EL LAGO QUE SE QUEDA

Una vez más, el lago de Texcoco, milenario, que se niega a morir, resistió; el mismo que está en el Escudo Nacional ganó la que probablemente haya sido la lucha definitiva. La Carta del Lago de Texcoco, “un ejercicio poético-político que tiene la intención de ampliar la resonancia de la experiencia de los pueblos que defienden el territorio de la cuenca del lago de Texcoco”1 es una lectura obligada. La cancelación del aeropuerto sobre él supone sin duda una victoria de extrema importancia para las luchas socioambientales del país. Después de todo lo dicho, no hay que dejarse confundir: cancelar el aeropuerto en Texcoco representa un acierto histórico; el gravísimo error fue empezar su construcción.

En la crisis en que se encuentra México no podemos permitirnos seguir transformando a diestra y siniestra los espacios naturales. Nuestras prioridades deben cambiar hacia la protección y la restauración de estos entornos. Un papel fundamental lo tienen las organizaciones que defienden la naturaleza –bosques, selvas, áreas verdes, ríos, lagos, costas y mares.

Cuando se defiende la naturaleza, generalmente se ganan pocas batallas y se pierden muchas. Sin embargo, ya con el mero hecho de existir, esas luchas sientan precedentes y muestran que la organización y la defensa de lo común son posibles. Estos ejemplos deben servirnos como faros que nos guíen hacia una sociedad que resiste, cuestiona, defiende, exige el derecho a decidir y toma mejores decisiones.2 

Una de las fortalezas más significativas del proceso de consulta es el debate nacional que lo acompañó. Si bien en un principio los medios de comunicación intentaron enfrascar la discusión en aspectos aeronáuticos y financieros, hacia el final del proceso el sentido del debate cambió. Este giro fue posible gracias a la insistencia de los pueblos y la articulación generada bajo el lema de la campaña #YoPrefieroElLago. Esto permitió que se hicieran visibles las graves implicaciones socioambientales que el proyecto ya generaba en la región. Muchas de esas implicaciones habían estado fuera del radar de la opinión pública. Un ejemplo claro son las aproximadamente 180 minas que requería el aeropuerto a fin de obtener material pétreo para intentar estabilizar el lago sólo a 20 por ciento de avance de la primera de dos fases del proyecto. ¿Cuánta más devastación habría ocurrido de culminarse el proyecto?

En este proceso quedó en evidencia que los ciudadanos sí ponemos sobre la balanza las implicaciones ambientales y sociales de los proyectos. Estas implicaciones han sido sistemáticamente dejadas de lado en la planeación y ejecución de megaproyectos de infraestructura en el país.3 Sin embargo, en este caso los ciudadanos sellaron un precedente para la implantación de futuros proyectos, pues el mensaje fue contundente: si las implicaciones socioambientales no se ponen en primer plano, sin duda se toparán con fuertes oposiciones que logran cada vez más éxitos, y ganan mayor experiencia, profesionalización y organización en redes. Así, de manera indirecta, este proceso puede resultar en una dinámica virtuosa en cuanto a la ejecución de proyectos en todo el país.

Con la cancelación de la obra se abren dos ventanas de oportunidad. La primera es la de la recuperación del lago de Texcoco. De lograrse, ésta marcaría el inicio de un necesario cambio de paradigma en la forma en que se concibe la relación ciudad-agua.4 La segunda es la realización de verdaderas consultas a las comunidades afectadas que están cobijadas por tratados internacionales. En el caso específico del tema aeroportuario se requiere una consulta libre, previa e informada a las comunidades cercanas al aeropuerto de Santa Lucía, así como la consulta a los pueblos de Texcoco para impulsar el mejor proyecto posible de recuperación lacustre de la zona.

Asumir esta responsabilidad será un gran reto para los siguientes años si realmente se busca dar la vuelta a la imposición de megaproyectos. Pero sin duda, esto marcaría un gran paso en la dirección correcta.

Así, el resultado de la consulta fue un rotundo rechazo al proyecto en Texcoco, pero no un cheque en blanco para el proyecto en Santa Lucía. Este nuevo proyecto debe ser planeado, analizado, estudiado, consultado y, en su caso, ejecutado evitando los errores cometidos en Texcoco. En temas ambientales resulta necesario que se haga un estudio de impacto ambiental que no trate de enmascarar los verdaderos efectos de la obra sino que se declaren y se busquen soluciones efectivas.

Para el proyecto de Texcoco, esto no fue así, pues se declararon únicamente los efectos en el polígono, pero no de sus obras asociadas, los que finalmente recibió la región. Entre éstos se mintió sobre la desecación del lago Nabor Carrillo para convertirlo en una laguna de regulación de aguas residuales, el entubamiento de los 9 ríos del oriente, la explotación de 180 minas a cielo abierto para estabilizar el suelo y sobre la pérdida de una zona crucial para la regulación hidrológica de la cuenca.

La victoria de los pueblos de las orillas del lago, tras 17 años de resistencia, debe ser un ejemplo que permita fortalecer otras luchas socioambientales del país. Esta victoria emite un mensaje muy claro: basta de la devastación ambiental y de la imposición de proyectos sobre las comunidades.


* Fernando Córdova Tapia. Doctor en Ecología y Biólogo. Integrante de la Campaña #YoPrefieroElLago 

1 Carta del Lago de Texcoco: https://todosvsnaicm.org/carta/

2 Córdova-Tapia F., 2018. “Hacia una política ambiental sistémica”, en Beck y Lemus (editores), El futuro es hoy, ideas radicales para México, https://www.researchgate.net/publication/325553773_Hacia_una_politica_ambiental_sistemica

3 Córdova-Tapia y Levy-Gálvez. 2015. “El nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México, manifestación de cinismo ambiental”, en Horizontal, https://horizontal.mx/el-nuevo-aeropuerto-internacional-de-la-ciudad-de-mexico-manifestacion-de-cinismo-ambiental/

4 Córdova-Tapia. “¿Aeropuerto o agua?”, en La Jornada, 7 de octubre de 2018, https://www.jornada.com.mx/2018/10/07/opinion/006a1pol