En 2011 publiqué un estudio relativo al concepto de “subalterno” en los Cuadernos de la cárcel y en la Cartas desde la cárcel.1 Siento la necesidad de volver sobre el argumento porque nuevos estudios y profundizaciones2 me llevaron a más exactas determinaciones que, si bien confirman las principales líneas interpretativas avanzadas en aquel texto, precisan y hasta corrigen parte de las observaciones allí vertidas. En particular consideraré en este nuevo ensayo algunos escritos gramscianos (de los Cuadernos y las Cartas) a cuyo respecto no me detuve antes y que estimo importantes para los fines del análisis del concepto referido.
Avancé en el ensayo de 2011 algunas rápidas referencias a la gran difusión que tiene hoy el concepto gramsciano de “subalterno”, respecto a las razones de aquélla y los riesgos de malentendidos observados a veces en la bibliografía actual del tema: no volveré sobre estos temas. Me concentraré aquí en la presencia de ese término y otros afines (“clases subalternas”, “grupos sociales subalternos”), ante todo en los escritos carcelarios de Gramsci.3 Es cierto en efecto que, el concepto aparece en algunos escritos juveniles del comunista sardo, aunque no se repita con gran frecuencia. Sin embargo, en estos escritos de las décadas de 1910-20 tiene significados del todo diferentes, y con seguridad menos relevantes, respecto a los de las notas redactadas en la cárcel, destinadas a volverse célebres. Basta señalar4 que en los escritos precarcelarios el término (heredado del lenguaje militar) indica los grados intermedios de la cadena de mando, entendida como nivel social y estatal-burocrático, militar o partidario. Para poner un ejemplo entre otros posibles, en Ilpaese di Pulcinella, publicado en la edición piamontesa del Avanti! el 30 de enero de 1919,5 los subalternos son para Gramsci los que deberían ser —en un Estado burgués bien estructurado— los “servidores del Poder Ejecutivo” que deberían poner en acto las órdenes de los altos mandos y que, por el contrario, en el caos dominante, se dedican a cuidar su pequeños privilegios. Desde la perspectiva social, se refiere en estos escritos a la “pequeña burguesía”, no a la base de la pirámide social como será en los Cuadernos. Es decir, habla de los que —tanto en la estructura del Estado como en la del Partido Socialista—6 ocupan un lugar de cuadro dirigente intermedio, de “oficial de conexión”, por así decir, entre el estado mayor de la burguesía o del ejercito proletario y la masa de soldados rasos, entendidos como ciudadanos en el primer caso y como pertenecientes a la masa proletaria en el segundo.
Los primeros Cuadernos
Pasando a los Cuadernos de la cárcel, la palabra “subalternos” aparece desde el Cuaderno 1, donde inicialmente (C 1, 43, 37)7 sigue el paralelismo entre la función social y la militar, con las mismas valencias que señalamos en los escritos precarcelarios. Poco a poco pero, en el mismo Cuaderno 1 aparece un uso del término variadamente negativo,8 que adquiere carácter de complejidad mayor, con una valencia que podemos considerar ya contrapuesta a una idea positiva de “hegemónico”, aunque este término por el momento no figura. La Iglesia —escribe Gramsci en la nota Acción católica— es “una fuerza subalterna”, pues perdió en la modernidad una posición propia de predominio e iniciativa, está siendo obligada “a la defensiva” (C1, 139, 127). Se observa que también las “clases subalternas” serán para Gramsci, a partir del Cuaderno 3, unas que padecen la iniciativa adversaria y están siendo obligadas a ponerse a la defensiva.
La primera nota que contiene presencia relevante del término en cuestión es C3, 14, Historia de la clase dominante y de las clases subalternas. Será retomada con algunas modificaciones, y con un título que le da realce —Criterios metodológicos— como segunda nota del Cuaderno 25, el cuaderno temático de 1934 que recogerá, y ya lo veremos, algunas notas sobre el tema de los subalternos.
Antes de examinar la nota C 3, 14, es necesario observar cómo Gramsci había dedicado una anterior, Q 3, 12, a Davide (o David) Lazzaretti. El término “subalterno” no aparece ahí, pero será retomada justamente como nota de apertura del Cuadernos 25, el “especial” (monotemático) dedicado a la “historia de los grupos sociales subalternos”. La reflexión sobre Lazzaretti es entonces plenamente parte de la inicial reflexión gramsciana sobre las clases subalternas.
¿Quién era Davide Lazzaretti? Un rebelde9 del siglo XIX, nacido en 1834; actuó en el Monte Amiata, en Toscana, donde dio vida a una secta religiosa popular y herética, con una ideología densa de elementos proféticos. Se había pronunciado por la Comuna de París y afirmado querer instaurar la república. Alarmó así tanto el Estado Italiano como a la Iglesia católica por el apoyo popular que tenía en la zona. Lo fusiló el ejército regio italiano en 1878, aun cuando no constituía un peligro real para las instituciones de ese tiempo.10
Pasemos ahora a la segunda mencionada (C 3, 14), que se retomará al principio del Cuaderno 25. El texto es el siguiente:
Historia de la clase dominante e historia de las clases subalternas. La historia de las clases subalternas es necesariamente disgregada y episódica (…) Éstas sufren la iniciativa de la clase dominante, incluso cuando se rebelan; se hallan en estado de defensa alarmada. Por ello cualquier brote de iniciativa autónoma reviste inestimable valor. De todos modos, la monografía es la forma más adecuada para esta historia, que exige un cúmulo de materiales parciales (tomo ii, página 27).
¿Qué se dice en este nota, aun limitada a la parte trascrita?
A) En primer lugar se observa que el discurso de Gramsci se refiere de modo específico a la historiografía de las clases subalternas. Es importante para el autor de los Cuadernos hacer la historia de forma integral, teniendo en cuenta también y sobre todo la situación de las masas subalternas, pues resulta fundamental para Gramsci “el reconocimiento del terreno” nacional y en este cuadro el conocimiento de la historia de las clases subalternas.11
B) En el título de la nota aparece por primera vez en los Cuadernos la expresión “clases subalternas”: el adjetivo, así, se refiere por primera vez al término “clase”. Y esto sucede contrapuesto a la expresión “clase dominante”. Gramsci forjó el fundamental concepto “clases subalternas” en este lugar, en relación/oposición inmediata con “clase dominante”. El nuevo uso de “subalterno” está dialécticamente vinculado al de “dominante”.
C) ¿Qué características tienen estas “clases subalternas” de las que habla Gramsci? En primer lugar, la “clase dominante” es una (en singular); y las “clases subalternas”, más de una: “clases subalternas” indica un conjunto variado de clases y franjas sociales; es un aspecto que hay que subrayar y en el cual profundizaré más adelante. Éstas padecen la iniciativa de la clase dominante, pero intentan defenderse; ofrecen raras huellas de “iniciativa autónoma”, que entonces son huellas que Gramsci considera valiosas. Valiosas también porque esta “autonomía” es el primer momento, sólo el primer momento, en el cual se podría construir, en determinadas condiciones, una hegemonía distinta. La autonomía podría ser el momento de pasaje de la subalternidad a la hegemonía, un pasaje para el cual sin embargo —ya lo veremos— deben subsistir también otras condiciones.12
D) ¿Qué entiende aquí Gramsci por “clases subalternas”? No tenemos por el momento muchos elementos, pero apoyados en el hecho de que tales clases pueden tener momentos de “iniciativa autónoma”, expresaremos que parecería tratarse de clases que pueden tener, por lo menos potencialmente, cierto relieve, en el cuadro de la sociedad de forman parte. En todo caso —me interesa enfatizarlo—, no parece que en esta nota tales “clases subalternas” sean colocables sobre todo o exclusivamente en los márgenes de la historia y la sociedad.
En el Cuaderno 3, tras la nota analizada, “Historia de las clases subalternas” se vuelve “título de rúbrica”, de los que Gramsci pone al principio de muchas notas de primera redacción, en los cuadernos misceláneos, para facilitar su búsqueda y posteriormente copiarlas en los “espaciales”, o monotemáticos. “Historia de las clases subalternas” es por ejemplo el titulo del C 3, 18,13 donde habla de “problemas de historia romana”, de los plebeyos y los esclavos. Gramsci aplica aquí la categoría de “clase/s subalterna/s” también a épocas históricas muy lejanas. Y esto nos lleva a pensar que esta categoría no es tanto definitoria sino relacional.
en el Estado antiguo y en el medieval, el centralismo tanto territorial como social (y uno no es otra cosa que función del otro) era mínimo. En cierto sentido, el Estado era una “federación” de clases. Las clases subalternas tenían vida por sí mismas, instituciones propias, etcétera; y en ocasiones estas instituciones tenían funciones estatales (así, el fenómeno del “doble gobierno” en los periodos de crisis asumía una evidencia extrema) (C 3, 18, tomo ii, página 30)
Hay entonces situaciones en las cuales las “clases subalternas” tienen niveles de autonomía, incluso significativos, hasta producir instituciones con funciones estatales. Sigue Gramsci:
La única clase excluida de cualquier vida propia era la de los esclavos en el mundo clásico y la de los proletarios en el medieval. No obstante, si bien en muchos aspectos esclavos antiguos y proletarios medievales se encontraban en las mismas condiciones, su situación no era idéntica: el intento de los Ciompi, ciertamente, no produjo la impresión que habría tenido un intento similar por los esclavos en Roma (Espartaco que exige ser incluido en el gobierno con los patricios, etcétera). Mientas, en el Medioevo era posible una alianza entre proletarios y pueblos y, aun más, el apoyo de los proletarios a la dictadura de un príncipe; nada semejante en el mundo clásico. El Estado moderno abolió muchas autonomías de las clases subalternas, abolió el Estado federación de clases, pero ciertas formas de vida interna de las clases subalternas renacieron como partido, sindicato, asociación de cultura. La dictadura moderna abolió también estas formas de autonomía de clase y se esfuerza por incorporarlas a la actividad estatal: o sea, la centralización de toda la vida nacional en manos de la clase dominante se vuelve frenética y absorbente (C 3, 18. Tomo ii, página 30).
Son entonces “clases subalternas” los plebeyos, los esclavos, el protoproletariado medieval. Éstas se rebelan (como Espartaco) y hacen política (como en el caso del “intento de los Ciompi”, del que habla en la misma nota).
En el sucesivo C 3, 48, un texto importante,14 donde Gramsci evoca la experiencia del Ordine Nuovo, un primer paso interesante para nuestro argumento es el siguiente:
el elemento de la espontaneidad es, por ello, característico de la “historia de las clases subalternas” e incluso de los elementos más marginales y periféricos de tales clases, que no han alcanzado la conciencia de clase “por sí misma” (C 3, 48, tomo ii, páginas 51 y 52)
Gramsci afirma explícitamente aquí que las clases subalternas son bien diferenciadas en su interior. Están incluidas en esta categoría —como hemos visto— “clases fundamentales” (como para un marxista son plebeyos y esclavos); ahora Gramsci centra la atención en “los elementos más marginales y periféricos de estas clases”, caracterizados por la “espontaneidad” como polo opuesto a la “conciencia de clase”. En la misma nota, más adelante, agrega:
Esta unidad de la “espontaneidad” y de la “dirección consciente”, o sea de la “disciplina”, es precisamente la acción política real de las clases subalternas, en cuanto política de masas y no simple aventura de grupos que pretenden representar a la masa (página 53)
Si entonces se logra reunir “espontaneidad” y “dirección consciente”, las “clases subalternas” inician por lo menos tendencialmente a “hacer política”, a luchar por la hegemonía.
Hay que relevar que en esta nota donde Gramsci habla del Ordine Nuovo, por “clases subalternas” debe entenderse en primer lugar el proletariado industrial: la reflexión de Gramsci se nutre de Lenin y algunas páginas del ¿Qué hacer?, además de la experiencia del Ordine Nuovo.15 Y quizá pensando en el “bienio rojo”, en el triunfo del fascismo, Gramsci escribe poco adelante:
Sucede casi siempre que un movimiento “espontáneo” de las clases subalternas va acompañado por uno reaccionario de la derecha de la clase dominante, por motivos concomitantes: una crisis económica, por ejemplo, determina descontento en las clases subalternas y movimientos espontáneos de masas por una parte y, por la otra, determina conspiraciones de los grupos reaccionarios que aprovechan el debilitamiento objetivo del gobierno para intentar golpes de Estado (página 54).
Al final de la nota, Gramsci avanza algunas afirmaciones que confirman la articulación de las clases subalternas. Menciona los vespri sicilianos y agrega:
Otros ejemplos pueden extraerse de todas las revoluciones pasadas, donde las clases subalternas eran numerosas y jerarquizadas por la posición económica y la homogeneidad. Los movimientos espontáneos de los estratos populares más vastos hacen posible la llegada al poder de la clase subalterna que más haya progresado por el debilitamiento objetivo del Estado (página 54).
En este pasaje hay que subrayar la presencia de una “clase subalterna más avanzada”, que puede incluso llegar a tomar el poder. Ésta se distingue de los más marginales y espontáneos “estratos populares” que se mueven en el plano de la “espontaneidad”, puesta entre comillas para remarcar que en ella para Gramsci siempre hay una chispa de “conciencia”.
¿A qué conclusiones llegamos con la lectura de las notas del fundamental Cuaderno 3? Me interesa subrayar la siguiente: con el término “clases subalternas” Gramsci indica un conjunto diversificado de clases, todas caracterizadas por no ser todavía hegemónicas o dominantes, pero muy diferenciadas en su interior. Se pasa del proletariado o de clases capaces de lanzar el desafío hegemónico y de plantearse el objetivo concreto de la toma del poder a los estratos sociales más marginales, periféricos y espontáneos.16
Hay en el Cuaderno 3 una última nota sobre la que debemos detenernos; se retomará en el Cuaderno 25 (en C 25, 5):
La unificación histórica de las clases dirigentes está en el Estado; su historia es esencialmente la de los Estados y de los grupos de Estados. Esta unidad debe ser concreta; o sea, el resultado de las relaciones entre Estado y “sociedad civil”. Para las clases subalternas la unificación no se produjo: su historia está entrelazada con la de la “sociedad civil”, es un fracción desagregada de ésta. (C 3, 90, tomo II, p. 89)
Gramsci relaciona aquí las clases subalternas con el Estado y la sociedad civil. Las clases que quedan en el nivel de la sociedad civil permanecen subalternas.17 Si no se logra elaborar una propuesta de Estado, de organización de conjunto de la sociedad nacional, no se puede competir por la hegemonía ni lanzar el desafío hegemónico.
Siguiendo en la lectura de la nota, vemos que Gramsci invita a estudiar “las líneas de desarrollo” de las clase subalternas, líneas que proceden “desde las fases más primitivas” en dirección de una “autonomía integral”; y sugiere el estudio de la realidad diferenciada de las clases subalternas y de su representación política, de su existencia “objetiva”, en ausencia de autoconciencia corporativa o política, al manifestarse de los diversos niveles de politización y organización. Instala entonces una fuerte conexión entre la perspectiva histórica y la teoría política, también por lo que concierne a las clases subalternas. Para Gramsci, la conciencia histórica parece propedéutica para la misma posibilidad de la acción política. Es importante saber que las clases subalternas resisten o se rebelan, y registrar los momentos de su resistencia o rebelión. Y, subraya Gramsci (C 3, 90, 373), la gradual conquista de un plano de efectiva lucha para la supremacía pasa por la capacidad de luchar contra las clases adversarias y de dirigir las clases aliadas. Éste representa el proceso por el cual ocurre el pasaje de la condición de “clases subalterna” a la de “clase hegemónica”.
Ampliación y extensión del término
Ya mencioné la rúbrica Historia de las clases subalternas. ¿Qué clasifica (porque de clasificación se trata) Gramsci en las notas con este título? Tras las observaciones del Cuaderno 3 sobre las clases subalternas en el mundo romano y medieval, las tituladas así por Gramsci en los Cuadernos son casi todas breves notas bibliográficas sobre intelectuales y libros de algún modo vinculados con el mundo socialista o a momentos revolucionarios. En ellas no sigue el camino mencionado respecto a las notas sobre Lazzaretti (una reflexión respecto a las clases subalternas “en los márgenes de la historia”), ni la de una reflexión en torno al papel de las clases fundamentales no hegemónicas, como inició a hacer en las notas del Cuaderno 3 sobre esclavos, plebeyos y protoproletariado medieval.
Más interesante es el uso de las expresiones “clases subalternas” o derivadas o variantes. Algunos “estratos sociales” —escribe por ejemplo Gramsci en la nota C 8, 20518—, justamente por su carácter “subalterno” deben hacer propia, aun sea transitoriamente, una ideología determinista y fatalista, para aguantar el peso de una situación histórica durísima y en apariencia sin luz. Pero cómo ocurrió según Gramsci en la Unión Soviética, o cómo espera que haya sucedido:
Pero cuando el subalterno se vuelve dirigente y responsable (…) se produce una revisión de todo el modo de pensar porque ha ocurrido un cambio en el modo de ser: los límites y el domino de la “fuerza de las cosas” son restringidos ¿por qué? Porque, en el fondo, el “subalterno” era ayer una “cosa”, hoy no es ya una “cosa”, sino una “persona histórica” (C 8, 205, tomo 3, página 321).
Y agrega, significativamente:
¿Pero fue alguna vez simple “resistencia”, simple “cosa”, simple “irresponsabilidad”? Ciertamente no, y por eso siempre hay que demostrar la futilidad inepta del determinismo mecánico, del fatalismo pasivo y seguro de sí mismo, sin esperar que el subalterno se vuelva dirigente y responsable (ídem).
Las clases subalternas —dice Gramsci— no son nunca pura pasividad; hay siempre un germen de resistencia activa. Por ello, reconstruir su historia valorizando al máximo las huellas de tal actividad es importante y tiene un valor político. Allí se encuentran los gérmenes de una capacidad de potencial autonomía y posterior hegemonía de las clases subalternas que, sin embargo, podrá ponerse en acto sólo en presencia de otras fundamentales condiciones históricas.
En la nota C 8, 205 (posiblemente redactada a finales de 1931) ocurrió un pasaje lingüístico interesante, el de las clases o grupos sociales subalternos a “el subalterno”. Del adjetivo al substantivo, del plural al singular. El sujeto a que se adscribe la característica de “subalterno” entonces, en cierto momento de la reflexión desde la cárcel, no es más una clase o grupo social, se vuelve sujeto singular (el subalterno), o por lo menos se abre el espacio para que el lector así lo perciba. Un ulterior pasaje en esta dirección de extensión y ampliación del uso del término estaba presente en una carta de Gramsci a la esposa del 31 de agosto 1931:
Yo estaba convencido de que tu sufrías de lo que los psicoanalistas creo llaman “complejo de inferioridad”, que lleva a la sistemática represión de los impulsos volitivos, es decir de la propia personalidad, y de la aceptación de una función subalterna en la toma de las decisiones aun cuando se tiene la certidumbre de tener razón, salvo de vez en cuando tener estallidos de irritación furiosa hasta por asuntos de poca importancia.19
Aquí Gramsci se refiere a los rasgos de la personalidad de un sujeto singular. Esta inclinación a la “función subalterna” individual se acompaña en tal sujeto de explosiones de ira por aspectos secundarios, explosiones destinadas a revelarse inconcluyentes. Algo como cuando las masas subalternas (sobre todo en el campo) se tornan insurgentes, queman y cuelgan, pero después vuelven a la situación anterior sin haber salido de su subalternidad histórica y sustancial. En una carta posterior, escrita por Gramsci el 8 de agosto de 1933 a la esposa, Giulia Schucht, encontramos un uso similar. Escribe el comunista sardo:
me parece que tú te colocas (y no sólo en esta cuestión) en la posición del subalterno y no del dirigente; es decir, de quien no está en condición de criticar históricamente las ideologías, dominándolas, explicándolas y justificándolas como una necesidad histórica del pasado, sino de quien, puesto en contacto con un determinado mundo de sentimientos, se siente atraído y rechazado, y queda siempre en la esfera del sentimiento y de la pasión inmediata.20
El “subalterno” es aquí una persona, subalterna culturalmente más que socialmente: no sabe relacionarse de forma autónoma a las concepciones del mundo y las culturas con que entra en contacto, o con parte de ellas. No logra historizarlas y entenderlas ni, por tanto, desarrolla hacia ellas una capacidad “hegemónica”. El término “subalterno” tiene entonces en esta misiva una acepción sobre todo cultural, en parte también psicológica. Estamos cerca de cierto uso que del término y del concepto ha sido dado en los últimos años, muy dilatado respecto al de “clase social” o “grupo social”21 subalterno.
Se trata de un contexto informal y privado, típico de una carta, que limita la valencia de la afirmación gramsciana en relación con las notas de los Cuadernos que ya consideramos. Sin embargo, es un indicio, la espía de un deslizamiento semántico significativo. Aun con los límites mencionados, este pasaje muestra en efecto una posibilidad, presente en el mismo discurso de Gramsci: la dilatación del término “subalterno”, el pasaje de la categoría que nace con la descripción e interpretación de un fenómeno colectivo, social, de clase, a su aplicación a la condición de subalternidad en primera instancia cultural de una persona.
El Cuaderno 25 y los Cuadernos
El Cuaderno 25 es un cuaderno monotemático de 1934 y se intitula En los márgenes de la historia (Historia de los grupos sociales subalternos).En él —compuesto por ocho notas y de pocas páginas—, Gramsci reagrupa sólo una parte de los textos escritos con el título de rúbrica Historia de las clases subalternas o con contenido similar. Mientras tanto, transcribe en el Cuaderno 25 notas que no tienen este título, pero hablan de los “subalternos” en varios modos.
No quiero detenerme en este cuaderno, tanto porque lo hice en otra sede22 como porque decidí analizar aquí, así brevemente, la reflexión elaborada por Gramsci en los Cuadernos sobre lo “subalterno” antes de llegar al “cuaderno especial” dedicado al tema, en tanto lo considero un recorrido más significativo y revelador. Entonces, quisiera centrar la atención en particular en el título del Cuaderno 25. En realidad, Historia de los grupos sociales subalternos es sólo el subtítulo colocado entre paréntesis. El título es A los márgenes de la historia (C 5, 2277).23 Se evidencia cómo Gramsci —quien usó en los Cuadernos “clases subalternas” o expresiones similares en dos acepciones distintas24 para indicar grupos sociales más marginales o para indicar las clases sociales que luchan por la hegemonía pero todavía no hegemónicas, que de todas formas son “clases fundamentales” (esclavos, plebeyos, proletariado moderno)— escoge aquí el primer uso del término; o sea, quiera dedicar el cuaderno (numerado 25) a las notas sobre los estratos marginados por el desarrollo histórico, derrotados, ya no en condición de lanzar un desafío hegemónico. Queda claro que estos estratos son y pueden ser contiguos a las clases subalternas fundamentales, pueden participar, bajo su dirección, en la lucha por la hegemonía. Pero, de todos modos, constituyen a mi parecer algo diferente respecto a ellas.
Gramsci utiliza entonces los términos subalterno y afines de distintas maneras. Recapitulemos.
1) En los escritos precarcelarios, el término “subalternos” indica los grados intermedios de la cadena de mando, a nivel social estadual-burocrático, o militar y partidario. Es una función considerada generalmente propia de la pequeña burguesía. En el inicio de los Cuadernos encontramos el mismo uso del término.
2) En el Cuaderno 3 inicia a aparecer la expresión “clases subalternas”, entendidas como grupos sociales más marginales que como clases fundamentales todavía no hegemónicas.25
3) Siempre en el Cuaderno 3 nace la “rúbrica” relativa a la Historia de las clases subalternas. Sin embargo, salvo los primeros casos, no agrupa las notas más significativas al respecto.
4) Gramsci desarrolla en otras notas el uso del término “subalterno” en específica referencia al proletariado industrial avanzado, capaz de un desafío en dirección de la conquista de la hegemonía.
5) El término es utilizado luego en referencia a sujetos singulares, respecto a su colocación social o a sus límites culturales, lo cual remite a la riqueza interpretativa con que Gramsci visualiza la relación estructura/superestructura, de forma dialéctica, que le permite captar las posibilidades de incidencia que tienen las subjetividades y las ideologías en el plano de la concreta realidad histórica (determinada sólo “en última instancia” por la dimensión económico-social), sin que ello implique renunciar a conectar la acción de los sujetos con su colocación de clase y a la división de la sociedad en clases —pues Gramsci sigue siendo, en todo el periodo de su reflexión carcelaria, un marxista, aun sea de un marxismo particularmente complejo y antieconomicista—, hay que evidenciar que con la dupla hegemones/subalternos el teórico nos ofrece categorías más amplias y comprensivas de las marxistas clásicas (burgueses/proletarios), ya que trenzan mejor colocación social y subjetividad, dato estructural y dato cultural e ideológico. La categoría de “subalterno” entra en un cuadro de enriquecimiento de las categorías tradicionales del marxismo. No se olvide que el uso del término “subalterno” en las mencionadas cartas a Giulia remite a uno más extendido, y fundamentalmente cultural-psicológico.
6) En el Cuaderno 25, finalmente, Gramsci transcribe notas de varios tipos, algunas poco significativas, mas faltan otras de cierta importancia donde se habla de “subalternos”. Debe tomarse en cuenta que el cuaderno está redactado sólo a lo largo de pocas páginas y es posible que Gramsci no complete la obra de transcripción como quisiera ni pueda reformular —por causas ajenas a su voluntad, como es sabido— el tema. Queda el hecho de que la importancia de la categoría de subalternos se capta mejor, como hemos visto, mirando el uso difuso que Gramsci hace en los Cuadernos, más que en las notas compiladas en el “cuaderno especial” dedicado a los sujetos “en los márgenes de la historia”.
Traducción del italiano: Massimo Modonesi
1 Compárese G. Liguori. “Treaccezioni di ‘subalterno’, in Gramsci”, en Crítica Marxista, Roma, 2011, número 6, en español en Massimo Modonesi (coordinador). Horizontes gramscianos, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2013. Al escrito reenvío también para lo concerniente la bibliografía secundaria sobre el argumento, lo cual me permite limitar aquí las referencias a ella.
2 Agradezco a las instituciones promotoras y los organizadores y organizadoras de algunas iniciativas sobre el tema de los subalternos en Gramsci a las que participé: la “Ghilarza Summer School 2014. Escuela internacional de estudios gramscianos”, dedicada al tema Hegemónico/subalterno (Ghilarza, 12 de septiembre de 2014); el Departamento Culturas, Política y Sociedad de la Universidad de Turín, donde se llevó a cabo el seminario Los subalternos in Gramsci (Turín, 13 de marzo de 2015); y el Seminario de lectura en ciencias sociales de la Escuela Francesa de Roma, cuyo día conclusivo fue dedicado este año al tema El laboratorio de Gramsci (Roma, 3 de julio de 2015). Este artículo, si bien apoyado en los estudios realizados en ocasión de estos encuentros, se aleja de las ponencias presentadas en aquellas ocasiones, en particular de la primera, todavía inédita, más amplia y exhaustiva.
3 Para dar coherencia al presente discurso, repetiré o resumiré algunas observaciones avanzadas en el escrito de 2011. Señalaré expresamente los textos gramscianos que allí no tomé en cuenta. Los dos artículos pueden considerarse complementarios.
4 El tema es tratado ampliamente en la ponencia que presenté en Ghilarza.
5 A. Gramsci, Ilpaese di Pulcinella, in Id. Il nostro Marx 1918-1919, compilación de Sergio Caprioglio, Turín, Einaudi, 1984, pp. 513-515.
6 Compárese. A. Gramsci. “I partiti e la massa”, en Id. Socialismo e fascismo. L’Ordine Nuovo 1921-1922, Turín, Einaudi, 1966, páginas 353-356; y A. Gramsci. “Il nostro indirizzo sindacale”, en Id. La costruzione del Partito Comunista 1923-1926, Turín, Einaudi, 1971, páginas 3-7.
7 Se citarán los Cuadernos de la siguiente forma: cuaderno, párrafo, tomo y página de la edición en español, A. Gramsci. Cuadernos de la cárcel, México, Era, 1982-1999 (nota del traductor).
8 Por ejemplo, en C 1, 116, 105, donde la “astucia” atribuida a Nitti es definida como “cualidad subalterna”.
9 Véase sobre Lazzaretti también E. J. Hobsbawm. Rebeldes primitivos, Barcelona, Crítica, 1979.
10 Me detuve en el análisis de esta nota C 3, 12, y de su segunda redacción, tanto en la mencionada ponencia de Ghilarza como en el citado artículo anterior, páginas 35 y 36.
11 Compárese al respecto ivi, páginas 37-38.
12 La relación subalternidad-autonomía ha sido investigada, aunque desde una perspectiva ligeramente distinta, en M. Modonesi. Subalternidad, antagonismo, autonomía. Marxismos y subjetivación política, Buenos Aires, Prometeo-Claso-UBA, 2010.
13 Se trata de un texto de primera redacción, que será retomado en C 25, 4. No tomé en cuenta estas notas gramscianas en el artículo anterior.
14 Este texto de Gramsci no fue analizado sino simplemente citado en el artículo anterior.
15 Para un análisis más profundo de esta nota en los aspectos de la relación dirección/espontaneidad remito a mi “Movimenti sociali e ruolo del partito nel pensiero di Gramsci e oggi”, en Critica Marxista, Roma, 2011, número 2.
16 Interesantes observaciones en tal sentido están presentes en G. Baratta. Antonio Gramsci in contrappunto. Dialoghi col presente, Roma, Carocci, 2007, páginas 120-123.
17 Sobre el tema remito a mi Sentieri gramsciani, Roma, Carocci, 2006, en particular los capítulos Estado ampliado y Sociedad civil.
18 No tomé en cuenta esta nota en el artículo anterior.
19 “Carta a Giulia del 31 de agosto de 1931”, en A. Gramsci. Lettere dal carcere, Palermo, Sellerio, 1995, páginas 455 y 456. No tomé en cuenta esta carta en el artículo anterior.
20 Carta a Iulca, 8 de agosto de 1933, ivi, página 738.
21 No puedo aquí investigar como lo ameritaría el pasaje de “clases subalternas” a “grupos sociales subalternos” que se lleva a cabo en un punto y momento determinados de la redacción de los Cuadernos. Me limito a afirmar que, a mi parecer, no indica un cambio de paradigma en la interpretación gramsciana de la sociedad, sino sólo un crecimiento de la complejidad de esta lectura.
22 Compárese G. Liguori. “Treaccezzioni di subalterno”…, obra citada, página 35.
23 Véanse en particular la valiosa “edición anastática” de los Cuadernos coordinada por Gianni Francioni, y también G. Francioni, F. Frosini. Nota introduttiva al Quaderno 24 (1934-1935), allí contenida: A. Gramsci, Quaderni del carcere. Edizioni anastatica dei manoscritti, al cuidado de G. Francioni, Roma-Cagliari, Biblioteca Treccani-L’Unione Sarda, 2009, volumen 18, páginas 203 y siguientes.
24 Se deja de lado aquí la acepción vista como la más acentuadamente cultural y psicológica, presente en las cartas a que hicimos referencia.
25 La ambivalencia del término puede considerarse la base de la polémica que tuvo lugar en la revista Società entre el final de la década de 1940 y el inicio de la de 1950 entre Ernesto de Martino y Cesare Luporini sobre el “mundo popular subalterno”, ahora en C. Pasquinelli (compilador), Antropologia culturale e questione meridionale, Florencia, La Nuova Italia, 1977. Mientras el conocido antropólogo entendía por “clases subalternas” las consideradas por Gramsci “en los márgenes de la historia”, el filósofo pensaba que la “clase subalterna” por excelencia no podía no ser para Gramsci (y para los comunistas que lo reivindicaran) la obrera. Hay que tomar en cuenta también que este debate ocurría mucho antes que se contara con la “edición crítica” de los Cuadernos compilada por Gerratana y publicada en 1975.