemisferio oeste en el tiempo presente parece estar coordinado en la lucha del trabajo y el capital”, afirmó Reid Robinson en su discurso inaugural de la convención de 1946 del International Mine and Mill Union. El dirigente, conocido como Red, resaltó la coordinación de las huelgas en los sectores metálicos en América entera, Canadá, Estados Unidos, México y Chile, contra las grandes corporaciones mineras de la época.

Ese año, Red había conocido a un miembro del Comité Ejecutivo del Sindicato Industrial de Trabajadores Mineros y Metalúrgicos de la República Mexicana (SITMRM), Antonio García Moreno, en la conferencia de la Federación Sindical Mundial. Mientras que a Moreno se había encomendado la organización de la Conferencia Interamericana de los Sindicatos de Mineros, Metalúrgicos y de la Industria Mecánica, Robinson y otros delegados del Committee of Industrial Organizations habían asistido a un viaje a la Unión Soviética. El futuro parecía promisorio para ambos líderes sindicales, con concesiones en huelgas masivas el año anterior y planes crecientemente internacionales. 1

Desde la década de 1920, los sindicatos en el oeste estadounidense y México habían construido diversos puentes de colaboración, y militantes socialistas habían intervenido en la organización tempranamente. El sindicato de Cinco Minas, en Jalisco, fue el primer experimento de agitación de un joven David Alfaro Siqueiros en 1925. En Estados Unidos de América (EUA), el International Mine and Mill Union era heredero de la tradición socialista de la Western Federation of Miners y la Industrial Workers of the World.

Para la década de 1930, mineros comunistas eran líderes de la Mine and Mill y del recién formado SITMRM, y habían logrado oponerse al oficialismo de la Panamerican Federation of Labor, construyendo acuerdos de colaboración alterna. La militancia comunista transformó una convergencia en estrategias, en la década de 1920, en consciencia de clase internacional en la de 1930 y 1940.

En 1945, la dirigencia de ambos sindicatos firmó un pacto de amistad y ayuda mutua en El Paso, facilitado por el Partido Comunista a ambos lados de la frontera. En la declaración mutua se comprometían a garantizar la unión de los trabajadores mineros y metalúrgicos de EUAA, México y Canadá, y extender la unificación orgánica a otros países de América Latina. Una de las principales exigencias de los trabajadores organizados expresada en el pacto era exentar a los delegados sindicales de la obtención de pasaportes para cruzar la frontera.2

El pacto apareció como un punto máximo del internacionalismo regional en Norteamérica, pese a los discursos nacionalistas de las décadas de 1930 y 1940. El Paso era, por una parte, un punto de contacto del capitalismo estadounidense, entre las minas y fundadoras al sur y las empresas manufactureras al norte. Suponía, por otra parte, un punto de contacto fronterizo de mexicanos con mexicanoestadounidenses, además de con trabajadores blancos sindicalizados.

Ahí se fundó, en 1949, la Asociación Nacional México-Americana (ANMA), una de las primeras asociaciones que defendía derechos de la minoría latina en EUA. Este cosmopolitanismo clasista, paralelo a la cooperación de los Estados nacionales, cambió radicalmente tras la Segunda Guerra Mundial, y las agrupaciones de mineros tuvieron que enfrentarse directamente a los gobiernos de EUA y México.

El primero en sufrir las consecuencias fue el sindicato metálico del oeste estadounidense. El incremento de la presión anticomunista a los sindicatos desencadenó la renuncia de Reid Robinson en 1946, aunque otros oficiales comunistas, como Maurice Travis, se mantuvieron en posiciones de liderazgo. Un año después, la Taft-Hartley Act hizo ilegal la exclusividad sindical y obligó a los oficiales sindicales a jurar no ser comunistas. Incapaz de forzar el cambio en la dirección mediante la promoción de los disidentes anticomunistas de Connecticut, Alabama y Utah, la CIO expulsó a la Mine and Mill en 1948 e inició la pelea por los locales que controlaba.3

El SITMMRM también sufrió una importante intervención gubernamental en la nueva política hacia los trabajadores por el alemanismo. En 1947, sectores radicales asociados al PCM, telefonistas, eléctricos, de aviación, cementeros, tranviarios, mineros y petroleros, fundaron la Central Única de Trabajadores como contrapeso a la CTM. Como respuesta, el gobierno impuso como secretario general del sindicato ferrocarrilero a Jesús Díaz de León el charro; el charrazo, se repitió en otros sindicatos. El gobierno intervino en la cuarta convención ordinaria del SITMMRM, en 1950, mediante un sinnúmero de irregularidades.

Las anomalías provocaron una división en el sindicato, lo que desembocó en la realización de dos convenciones: una que eligió a Jesús Carrasco y otra a Antonio García Moreno como secretarios generales. La Secretaría del Trabajo reconoció a Jesús Carrasco, quien desconoció las huelgas existentes en ese momento, en particular la de la sección 14 de los mineros de carbón de Coahuila.

Tras  meses de resistencia, cuya máxima expresión fue la Caravana del Hambre, de los mineros de Santa Rosita, el comité ejecutivo garciamorenista cedió y, para fines de 1951, todas las secciones habían reconocido al Comité Ejecutivo dirigido por Carrasco.4

Esta intervención nacional había implicado el fin también de la coordinación internacional. Los oficiales de los sindicatos a ambos lados de la frontera veían el desmoronamiento del internacionalismo minero que habían soñado para los siguientes años. Antonio García Moreno pidió en octubre de 1950 ayuda a Maurice Travis, secretario tesorero del Mine and Mill, para los huelguistas de Coahuila. No obstante, los enviados del sindicato metálico estadounidense se encontraban en ese momento en la convención del SITMMRM, presidida por Carrasco.

Travis se desplazó a México a observar la disputa sobre la dirigencia en éste. Mientras que él mantuvo contacto y comunicación con la disidencia comunista minera los siguientes años, siendo invitado en 1952 a participar en la Confederación Interamericana Minera organizada por Moreno, el Mine and Mill tuvo que normalizar sus relaciones con la dirigencia de Carrasco.5

La red entre comunistas mineros a ambos lados de la frontera se mantuvo los siguientes años. En 1951, el sindicato había derrotado a la Empire Zinc Company, en Bayard Nuevo México, y logrado un aumento salarial significativo. A inicios del año siguiente, el sindicato decidió grabar una película donde recreaba la victoria, La sal de la tierra, con la participación de mineros y protagonizada por Rosaura Revueltas. El filme describió la evolución del conflicto como una toma creciente de conciencia, primero de la segregación racial, después del conflicto de clases y, finalmente, de la opresión de las mujeres en la comunidad. La huelga fue ganada por las esposas de los mineros, una vez que se prohibió a los hombres establecer barricadas, organizándose de manera permanente tras el conflicto.

Pronto, las cortes prohibieron la película y pusieron en la lista negra a todos los involucrados en su producción. Meses después, la integración comunista de los mineros de Norteamérica, y el contacto en El Paso, fue destruida.

Un testigo pagado por el FBI, Harvey Matusow, denunció la integración de la dirigencia del Mine and Mill con los comunistas mexicanos. De acuerdo con Matusow, las órdenes para la huelga del cobre durante la guerra de Corea habían llegado desde el sur, por la red de sindicalistas mineros y con la ayuda de la ANMA. “Gente entraba, comunistas, migrantes ilegales podríamos decir, agentes soviéticos, y por el estilo, por la frontera en varios puntos, como El Paso, desde Juárez”6

Ante dichos alegatos, la dirigencia del Mine and Mill se vio obligada a nacionalizar su acción y esconder crecientemente sus relaciones con los compañeros mexicanos. En octubre de 1952, Travis compareció ante el Subcomité para Investigar la Administración del Acta de Seguridad Interior del Congreso de EUA. Cuando se le cuestionó sobre los oficiales del sindicato que habían visitado México recientemente, Travis apeló a la Quinta Enmienda:

–¿Ello significa que si contestara esa pregunta con la verdad, se incriminaría?

–Quiero decir que mi entendimiento de la Quinta Enmienda me permite negarme a responder preguntas que me harían sujeto de un juicio tiránico7 –respondió el sindicalista.

Los mineros comunistas habían logrado construir un internacionalismo bajotierra. No obstante, la frontera, la nación, se interpuso en la construcción de una política clasista regional. La solidaridad entre obreros a ambos lados de la frontera ha permanecido, desde entonces, enterrada.


Notas

1 UCB, AHWFM, Minute meetings; UCB, AHWFM, “Oficial Pproceedings”, 1946; UCB, AHWFM, caja 125, Ffóolder “Minutes of USSRM Council”,; UCB, AHWFM, Ccaja 199, Fofólder 15; caja 278, folder.

2 UCB, AHWFM, caja 6, fólder 17; UCB, AHWFM, caja 57, fólder 46; Tamayo, “Siqueiros y los orígenes”.

3 UCB, AHWFM, Caja 94, Folder 8; ENSIGN, Two unions in the Utah 

4 Sariego. Estado y minería, páginas 239-244; Novelo. “De huelgas”, páginas 1366-1373.

5 UCB, AHWFM, caja 120, folder “Mexican Miners”; Caja 123, folder “Mexican Miners Union” UCB, caja 264, folder 16.

6 US Senate. “Communist domination”, página 154.

7 US Senate. “Communist domination of Union Officials in Vital Defense Industry-International Union of Mine, Mill, and Smelter Workers : hearings before the United States Senate Committee on the Judiciary, en octubre 6-9, 1952, páginas 71-72.2 UCB, AHWFM, caja 6, fólder 17; UCB, AHWFM, caja 57, fólder 46; Tamayo, “Siqueiros y los orígenes”.