EL 8 DE MARZO EN BARCELONA

Una mirada antirracista

Barcelona cuenta con larga experiencia de movilización alrededor del día de las trabajadoras. Este año, las actividades de los colectivos feministas estuvieron atravesadas por la convocatoria internacional de la huelga de mujeres. Durante marzo, las acciones fueron de lo más diversas: desde las que a través de la acción directa reivindican la radicalidad del feminismo hasta las que exigen un lugar en ámbitos institucionales y estatales.

Frente al gran poder de convocatoria de las propuestas, me interesa reflexionar sobre cómo fueron acogidas las exigencias de colectivos de mujeres racializadas y migradas de adoptar una mirada antirracista a las reivindicaciones feministas. Sin embargo, antes debe explicarse brevemente el contexto de Barcelona.

La noche y las calles son nuestras

Desde hace 8 años, en la noche del 7 de marzo se realiza una manifestación no mixta, autogestionada y autónoma. La idea es generar espacios de reivindicación sólo para mujeres, bolleras y trans; los partidos políticos, las instituciones, los sindicatos y los hombres no son bienvenidos.

Una de las principales consignas, la nit es nostre,1 ilustra el “espíritu” de la manifestación que desafía los intentos de mantener a las mujeres, bolleras y trans calladas, atemorizadas, dependientes y sumisas. Al mismo tiempo, hace hincapié en las posibilidades de generar redes de cuidado y seguridad propias sin la necesidad de la presencia estatal que “con policía, leyes y jueces pretende protegernos desde el paternalismo”.2 

Este año, el tema elegido fue la autodefensa feminista para reivindicar la organización y defensa de las mujeres, bolleras y trans frente a una Europa cada vez más abiertamente represiva, racista y fascista. Organizarse resulta necesario no sólo para responder a las violencias cotidianas sino para atacar al sistema racista-patriarcal-neoliberal que las posibilita y perpetúa. La respuesta a la convocatoria fue aumentando en los últimos años: frente a las 100 personas que se reunían en las primeras ocasiones, este año se concentraron aproximadamente 3 mil.

El jueves 8 estuvo marcado por una intensa jornada de acciones y movilizaciones. Por la mañana, distintos colectivos feministas realizaron cortes de calles y a lo largo del día hubo “piquetes informativos” en diversas partes de la ciudad para hacer visible la huelga. Por la tarde se llevó a cabo la manifestación central, organizada por la Comissió 8M,3 donde participan movimientos sociales, sindicatos, partidos políticos y autoridades locales.

Desde distintos barrios de Barcelona, colectivos feministas y movimientos sociales se congregaron en columnas que al llegar al punto de la convocatoria abarrotaron el centro de la ciudad. Marea de mujeres de distintas edades coparon las calles con reivindicaciones y lemas de lo más diverso. El ambiente festivo predominaba ante la asistencia de más de 60 mil personas y la gran cantidad de mujeres sumadas a la huelga.

Sin duda, se trató de unas jornadas históricas no sólo por la presencia masiva de mujeres, bolleras y trans en las calles sino por la gran repercusión mediática y el debate que generaron algunas propuestas de los movimientos feministas.

Mirada antirracista en las reivindicaciones feministas

Desde hace tiempo, en Barcelona distintos colectivos de personas racializadas y migrantes denuncian las manifestaciones de un sistema profundamente racista que jerarquiza a la gente y, con base en eso, le posibilita el acceso a derechos o recursos. Alertan sobre la falta de análisis por los movimientos sociales sobre la manera en que el racismo, el patriarcado y el capitalismo interactúan y cómo determinadas prácticas contribuyen a reproducirlo.

El debate está presente en el movimiento feminista barcelonés, tanto en el ámbito académico como en las organizaciones y colectivos feministas. Si bien tras el trabajo de colectivos de mujeres migradas y racializadas se ha logrado que paulatinamente se mencione el racismo en los pronunciamientos feministas, la intensidad o profundidad con la que se trata el tema varía. Ello quedó reflejado en las actividades realizadas este año.

En primer lugar, la propia convocatoria a la huelga feminista generó distintos posicionamientos. Si bien ciertos colectivos de mujeres migrantes o racializadas participaron activamente, otros decidieron no sumarse por considerar que la propuesta presentaba profundas limitaciones. Surgía la pregunta de qué mujeres tenían la posibilidad de hacer paro o enfrentar las posibles represalias por ello.

Resulta difícil pensar que una latinoamericana precarizada, con trabajos inestables o que labora como interna limpiando casas de la burguesía catalana pudiera tomarse un día libre para reivindicar sus derechos como mujer. Si bien se planteaban actos “simbólicos”, como colgar el delantal en los balcones en señal de adhesión a la huelga, con ello no se superaban las dificultades generadas por la iniciativa misma. Además, se reforzaba la idea de que ciertas mujeres, generalmente las blancas,4 son las promotoras de los cambios, mientras que las otras ocupan un lugar pasivo, de espectadoras, en negación de su agencia política.

Para las integrantes de Afroféminas,5 la deshumanización a que se encuentran expuestas las racializadas no se resuelve con una huelga. Además, señalaban que durante los actos preparatorios habían sido constantemente ignoradas. Decían:

Se nos pide que nos sumemos a la huelga en la suposición de que 1+1 es igual a 2, pero resulta que con el feminismo hegemónico en este país 1+1 es solamente 1 con un lavado de cara inclusivo, con una mujer negra en el cartel y poco más. No hay representación, ni visibilización de nuestras posturas, y nuestra principal reivindicación como mujeres racializadas, que es el racismo, se obvia, ya que en realidad no se le da ninguna importancia.6 

Esas reflexiones evidencian la dificultad del movimiento feminista blanco para incorporar análisis más profundos sobre la manera en que la ficción raza opera en la matriz de poder. Pese a la insistencia de los colectivos de mujeres migrantes o racializados en incorporar esa mirada, la demanda es acogida de manera superficial.

En general, el movimiento feminista catalán denuncia abiertamente al patriarcado y al capitalismo, pero no menciona con la misma insistencia el efecto del racismo en la vida de las racializadas de Barcelona. El manifiesto del 8 de marzo nombra el racismo sólo una vez, ya casi al final del texto y de manera residual. Afirma que “Cap dona és il·legal. Diem ‘Prou!’ al racisme i l’exclusió”7 para después continuar hablando de las guerras y la fabricación de material bélico.

Se trata de una aproximación insuficiente pues, como autoras decoloniales8 señalan, el racismo es constitutivo de la modernidad y no se entiende de forma separada del capitalismo y el patriarcado. Lo problemático de la falta de reflexión profunda respecto a estas cuestiones se halla en que imposibilita adoptar acciones políticas integrales para atacar a un sistema generador de muerte, despojo y exclusión. Además, impide reflexionar sobre los privilegios surgidos de la supremacía blanca como política racial,  según indica Bell Hooks.9

Aunque en los parlamentos de la manifestación del 8 de marzo se hizo referencia al racismo como un problema de muchas mujeres y se exigió ratificar el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo, una de las principales demandas de las empleadas de hogar en Barcelona, queda mucho por hacer. Es urgente un análisis más profundo sobre cómo opera la colonialidad en la urbe y las jerarquías existentes en los espacios feministas, donde algunas personas están más próximas a la humanidad que otras. No basta que mujeres o personas trans de distintos colores lean los manifiestos: resulta necesario un cambio de mirada, de racionalidad, que cuestione las bases donde este sistema se asienta.

Frente a ese panorama, queda la pregunta de si pueden establecerse alianzas entre distintos colectivos feministas pese a las diferencias. De entender lo “blanco”, “negro” o “de color” como categorías políticas,10 no esencialistas, creo que hay la posibilidad de lograr prácticas antirracistas. Un ejemplo de ello fue la manifestación nocturna del 7 de marzo, donde tras el trabajo coordinado de distintos grupos de mujeres y trans, se puso en el centro el tema del racismo. El manifiesto tuvo la intención de realizar un análisis trasversal sobre cómo el racismo-colonialidad, el patriarcado y el capitalismo operan de manera conjunta en la Europa fortaleza, un debate impostergable ante los actuales discursos abiertamente racistas y fascistas en los ámbitos europeo y mundial.


* Doctora en derecho por la Universidad de Barcelona (UB). Integrante del seminario de Filosofía y Género de la UB, la Adhesiva, Espai de Acció y Trobada, y de la Casa Iberoamericana de la Mujer. Especializada en feminismos, derechos humanos, antirracismo e interculturalidad.

1 “La noche es nuestra”.

2 Manifiesto leído en la manifestación nocturna 2018, véase completo en https://sevaarmarlagorda.wordpress.com/2018/03/08/manifest-llegit-a-la-manifestacio-nocturna-2018/#more-1338

3 La comisión está compuesta por integrantes de distintos colectivos feministas de Barcelona que se reúnen específicamente para alistar la manifestación del 8 de marzo.

4 Al hablar de blanco se hace referencia no a un color de piel o una localización geográfica específica sino a una racionalidad que opera fruto la colonialidad del poder, saber y ser. Como señala Quijano, con el establecimiento de la ficción raza las personas o poblaciones serán jerarquizadas según su mayor proximidad con lo blanco. Quijano, A., “Colonialidad del poder y clasificación social”, en Journal of World-Systems Research, volumen 2, verano-otoño de 2000.

5 “Afroféminas se definen como ‘una comunidad en línea para las mujeres afrodescendientes/negras’”, en Afroféminas, https://afrofeminas.com/acerca-de/

6 “Por qué Afroféminas no se suma a la Huelga Feminista”, en Afroféminas, https://afrofeminas.com/2018/03/05/porque-afrofeminas-no-se-suma-a-la-huelga-feminista/

7 “Ninguna mujer es ilegal. Decimos ‘¡Basta!’ al racismo y a la exclusión”, disponible en https://vagafeminista.cat/manifest-8m/ El manifiesto cuenta con más de 300 adhesiones de colectivos, asociaciones, partidos políticos, sindicatos, etcétera.

8 Lugones, M., “Colonialidad y género”, en Tabula Rasa, número 9, julio-diciembre, Bogotá, 2008. Espinosa, Y., Gómez, D.; y Ochoa, K. (editores). Tejiendo de otro modo: feminismo, epistemología y apuestas descoloniales en Abya Yala, Universidad del Cauca, Colombia, 2014.

9 Bell Hooks, “Mujeres negras. Dar forma a la teoría feminista”, en Bell Hooks, y otros, Otras inapropiables: feminismos desde la frontera, Traficantes de Sueños, Madrid, 2004.

10 Brah, A. “Diferencia, diversidad y diferenciación”, en Bell Hooks, y otros, Otras inapropiables…, obra citada.