DEBATES LATINOAMERICANOS DE AYER Y HOY

A lo largo de un espeso libro de medio millar de páginas, Maristella Svampa presenta una guía y un mapeo de una serie de debates latinoamericanos de ayer y hoy. Está destinado a convertirse en una referencia indispensable sobre el tema tanto porque son escasos los intentos de esta envergadura como porque la ambición, en este caso, está soportada por la calidad del resultado y el renombre de la autora, elementos que le otorgan un amplio alcance en el tiempo y el espacio a fin de que sea un punto de partida para futuras reflexiones y un instrumento de proyección del pensamiento social latinoamericano.

svampawebLa intención declarada de Svampa es conectar vetas sobresalientes de la tradición y la actualidad de esta línea de pensamiento para tratar de revertir la falta de acumulación que merma su posibilidad de consolidación y trascendencia y, por tanto, su capacidad de hacer contrapeso –más allá de la retórica pos o decolonial agregaría yo– a las corrientes dominantes de matriz eurocéntrica. El rastreo de una serie de autores, perspectivas, conceptos y líneas de debate que realiza la socióloga argentina en torno a cuatro temas cruciales –el indianismo, el desarrollo, la dependencia y el populismo– constituye en sí una aportación neta en esta dirección. Basada en más de 50 páginas de bibliografía, Svampa hace gala de una notable capacidad de síntesis y formación interdisciplinaria, y ordena estas grandes problemáticas, desagregando los debates que las atravesaron y las nutrieron.

Indianismo, desarrollo, dependencia y populismo son, en efecto, cuestiones surgidas de los procesos históricos concretos, en estrecha conexión con la disputa política, que tuvieron un desarrollo teórico y de construcción del conocimiento específicamente latinoamericanos –aunque tengan proyección universal y eco en otros sures del mundo–. No me detendré, por obvias razones de espacio, en el tratamiento que le da la autora, salvo para señalar que me parece acertada y lograda la apuesta de vincular la gestación y las principales aportaciones “clásicas” del pensamiento social latinoamericano con los desafíos actuales como son planteados en la segunda parte del libro.

Aprovecharé los siguientes renglones para bosquejar tres puntos de debate con la autora, con quien he tenido, pese a que se parte de perspectivas teóricas y de intereses temáticos no idénticos, una profunda sintonía intelectual a lo largo de la última década.

La consideración más puntual es respecto a la distinción que hace Svampa entre populismos plebeyos (Bolivia y Venezuela) y de clase media (Argentina y Ecuador), la cual si bien tiene la virtud de dar cuenta de una composición de clase variable y de ilustrar cierta diferencia ideológica, puede prestarse a confusión y caer en un reduccionismo clasista. En efecto, el populismo que Svampa llama de alta intensidad (es decir, con contenidos progresistas) siempre tiene un momento o una instancia plebeya y otra de clase media en aras de sostener el principio de conciliación de clase que lo caracteriza, aunque uno pueda ser determinante en última instancia, y se vuelve el eje rector. Por otra parte, en esta tipología no caben las experiencias de Brasil y Uruguay, que siendo más próximos a la socialdemocracia no responden a patrones populistas clásicos en términos ideológicos, pero recurrieron a formatos típicamente populistas respecto a los liderazgos y el manejo de los sindicatos como instrumentos de control social. En este sentido, posiblemente la recuperación del concepto de populismo respecto de los gobiernos progresistas de la últimas décadas resida en caracterizarlos y distinguirlos nominalmente por su composición política; es decir, en función de distintos equilibrios en la ecuación Estado-gobierno-liderazgo carismático-partidos-sindicatos-movimientos sociales, donde la dimensión clasista aparece, en última instancia, en la base de la construcción política.

El segundo punto se refiere a la elección de las cuatro temáticas que forman la columna vertebral del libro. Es inevitable y respetable el sesgo impreso por la autora a partir de sus inquietudes, obra y activismo intelectual situado entre la valoración de los movimientos socioambientales, la crítica al extractivismo y el maldesarrollo y, en el trasfondo, una ambivalente actitud de amor-odio respecto a lo nacional-popular y el populismo. Desde mi perspectiva, no puedo no mencionar la ausencia de otra gran cuestión, con su secuela de debates, universal pero también con su específica pendiente latinoamericana: la de la revolución-emancipación, con sus pliegues internos respecto a la forma, el alcance y el sujeto de la transformación. Un aspecto histórico y político profundamente entretejido con los demás que desglosa Svampa y, al mismo tiempo, con su perímetro y densidad que tuvo, a la par de los otros cuatro temas, su momento culminante en las décadas de 1960 y 1970 –bajo el concepto horizonte de revolución–, pero que sigue rondando y agitando –ahora mutado en la consigna-aspiración emancipadora– una serie de debates en los últimos 20 años (el que contrapone el autonomismo al hegemonismo por ejemplo), a partir de aquel cambio de época que, con toda razón, coloca la autora como un parteaguas histórico de profundo calado político y teórico.

Una tercera consideración que me permito señalar, más como apunte que como crítica, es la del marxismo. En su balance del pensamiento latinoamericano de ayer, Svampa rescata una serie de autores y planteamientos marxistas, pero en buena medida porque su objetivo no es hacer un recuento de la historia de las ideas latinoamericanas; no reconoce explícitamente la centralidad de esta corriente. Al mismo tiempo, es importante no olvidar que el marxismo latinoamericano constituyó en sí mismo un campo de debate; fue la vertiente crítica más fecunda y el eje en torno del cual giraron todos los intentos –incluidos los no marxistas– de pensar a América Latina. Es indiscutible que, desde los años ochenta, aun con algunos sobresaltos recientes, fue descolocado de esta centralidad y surgió una volatilización a partir de la diáspora posmarxista. Sin embargo, retomar el hilo de los debates latinoamericanos en términos de acumulación como plantea Svampa permite –en mi opinión– no sólo reconocer este legado sino asumir los desafíos colocados por la agenda marxista que siguen abiertos y vigentes y ameritan nuevas interpretaciones, en buena medida de corte neomarxista o que actualicen o revitalicen los planteamientos marxistas latinoamericanos de los sesenta y setenta –reconociendo laicamente sus límites, puntos ciegos y obstrucciones–. Esta tarea de reconstrucción retrospectiva y prospectiva –que no está en primer plano en el libro aquí reseñado– queda pendiente para quienes reivindican, quieren revitalizar y mostrar la vigencia de aquella rama del pensamiento social latinoamericano.

Maristella Svampa, Debates latinoamericanos. Indianismo, Desarrollo, Dependencia, Populismo, Edhasa, Buenos Aires, 2016.