TRADUCTORES Y EDITORES DE LA “BIBLIA DEL PROLETARIADO” (1)

La suerte de El capital en el mundo hispanoamericano

(PRIMERA PARTE)

Relata Francis Wheen en su libro La historia de El capital que en febrero de 1867, poco antes de enviar su opera magna a la imprenta, “Karl Marx insistió a Friedrich Engels para que leyera La obra maestra desconocida, de Honoré de Balzac. Según le dijo, la historia era en sí una pequeña obra maestra, ‘repleta de la más deliciosa ironía’”.1

La obra maestra desconocida narra la historia de Frenhofer, un gran pintor que dedica diez años de su vida a trabajar sin descanso en un retrato que revolucionará el arte al proporcionar ‘la más completa representación de la realidad’.

“Cuando Frenhofer permite finalmente que otros artistas, Poussin y Porbus, inspeccionen el lienzo una vez concluido, éstos quedan horrorizados al ver un revoltijo de formas y colores, amontonados unos encima de los otros, sin orden ni concierto”. Frenhofer contempló su cuadro y admitió: ‘¡Nada! ¡Nada! ¡Y pensar que he trabajado diez años!’ Y luego de expulsar a los colegas de su estudio, quema sus obras y se suicida.”2

Por sorprendente que nos parezca hoy, 150 años después de la publicación del primer tomo de El capital, la identificación de Marx con Frenhofer y su “obra maestra desconocida” no es en absoluto descaminada. Según el testimonio de su yerno Paul Lafargue, “[n]unca estaba Marx contento de lo que hacía: siempre cambiaba alguna impresión, creyendo que de todas maneras era inferior la expresión a la concepción. Hay un estudio psicológico de Balzac –que Zola plagió vergonzosamente–, Le chef d’oeuvre inconnu; el estudio le causó impresión profunda porque describía sentimientos que Marx había experimentado. Se trata de un pintor genial atormentado por la necesidad de reproducir las cosas tal como se reflejan en el cerebro, que retoca sin cesar el cuadro hasta el punto de convertirlo en masa informe de colores que, sin embargo, [a sus ojos] representan fielmente la realidad”.3

El testimonio de Lafargue reviste especial interés para nosotros porque nos muestra dos caras opuestas de El capital: por una parte, es la obra que consagra mundialmente a Marx, que conoce reediciones y traducciones ya en vida de su autor y cuya lectura a propuesta de su amigo Jean-Philippe Backer será recomendada en el Congreso de Bruselas de la Internacional (septiembre de 1868) como la “Biblia del Proletariado”.4  Pero esta consagración de Marx y temprana sacralización de El capital contrastan con la otra imagen que nos ofrece Lafargue y que refrenda su correspondencia: la de un autor-artesano, siempre inconforme con los resultados de más de dos décadas de labor, que hace y rehace sucesivos borradores que luego desecha para volver a comenzar una nueva redacción, que pospone una y otra vez la entrega de los originales prometidos a los editores. Como Frenhofer, Marx oscilaba entre la seguridad y la duda, temía que los constantes “retoques” modificaran la armonía de la obra, que la introducción de sucesivas mediaciones que se concatenaban unas con otras terminaran haciendo tan complejo su sistema al punto que finalmente oscurecieran su “representación de la realidad”.

Y si esto cuenta para el primer tomo de El capital, publicado por Marx mismo, vale tanto más para los borradores inéditos. Lafargue testimonia que habría “sido para él un martirio si le hubieran obligado a enseñar sus manuscritos antes de haberles dado el último toque. Este sentimiento era tan fuerte en él que me dijo un día que prefería quemar sus manuscritos antes de dejarlos incompletos”.5 No obstante este sentimiento, sabemos que Marx no los quemó, que Engels fue su primer albacea literario, que tras diversas vicisitudes pasaron al Partido Socialdemócrata Alemán y finalmente, con el advenimiento del nazismo en Alemania, fueron albergados en el Instituto de Historia Social de Ámsterdam.6

Nuestra comprensión de la obra cumbre de Marx está mediada por la sucesiva publicación de estos manuscritos: el tomo 2 de El capital fue publicado por Engels en 1885 y el 3 en 1894, las Teorías de la plusvalía fueron editadas por Karl Kautsky entre 1905 y 1910, los Manuscritos de 1844 y la Ideología alemana se dieron a conocer en 1932, el capítulo VI inédito de El capital en 1933 y los llamados Grundrisse entre 1939 y 1941.7 No cabe la menor duda de que sin la publicación póstuma de estos manuscritos, nuestro conocimiento de Marx sería pobre y parcial. Sin embargo, el trabajo de sus editores –por calificados que estuviesen figuras de la talla de Engels, Kautsky o Riazanov– nunca se limitó a una cuestión de competencias técnicas o intelectuales, sino que respondió sobre todo a un asunto de autoridad. A la hora de poner en circulación una nueva obra, la pregunta de fondo giraba en torno a qué persona (Engels, Kautsky…) o institución (Partido Socialdemócrata Alemán, Instituto Marx-Engels-Lenin de Moscú…) poseía suficiente autoridad para dar a luz lo que Marx tanto se resistió a mostrar e hilvanar los fragmentos que el propio autor no había logrado integrar en un todo para completar sus puntos suspensivos o sus frases inacabadas.

La historia de las traducciones y ediciones de El capital puede inscribirse plenamente en lo que Pierre Bourdieu denominó “circulación internacional de las ideas,” donde los procesos globales de edición están sometidos a operaciones de selección (¿qué se traduce?, ¿qué se publica?, ¿quién traduce?, ¿quién publica?), de marcado (dégriffé) a través del sello editorial, la colección, el traductor y el prologuista (quien presenta la obra apropiándosela, anexándola al campo de recepción); y de lectura, por las cuales los lectores aplican a la obra categorías de percepción y problemáticas fruto de un campo de producción diferente.8

Pero el caso de la historia de las ediciones de El capital ofrece un plus de sentido respecto a la publicación de cualquier otro libro, pues de las obras profanas que los reformadores sociales del siglo XIX destinaron a la redención del proletariado, sólo El capital alcanzó semejante grado de consagración. Se trata de un libro al mismo tiempo complejo, cuyo alto nivel de abstracción teórica hizo que fuera más reconocido (e incluso venerado) que leído. Esto hizo que su edición, su presentación, su lectura misma excedieran con creces la relación simple, directa y profana entre el lector y un libro cualquiera. El acceso del lector a una obra como El capital debía ser mediado por toda una serie de personas e instituciones “autorizadas”, que ofrecieran garantías de canonicidad y fidelidad a un original celosamente resguardado. Y así como la Biblia judeo-cristiana estuvo sometida durante siglos a las querellas por su canonicidad, enseguida veremos que el siglo XX dio lugar a una querella no menos intensa respecto a la “edición autorizada” de la “Biblia del Proletariado”.

I. La edición prínceps y las reediciones alemanas

La edición original del primer volumen de Das Kapital apareció en Hamburgo en 1867, con un tiraje de mil ejemplares.9  (Imagen 1) Una segunda versión, corregida por el propio Marx, apareció en fascículos entre junio de 1872 y mayo de 1873.10 Si bien la portada dice 1872, el posfacio de Marx datado el 24 de enero de 1873 prueba que fue en este año que terminó de imprimirse (el volumen completo no salió a la venta sino a mediados de este último año). Una tercera edición “aumentada” a cargo de Engels vio la luz en 1883, poco después de la muerte de Marx, en la que incorporaba las correcciones manuscritas que su autor había realizado sobre sus ejemplares de la segunda edición alemana y la popular francesa.11 Finalmente, Engels introdujo agregados en la cuarta edición, aparecida en 1890, aprovechando algunas adiciones de la edición inglesa de 1887 que habían traducido el doctor Samuel Moore, amigo de Engels, y Edward Aveling, yerno de Marx.12

Los volúmenes II y III aparecieron en 1885 y 1894, respectivamente, editados por Engels después de la muerte de Marx en la misma casa editorial donde había salido el primero: Verlag von Otto Meissner, de Hamburgo.13

Las reediciones alemanas son numerosas, mas interesa retener aquí sólo algunas de ellas, en la medida en que servirán de base a las traducciones españolas. Karl Kautsky publicó en 1914 una edición popular (volksausgabe), de numerosas reimpresiones.14 Kautsky trabajó sobre la segunda edición alemana, introduciendo modificaciones con base en cartas y manuscritos de Marx que tuvo la fortuna de disponer a la vista. A fin de hacerla más asequible para el lector, interpoló algunos pasajes de la edición popular francesa traducida por Roy15 y vertió al alemán las citas de obras de terceros que Marx había mantenido en su idioma original. Además, estableció una tabla de obras y nombres citados, así como un índice de materias.16 (Imagen 2)

Pero en 1932 se publicó la edición canónica preparada por el Instituto Marx-Engels-Lenin de Moscú, que daba marcha atrás con las intervenciones de Kautsky y “restablecía” el texto de la cuarta edición alemana preparado por Engels. En la misma sobrecubierta se leía incluso la expresión ungekürzte (edición “sin cortes”).17 (Imagen 3) En el prólogo, Adoratsky advertía a los lectores respecto al carácter poco fiable de la edición Kautsky, cuya “falsificación” del marxismo era contrastada con la fidelidad con que Engels editó la obra de su gran amigo.18

Una edición muy popular en lengua alemana durante la posguerra fueron los tres volúmenes publicados en Berlín Oriental entre las Marx-Engels Werke.19 (Imagen 4) Se basaba, igual que la preparada por el Instituto Marx-Engels-Lenin de 1932, en la cuarta edición alemana de Engels. “Esta edición, de gran difusión en el mundo, ha sido referencia para numerosas traducciones a otras lenguas europeas y servido como texto de estudio de la obra de Marx y Engels. El problema más notable que tenía, aparte de su carácter de incompleta y de no ser crítica, se hallaba en sus prólogos e introducciones, en los que a menudo se convertía a Marx en autor de un sistema, en lugar de autor de una obra abierta, inconclusa en su mayor parte”.20

En contraste con estas versiones canónicas, y en una fecha tan temprana como 1932, el comunista de izquierdas Karl Korsch (1886-1961) consideró que la última palabra autorizada para editar El capital no era sino la del autor, y preparó una nueva edición basada en la segunda alemana, la última publicada por Marx, antecedida de un prólogo de su autoría.21  La edición Korsch fue recuperada en 1969 por el editor Ullstein, reeditando una vez más el primer tomo sobre la base de la segunda edición alemana, de 1873.22 (Imagen 5)

La querella se reavivó con la edición de las Theorien über den Mehrwert (Teorías del plusvalor). Con este título se conoce una serie de manuscritos económicos redactados por Karl Marx entre enero de 1862 y julio de 1863, por él intitulados Contribución a la crítica de la economía política. Se trata de 23 cuadernos con paginación continua, 1-1472, de los cuales los referidos expresamente a la teoría del plusvalor corresponden a los VI-XV y XVIII. Friedrich Engels tuvo la intención de publicar estos manuscritos como cuarto volumen de El capital, según lo manifiesta en la carta dirigida a Stephan Bauer el 10 de abril de 1895, pero morirá cuatro meses después, sin alcanzar su cometido. Las Teorías del plusvalor fueron editadas por primera vez por Karl Kautsky en tres volúmenes, que aparecieron entre 1905 y 1910.23

En la introducción al primer volumen, Kautsky explicaba por qué declinó finalmente publicar estos manuscritos como el cuarto tomo de El capital, pues no se trataba en realidad de una continuación de dicha obra sino del borrador de una previa –Contribución a la crítica de la economía política–, de la cual Marx había publicado un primer volumen en 1859, pero cuyo plan luego abandonó para entregarse a redactar, finalmente, los que serían los tres volúmenes de El capital. Advertía además que había reordenado cronológica y temáticamente los manuscritos, recuperando los que consideró relevantes y descartando los que juzgó menos significativos. Sobre esta edición se realizaron las primeras traducciones al ruso (1906-1907), francés (1924-25), inglés (1952) y, como veremos luego, español (1945).

Pero en 1950, una edición soviética afirmaba haber restaurado el auténtico proyecto de edición engelsiana y cuestionaba severamente la versión preparada por Kautsky. Seis años después aparecía en Berlín la nueva edición alemana de los manuscritos de Marx sobre la teoría del plusvalor, refrendada por el Instituto de Marxismo-Leninismo del Comité Central del Partido Socialista Unificado de Alemania (abreviado con la sigla SED).24

En el prólogo a esta nueva edición, el instituto partía del reconocimiento de que Engels había dado indicaciones a Kautsky y a Bernstein sobre la organización que iría a dar a estos manuscritos de Marx con vistas a su publicación. Incluso, se cita el prólogo de Engels de 1885 al volumen II de El capital, donde el albacea de Marx se refiere a una sección del extenso manuscrito Contribución a la crítica de la economía política que “contiene una detallada historia crítica del punto medular de la economía política, de la teoría de la plusvalía”. Y dice expresamente de esta sección:

Me reservo dar a publicidad como tomo IV del Capital la parte crítica de este manuscrito, una vez eliminados los numerosos pasajes ya liquidados en los libros II y III.

A juzgar por éste y otros textos, Kautsky habría procedido en su edición de las Theorien über den Mehrwert conforme el criterio establecido por Engels. Sin embargo, los editores del instituto consideraban que “sólo el propio Engels, tan identificado con Marx en su vida y obra, y que en gran medida colaboró muy estrechamente con él en la concepción y elaboración de El capital, estaba autorizado para suprimir lo que considerara superfluo en el manuscrito de las Teorías sobre la plusvalía”.25

Kautsky, pues, no era Engels sino la encarnación misma del nuevo revisionismo, por lo cual “al editar la obra de Marx, partía del punto de vista absolutamente falso de que el manuscrito de las Teorías sobre la plusvalía no respondía a un plan armónico, sino que era una especie de ‘caos’, y no tuvo empacho en someterla a una arbitraria ‘reelaboración’, en el transcurso de la cual, y en repetidas ocasiones, procede a revisar algunas de las tesis más importantes del marxismo revolucionario”.26

La querella acaso se habría acallado con una edición crítica que repusiera las modificaciones introducidas en sucesivas ediciones por Marx y por Engels, pero para llevarla a cabo hubo de pasar un siglo desde la muerte del autor de El capital. En efecto, la edición inicial de Mega (Marx-Engels Gesamtausgabe), impulsada por David Borisovič Rjazanov (1870-1938) y continuada por Adoratsky, alcanzó a publicar entre Frankfurt y Berlín sólo 7 de los 42 volúmenes anunciados, más 1 volumen conmemorativo de Engels y 4 de correspondencia (1927-1936), pero no alcanzó a realizar una edición crítica de El capital. La edición Mega fue interrumpida en 1936 por orden de Stalin, quien en 1931 ya había condenado al marxólogo Rjazanov al ostracismo en Zaratov, y finalmente lo hizo fusilar en 1938.

La edición Mega fue retomada en 1972 por el Instituto de Marxismo-Leninismo del CC del PCUS y del CC del PSU de Alemania con un plan de 100 volúmenes, pero la llamada Neue Mega alcanzó a publicar sólo algunos antes del derrumbe de los regímenes comunistas en la URSS y Europa del Este. Apenas con la edición Mega II, relanzada en 1990 por iniciativa de la Internationalen Marx-Engels-Stiftung, con sede en Ámsterdam, con un plan de 114 tomos, se ha llevado a cabo, finalmente, la edición crítica de El capital: reproduce las ediciones en alemán (y en francés e inglés, para el primer volumen), mostrando todas las modificaciones introducidas en el texto, además de un extenso aparato de notas al pie y referencias cruzadas.27

II. Las primeras traducciones de El capital

La primera traducción que conoció El capital fue, para sorpresa de Marx, la rusa. El proyecto fue concebido por miembros del grupo de la Sociedad de Crédito Mutual de San Petersburgo: G. A. Lopatin, N. N. Ljubavin, M. F. Negreskul y Nikolaj F. Danielson. Las páginas iniciales las había encarado el mismísimo Mijail Bakunin. Lopatin reemprendió el trabajo poco después, que finalmente concluyó el economista Danielson.28 El primer volumen apareció a principios de 1872 en San Petersburgo, con un tiraje de 3 mil ejemplares.29 (Imagen 6)

La segunda traducción fue la francesa de Joseph Roy, que contó con la supervisión de Marx, e incluso su colaboración para aligerar el texto alemán con vistas a lanzar una edición popular. Fue publicada por el editor libertario Maurice Lachâtre (1814-1900) en forma de fascículos entre agosto de 1872 y mayo de 1875, con un tiraje de 10 mil ejemplares, que luego se reunían en un volumen.30 (Imagen 7) Fue precedida de una carta-prólogo de Marx, fechada en Londres el 18 de marzo de 1872 y dirigida al “ciudadano Maurice La Châtre”, donde afirmaba: “Aplaudo su idea de publicar por entregas periódicas la traducción de Das Kapital. En esta forma, la obra será más asequible para la clase obrera, consideración que para mí prevalece sobre cualquier otra”. Tres años después, el 25 de abril de 1875, cuando la edición en fascículos se completaba y el editor se aprestaba a lanzar a la calle el volumen completo, Marx advirtió en nota “Al lector”:

El señor Joseph Roy se había comprometido a efectuar una traducción lo más exacta, e incluso lo más literal posible; ha cumplido escrupulosamente su tarea. Pero esa escrupulosidad me ha obligado a alterar la redacción, a fin de volverla más asequible para el lector. Estos retoques, introducidos en el correr de los días porque el libro se publicó por entregas, se efectuaron con dispareja atención y, seguramente, fueron causa de discordancias estilísticas.

Habiendo emprendido ese trabajo de revisión, terminé por extenderlo también al cuerpo del texto original (la segunda edición alemana), simplificando algunos análisis, completando otros, incluyendo materiales históricos o estadísticos suplementarios, agregando apreciaciones críticas, etcétera. Sean cuales fueren las imperfecciones literarias de la presente edición francesa, ésta posee un valor científico independiente del original y deben consultarla incluso los lectores familiarizados con la lengua alemana.31

Una reimpresión de 1885 alcanzó al menos 5 mil ejemplares.32 Esta edición del primer tomo reproducirá reiteradamente Editions Sociales, la editorial vinculada al Partido Comunista francés, a lo largo el siglo XX, aunque llevando a cabo nuevas traducciones de los tomos 2 y 3.33

Maximilien Rubel, siguiendo el criterio del propio autor, da a la edición de Roy el estatuto de otra obra de Marx, a tal punto que en su exhaustiva investigación bibliográfica la diferencia de la nueva traducción al francés de Jacques Molitor, realizada sobre la base de la cuarta edición alemana.34 (Imagen 8) Sin embargo, el trabajo de Molitor no tuvo fortuna: los galos continúan editando la versión de Roy hasta el presente. Garnier-Flammarion reeditó Le capital en traducción de Roy en 1924, y lo relanzó en 1969, con el tan citado prólogo de Althusser.35  Incluso, un marxólogo eminente como Maximilien Rubel reeditó en 1963 la traducción de Roy en su plan de Oeuvres de Marx, aunque mejorándola y añadiéndole un importante aparato de notas. Una edición en dos tomos apareció en 1968, con otras obras económicas de Marx.36

La versión italiana de El capital se publicó por entregas entre 1882 y 1884, la polaca entre 1884 y 1890, la danesa en 1885, y la inglesa en 1887.37 Pero esas traducciones no interesan aquí sino las ediciones alemanas y la edición francesa, pues sobre la base de estas versiones El capital ingresó en el mundo hispanohablante.

III. Las primeras traducciones de El capital al español

El capital ingresó en el mundo hispanohablante a través de la edición francesa de Roy. Los primeros cinco fascículos los remitió desde Londres en 1873 Karl Marx a su enviado a Buenos Aires, el internacionalista belga Raymond Wilmart. La carta de acuse de recibo de Wilmart constituye la primera referencia conocida de la circulación de El capital en América Latina.38

En forma paralela, los fascículos de la edición francesa eran ofrecidos en suscripción por el semanario socialista La Emancipación de Madrid. Por entonces, la ideología hegemónica en el movimiento obrero español era el anarquismo. Como señaló Pedro Ribas, “[g]racias a la venida de Paul Lafargue a España en 1871, el pequeño grupo de internacionalistas con que tuvo contacto –los redactores de La Emancipación– se distanció de las posiciones bakuninistas y se colocó del lado del Consejo General de Londres”, aun cuando esa victoria marxista no haya sido más que “una victoria pírrica, pues el grupo quedó aislado del grueso del movimiento obrero español. En tal contexto, no hace falta decir que la penetración del marxismo fue muy débil”.39 Como sea, hacia el otoño de 1872 La Emancipación insertaba en sus páginas el siguiente anuncio:

Le capital, por Karl Marx. Esta obra, traducida del alemán, se está publicando en Francia por series de cinco entregas, a 50 céntimos cada serie. La obra completa constará de 10 series. Se admiten suscripciones en la administración de este periódico, al precio de 62 céntimos de peseta, o sean 2 reales y medio cada serie para Madrid, y 68 céntimos, o sean 2 reales y tres cuartos, para provincias.40

Según el mismo testimonio, “[e]l ‘interesado’, el encargado de recibir, expender, cobrar y pagar los poquitos cuadernos que llegaban de Francia a La Emancipación, era Pablo Iglesias (entonces Paulino), y uno de sus suscriptores de Madrid era Emilio Castelar. Aunque para esta clase de suscriptores el reparto era a domicilio, e Iglesias realizaba esa labor, ello no le dio ocasión para trabar relaciones con el insigne orador y pensador”.41

De ese modo, gracias a la traducción francesa de Roy fueron vertidos a la lengua española los primeros fragmentos de El capital. Aparecieron en el periódico La Emancipación de Madrid, entre octubre de 1872 y marzo de 1873.42

Sólo en 1887 apareció en lengua española una edición, aunque parcial, del primer tomo. Desde entonces y hasta el presente registramos 12 traductores de El capital al castellano: 6 españoles (Correa y Zafrilla, Juan Manuel Figueroa y colegas, Vicente Romano y Manuel Sacristán, más otros 2 exiliados en México: Manuel Pedroso y Wenceslao Roces), 4 argentinos (Juan B. Justo, Juan E. Hausner, Floreal Mazía y Raúl Sciarreta), 1 uruguayo (Pedro Scaron) y 1 chileno (Cristián Fazio). Como se desprende del relato que ofrecemos a continuación, es imposible separar la difusión española de la latinoamericana. Anticipemos nada más que la primera traducción directa del alemán del primer tomo de El capital fue realizada por un argentino (Justo), pero editada en Madrid por un socialista español (García Quejido), que las traducciones españolas de Manuel Pedroso y Wenceslao Roces sólo alcanzaron difusión masiva en el mundo de habla hispana con el exilio de los republicanos en México, y que la traducción de Pedro Scaron comenzó a editarse en Buenos Aires en 1975, pero a causa del golpe militar de marzo de 1976 se terminó de publicar en Madrid. Antes que una historia española o latinoamericana, estamos frente a un caso de historia transatlántica.

III.1. La labor precursora de un federalista español: Pablo Correa y Zafrilla

La primera traducción de El capital al español fue obra de Pablo Correa y Zafrilla (1844-1888), un abogado que militó en las filas de los republicanos, llegando a ser diputado en las cortes de 1873 en la Primera República. Amigo del proudhoniano Francisco Pi i Margall, expuso sus ideas federalistas y socialistas en artículos periodísticos y en dos libros: La federación (1880) y Democracia, federación y socialismo (1880).43 La traducción de El capital apareció con pie de imprenta de 1887.44 (Imagen 9) La obra había aparecido previamente en forma de folletines encuadernables en el diario madrileño La República entre 1886 y 1887. En sus ediciones del 22 al 24 de enero de 1886, el diario prometía regalar a sus suscriptores “el importantísimo libro de Carlos Marx”. Los abonados lo recibirían “los días 10 y 25 de cada mes, a contar desde el 10 de febrero próximo”. La publicación bajo el formato de folletín recortable y encuadernable se extendió hasta 1887, cuando finalmente aparecieron los ejemplares encuadernados.45

La edición tiene una serie de limitaciones, que han sido señaladas por Pedro Ribas. De la “Advertencia del traductor”, parece desprenderse que se trata de una traducción directa del alemán. Correa y Zafrilla nos habla del original alemán, y de traducciones al inglés y al ruso. Incluso anuncia su deseo de traducir el tomo II, que acababa de publicar Engels en 1885:

Tengo entendido que Engel [sic], economista, amigo íntimo, discípulo y colaborador de Carlos Marx, ha publicado recientemente en Alemania la segunda parte de la obra concebida por el maestro; es decir, La circulación del capital.

No renuncio también a traducir esa segunda parte que comprende la distribución de la riqueza, tan importante por los problemas sociales que también entraña, como la producción. La lentitud con que ha de publicarse la primera, por las condiciones en que se hace, me permitirá traducir poco a poco la segunda.

En la traducción he procurado ser fiel al original, simplificando cuanto me ha sido posible el lenguaje, empresa ésta difícil y penosa tratándose de un autor alemán, para cuya traducción no cabe fiarse en las versiones hechas en otras lenguas.46

Pero Ribas ha mostrado, a través de un escrupuloso cotejo, que la traducción de Correa y Zafrilla fue realizada sobre la francesa de Joseph Roy, probablemente –añado– de la reedición de 1885, más asequible entonces. Además, no es completa: se limita a las tres primeras secciones del primer tomo. Correa murió en 1888, poco después de la aparición del volumen encuadernado, y es posible que no haya alcanzado a traducir la totalidad del primer volumen. Finalmente, es una traducción imprecisa, como cuando traduce mehwert unas veces como “exceso de valor”, otras incluso como “ganancia” (profit), confundiendo o solapando conceptos centrales en la obra de Marx.47

El grupo marxista de La Emancipación, liderado por Pablo Iglesias, va a fundar en 1879 el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y a editar desde 1886 el semanario El Socialista, adonde enviaba sus colaboraciones desde París otro tipógrafo, José Mesa, el corresponsal de Engels y el traductor de Marx al español. Iglesias sostuvo con intransigencia la autonomía política del PSOE: confrontó no sólo con los anarquistas españoles sino, también, con los republicanos federalistas. De tal modo, El Socialista se abstuvo de publicitar la traducción de El capital por un republicano federalista como Correa y Zafrilla. Sólo en una ocasión, octubre de 1887, le dedica un comentario oblicuo:

Dice El Resumen que el que La República haya publicado El capital de Carlos Marx ya no es sinalagmático sino suicidio.48 No tenemos que objetar cosa alguna al periódico izquierdista. Únicamente añadiremos que suicidándose, los republicanos fratricidan a los monárquicos.49

Incluso, cabe decir que los socialistas “tapan la traducción de Correa y Zafrilla con la pantalla de resumen de El capital efectuado por Deville”:

En efecto, un mes después de la mencionada referencia a la versión de Correa y Zafrilla, El Socialista comienza a anunciar la traducción castellana del resumen de Gabriel Deville. Pablo Iglesias ha dejado testimonios de su valoración de este texto popular.50

III.2. Marx en las pampas: Juan B. Justo, traductor de El capital

Se comprende entonces que socialistas como García Quejido, preocupados por afirmar la formación teórica en el socialismo español, intentasen ofrecer una nueva traducción de El capital de Marx basada en la versión original alemana.

El tipógrafo Antonio García Quejido (1856-1927) había trabado relación con su colega Pablo Iglesias, por cuyo medio ingresó a los 20 años en la Asociación General del Arte de Imprimir. En 1879 firmaba con Iglesias el acta de constitución del grupo madrileño del Partido Socialista Obrero Español. Activista gremial, propagandista incansable, en 1886, tras dirigir una huelga de tipógrafos, debe emigrar a Valencia y un año después a Barcelona. En 1888 había presidido la fundación de la Unión General de Trabajadores y una década antes la del PSOE.

Por su parte, el médico argentino Juan Bautista Justo (1865-1928) había nacido en el seno de una familia de clase media porteña que hablaba cotidianamente de política nacional y gozaba de una situación económica acomodada, la cual fue tornándose desfavorable a medida que crecían el niño y sus hermanos. Aprendió sus primeras letras en un colegio privado, en 1877 ingresó en el Colegio Nacional de Buenos Aires y cinco años después en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Desde 1874 le tocó presenciar los enfrentamientos bélicos que precedieron a la federalización de Buenos Aires en 1880 y, según propio testimonio, mantuvo desde entonces el mayor rechazo a las intervenciones militares en la vida política. Entre 1883 y 1884 costeaba sus estudios trabajando como periodista en el diario La Prensa. Graduado de médico en 1888 con medalla de oro, emprende un año después el inevitable viaje de perfeccionamiento a Europa.

De vuelta al país, en agosto de 1889 lo encontramos formando parte de la Unión Cívica de la Juventud, un agrupamiento de oposición al régimen conservador del presidente Miguel Juárez Celman. Sin embargo, el joven médico rechaza el método del motín que propugna el ala militar de la llamada “Revolución del 90” y propone formas de desobediencia civil, como una huelga de contribuyentes. Justo se desvinculó políticamente de la Unión Cívica, aunque como médico asistió a los heridos el 26 de julio de 1890, el día de la Revolución del Parque.

Durante los tres años siguientes se consagró con éxito a la cirugía, destacándose entre los primeros en aplicar la asepsia; instala su consultorio; participa de la vida del Círculo Médico Argentino y obtiene por concurso el cargo de profesor suplente de cirugía en la Escuela de Medicina. Sin embargo, a diferencia de la mayor parte de los médicos de la elite, Justo demuestra una extraordinaria sensibilidad social, un vivo interés por los asuntos económicos y una inquietud política que dejó abierta su frustrada participación en la Unión Cívica de la Juventud. Son éstos simultáneamente años de lecturas intensas: Rousseau, Tocqueville, Adam Smith, David Ricardo, Marx, Renán, Spencer, Hobson.51

En el marco de esas lecturas, Justo asistió a una cita en el Café Francés de Buenos Aires, un mítico 2 de agosto de 1893, convocada a través de los diarios locales por los obreros de la Agrupación Socialista de Buenos Aires. De ese encuentro nacerá, ocho meses después, el semanario La Vanguardia.

Convencido de la esterilidad de las luchas entre facciones de la elite, Justo se incorpora en agosto a la Agrupación Socialista, creada el mismo año. Durante 1894 se consagrará a fundar y dirigir La Vanguardia y a estrechar los vínculos entre las agrupaciones socialistas para que el Partido Socialista cobre entidad.

En marzo de 1895 se embarca por segunda vez a Europa, previo paso por Estados Unidos. Sabemos que el viaje fue un catalizador para que se decidiese a abocarse de lleno a la acción política. Sabemos también que visitó Londres, que en París escuchó a Jean Jaurès en el Parlamento, que en Bruselas visitó la célebre Maison du Peuple de la mano de Bertrand, su fundador, y que se entrevistó con los líderes del socialismo belga Vandervelde y Anseele. Sabemos también que residió en Madrid y Barcelona, donde estableció contactos para la edición castellana de El capital, pero las vicisitudes de estas negociaciones y de su trabajo de traducción permanecen envueltas en una bruma oscura. El testimonio de su compañero de ideas Nicolás Repetto:

Al comienzo de las vacaciones de verano de 1896, cuando me disponía a realizar una breve excursión por Suiza, recibí una carta del doctor Juan B. Justo remitida desde Madrid. Mi maestro de cirugía había viajado a España para corregir las pruebas de imprenta de su traducción al español de El capital de Carlos Marx y aprovechaba la oportunidad para darme varias noticias. Después de una larga meditación, había resuelto entregarse a la tarea de fundar un partido socialista. Para ello necesitaba abandonar las ocupaciones docentes y reducir en lo posible el trabajo profesional. Se proponía alcanzar por la política la supresión del dolor y de la enfermedad evitables, que había perseguido en vano por la medicina.52

De enorme interés es el testimonio del socialista español Juan José Morato sobre el pasaje de Justo por España:

Vivió en Madrid algunas semanas, entablando amistad con Iglesias y con el autor de estas líneas, y un azar tristísimo hizo que tomara parte de un acto público, y que trabajara para El Socialista. En agosto de ese año murió Engels. La Agrupación Madrileña organizó una velada necrológica, invitando a Justo a tomar parte en ella. Aceptó con emoción. Hablaron el que esto escribe, Iglesias y Justo. Bellos los discursos de los dos últimos; el de Justo fue un modelo de saber y de emoción viril, y un modelo también de dicción clara y limpia. Después tradujo del alemán para El Socialista la larga serie de artículos que, relativos a Engels, Kautsky escribió en el Vorwärts de Berlín. También residió algún tiempo en Barcelona, donde contrajo con Quejido una amistad que años después sería fecunda para las ideas.53

Se refiere, claro, a la traducción y edición de El capital. Otro relato de Morato:

En septiembre de 1895, el doctor Juan Bautista Justo visitó Barcelona, donde había de embarcar para regresar a Buenos Aires. Visitó a Quejido –a quien iba recomendado por Iglesias–, pasaron los dos algunos días juntos, explicaron una conferencia en el Centro Socialista de Mataró y quedaron grandes amigos. Hablaron de la necesidad de una biblioteca o cosa así que publicara los libros fundamentales del socialismo –El capital– traducidos del idioma en que fueron escritos, y también libros de exégesis y divulgación.54

Si creemos el testimonio de Morato, más preciso en fechas y nombres, y cuya redacción está más cercana a los hechos que la de Repetto, Justo no llevó traducido El capital a España, ni corregía pruebas de imprenta en Madrid. Es que Justo reside en Madrid durante agosto de 1895 y llega a Barcelona un mes después, donde visita a García Quejido a través del contacto facilitado por Iglesias. Del relato de Morato se desprende que el proyecto de traducir y editar El capital nace en setiembre de 1895 del encuentro entre García Quejido y Justo, el editor español y el traductor argentino. Justo regresará a Buenos Aires en setiembre de 1895, en vísperas de la convención del Partido Obrero Socialista Internacional, y es evidente que entonces se aboca a traducir el primer volumen de El capital, cuyos avances envía periódicamente a García Quejido, en Madrid, ciudad a la que había regresado el editor. El relato ya clásico de Dardo Cúneo que representa a Justo traduciendo El capital en un hotel de Madrid en 1895 es sin duda una construcción literaria inspirada en el testimonio de Repetto.55

Por otra parte, el propio Justo, en la “Nota del traductor a la segunda edición española”, se lamentaba de las erratas de la primera edición de 1898 por no haber podido tener acceso, precisamente, a las pruebas de imprenta.56

En tanto, García Quejido retornó a Madrid en mayo de 1897 para abocarse plenamente a la fundación de la Biblioteca de Ciencias Sociales, acordada con Justo. Según Morato,

Adquirió el tipo necesario para componer él mismo el molde de tres o cuatro pliegos en cuarto, a fin de que las obras saliesen los más cuidadas posible, y a finales de agosto apareció la primera entrega, que contenía un pliego de El capital, traducido por Justo, y otro de Principios socialistas de Gabriel Deville, traducido por Pablo Iglesias.57

La traducción de Justo, realizada sobre la cuarta edición alemana de Das Kapital preparada por Engels, apareció en sucesivos cuadernillos quincenales entre el 6 de septiembre de 1897 y el 19 de diciembre de 1898. A principios de 1899 se vendía encuadernada en un volumen de 688 páginas, a 7.50 pesetas (según Palau y Dulcet, incluso 10 pesetas en las librerías comerciales).58

El plan editorial se anuncia no sólo en La Vanguardia de Buenos Aires sino incluso, fuera del campo socialista, en Ciencia Social. Revista Mensual de Sociología, Artes y Letras, editada en esa ciudad por el anarquista Fortunato Serantoni:

Hemos recibido también de Madrid una circular-proyecto de la Biblioteca de Ciencias Sociales que se ha fundado en aquella capital para difundir las teorías socialistas, publicando por cuadernos quincenales simultáneamente dos obras, escrupulosamente escogidas. Comenzará con la obra de Carlos Marx titulada El capital y con el nuevo libro de Deville, Principios socialistas, adicionado con todos los diversos trabajos dados a publicidad hasta el presente por el mismo autor y, además, la Historia del primero de mayo, que en la actualidad prepara.

Aparecerá la Biblioteca sin interrupción por cuadernos quincenales de treinta y dos páginas, que irán resguardadas por una cubierta apropiada. El precio de cada cuaderno será en España de treinta y cinco céntimos de peseta; fuera de España, el precio será de cuarenta céntimos de franco, por razón del franqueo. Los suscriptores y corresponsales deberán dirigirse al administrador de la Biblioteca de Ciencias Sociales, calle de San Agustín 16, Madrid.59

Por el anuncio de García Quejido en El Socialista de Madrid se infiere que la empresa no fue un éxito comercial, pues los potenciales lectores estaban en la “errónea creencia” de que ya poseían El capital:

Algunos compañeros están en la errónea creencia de que ya poseen El capital por haber adquirido el libro que con ese título se vende. Aunque digno de aprecio por la época en que se publicó en España, deben tener en cuenta nuestros compañeros que dicho volumen es la traducción del Resumen de El capital hecho por Gabriel Deville en Francia, habiendo extractado y, además, suprimido infinito número de pasajes muy interesantes y las notas que aclaran el texto.
La edición que ahora aparece es la traducción directa de la extensa y completa dada a la luz por cuarta vez en Alemania, y que ha sido concluida por Federico Engels a la muerte de Carlos Marx.
Por ser distinta la traducción, ni aun siquiera se aprovecha la que imperfecta e incompletamente hizo del francés el señor Correa y Zafrilla.60

Ribas ha señalado que la “errónea creencia” había sido alimentada por los propios hombres de El Socialista quienes, durante el mismo año, 1897, hasta la aparición del anuncio de la traducción de Justo, insertaban propaganda del compendio de Deville sin especificar que se trataba de un resumen, sino dándole el título de El capital a secas.61 Además, las “invocaciones contenidas en esta nota debieron ser un débil argumento para una masa de militantes a la que, ni antes ni durante la edición, se explica la importancia que la lectura de la obra de Marx podía tener en su formación”.62 La edición chocaba también con otro problema: la suma total por desembolsar, a razón de 0.35 pesetas cada fascículo, resultaba demasiado onerosa para los bolsillos obreros. García Quejido aprovecha las páginas de El Socialista para explicar que la edición, comparativamente con otros países, no era tan cara; ensalza las virtudes de la edición y trata de ampliar el espectro de lectores: las obras de la Biblioteca –se dirá– deben figurar “lo mismo en el gabinete del estudio del hombre de letras que en la casa del obrero estudioso”.63 El editor alcanzó a publicar el libro de Deville y el primer tomo de El capital, pero la Biblioteca no pudo continuar. “No fue aquello negocio, porque casi no sacó más que el jornal que habría ganado en la imprenta por el mismo trabajo, y a finales de 1898, concluida la publicación de las dos obras, buscó trabajo en el oficio…64 Justo tenía previsto proseguir la traducción de los volúmenes dos y tres, pero “si no pasó del primer volumen fue porque el negocio editorial resultó poco o menos que ruinoso”.65

A comienzos de 1903, García Quejido “regaló a El Socialista los 800 ejemplares que le habrían sobrado de cada uno de los libros por él publicados”.66 El periódico madrileño puede entonces ofrecer los ejemplares encuadernados de El capital al precio de 3 pesetas cada uno, en vez de las 7.50 que costaba.67  Esta cifra le ha permitido conjeturar que el tiraje no superó 2 mil ejemplares, teniendo en cuenta que el libro circuló sólo en España y Argentina.68

Cuando en 1975 comenzó la publicación de la traducción castellana de El capital de Marx por Siglo XXI, su encargado, el uruguayo Pedro Scaron, rescataba la precursora de Justo como la más meritoria de las versiones castellanas anteriores a la suya:

Con la excepción parcial pero muy meritoria de la de Juan B. Justo, éstas contienen más errores de los tolerables aun en el caso de la traslación de una obra tan extensa y compleja.69

Scaron ponía en la balanza méritos y límites del trabajo de su antecesor:

La versión de Juan B. Justo no se destaca tal vez por las excelencias del estilo, pero sí por su fidelidad al original (no invalidada por ocasionales desfallecimientos), por la solidez, por la seguridad con que el traductor, hombre de cultura nada superficial, enfrenta problemas para cuya solución los conocimientos idiomáticos son imprescindibles pero no suficientes. En algunos rubros, Justo pagó tributo a su condición de pionero (sus traducciones de muchos términos técnicos de Marx, por ejemplo, han caído en total desuso), pero precisamente el mérito principal del traductor argentino estriba en haber desbrozado el camino que otros transitarían después con mayor facilidad.70

Algunos de esos términos clave en la obra de Marx son, por ejemplo, mehrarbeit, que Justo traduce como “sobre trabajo”, mientras que Roces colocará “trabajo excedente” y Scaron “plustrabajo”; o mehrwert, que Justo traduce “supervalía”, Pedroso y Roces traducirán “plusvalía” y Scaron “plusvalor”.71 En verdad, Justo sigue aquí el criterio de Antonio Atienza, quien traduce “supervalía”, ya en 1887, en el resumen de El capital de Gabriel Deville.72

Según una tradición oral que Scaron recogió de un viejo integrante del Verein Vorwärts, Justo habría recurrido a un ejemplar de la cuarta edición alemana de Das Kapital que se hallaba en la biblioteca de esta asociación.73 Según diversas fuentes, habría contado en su labor con la colaboración de Augusto Kühn. La traducción de Justo conoció tres reediciones (1918, 1946 y 1947); la primera y la última fueron llevadas a cabo por casas editoras del socialismo argentino, y la de 1946 por una editora comercial que apelaba a la “autoridad” del Instituto Marx-Engels-Lenin de Moscú.74 (Imagen 10)

III.3. El abogado socialista Manuel Pedroso

En el contexto del entusiasmo colectivo que despertó en la ciudadanía española la Segunda República, una casa editorial comercial como Aguilar lanzaba la primera traducción de los tres libros de El capital al castellano editadas en un mismo y grueso volumen.75 Aunque se trataba de una casa comercial y no de una editorial partidaria, Aguilar había captado el enorme interés que venía concitando la literatura marxista en la década de 1920. Fundada en 1923, editaba desde 1928 numerosas obras de Marx, Trotsky, Jaurès, Stalin y De Man, e incluso anunciaba en revistas de izquierdas como Leviatán, que dirigía Luis Araquistain. Don Manuel Aguilar, en absoluto izquierdista, relata en sus memorias que abrigaba entonces la esperanza de que la complejidad del texto y un precio de venta al público de 60 pesetas pondrían El capital a resguardo de las lecturas más revolucionarias. Estas prevenciones no le impidieron llevar a cabo un cálculo anticipado de los beneficios que le reportarían las ventas y que le permitieron comprar un Chrysler Imperial, el cual costaba entonces 30 mil pesetas. Y añade don Manuel:

Carlos Marx me proporcionó un Chrysler Imperial cuando los 3 mil ejemplares de la edición se agotaron, en pocos meses. Sobrevino la guerra de España. El coche estaba en el garaje. Fueron por él los comunistas y se lo llevaron. Carlos Marx me lo dio, Carlos Marx me lo quitó.76

El primer traductor de los tres tomos fue Manuel Martínez Aguilar y de Pedroso (1883-1958), abogado internacionalista y tratadista de ciencia política. Si bien nació en Cuba, se formó en España, donde se licenció en derecho en 1905 por la Universidad Central. Ese año, la Junta para la Ampliación de Estudios en el Extranjero le concedió una beca para estudiar en Alemania, donde permanecerá hasta 1917. Un año después ingresa en la Agrupación Socialista de Madrid. En 1927 gana la cátedra de derecho político en la Universidad de Sevilla, de la cual será durante la República vicerrector y decano de la Facultad de Derecho. En estos años realiza numerosas traducciones de autores franceses y alemanes, entre ellas El capital. Formó parte de la Comisión Asesora Jurídica que elaboró el anteproyecto de la Constitución Republicana de 1931. Durante la República participó activamente en la política española, siendo elegido diputado del PSOE por Ceuta en las elecciones de febrero de 1936. En 1939 fue juzgado por el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo: fue “depurado” de sus cargos, y se le incautaron salarios e incluso los libros de su biblioteca. Ya en el exilio mexicano, fue asesor jurídico de la Secretaría de Relaciones Exteriores y representante del gobierno de la república en Venezuela. Ejerció el magisterio en la Universidad Nacional Autónoma y El Colegio de México. Todavía en 2005, en ocasión de recibir el Premio Cervantes, el mexicano Sergio Pitol recordaba el estímulo que las clases del maestro sevillano habían significado en la formación de su vocación de escritor.77

En ese país reeditó Pedroso su traducción de Marx en una edición popular en cinco tomos.78 (Imagen 11) Curiosamente, se trataba de una editorial vinculada al comunismo mexicano, propiedad del librero y editor Luis Navarro. Todavía en la década de 1970, la traducción de Pedroso se reimprimía, aunque parcialmente, en Colombia, a través de la popular Editorial Oveja Negra.79

Pedroso traduce wert como “valor” y, sin embargo, vierte mehrwert como “plusvalía” y no como “plusvalor”. Con ello inicia una tradición que se impondrá en todo el mundo de habla hispana. Pedro Scaron, si bien no la leyó de cabo a rabo, la consultó reiteradamente en la década de 1970 en su labor de traductor de Marx, y su “impresión preliminar” era “que ha sido injustamente olvidada: parece ser algo inferior a la de su predecesor” (Justo), pero no a la de Wenceslao Roces.80

Sin embargo, apenas aparecida la traducción de Pedroso, un joven jurista español la criticará duramente desde las páginas de Bolchevismo. Órgano Teórico del Partido Comunista de España. Corrían los años del “tercer periodo”, de la táctica “clase contra clase”, de confrontación de los comunistas con la socialdemocracia. Esta traducción, se señala en Bolchevismo,

nace redondamente descalificada, lo mismo para la lectura que para el estudio (…). En cada una de las mil 600 páginas del volumen, nutridísimas de letras, hay aberraciones de traducción para colmar el gusto del más exigente coleccionista de ellas y que van desde el leve desliz hasta la franca monstruosidad: tergiversaciones de sentido y alteraciones de concepto, frases y hasta oraciones enteras truncadas –excelente medio quirúrgico, sin duda, para extirpar dificultades de traducción–, y en general un constante descuido de redacción y terminología que convierte la obra fundamental de Marx en verdadero galimatías, y a trechos, que es lo peor, empeñando y desfigurando el bruñido pensamiento del autor, en alegato anodino y vulgar”.81

El joven jurista se llamaba Wenceslao Roces.

III.4. Wenceslao Roces, o la traducción como acción política

Roces emprendió inmediatamente la tarea de retar esta versión “socialdemócrata” con una traducción “comunista”. Se apoyó para ello en la versión autorizada que acababa de editar el Instituto Marx-Engels-Lenin:

Dos han sido las razones que nos han movido a acometer esta tarea ímproba de traducir al castellano una obra como El capital. De una parte, entendíamos que las ediciones españolas existentes (entre las cuales, además, sólo hay una completa) no satisfacían las exigencias de fidelidad y precisión indispensables en una obra de esta naturaleza. De otro lado, nos parecía urgente dotar a la literatura marxista española de una versión de El capital basada en la última edición crítica, auténtica, del Instituto Marx-Engels-Lenin de Moscú. Las investigaciones incansables llevadas a cabo por esta institución han permitido restaurar en todo su alcance y sentido la obra maestra de Marx. En esta edición, publicada recientemente, se basa nuestra versión de El capital.83

El primer tomo apareció en dos volúmenes en 1934.84 (Imagen 12) Además, en contraste con la edición onerosa de Aguilar, la versión de Roces apareció también con el formato de una edición popular. Comenzó a publicarse en 1933 en forma de fascículos de 32 páginas cada uno, que al completarse la obra (1935) podían ser encuadernados.85 Al final de cada cuadernillo se añadían dos hojas con índices de materias y de nombres. Si el encuadernador no tenía el cuidado de quitarlas, el volumen perdía unidad, como señaló Juan Andrade en la reseña que le dedicó en Leviatán.86 Aunque en ningún lugar se indica el tiraje, Emili Gasch recogió un testimonio del propio Roces, que declaró 5 mil ejemplares.87

Wenceslao Roces Suárez (1897-1992) fue un jurista, docente y político español que se destacó sobre todo por su extraordinaria labor de traductor.88 Licenciado en derecho con premio extraordinario Fin de Carrera por la Universidad de Oviedo en 1919, un año más tarde ganaba el premio extraordinario de doctorado de la Universidad Central de Madrid. Las excelentes calificaciones le permitieron el acceso a una beca de la Junta de Ampliación de Estudios, con la que marchó a Alemania, donde trabajó junto a un romanista, Otto Lenel, y el filósofo del derecho Rudolf Stammler, de quien luego sería traductor e introductor en lengua española. De regreso a su país, en 1922 ganó la cátedra de instituciones de derecho romano en la Universidad de Salamanca, con apenas 30 años. Trabó allí relación personal con Miguel de Unamuno, poco después desterrado tras el golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera.

Activo durante la dictadura, debió limitar su trabajo a algunas colaboraciones en revistas jurídicas de Europa y América Latina, al tiempo que consagra sus esfuerzos a la traducción de obras de jurídicas, entre ellas las de su maestro Stammler. En 1931, con la proclamación de la Segunda República, se instala en Madrid, y con otros intelectuales –como Ramón Sender, Dolores Ibárruri, Rafael Alberti o María Teresa León– forma parte de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, del Frente Antifascista, de la Unión de Escritores y Artistas Proletarios y del Socorro Rojo, y colabora en las publicaciones editadas por estos espacios. Un año después es miembro del Partido Comunista Español.89

A comienzos de la década de 1930 ingresó como socio en la editorial Cenit, fundada en 1928 por Rafael Jiménez Siles, uno de sus compañeros del Ateneo de Madrid, y Graco Marsá, condiscípulo suyo en la Modelo. Roces ingresa por la misma época en que están saliendo de la editorial el trotskista Juan Andrade y otro disidente de la izquierda comunista, Joaquín Maurín, futuros fundadores del POUM. Sin embargo, antes de la salida de los disidentes y de que Cenit se transforme en una editorial oficiosa del PCE, Roces alcanza a traducir nada menos que Mi vida de León Trotsky (1931).90

El grueso de su labor en Cenit consistirá en traducir al español buena parte de las obras de los autores marxistas clásicos y contemporáneos para su colección Biblioteca Carlos Marx, desde el tomo I de El capital hasta el Anti-Dühring de Engels, pasando por una edición crítica del Manifiesto comunista, dos volúmenes con escritos de Lenin (La Revolución de 1917), La acumulación del capital de Rosa Luxemburg y la gran biografía de Franz Mehring, Carlos Marx.91

Además, Roces tendrá a su cargo los Cuadernos mensuales de doctrina política y la traducción de los Cursos de iniciación marxista, folletos populares que luego se encuadernaban en libro.92 Está en Asturias en los prolegómenos del estallido de la huelga general revolucionaria de octubre de 1934, por lo que sufre un año de prisión. Cumplida la condena se exilia durante un año en la Unión Soviética, donde asesora a una editorial creada en 1931, Ediciones Cooperativas de los Obreros Extranjeros en la URSS, que en 1939 se transformaría en Ediciones en Lenguas Extranjeras y luego, en la posguerra, en Editorial Progreso. Tales casas editoras desempeñarán un papel clave en la difusión mundial de la cultura comunista.

Roces regresa a España cuando las elecciones del Frente Popular de 1936. Durante la Guerra Civil fue subsecretario del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes del gobierno republicano, siendo responsable, entre otras cosas, de rescatar las obras del Museo del Prado y del Museo Arqueológico para que no cayeran en manos de los sublevados.

En 1939 se exilió en breve tiempo en Francia, pasando luego a Santiago de Chile y La Habana, para radicarse definitivamente en México. Allí trabajó durante décadas como profesor de derecho romano en la UNAM y, sobre todo, como traductor del FCE y de Editorial Grijalbo. A través de esas casas editoriales dio a conocer obras en castellano de una treintena de autores, como Ernst Bloch, Ernst Cassirer, Wilhelm von Humboldt, Hegel, Marx, Engels, Lenin, Stalin, Braudel, Dilthey, Ranke, Mommsem, Windelband y Koyré.93

En 1945, poco antes de concluir la traducción de los tres volúmenes de El capital, Roces lanzó desde el Fondo de Cultura Económica de México la primera edición española de los manuscritos de Marx sobre la teoría del plusvalor. (Imagen 13) Siguiendo con el criterio iniciado en la Segunda República española, tradujo Mehwert como “plusvalía”.94 Debió traducir esta obra sobre una reedición de la edición Kautsky de 1905-1910, por lo cual advertía en el prólogo:

Ha servido de base a esta versión la única edición directa del manuscrito de Marx existente hasta hoy: la publicada por Carlos Kautsky en 1905-10 (Stutgart, Verlag J. H. W. Dietz). A él correspondió, muerto Engels, la tarea de preparar para la imprenta los materiales inéditos de Marx reunidos en el original de que hablaremos enseguida. En los años en que llevó a cabo esta labor, era considerado todavía fiel discípulo de Marx y Engels. Más tarde, haciendo causa común con el llamado revisionismo bernsteniano, se reveló como un deformador oportunista de la doctrina del marxismo. Pero este proceso tenía en él raíces ideológicas muy hondas. La última edición de El capital, en la que el Instituto Marx-Engels-Lenin de Moscú restablece el texto auténtico redactado por Marx para el primer tomo y el preparado por Engels para los tomos segundo y tercero, ha puesto de manifiesto toda una serie de tergiversaciones sistemáticas en que incurre la célebre edición popular de esta obra publicada por Kautsky de 1914 a 1929. La ya franca actitud “armonicista” de Kautsky la proclama sin ambages él mismo, en su prólogo al tomo tercero de esta edición suya de El capital, al sostener que obreros y capitalistas se hallan interesados por igual en velar “por el desarrollo sin trabas del proceso de circulación” y que es misión del proletariado “defender las leyes de producción de este sistema de producción [el capitalista] contra su infracción por parte de los elementos monopolistas del gran capital”, lo cual equivale a negar en redondo la esencia misma del marxismo y lo que constituye la médula revolucionaria de su teoría económica: las contradicciones y las luchas de clases.

En la magna edición de las obras completas de Marx y Engels, en que la institución científica de la capital de la URSS citada más arriba va restableciendo con toda fidelidad los textos de los fundadores del marxismo, no figuran aún los correspondientes a la obra que aquí publicamos. La necesidad de no demorar más la versión española de este libro fundamental ha movido a la editorial y al traductor a tomar como base de ella el único texto hasta ahora disponible.95

Un año después, entre 1946 y 1947, Roces lanzaba su traducción completa de El capital en cinco volúmenes a través de Fondo de Cultura Económica de México, con sus clásicas tapas impresas sobre cartoné color naranja.96 Se trataba de una versión mejorada del primer tomo que había traducido para Cenit, al que añadía ahora una traducción del alemán de los tomos II y II. Los tomos I y III se desdoblaban a su vez en dos volúmenes, lo que daba un total de 5 volúmenes para la obra completa.

Roces trabajó sobre la citada edición de 1932 del Instituto Marx-Engels-Lenin, que a su vez se fundaba en la cuarta edición alemana de 1890 preparada por Engels.

Con 38 reediciones y reimpresiones entre 1945 y 2015, y un estimado de 230 mil juegos lanzados a la venta, se trata de la versión más difundida en España y América Latina durante medio siglo.97 Una segunda edición aparecida en 1959 conoció hasta 1995 un total de 24 o 25 reimpresiones (según se tratase del tomo I, II o III). Una tercera edición se lanzó en 1999: hasta 2008 alcanzó 8 reimpresiones, casi 1 por año. La cuarta edición, atentamente corregida por Roces, apareció en 2014, y ya conoce una reimpresión en papel y una edición digital.

Durante tres décadas, hasta la aparición de la traducción de Scaron por Siglo XXI (1975-1981), la versión de Roces apenas tuvo competidores, pues las ediciones argentinas de Cartago, como veremos enseguida, no fueron sino copias presuntamente “mejoradas” de la suya. Incluso, las ediciones cubanas fueron a menudo copias fotográficas exactas de la edición del FCE.98

Sin embargo, su traducción fue severamente cuestionada en diversas oportunidades. Jorge Semprún se refirió a Roces en la Autobiografía de Federico Sánchez como “ese viejo catedrático de derecho romano que ha infestado con pésimas traducciones de Marx el mundo cultural hispanoamericano”.99 Si bien el juicio podía tomarse con reservas por provenir de un rival en las fracciones del PCE, las objeciones a la labor de Roces de Pedro Scaron, el siguiente traductor directo del alemán, fueron tan precisas como contundentes. Y aunque Roces nunca respondió explícitamente a Scaron, se esmeró en introducir en la cuarta edición todas las objeciones lanzadas por su rival.100

SEGUNDA PARTE, CONTINÚA AQUÍ.


* CeDInCI / UNSAM, CONICET, Argentina.

1 Carta de Marx a Engels, 25 de febrero de 1867, Correspondencia Marx-Engels, Mega, tomo III, página 376.

2 Francis Wheen, La historia de El capital de Karl Marx, Bogotá, Debate, 2007, páginas 11-12.

3 Paul Lafargue, “Recuerdos personales de Carlos Marx” [1890], en Karl Marx. El hombre de pensamiento y el hombre de acción, Barcelona, Ediciones Jasón, sin fecha [cerca de 1930], página 139.

4 Ibídem, páginas 152-53.

5 Ibídem, página 142.

6 Eric J. Hobsbawm, “Vicisitudes de las ediciones de Marx y Engels”, en Historia del marxismo, Barcelona, Bruguera, 1979, tomo II, páginas 291-316.

7 Maximilien Rubel, Bibliographie des œeuvres de Karl Marx, París, Marcel Rivière et Cie, 1955.

8 Pierre Bourdieu, “Las condiciones sociales de la circulación internacional de las ideas” [1990], en Intelectuales, política y poder, Buenos Aires, Eudeba, 1999, páginas 161-62.

9 Das Kapital. Kritik der politischen Oekonomie, Erster Band. Buch i: Der Productionsprozess des Kapitals, Hamburg, Verlag von Otto Meissner, 1867 / New York, L. W. Schmidt, 24 Barclay Street, VI + 784 páginas.

10 Das Kapital. Kritik der politischen Oekonomie, Erster Band. Buch i: Der Productionsprozess des Kapitals, Hamburg, Verlag von Otto Meissner, 1872, 828 páginas. Edición revisada y modificada. Por ejemplo, el capítulo sobre la wertform (forma del valor), que se encontraba en el apéndice en la primera edición, fue incorporado en la segunda al cuerpo del capítulo I. Véase la carta de Marx a Kugelmann, 13 de julio de 1867.

11 Das Kapital. Kritik der politischen Oekonomie, Erster Band. Buch i: Der Productionsprozess des Kapitals, Hamburg, Verlag von Otto Meissner, 1883, tercera edición.

12 Das Kapital. Kritik der politischen Oekonomie, Erster Band. Buch i: Der Productionsprozess des Kapitals, Hamburg, Verlag von Otto Meissner, 1890, cuarta edición.

13 Maximilien Rubel, Bibliographie des œuvres de Karl Marx, obra citada, páginas 169 y siguientes.

14 Das Kapital. Kritik der politischen Oekonomie (Volksausgabe), Berlin, Dietz, 1914, xlviii-768 páginas.

15 Pedro Scaron, “Advertencia del traductor” a Karl Marx, El capital. Crítica de la economía política, Buenos Aires, Siglo XXI, 1975, tomo I, volumen I, libro primero: El proceso de producción del capital, página ix, n. 2.

16 Todavía la reeditaba Dietz en 1953: Das Kapital. Kritik der politischen Oekonomie (Volksausgabe), Berlin, Dietz, 1953, in 8º, 963 páginas.

17 Das Kapital. Kritik der politischen Oekonomie. Erster Band. Buch i: Der Produktionsprozess des Kapitals. Ungekürzte. Volksausgabe, Moscú, Marx-Engels-Lenin-Institut / Wien-Berlin, Verlag für Literatur und Politik, 1932, 63 + 965 páginas. Vorrede des Marx-Engels-Lenin-Institut. Además del prólogo de Adoratsky, esta edición está precedida del clásico perfil biográfico de Marx escrito por Lenin. Por otra parte, incluye tablas y apéndices importantes, como el manuscrito de las glosas de Marx al Manual de economía política de Adolph Wagner.

18 “Ya la llamada ‘edición popular’ del primer tomo de El capital que Kautsky publicó en 1914 lo muestra crecientemente como un filisteo y un falsario”. Lejos de proceder con la fidelidad con que Engels editó la obra su amigo, Kautsky “se ha atrevido [herangewagen] a cambiar soberanamente el manuscrito del texto de Marx publicado por Engels, a tachar y añadir, sin contar para esta acción con los necesarios motivos fundados”. Y si este juicio valía para la edición del primer tomo (1914), para cuando editó el segundo (1926) y el tercero (1929) Kautsky habría avanzado hacia “una abierta falsificación oportunista de los pensamientos fundamentales de El capital. Aquí es evidente que su edición de Marx sólo sirvió de pretexto para la lucha contra el marxismo: en esta ‘dialéctica viva del oportunismo’, el filisteo de 1881 ha devenido ya un renegado y un falsificador del marxismo, un enemigo del proletariado revolucionario, que llama a la defensa del capitalismo desde una tribuna montada sobre la obra misma desde la cual Marx había dado al proletariado la tarea de destruir a los explotadores, de acabar con el capitalismo”. Vladimir Viktorovich Adoratsky, “Vorrede” (Prólogo), a Karl Marx, Das Kapital, obra citada, páginas 7-26.

19 Karl Marx, Das Kapital. Kritik der politischen ökonomie, Berlin, Dietz, 1966, 3 volúmenes, Band 23, 24 y 25 de las Marx-Engels Werke (MEW). Se trata de la edición de las obras de Marx y Engels en 41 volúmenes, más 3 complementarios, aparecida en Berlín entre 1956 y 1968, comúnmente citada como MEW. Esta edición se basaba a su vez en la segunda edición rusa de las Obras de Marx y Engels, aparecida en 42 volúmenes entre 1955-1966.

20 Pedro Ribas, “A propósito de Karl Marx/Friedrich Engels, Mega. iv/12”, en Políticas de la Memoria, número 8/9, Buenos Aires, 2008/2009, página 280.

21 Karl Marx, Das Kapital. Kritik der politischen Oekonomie. Ungekürzte Ausgabe nach der zweiten Auflage von 1872, Berlin, Gustav Kiepenheuer, 1932, 768 páginas. Geleitwort von Karl Korsch.

22 Karl Marx, Das Kapital. Kritik der Politischen Ökonomie: Band i: Der Produktionsprozess des Kapitals, Frankfurt, Ullstein, Band 1 von 1969, Band 2 von 1970, Band 3 von 1971.

23 Karl Marx, Theorien über den Mehrwert. Hrsg. Karl Kautsky. Stuttgart, J. H. W. Dietz, 1905-1910, Internationale Bibliothek 35-38: 1. Bd. Die Anfänge der Theorie vom Mehrwert bis Adam Smith. 2. Bd. Erster Teil, David Ricardo. 2. Bd. Zweiter Teil, David Ricardo. 3. Bd. Von Ricardo zur Vulgärokonomie. Alle Bände mit neuen Vorsätzen.

24 Karl Marx, Theorien über den Mehrwert. Hrsg. Institut für Marxismus-Leninismus beim ZK der Sed, Berlin, Dietz Verlag, 1956, 3 volúmenes.

25 Institut für Marxismus-Leninismus beim zk der sed, “Vorwort”. Citamos de la versión castellana de W. Roces: “Prólogo del Instituto de Marxismo-Leninismo de Moscú a esta nueva edición”, en Carlos Marx, Teorías sobre la plusvalía I. Tomo IV de El capital, México, FCE, 1980, página 14. Itálicas de H. T.

26 Ibídem, página 15.

27 La sección II de las Mega, “II. Abteilung: „Das Kapital“ und Vorarbeiten” [El Capital y trabajos preparatorios] corresponde a un total de 15 tomos, que fueron apareciendo entre 1983 y 2012. Puede consultarse en línea: http://mega.bbaw.de/megadigital. Sobre el plan de las Mega, véanse Pedro Ribas, “A propósito de Karl Marx/Friedrich Engels, Mega. IV/12”, obra citada, y Marcello Musto (coordinador), Tras las huellas de un fantasma. La actualidad de Karl Marx, México, Siglo XXI, 2011.

28 Anna Valentinovna Uroeva, La fortuna del ‘Capitale’. Editado por Gian Mario Bravo [1967], Roma, Editori Riuniti, 1974.

29 Карл Маркс. Капитал. Критика политической экономии. Сочинение Карла Маркса. Перевод с немецкого. Том первый. Книга I. Процесс производства капитала. Спб., Издание Н.П. Полякова. Типография Министерства Путей Сообщения. 1872г. 15,5х24 см. XIII,2 н.с., 678 с.

30 Karl Marx, Le Capital. Critique de l’Economie politique. Livre premier. Le développement de la prodution capitaliste, Paris, Editeurs Maurice Lachâtre et Cie., Librairie du Progrès, 1872-1875, 351 páginas. Traducción de M. J. Roy, completamente revisada por el autor.

31 Karl Marx, “Al lector” en Karl Marx, El capital. Crítica de la economía política, Buenos Aires, Siglo XXI, 1975, tomo I, volumen I, libro primero, página 22, traducción de Pedro Scaron. Sobre la primera edición francesa, véase Anna Uroeva, La fortuna del Capitale, obra citada.

32 Karl Marx, Le Capital. Critique de l’Économie Politique, París, Editions Sociales, 1950, 8 volúmenes, 317 + 245 + 383 + 326 + 269 + 349 + 274 + 322 páginas. Oeuvres complètes de Karl Marx, 1-8, tomos I-III: traducción de Joseph Roy completamente revisada por el autor; tomo IV: traducción de Erna Cognot; tomos V-VIII: traducción de C. Cohen-Solal y Gilbert Badia. El segundo tomo sólo aparecerá en francés en 1900 y el tercero en dos volúmenes en 1901 y 1902: Karl Marx, Le Capital. Critique de l’Economique Politique. Livre deuxième: Le procès de circulation du capital. Traduction française de Julian Borchardt et Hippolyte Vanderrydt, de l’Institut des Sciences Sociales de Bruxelles. Paris, V. Giard et E. Brière, libraires-éditeurs, 1900; Livre troisième: Le procès d’ensemble de la production capitaliste (2 tomes). Traduction française de Julian Borchardt et Hippolyte Vanderrydt, de l’Institut des Sciences Sociales de Bruxelles. Paris, V. Giard et E. Brière, libraires-éditeurs, 1901 et 1902.

33 En 1950, 1953, 1959, 1960, 1962, 1965, 1967, 1972, etcétera.

34 Oeuvres complètes de Karl Marx, Le capital, París, Costes, 1924-1934, 14 volúmenes, in 8º, traduit par J. Molitor, avant-propos de Frédéric Engels. Comprend: I-IV. Le Procès de la production du capital, précédé d’une introduction sur l’ensemble du marxisme par Karl Kautsky, 1924. 4 volúmenes; V-VII. Le Procès de la circulation du capital, avant-propos de Frédéric Engels, 1926-1934; VIII. La Reproduction et la circulation du capital total, 1926; IX-XIV. Le Procès d’ensemble de la production capitaliste, 1928-1930. v. Maximilien Rubel, Bibliographie des œuvres de Karl Marx, obra citada, páginas 169 y siguientes.

35 Le Capital. Critique de l’Économie politique, Paris, Garnier-Flammarion, 1969. Louis Althusser, “Advertissement aux lecteurs du L. I du Capital”.

36 Karl Marx, Oeuvres. Économie, París, Gallimard, Bibliothéque nrf de La Pleiade 164 y 204, 1963 y 1968, 2 volúmenes, 1819 + 1970 páginas. Trad. de l’allemand par Louis Évrard, Michel Jacob, Jean Malaquais, Claude Orsoni, Maximilien Rubel et Suzanne Voute. Édition de Maximilien Rubel. Préface de François Perroux. Index des idées par Louis et Monique Janover. El tomo 3 correspondió a los textos filosóficos; y el 4, a los políticos.

37 Maximilien Rubel, Bibliographie des œeuvres de Karl Marx, obra citada, páginas 169 y siguientes; Pedro Ribas, La introducción del marxismo en España (1869-1939). Ensayo bibliográfico, Madrid, Ediciones de la Torre, 1981, página 40; Anna Uroeva, La fortuna del Capitale, obra citada; Gian Mario Bravo, “‘Il Capitale’ in Italia: 1867-1895”, en Anna Uroeva, La fortuna del Capitale, obra citada.

38 Horacio Tarcus, Marx en la Argentina. Sus primeros lectores obreros, intelectuales y científicos, Buenos Aires, Siglo XXI, 2007, páginas 88 y siguientes.

39 Pedro Ribas, “La primera traducción castellana de El capital”, en Cuadernos Hispanoamericanos número 420, Madrid, junio de 1985, página 201.

40 [Anónimo], “La traducción castellana de El capital”, en Carlos Marx, El capital, Buenos Aires, Tor, 1946, página 19.

41 Ibídem.

42 Carlos Marx, “Al ciudadano Mauricio La Châtrez” [sic] (carta-prólogo de Marx a la edición francesa de El capital, 1873), en La Emancipación, Madrid, 26 de octubre de 1872; Carlos Marx, “Prólogo a la primera edición alemana” (prólogo de Marx a la edición alemana de El capital de 1867), en La Emancipación, Madrid, 26 de octubre de 1872. Traducción de J. Mesa; Carlos Marx, “La transformación del dinero en capital”, en La Emancipación número 87, Madrid, 1 de marzo de 1873, página 4; Carlos Marx, “Contradicciones de la fórmula general. Capítulo V”, en La Emancipación número 90, Madrid, 22 de marzo de 1873. Véase Pedro Ribas, “Marx und Engels in Spanien”, en Pedro Ribas (editor), Verbreitung und Rezeption der Werke von Marx und Engels in Spanien, Trier, Karl-Marx-Haus, 1994, página 29.

43 Pedro Ribas, “La primera traducción castellana de El capital”, obra citada, página 202, n. 3.

44 Carl [sic] Marx, El capital, Madrid, Establecimiento Tipográfico de Dionisio de los Ríos, 1887, 245 páginas. Traducción de Pablo Correa y Zafrilla, ex diputado a Cortes y abogado de los ilustres colegios de Madrid y Cuenca.

45 Pedro Ribas, “La primera traducción castellana de El capital”, obra citada, página 202, n. 3. Se conserva un único ejemplar en la Universidad de Salamanca. Copia en el CeDInCI, gentileza de Pedro Ribas y Diego Cano.

46 “Advertencia del traductor”, obra citada, página iv.

47 Pedro Ribas, “La primera traducción…”, obra citada, página 209.

48 Sinalagmático es un término jurídico: quiere decir que compromete a ambas partes que establecen un contrato.

49 En El Socialista número 83, 7 de octubre de 1887, página 1. Reproducido en Santiago Castillo, “La prensa diaria en Madrid: nota para el análisis de las estadísticas de timbre”, en Prensa y sociedad en España (1820-1939), Madrid, Edicusa, 1975, página 153.

50 Pedro Ribas, “La primera traducción…”, obra citada, páginas 203-204. “En español sólo existe una traducción verdaderamente fiel de El capital de Marx, hecha por el sabio doctor argentino Juan B. Justo. Las demás versiones, extractos, etcétera, han sido hechas sin ningún cuidado. Sólo sabemos de una excepción, el resumen escrito por Gabriel Deville, que fue publicado en español por el Partido Socialista”. Pablo Iglesias, Prólogo a Carlos Kautsky, La doctrina socialista, Madrid, Librería Francisco Beltrán, 1910, páginas 7-8.

51 Dardo Cúneo, Juan B. Justo y las luchas sociales en la Argentina, Buenos Aires, Alpe, 1956, páginas 77-78.

52 Nicolás Repetto, Mi paso por la política. De Roca a Yrigoyen, Buenos Aires, Rueda, 1956, tomo I, páginas 20-21.

53 Juan José Morato, “Juan Bautista Justo”, en Líderes del movimiento obrero español. 1868-1921, Madrid, Edicusa, Serie Cuadernos para el Diálogo, 1972, páginas 309-310.

54 Juan José Morato, “Antonio García Quejido” (1928), en Líderes del movimiento obrero español. 1868-1921, obra citada, página 286.

55 “En la habitación del hotel madrileño, con organizado afán, verifica las dos versiones: la que salió de la pluma del socialismo científico y la que saldría de sus trabajos de traductor, primera versión castellana”. Dardo Cúneo, Juan B. Justo y las luchas sociales en la Argentina, obra citada, página 115.

56 “Impresa entonces a tan gran distancia del traductor, no pude contribuir a la corrección del trabajo de imprenta, y a pesar de la loable dedicación del editor, apareció con algunos errores tipográficos…” Juan B. Justo, “Nota del traductor a la segunda edición española”, en Carlos Marx, El capital, Buenos Aires, Marinoni, 1918, página 608.

57 Juan José Morato, “Antonio García Quejido”, obra citada, pág. 288.

58 Carlos Marx, El capital. Crítica de la economía política. Traducido de la cuarta edición alemana por Juan B. Justo. Tomo i, Madrid, Imprenta de F. Cao y D. De Val. A cargo de J. A. Herrero. Platería de Martínez, número 1, 1898.

59 Transcrito en Pedro Ribas, La introducción del marxismo en España (1869-1939). Ensayo bibliográfico, Madrid, Ediciones de la Torre, 1981, página 37.

60 El Socialista número 603, Madrid, 24 de septiembre de 1897, citado en Pedro Ribas, “La primera traducción castellana…”, obra citada, página 204.

61 Pedro Ribas, “La primera traducción castellana de El capital”, obra citada, páginas 204-205.

62 Santiago Castillo, “De ‘El Socialista’ a ‘El Capital’ (Las publicaciones socialistas, 1886-1900)”, en Negaciones número 5, Madrid, 1978, página 58.

63 Ibídem, página 59.

64 Juan José Morato, “Antonio García Quejido”, obra citada, pág. 288.

65 Juan José Morato, “Juan Bautista Justo”, obra citada, página 311.

66 Juan José Morato, “Antonio García Quejido”, obra citada, páginas 290-291.

67 Pedro Ribas, Aproximación a la historia del marxismo español (1869-1939), Madrid, Endymión, 1990, página 92; Santiago Castillo, “La labor editorial del PSOE en el siglo XIX”, en Estudios de Historia Social número 8/9, Madrid, 1979, página 193.

68 Pedro Ribas, La introducción del marxismo en España (1869-1939), obra citada, página 38.

69 Pedro Scaron, “Diálogo con el traductor de la nueva edición de El capital. Arrojar la cara, no el espejo”, en La Opinión Cultural, Buenos Aires, 7 de diciembre de 1975, página 8.

70 Pedro Scaron, “Advertencia del traductor” a Karl Marx, El capital. Crítica de la economía política, Buenos Aires, Siglo XXI, 1975, tomo I, volumen I, libro primero: El proceso de producción del capital, pág. xx.

71 Pedro Scaron, ibídem, página xviii.

72 Carlos Marx, El capital. Resumido y acompañado de un estudio acerca del socialismo científico, por Gabriel Deville, Madrid, Establecimiento Tipográfico de Ricardo Fe, 1887, lvi + 263 páginas. Traducción de Antonio Atienza. Cuatro pesetas.

73 Pedro Scaron, “Advertencia del traductor”, obra citada, pág. xii, n. 7.

74 Segunda edición: Carlos Marx, El capital. Crítica de la economía política, Buenos Aires, Biblioteca de Propagada “Ideal socialista”, dirigida por Joaquín Marinoni, 1918, 607 páginas, primer volumen, segunda edición, “corregida y revisada”, incluye al final “nota del traductor” a la segunda edición, fechada en junio de 1918, página 608.

Tercera edición: Carlos Marx, El capital. Crítica de la economía política, Buenos Aires, Biblioteca Nueva, 1946, un volumen de páginas 1641 + xiii. La traducción de la cuarta edición alemana del primer libro pertenece a Juan B. Justo. Los siguientes han sido traducidos por Juan E. Hausner sobre la última edición del Marx-Engels-Lenin Institut de Moscú. Director de la Biblioteca Nueva: Héctor Miri. Una “Presentación” que firma “La Dirección” advierte que la traducción de los volúmenes ii y iii fue realizada sobre la “edición oficial” preparada por el Instituto Marx-Engels-Lenin de Moscú, “que se estima como la que refleja el auténtico espíritu del autor por ser la que oportunamente autorizó Engels”.

Cuarta edición: El capital. Crítica de la economía política, Buenos Aires, La Vanguardia, 1947, 664 páginas. Índice de ideas por orden de desarrollo, Índice de conceptos básicos; de Autores citados y de Trabajos Citados, por Esteban Rondanina.

75 Carlos Marx, El capital. Crítica de la economía política, Santander, Aguilar, 1931, mil 611 páginas, traducción de Manuel Pedroso.

76 Manuel Aguilar Muñoz, Una experiencia editorial, Madrid, Aguilar, 1972, volumen II, páginas 609-705.

77 Sergio Pitol, “El exilio español y la cultura mexicana”, discurso al recibir el Premio Cervantes, 2005, disponible en línea en http://www.lainsignia.org/2006/abril/cul_028.htm

78 Carlos Marx, El capital. Crítica de la economía política, México, Fuente Cultural, 1945, cinco volúmenes, traducción de Manuel Pedroso.

79 Carlos Marx, El capital. Crítica de la economía política, Bogotá, La Oveja Negra, 1972, traducción de Manuel Pedroso. Volumen 1: El proceso de producción del capital. Libro primero, secciones primera y segunda, 129 páginas. Volumen 2: El proceso de producción del capital. Libro primero, secciones tercera y cuarta, páginas 130 a 394.

80 Pedro Scaron, “Advertencia del traductor”, en Karl Marx, El capital, tomo i, volumen i, libro primero: El proceso de producción del capital, Buenos Aires, Siglo XXI, 1975, pág. xxi. Pedro Ribas discute el juicio de Scaron, destacando la labor de Roces y calificando la versión de Pedroso no sólo como “inferior” sino, incluso, como “inservible”. Pedro Ribas, Aproximación a la historia…, obra citada, págs. 134-35, n. 42.

81 Wenceslao Roces, “Una edición completa del Capital”, en Bolchevismo número 3, 30 de julio de 1932, páginas 60-64. La cita corresponde a la página 61. Citado por Pedro Ribas, Aproximación a la historia…, obra citada, página 88, n. 10.

82 Según el testimonio recogido por Ricardo Campa, la animadversión de Roces hacia el socialista Pedroso y su labor de traductor se mantuvo viva durante décadas, incluso durante el exilio de ambos en México. Campa relata que Roces habría sido testigo, en la casa de Pedroso en las afueras de Madrid, “de cómo éste concluyó la traducción del tomo I de El capital. ‘Todas las tardes llegaban gentes y metían la mano en aquella suerte de olla podrida; sugerían, inventaban, ponían aquí, ponían allá… En fin, a la postre, aquello fue un desastre’ (Ricardo Campa Pacheco, “Noticia para el lector”, Carlos Marx, El capital. Crítica de la economía política, México, FCE, 2014, página ix).

83 W. R., “Nota a la edición española” a Carlos Marx, El capital. Crítica de la economía política, volumen I, libro 1, Madrid, Cenit, 1934, página sin numerar. La nota está fechada en “Madrid, 15 de enero de 1934”.

84 Carlos Marx, El capital. Crítica de la economía política, volumen I, libro 1. El proceso de producción del capital, Madrid, Cenit, 1934, 528 páginas. Biblioteca Carlos Marx, dirigida por W. Roces, sección II, Los fundadores. Traducción íntegra y directa del alemán, basada en la edición del Instituto Marx-Engels-Lenin de Moscú, por W. Roces; El capital. Crítica de la economía política, volumen I, libro 2. El proceso de producción del capital, Madrid, Cenit, 1934, mil 86 páginas (incluidas las del tomo I). Esta edición lleva los siguientes apéndices: v. Adoratski, “Importancia y actualidad de El capital” (páginas 815-835); Marx y Engels, “Cartas sobre El capital” (páginas 837-909); “Siete notas bibliográficas de Engels sobre el tomo primero del Capital” (páginas 911-952); y Carlos Marx, “Notas marginales al Tratado de economía política de Adolfo Wagner (algunas aclaraciones sobre el concepto de valor)” (páginas 969-1068).

85 El capital. Crítica de la economía política, volumen I, libro 1. El proceso de producción del capital, Madrid, Cenit, 1935, 590 págs. Biblioteca Carlos Marx, dirigida por W. Roces, sección II, Los fundadores. Traducción íntegra y directa del alemán, basada en la edición del Instituto Marx-Engels-Lenin de Moscú, por W. Roces. El ejemplar que dispone el CeDInCI cuenta con 590 páginas, mientras que Pedro Ribas consultó uno que alcanza 870 (Pedro Ribas, La introducción del marxismo en España, obra citada, página 142). Es posible que la diferencia responda a la diversa cantidad de cuadernillos que ha coleccionado cada antiguo propietario.

86 Leviatán número 16, Madrid, agosto de 1935, páginas 58-59. Citado en Pedro Ribas, La introducción del marxismo en España, obra citada, página 142, n. 63.

87 Emili Gasch, “Difusió del Manifest Comunista a Catalunya i Espanya (1872-1939)”, en Recerques. Història, Economia, Cultura número 5, Valencia, 1975, página 28.

88 Adolfo Sánchez Vázquez, “En homenaje a un español ejemplar: Wenceslao Roces”, en Del exilio en México. Recuerdos y reflexiones, México, Grijalbo, 1997, páginas 147-156; Benjamín Rivaya, “Comunismo y compromiso intelectual: Wenceslao Roces”, en Cuadernos de la fim número 14, Madrid, Fundación de Investigaciones Marxistas, primer semestre de 2000, páginas 149-180. Disponible en http://www.wenceslaoroces.org/arc/roces/trab/cciwr/index.htm

89 Según el propio testimonio recogido por Ricardo Campa, Roces habría interrogado a don Miguel sobre su interés por Marx:

“—Oiga, Don Miguel, ¿y usted qué opina de Carlos Marx?—El Viejo contestó con estas palabras, textuales:

—Ya me tienen hasta los cojones con ese viejo barbón que no ha producido una sola idea.

—Hombre, don Miguel, si acaso ha hecho algo Marx es producir ideas.

—Pues a mí no me lo parece.

—Me callé y no le volví a referir el asunto”.

Ricardo Campa, “Prólogo” a Carlos Marx, El capital. Crítica de la economía política, México, fce, 2014, tomo I, libro I, página ix.

90 Francisco Caudet, Las cenizas del fénix. La cultura española en los años treinta, Madrid, De la Torre, 1993, página 129.

91 En la sobrecubierta de contratapa de estos volúmenes se leía el programa de la Biblioteca Carlos Marx: “En esta colección se reunirán, esmeradamente impresos, en traducciones directas e impecables y magníficamente encuadernados, los libros fundamentales de la teoría socialista y su aplicación a los problemas del día, la historia, la doctrina y la polémica de los grandes caudillos del proletariado internacional, la vida y la obra de los grandes pensadores socialistas del campo marxista y de sus adversarios más importantes. La Biblioteca Carlos Marx será una colección de obras de consulta indispensables para cuantos quieran capacitarse seriamente frente a los problemas y las luchas sociales de nuestros días”.

92 H. Duncker, A. Goldsmidt, y K. A. Wittfogel (directores), Cursos de iniciación marxista. Primer curso. Economía política, traducción de Wenceslao Roces, Madrid, Cenit, 1932-1933, 10 fascículos de 32 páginas cada uno, 320 páginas la obra completa; H. Duncker, A. Goldsmidt, y K. A. Wittfogel (directores), Cursos de iniciación marxista. Segundo curso. Historia del movimiento obrero internacional, traducción de Wenceslao Roces, Madrid, Cenit, 1933-1934, 6 fascículos de 32 páginas cada uno, 192 páginas la obra completa.

93 Javier Garciadiego Dantán, “La Casa de España, el Fondo de Cultura Económica y la profesionalización de la economía”, en Boletín de la Institución Libre de Enseñanza número 91/92, Madrid, 2013, páginas 19-30; Javier Garciadiego, El Fondo, la Casa y la introducción del pensamiento moderno en México, México, Fondo de Cultura Económica, 2016, páginas 75-79.

94 Carlos Marx, Historia crítica de la teoría de la plusvalía, México, fce, 1945-46, versión directa y prólogo de Wenceslao Roces, 3 tomos, 293 + 575 + 446 páginas. Sección Obras de economía, Las obras maestras. Se reeditó en 1956.

95 W. R., “Prólogo” a Carlos Marx, Historia crítica de la teoría de la plusvalía, México, fce, 1945, tomo I, páginas ix-x. Roces traducirá nuevamente esta obra en 1980, sobre la base de la edición del Instituto Marx-Engels-Lenin de Berlín: Karl Marx, Theorien über den Mehrwert (vierter Band des Kapitals). Berlin, Dietz Verlag / Institut für Marxismus-Leninismus beim ZK der SED, 1956, 1959, 1962, 3 volúmenes. Muchas veces reeditadas como Band 26.1, 26.2 y 26.3 en las populares Marx Engels Werke de Berlín. Dicho instituto se había basado en la edición soviética en tres volúmenes (1950-1954), cuestionando severamente la versión de Kautsky (“Prólogo del Instituto de Marxismo-Leninismo a esta nueva edición”, en Carlos Marx, Teorías sobre la plusvalía. Tomo iv de El capital, México, FCE, 1980, primer volumen, página 15. Traducción de Wenceslao Roces). Esta nueva edición tenía además la particularidad que presentaba la Historia crítica como el tomo IV de El capital. En esta nueva edición se basaron las siguientes ediciones castellanas, si bien las dos primeras fueron retraducidas del francés. Sólo las traducciones de Wenceslao Roces y de Javier Pérez Royo fueron vertidas desde el original alemán, esta última desde la nueva Mega:

Carlos Marx, Historia crítica de la teoría de la plusvalía, Buenos Aires, Cartago, 1975, 3 volúmenes (un tiraje aparte integra la edición de Obras escogidas de Marx y Engels, Buenos Aires, Ciencias del Hombre, 1975, volúmenes 10 a 12).

Carlos Marx, Teorías de la plusvalía (Theorien über den Mehrwert), Madrid, Alberto Corazón, 1974, 2 volúmenes. Serie Comunicación.

Carlos Marx, Teorías sobre la plusvalía. Tomo IV de El Capital, México, FCE, 1980, 3 volúmenes. Traducción de Wenceslao Roces. Carlos Marx-Federico Engels, obras fundamentales, 12 a 14. “Nota del traductor” (páginas 7-8) y “Prólogo” del Instituto de Marxismo-Leninismo a esta nueva edición” (páginas 8-28).

Carlos Marx, Teorías sobre la plusvalía, Barcelona, Grijalbo, 2 volúmenes, 1977, 1978, traducción de Javier Pérez Royo. OME, volúmenes 45 y 46.

96 Carlos Marx, El capital. Crítica de la economía política, México, FCE, traducción de Wenceslao Roces. Sección Obras de Economía. Tomo I, volumen I, 30 de abril de 1946, 587 páginas; tomo I, volumen II, 1 de agosto de 1946, págs. 603-1012; tomo II, 30 de noviembre de 1946, 631 págs; tomo III, volumen I, 15 de febrero de 1947, 605 págs; tomo III, volumen II, 31 de julio de 1947, págs 621-1184.

97 Datos proporcionados el 13 de octubre de 2016 por el Archivo Central del Fondo de Cultura Económica de México. Agradezco la amabilidad de su directora, María Antonieta Hernández Rojas V. El Archivo Central no dispone en el expediente de El capital de datos sobre el tiraje de la primera edición de 1946, ni de algunas reimpresiones, de modo tal que los hemos estimado proyectando y promediando los datos de otras ediciones. La cifra de 230 mil ejemplares corresponden al tomo I. Las reimpresiones de los tomos II y III son considerablemente menores, de donde se desprende que se vendían por separado.

98 Carlos Marx, El capital. Crítica de la economía política, La Habana, Venceremos, 1965.

99 Jorge Semprún, Autobiografía de Federico Sánchez, Barcelona, Planeta, 1995, página 132.

100 Carlos Marx, El capital. Crítica de la economía política, tomo I, libro I. El proceso de producción del capital, nueva versión del alemán por Wenceslao Roces; estudio introductorio de Ignacio Perrotini; prólogo y cuidado de la edición de Ricardo Campa. México, FCE, 2014, lviii + 1016 páginas, cuarta edición. Colección Economía.