RESEÑA DEL LIBRO «LA GUERRA FRÍA Y LAS AMÉRICAS»

Avital Bloch y María del Rosario Rodríguez, coordinadoras, La Guerra Fría y las Américas, Morelia, Centro Universitario de Investigaciones Sociales de la Universidad de Colima e Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2013, 510 pp.

Desde hace muchas décadas han corrido ríos de tinta en diversas partes del mundo para describir y analizar la Guerra Fría. Se ha publicado una nueva obra sobre la temática, ¿cuáles son sus bondades? ¿Por qué recomiendo su lectura?

Entiendo que las coordinadoras abrieron una convocatoria expresa para aquellos especialistas que estuvieran interesados en presentar propuestas para el libro, y que las propias coordinadoras realizaron una selección a partir de los materiales recibidos en función de los objetivos de la obra y con criterios de calidad académica mediante la evaluación correspondiente.

Las autoras y los autores seleccionados provienen de distintas partes del mundo. En la nota final sobre los autores nos damos cuenta que se desempeñan en instituciones nacionales, como la propia Universidad de Colima y la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, así como en la Universidad de Quintana Roo, el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, el Programa de Posgrado en Estudios Latinoamericanos de la UNAM, y las Facultades de Filosofía y Letras y Ciencias Políticas y Sociales, ambas también de la UNAM. La obra de igual manera se enriquece con autoras y autores del resto de América Latina –Argentina, Chile y Perú-, y de Estados Unidos, Dinamarca, Francia, Inglaterra, Israel, España, Japón, República Checa y Hungría.

La obra cuenta con un prólogo de Ignacio Sosa titulado “Dos bloques y muchas Américas”, y al final se incluyó un epílogo de Peter Swirski denominado “Globocop: la Guerra Fría de Norteamérica, pasado, futuro y presente”. El libro consta de 27 capítulos divididos en seis partes que a continuación enumero: La primera, “Doctrinas, ideologías y partidos”, incluye los siguientes temas: “La doctrina de Seguridad Nacional en América Latina: el concepto de ‘enemigo’” de la autoría de Alexandra Pita González, Enrique Coraza de los Santos y Karla Fabiola Amador Martell. “Macartismo en Perú: la política anticomunista de Manuel Odría, 1948-1956” de Gonzalo Romero Sommer. “Redes trasnacionales frente al comunismo: los partidos populares apristas, 1948-1962” de Daniel Iglesias. “Teoría del Foco de Che Guevara: un arma apocalíptica contra la hegemonía de Estados Unidos” de Eitan Ginzberg. “Exiliados de Brasil: el intelectual alineado en Os Brasileiros de Darcy Ribeiro” de Helen Lima de Sousa. “El Partido Socialista de Chile, 1945-1970” de Hugo Cancino Troncoso.

El segundo apartado se denomina “Espionaje y seguridad interna”. Está integrado por los siguientes capítulos: “Los organismos de seguridad del Estado mexicano, 1942-1947” de Laura Beatriz Moreno Rodríguez. “La CIA en Guatemala: su papel en el golpe de Estado en 1954” de Guadalupe Rodríguez de Ita. “Hay que dar un golpe mortal al ‘Camelot’: acusaciones de espionaje a Estados Unidos en Chile, 1965”. “Algo murió con Ethel y Julius Rosenberg: la desazón en América Latina durante los cincuenta” de Lori Clune.

La tercera parte lleva por título “Represión y genocidio”, cuyas aportaciones son: “Represión y prácticas genocidas: el sustrato ideológico y discursivo de la violencia generalizada” de Luis Roniger. “El juego de espejos entre historia y memoria: Miguel Krassnoff y el anticomunismo en Chile” de Gilda Waldman Mitnick. “Las Patrullas de Autodefensa Civil en Guatemala: milicias de contrainsurgencia, 1980-1982” de Maribel Rivas Vasconcelos.

El cuarto segmento –“Políticas intrarregionales”- está integrado por: “La guerra entre los exiliados y los dictadores: Centroamérica y el Caribe, 1944-1954” de Aaron Coy Moulton. “El triunfo del sandinismo: la política exterior de México hacia Nicaragua, 1979-1982” de María del Rosario Rodríguez y Mireya Tinoco Villa. “La Alianza para el Progreso: el Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y Social en los sesenta” de Eliana Gabay, Juan Jesús Morales Martín y Juan José Navarro. “La política migratoria de Canadá: los refugiados del bloque comunista y de la dictadura chilena, 1945-1976” de Francis Peddie.

Una quinta parte se refiere a: “Cine, fotografía y reportaje” y a ella están integradas las siguientes contribuciones: “La crisis de los misiles: el discurso cinematográfico” de Mariana Piccinelli. “Sitiados: una mirada hollywoodense al bloqueo de Berlín en 1948” de Leandro Gustavo Lacquaniti. “John Steinbeck y Robert Capa: imágenes de Rusia, 1948” de Isabel López Cirugeda. “Imágenes del Caribe: representaciones de la región en la revista National Geographic” de Laura Muñoz, y “La revolución húngara de 1956 y la primavera de Praga de 1968: las percepciones en México” de Mónika Szente-Varga.

El último compartimiento se denomina “Relaciones con Europa y conflictos en Asia”, y engloba a: “La exportación de armas de Checoslovaquia a Guatemala y la caída de Jacobo Arbenz en 1954” de Lukas Perutka. “Los contactos humanos y la ‘diplomacia cultural’: Chile y la Unión Soviética, 1959-1970” de Rafael Pedemonte. “La guerra de Vietnam: las transformaciones ideológicas de los liberales en Estados Unidos” de Avital Bloch. “Un conflicto vivo en Asia Pacífico: Estados Unidos, Japón, China y Corea” de María Elena Romero y Karla Valverde Viesca. “Las bases militares de Estados Unidos en Okinawa: la oposición local desde 1947” de Emma Mendoza y Martha Loaiza Becerra.

Esta larga enumeración nos habla de la diversidad de temas específicos que en torno a la Guerra Fría se atienden a lo largo de los capítulos. Esto significa ya un logrado aporte de la obra colectiva por su multidisciplinariedad. El libro tiene la capacidad para conjuntar en un solo volumen distintas perspectivas del abanico de las ciencias sociales y las humanidades, que van desde la historia a la antropología, pasando por la sociología y la ciencia política, y desde luego coronando con las relaciones y las políticas públicas internacionales y la diplomática.

Otro elemento que aporta la obra son las miradas de la Guerra Fría a través de un sentido regional, es decir, conceptuando a América como un continente-región en donde no sólo fluyen y se concentran multiplicidad de procesos generados por la Guerra Fría y el impacto del mundo bipolar, sino desde donde también se generan evoluciones y desarrollos nativos que se entrelazan y se combinan para impregnar la conflictividad del periodo con una huella y un sello americanos muy propios e indelebles que de una forma u otra subsisten al día de hoy.

El libro fue concebido para descentrar la visión hegemónica que ha pervivido durante muchos lustros y que se refiere a la premisa de que únicamente Estados Unidos y la Unión Soviética llevaron tradicionalmente la voz cantante en los procesos globales de sus acentuados diferendos. A la vez también en dicho enfoque tradicionalmente se argumentó que su confrontación y sus disidencias fueron llevadas a la arena política y armamentista de un planeta receptor y sedente sin mayores capacidades para reclamar y defender sus propias soberanías.

En esta tónica el lector hará verdaderos descubrimientos al acercarse a temáticas que hasta ahora salen a relucir. El entramado regional, desde la perspectiva trasnacional de la Guerra Fría, es una certera aportación de esta obra colectiva. La voluminosa historiografía generada por la Guerra Fría no siempre ha atendido, como sí lo hace este libro, a escudriñar y poner en la lupa de la investigación elementos significativos en la configuración de escenarios locales que coexistieron, se traslaparon y se reconstituyeron a través de la dicotomía de la época “mundo libre-universo comunista”.

Las correlaciones y las reciprocidades de cualquier tipo (económicas, políticas, sociales, culturales, etcétera), pero sobre todo las violencias institucionales prohijadas por los dos grandes bloques bipolares, también son relevantes en esta obra en la medida en que se concibe la región americana surcada por interconexiones con Europa, África y Asia. No podía ser de otra forma. El mapa geopolítico de la Guerra Fría, pasa, como lo demuestra este libro, por el heterogéneo continuum planetario.

Esta obra es una verdadera galería de figuras y personajes históricos de un gran conglomerado mundial en los difíciles equilibrios impuestos por la Guerra Fría. Pero a la vez también este libro resulta ser un enorme ventanal del tiempo desde donde observamos las serias convulsiones masivas y las mortíferas confrontaciones; las decisiones de Estado en medio de batallas intensas y calientes; las represiones, los crímenes de Estado y las violencias al por mayor; las dictaduras, los dictadores, las guerras intestinas y el surgimiento de guerrillas afines a la Nueva Izquierda; el juego de gigantes que pusieron al planeta verdaderamente en vilo, y, destacadamente, las señeras luchas y las movilizaciones intensas de comunidades y pueblos enteros que desafiaron con su enjundia y su valentía la rapacidad y la estulticia del poderío norteamericano y los gulags estalinistas.

A manera de una pasarela histórica, todos estos elementos han sido colocados en primera fila por los autores de cada capítulo para ser escrutados por los lectores ávidos de tener un panorama más analítico de cómo puede revisarse la Guerra Fría del siglo XX a través de las miradas mucho más críticas de nuestro siglo XXI. Sobre todo porque esas indagaciones en su mayoría son de jóvenes académicos, según se constata al revisar el resumen curricular de los autores al final del libro.

En el ámbito de la crítica debo decir que faltó claridad en cuanto a cómo y con qué argamasa instrumental se edificó la estructura de la obra, y por qué se definieron seis grandes apartados para contener 27 capítulos. Algunas secciones son muy largas en comparación con otras muy cortas, evidenciando cierto desbalance en la estructura. No sabemos, al menos de manera explícita, cuáles fueron los criterios de la convocatoria original y a través de qué lineamientos se hizo la selección final de las colaboraciones. Algunas de éstas se muestran como corolarios de investigaciones muy consistentes y de larga duración, en cambio, otras se presume que son los prolegómenos de estudios que están en las primeras etapas de su realización.

Desde luego también me parece que la obra debería contar con unas conclusiones generales para que las coordinadoras expusieran el sentir de las contribuciones, subrayando los aportes que ofrece cada capítulo, pero sobre todo para explicar el meollo profundo que constituye la obra en su conjunto, es decir, desde dónde partieron y a dónde han arribado en sus pesquisas como científicas y científicos sociales para darnos una nueva y enriquecedora visión de la Guerra Fría, sobre todo por su conceptualización en torno a “las Américas” en plural, y la carga historiográfica y analítica que esto representa (como el eje fundamental que cruza y trasmina el quid de la obra), así como por la vocación multidisciplinaria con la que cuenta el libro y que exhibe un gran valor al aproximar teórica y metodológicamente a las y a los historiadores con otras perspectivas de las ciencias sociales.

Si las Américas se han colocado en el título de la obra a manera de un resonar y un eco profundo con sentido epistemológico, el lector puede vislumbrar cuáles son las líneas abiertas que sugiere este libro, pues se apuntan varios elementos para la reflexión, como bien lo señala Peter Swirski en su Epílogo: “La Guerra Fría puede haber terminado, pero sólo en las páginas de los libros de texto de historia, del siglo XX”.

Como historiadora puedo argumentar que: “La historia raramente se repite” tal cual, pero definitivamente lo que nos muestra la obra de Avital Bloch y de María del Rosario Rodríguez es que el eco de la historia, en este caso de la Guerra Fría, nunca desaparece, y menos en el contexto abigarrado de las Américas.

Recomiendo enfáticamente la lectura de La Guerra Fría y las Américas, pues incita al lector a una reflexión profunda de cómo la historia nos va cobrando réditos a nuestra memoria como latinoamericanos y como ciudadanos del mundo. Pero sobre todo nos exige parar con vocación pacifista las incesantes guerras del mundo de hoy como reminiscencias agresivas de la Guerra Fría, y que no deben prefigurar de ningún modo la extinción de la especie humana.

 

Verónica Oikión Solano
El Colegio de Michoacán