LA PARTICIPACIÓN DE LAS MUJERES EN EL 68. ENTRE LA INVISIBILIZACIÓN Y LA REIVINDICACIÓN

La década de los sesentas y de 1968

Antes de empezar los sesentas, las revoluciones ponen en escena la necesidad de transformar la realidad económica, política y social. Previo a empezar la década de los sesentas, la revolución en China se convierte en ejemplo de lucha, cuya resonancia se hace latente en los discursos de las juventudes de izquierda. El triunfo de la revolución cubana en 1959 inspira aires de cambio que se multiplican en la juventud a nivel mundial y en especial en la latinoamericana, con el estandarte del comunismo como sistema económico antagónico al capitalismo, se observan las tensiones en la carrera entre dos bloques económicos que se disputan la atención mundial.

Los sesenta se caracterizan como una década especialmente convulsa. Nadie sabe quién pudo disparar a John F. Kennedy en 1963, pero sí se asimila que la política estadounidense aspira al triunfo hegemónico para posicionarse sobre las demás naciones; es el sueño americano con cadillacs. Entre tanto, Vietnam estalla bajo el horror de una cortina de veneno naranja, mientras avanza el imperialismo americano por sus campos dinamitados. Aunado a lo anterior, la contracultura despierta una ruptura generacional en lo sesentas, Jimmy Hendrix incendia su guitarra, The Doors, The Beatles, Janis Joplin y Jefferson Airplane se reproducen en acetato.

Otros sucesos que marcan la época, también se caracterizan por su aparición como nuevas coyunturas políticas. La segregación racial y el sueño de Martin Luther King enseñan al mundo la resistencia de la comunidad negra en tierra americana. Al mismo tiempo, la aparición de movimientos estudiantiles en distintas latitudes son síntomas de un malestar generacional, siendo 1968, el año clave para los movimientos estudiantiles a nivel internacional.

De París a Praga, de Berlín a México, de Berkeley a Madrid -a pesar de las peculiaridades distintivas que el movimiento estudiantil asumió en cada país- los jóvenes compartieron el anhelo de libertad frente a sociedades rígidas y autoritarias, el cuestionamiento de anquilosadas estructuras de poder, la crítica a democracias que demostraban su insuficiencia, y la valoración de la responsabilidad solidaria frente al individualismo y la competencia.[1]

El malentendido entre estudiantes origina el episodio estudiantil que explota en una amplia movilización de largo alcance. Lo que empieza como una riña estudiantil entre estudiantes de la vocacional 5, una de las escuelas del bachillerato del Instituto Politécnico Nacional (IPN), y la preparatoria “Isaac Ochoterena”, escuela incorporada a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), culmina en una agitación política entre las fuerzas del Estado y la juventud rebelde que se caracteriza por el despertar de la conciencia crítica en las filas de la ciudadanía mexicana que inspira, en adelante, algunos de los cambios con mayor significado y profundidad en la educación.

Las demandas del movimiento estudiantil de 1968, junto con las tensiones que ya se hacían explícitas desde décadas atrás, colocan en los reflectores los auténticos problemas de la nación. Gustavo Díaz Ordaz, presidente en turno, no puede ocultar la crisis política que atraviesa su gestión, aún con la atención de los medios locales e internacionales centrada sobre los primeros juegos olímpicos en América Latina, el gigante latinoamericano se presenta en apuros ante la inconformidad de cientos de mujeres y hombres jóvenes.

 

Las mujeres, como madres y jóvenes, en el 68

A su vez, la participación femenina llama la atención dentro de la ruptura generacional producida en los años sesenta y en especial en 1968. Las mujeres ya comenzaban a participar en movimientos sociales desde décadas anteriores. Sin embargo, la liberación sexual de las mujeres y su participación política, cuestiona de manera radical los roles de género, que la sociedad -moralmente conservadora- de la época, considera invaluables para preservar su continuum. Por ello, para aquel año, en México se manifiestan expresiones de la juventud femenina a favor de la justicia, la libertad y la democracia ante el contexto de represión.

De acuerdo con Karina Cruz, el descontento de la juventud mexicana se hizo visible con su protesta como réplica ante el autoritarismo del régimen priista.[2] Así pues, pese al crecimiento económico y desarrollo social que se produce desde años atrás, como herencia de la revolución mexicana, lo cierto es, que la tiranía de un solo partido que reprime la luchas sociales, y la moral conservadora de la sociedad mexicana, hicieron notar, a los ojos de las y los jóvenes, que la democracia y la libertad brillaban por su ausencia. Por tanto, oponerse al régimen político y la sociedad tradicional representa un conflicto.

No solo fue la lucha política en las calles, en las plazas y las escuelas, también fue sobre todo la batalla cultural de los jóvenes y las mujeres por romper contra la sociedad tradicional autoritaria y opresiva de los gobiernos, los empresarios, el clero, la familia, la escuela y el partido en turno, es así como se puede caracterizar la década como una revolución cultural y política en: Los EEUU, Francia, Alemania, Checoslovaquia, México; distintas partes del mundo compartían protestas y un código en conjunto como el amor libre, la sicodelia(sic) y la libertad.[3]

Así mismo, para l968 los cambios venideros suponen una necesaria participación y liberación en la que las mujeres, como madres, forman parte. El conflicto que estalló a causa del exceso de represión hacia las y los estudiantes, indigna a una considerable parte de la sociedad civil, siendo las madres, quienes manifiestan su rechazo a la violencia cuando comienzan a detener, encarcelar, desaparecer y asesinar a sus hijas/os. En gran medida, por tres causales: a) los episodios de represión ocurridos durante los meses en que se desarrolla el movimiento estudiantil, b) la fatídica masacre del 2 de octubre en Tlatelolco y c) la persecución posterior al movimiento.

Por ello, lo anterior se ejemplifica con los testimonios de algunas de las madres que perdieron a sus hijas e hijos en el 68. Menciona Artemisa de Cortar, madre de familia: “para mí esto ha sido el horror de darme cuenta cómo puede la civilización permitir algo semejante: Tlatelolco, la muerte, lo irracional, la prisión […].[4] También Alicia Sarmiento de Gómez: “en vez de decir que el rencor no anida en su pecho y las ofensas no le hacen mella ¿no hubiera sido mejor hablarles a los estudiantes desde su balcón?”.[5] Es decir, que la conciencia crítica de las madres que perdieron a sus hijas/os en el transcurso del movimiento estudiantil y el 2 de octubre, no solo se limita en manifestar su solidaridad, sino en mostrar su rabia.

En el caso de las mujeres jóvenes, su participación en el 68 es fundamental pese a las condiciones de desigualdad de género. Usar una falda corta, asistir a manifestaciones, participar en las brigadas y liderar las asambleas son auténticos actos de rebeldía femenina, que se contraponen al estereotipo de la mujer mexicana y universitaria de aquellos años; el de la mujer que no ingresa a la universidad, y en caso de hacerlo, el de la estudiante sumisa, callada y devota, que consuma un matrimonio al cursar sus estudios en la universidad. Particularmente, porque las condiciones a las que se enfrentan las mujeres jóvenes que participan activamente en el 68, están vinculadas al contexto cultural de la época, en el que se tiende a limitar la voz y presencia de las mujeres en la vida pública.

Un ejemplo de lo anterior, es la participación de Ana Ignacia “La Nacha” Rodríguez, activista y líder del 68 en la Facultad de Derecho de la UNAM.

Yo nací en Taxco […] y con muchos esfuerzos, me logro venir a México a estudiar a la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México […], con muchas dificultades […] en el aspecto de romper barreras, porque mi familia no quería que estudiara […], mucho menos derecho, mucho menos en la universidad de la ciudad […], cuando yo llego a la facultad, realmente fue difícil porque había mucho machismo en la misma facultad […] teníamos muchos maestros que me decían “que para qué estudiaban las mujeres, si las mujeres son para la casa, para tener hijos, para hacer labores domésticas”. Entonces, fue […] una verdadera lucha fuerte porque no habíamos muchas mujeres y porque tuvimos que abrir paso para que se nos tomara en cuenta como estudiantes […].[6]

Además de la participación de “La Nacha”, otro ejemplo es la participación de Roberta “La Tita” Avendaño, también líder de la Facultad de Derecho ante el Consejo Nacional de Huelga (CNH). Para “La Tita”, existían razones que motivaron la vigilancia que el gobierno ejercía sobre su persona, pero también llegó a mencionar que “decían que la Facultad [de Derecho] debería estar representada por un hombre. Por un orador”.[7]

Ambas, “La Tita” y “la Nacha”, junto con Amada Velasco, Adela Castillejos y otras estudiantes, fueron presas políticas en la cárcel de mujeres de Santa Martha Acatitla o asesinadas.[8] Si bien es cierto, que con dificultades, Ana Ignacia, Roberta y otras activistas se rebelaron contra el régimen priista y la sociedad tradicional. Lo cierto es, que se enfrentaron a un escenario de represión en el que, ser mujer y estudiante, representan dos condiciones que incrementan las posibilidades de sufrir la censura como castigo y rechazo. De tal manera, que el encierro y asesinato de las mujeres del 68, también se constituye como un ejemplo de la participación y represión que se vivió en el movimiento estudiantil.

 

La invisibilización y reivindicación de la participación de las mujeres en el movimiento estudiantil del 68 mexicano

La participación y represión de las mujeres en el 68 no solo se invisibiliza ante su poca o nula mención en la producción de textos y material en torno al movimiento estudiantil mexicano de 1968, también se hace evidente ante la falta de estudios sobre la participación política de las mujeres en los movimientos estudiantiles. Cabe mencionar, que para “La Nacha”: «la historia de ese tiempo ha sido contada sólo desde la visión de los varones y no se ha escrito lo suficiente ni se le ha dado el peso necesario a la participación femenina, sin la cual nada habría sido posible».[9]

Por otra parte, la participación política de las mujeres en el 68, hizo posible el crecimiento de la población femenina en la educación superior y la vida pública. Para Adriana Corona Vargas, líder de Prepa 6 en el Consejo Nacional de Huelga, “este movimiento abrió la puerta para que más mujeres de manera masiva participaran políticamente, pero también para que decidieran continuar estudios superiores incluso en carreras donde están invisibilizadas, lo que derivó, por ejemplo, en que la carrera de Medicina se feminizara”.[10] Es por ello, que el participación de las mujeres en el 68, reivindica el papel político de las mujeres.

 

Conclusiones

El 68 es uno de los mayores referentes para pensar la importancia de las luchas sociales en el país. La construcción de narrativas que han surgido en torno al movimiento estudiantil de 1968, en sus casi cincuenta años, continúan siendo citados y nombrados tanto en la producción de investigación y documentación de los movimientos sociales. Así como también, las propias consignas del 68 continúan siendo un estandarte que se invoca al unísono de voces en cada aniversario, mientras nuevamente se hacen eco en algunos nuevos movimientos sociales como el de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa.

Por otro lado, aunque el 68 sea el referente para pensar el movimiento estudiantil mexicano y en general las luchas sociales del país, la participación política de las mujeres aún incomoda. Pese a que hoy se reivindica el papel de la mujer en la política, como un agente de cambio social, que está generando nuevas rupturas en las estructuras de poder. Hoy, a los casi cincuenta años del 68, la participación política de las mujeres en aquel movimiento estudiantil, continúa sesgada por el protagonismo de los hombres, en tanto también, se ha mostrado un amplio descontento por la lucha feminista contemporánea.

Cabe subrayar, lo es necesario que implica valorar el impacto de la participación política de las mujeres en el 68, en otras luchas y en actualidad. La reivindicación de la memoria de las mujeres en el movimiento del 68, como voces críticas del propio movimiento, que abordan desde sus vivencias y opiniones en su condición de mujeres, daría como cauce nuevas perspectivas. De tal forma, que la aportación de sus testimonios y críticas, no sólo se limiten a mencionar los hechos que atestiguaron, sino a integrar una reflexión que puede cuestionar los límites y alcances que ha tenido la participación política de la mujer, en los movimientos sociales y en la construcción del México moderno. Finalmente, es inadmisible pensar, que la actual participación política de las mujeres mexicanas, no habría sido posible sin la rebeldía de las mujeres que luchan desde 1968.


Referencias

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En Nexos. 1 de enero de 1988. En línea][Consultado: 18 de mayo de 2018] Disponible en: <https://www.nexos.com.mx/?p=5018>

Cruz Flores, Karina Ivone. “La participación de la mujer universitaria en el movimiento

estudiantil de 1968 en México”. Ponencia presentada en el XI Congreso Nacional de Investigación Educativa (COMIE) del 7 al 9 de noviembre de 2011. pág. 2. [En línea] [Consultado: 17 de mayo de 2018] Disponible en:

<http://www.comie.org.mx/congreso/memoriaelectronica/v11/docs/area_09/0925.pdf>

Moreno Teresa y Villa y Caña, Pedro. “Voy a morir sin saber qué pasó en el 68, dice ex líder

estudiantil «La Nacha». En El Universal. 12 de marzo de 2018. [En línea]

[Consultado: 16 de mayo de 2018] Disponible en:

<http://www.eluniversal.com.mx/nacion/sociedad/voy-morir-sin-saber-que-paso-en-el-68-dice-ex-lider-estudiantil-la-nacha>

“Nacha Rodríguez, brigadista estudiantil del 68, en Luchadoras. Rompeviento TV”. video de

YouTube, 1: 01: 29. Publicado por “Rompeviento TV”, 4 de octubre de 2013.

<https://www.youtube.com/watch?v=kiiiHWQvFX8>

Gilda, Waldman. «Los movimientos estudiantiles de 1968 y 1999: contextos históricos y

reflexiones críticas». En Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, vol.

XLIV, núm. 178.2000 (septiembre-abril). p.279.

Poniatowska. La noche de Tlatelolco. Biblioteca Era, México. 2012. 118p.

Proceso. «Historias del 68: La batalla personal de La Tita». En Proceso. 1 de octubre de 2008.

[En línea][Consultado: 18 de mayo de 2018] Disponible en:

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Soto. “Testimonios de mujeres sobrevivientes del 68”. En Proceso. 2 de octubre de 2015.

[En línea] [Consultado: 18 de mayo de 2018] Disponible en:

<https://www.proceso.com.mx/417085/testimonios-de-mujeres-sobrevivientes-del-

68>

 

Notas

[1] Gilda, Waldman. «Los movimientos estudiantiles de 1968 y 1999: contextos históricos y reflexiones críticas». En Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, vol. XLIV, núm. 178. 2000 (septiembre-abril). p.279.

[2] Karina Ivone Cruz Flores. “La participación de la mujer universitaria en el movimiento estudiantil de 1968 en México”. Ponencia presentada en el XI Congreso Nacional de Investigación Educativa (COMIE) del 7 al 9 de noviembre de 2011. pág. 2. [En línea] [Consultado: 17 de mayo de 2018] Disponible en: <http://www.comie.org.mx/congreso/memoriaelectronica/v11/docs/area_09/0925.pdf>

[3] Ídem.

[4] Testimonio de Artemisa de Cortar, madre de familia. En Elena Poniatowska. La noche de Tlatelolco. Biblioteca Era, México. 2012. p.28.

[5] Testimonio de Alicia Sarmiento de Gómez. Ibid., p. 34.

[6] “Nacha Rodríguez, brigadista estudiantil del 68, en Luchadoras. Rompeviento TV”, video de YouTube, 1: 01: 29, publicado por “Rompeviento TV”, 4 de octubre de 2013, https://www.youtube.com/watch?v=kiiiHWQvFX8

[7] Testimonio de Roberta Avendaño. En Hermenegildo Castro. “La patria que no cambió, entrevista con Roberta Avendaño”. En Nexos. 1 de enero de 1988. En línea][Consultado: 18 de mayo de 2018] Disponible en: <https://www.nexos.com.mx/?p=5018>

[8] Proceso. «Historias del 68: La batalla personal de La Tita». En Proceso. 1 de octubre de 2008 [En línea][Consultado: 18 de mayo de 2018] Disponible en: https://www.nexos.com.mx/?p=5018<https://www.proceso.com.mx/202123/historias-del-68-la-batalla-personal-de-la-tita>

[9] Testimonio de Ana Ignacia. En Teresa Moreno y Villa y Caña, Pedro. “Voy a morir sin saber qué pasó en el 68, dice ex líder estudiantil «La Nacha». En El Universal. 12 de marzo de 2018. [En línea] [Consultado: 18 de mayo de 2018] Disponible en:

<http://www.eluniversal.com.mx/nacion/sociedad/voy-morir-sin-saber-que-paso-en-el-68-dice-ex-lider-estudiantil-la-nacha>

[10] Testimonio de Adriana Corona Vargas. En Angélica Jocelyn Soto. “Testimonios de mujeres sobrevivientes del 68”. En Proceso. 2 de octubre de 2015. [En línea] [Consultado: 18 de mayo de 2018] Disponible en:

<https://www.proceso.com.mx/417085/testimonios-de-mujeres-sobrevivientes-del-68>