En uno de los momentos más dramáticos de La tempestad, de William Shakespeare, Próspero llega a pronunciar un adagio sobre la manera en que puede concebirse la vida misma:
La fiesta terminó. Nuestros actores/ eran fantasmas todos, cual te dije;/ Y en el aire se han deshecho, en aire leve./ Y cual de esta visión fundada en viento/ Se disipó la fábrica ilusoria, Así las altas torres coronadas/ De nubes, los espléndidos palacios,/ Los sacros templos, y el planeta mismo,/ Se acabarán, y cuantos de él disfrutan;/ Y como este artificio hueco y mustio,/ Ni rastro dejarán./ Formados somos/ De la materia misma que los sueños,/ Y un sueño circunda nuestra breve vida (Shakespeare, 1978: 350).
Curiosamente, en un texto de 1990, “Estética de la utopía”, el peruano Aníbal Quijano utilizaba una frase que nos parece tiene amplias resonancias de ese adagio de Próspero. La frase la utilizó como subtítulo de dicho escrito, el cual hablaba sobre la crisis en que se encontraba América Latina y, de manera general, la civilización moderna, en ese conflicto tenso y problemático del nudo entre liberación social e identidad. La frase a que me refiero es, como la escribe Quijano, “La vida está hecha de la misma madera de los sueños” (Quijano, 2014, 733).
Toda la poética desprendida de aquella frase sirve a Quijano para pensar la relación entre estética y utopía. La madera de que ambas están hechas es la de la creación de un proyecto de liberación social que luche contra toda forma de dominio y de poder. De algún modo, tal frase, dotada de ese contenido, define también la vida misma de Quijano, un intelectual encargado de esbozar a lo largo de su trayectoria los trazos por los cuales podía surgir una reconstitución del sentido de la liberación social para los pueblos de América Latina y el Caribe. Quijano, autor de una vasta obra pensada siempre junto a los movimientos sociales, fue un escritor comprometido políticamente con las problemáticas que atravesó Perú, de manera primordial, pero con gran sentido latinoamericano. Este compromiso le costó desde muy joven la persecución, el encarcelamiento y el exilio.
La obra de Quijano tuvo la intención de ser escrita a partir de los cambios que ofrecía la misma realidad política y cultural. Ello lo llevó en algunos momentos a romper de manera tajante con sus elaboraciones teóricas cuando sintió que ya habían quedado desfasadas por el movimiento de la sociedad. Sin embargo, esto no hace de él un autor sólo de la coyuntura: también alcanzó en varios escritos y en algunas formulaciones una visión a partir de la densidad histórica del desarrollo y despliegue de la modernidad en la región latinoamericana.
Quijano fue sin duda uno de los intelectuales de mayor importancia de la región. Autor multifacético, escribió una obra tan vasta como diversos fueron los temas que trató. Si pudiéramos identificar periodos y establecer a modo de síntesis algunos de los temas y las preocupaciones que aparecen de manera constante en su obra, pensaríamos en primer lugar que una de las cuestiones que figuran de manera transversal en todas las discusiones y los vuelcos teóricos y políticos de Quijano (que aquí trataremos de señalar brevemente a partir de cuatro lapsos), es sin duda el tema de la dominación y la crítica al poder.
En el periodo 1950-1970, apreciamos primero es que aquella militancia estudiantil contra la dictadura de Manuel Odría (1948-1956), que le costó dos veces la cárcel, también es el momento del acercamiento a la teoría marxista y, sobre todo, la revalorización de un intelectual como José Carlos Mariátegui, figura que representa una tradición política distinta de la aprista.1 Así, uno de sus primeros trabajos publicados será la antología de escritos de Mariátegui (1956), prologada por Manuel Scorza. En esta época de definiciones hace una apuesta por la teoría sociológica que en la región representó un cambio de paradigma en la construcción del conocimiento ante los antiguos esquemas más tirados a la psicología social de las naciones latinoamericanas –todo lo que representó esa generación arielista de inicios del siglo XX– (González, 1970).
De ese modo, Quijano verá en la teoría sociológica crítica una mejor manera de encarar la problemática del cambio social. La reconfiguración del capitalismo mundial que permitió un nuevo momento de la industrialización y la urbanización tuvo efectos inmediatos en sociedades como la peruana, donde estructuras culturales tan arraigadas fueron modificadas con dicho proceso, lo cual tuvo como resultado nuevos sujetos sociales que irrumpieron en la política, como el surgimiento del cholo. Quijano enfrentó desde la sociología un debate que ya aparecía desde la década de 1950 en varios trabajos antropológicos y literarios, pero orientándolos desde la teoría de la marginalidad social: el debate sobre el cholo y su importancia en el cambio social en una sociedad en transición (Quijano, 1980).
La crítica a las teorías del desarrollo hará que el tema de la marginalidad se cruce con los debates sobre la dependencia donde Quijano dará también su postura al respecto. Dos de las polémicas que entablará con relación a este problema es, primero, lo que denominó el “polo marginal”, donde sostenía que el proceso de industrialización en América Latina creaba una masa de trabajadores desocupados que estaban siendo expulsados de manera definitiva del ámbito productivo. Segundo, para Quijano la teoría de la dependencia tenía el defecto de no considerar que este fenómeno estructural tampoco se manifestaba únicamente como una subordinación del capital nacional al imperialismo sino que había una interdependencia de campos y estructuras en las que la burguesía nacional más que contraponerse colaboraba de manera estrecha con la burguesía imperialista (Quijano, 1976: 171-329).
Un segundo momento de la teorización de Quijano lo situamos de 1970 a 1985. El periodo está cruzado por la lucha revolucionaria en América Latina, tanto en los movimientos obreros y campesinos como en la lucha guerrillera. Pero también es el momento de la instauración de las dictaduras y de los gobiernos militares en América Latina, con la excepcionalidad –no por ello menos conflictiva– de México. En Perú, el gobierno de Juan Velasco Alvarado (1968-1975) será uno de los principales enemigos del movimiento revolucionario. En este lapso vemos a Quijano formando parte del Movimiento Revolucionario Socialista (MSR), una organización político-intelectual que participó del movimiento popular. Una de las mayores influencias que tuvo el MSR fue la experiencia de Comunidad Urbana Autogestionaria Villa del Salvador (Cuaves), cierta invasión de un predio de Lima en 1971 que para 1973 alcanzó 110 mil habitantes; la organización de la comunidad trató de llevar a la práctica la autogestión y la democracia directa, a fin de que los habitantes mismos decidieran sobre la planificación y la resolución de las necesidades de la comunidad.
En ese periodo, Quijano fundó uno de los proyectos político-editoriales más importantes de la época, la creación de la revista Sociedad y Política (1972-1983), con una clara orientación marxista y revolucionaria. La actividad política de aquél lo llevó de nueva cuenta al exilio en 1974, cuando se trasladó a México y se incorporó de manera breve a la UNAM (Assis, 2014: 31-42).
El lustro que va de 1985 a 1990 representa un periodo de crisis y redefiniciones,2 pues Quijano observa el fortalecimiento de las dictaduras y de los gobiernos militares, los cuales han reprimido de manera brutal el movimiento revolucionario continental. A la vez, supone un lapso de estancamiento económico en la región. En la experiencia concreta de Quijano, el MSR ha disminuido luego de un amplio periodo de lucha; la Cuaves comienza a sufrir algunos reveses en su proyecto autogestionario, derivando después en una política más institucional. Quijano percibe que el movimiento marxista está, más que en un momento de reflujo, en franca derrota, lo cual lo lleva a cuestionarse respecto a los motivos de la derrota. Quijano llega de manera radical a una perspectiva donde la derrota se encuentra en la incomprensión de los teóricos marxistas sobre la realidad latinoamericana. Ello implica una fuerte crítica al esquema teórico del cual se nutría el movimiento revolucionario. Uno de los temas cruciales para Quijano es en este momento el debate sobre el eurocentrismo en la teoría marxista. En este sentido, Quijano revisará la obra de Mariátegui viendo en ella un ejemplo de la creación de un marxismo que se mantiene en la tensión entre la identidad y la formulación política de la liberación social.
A partir de la década de 1990 y hasta el año de la muerte del autor, la teorización de Quijano recorrerá una senda en la cual el ascenso del movimiento indígena en la zona andina (en Ecuador primero y luego en Bolivia, principalmente), aunado al efecto del surgimiento del zapatismo en México, abrió una etapa de lucha por el reconocimiento de los pueblos y las comunidades originarias. El ascenso de los gobiernos progresistas y la llegada de Evo Morales al poder pondrán una nueva manera de enfocar la lucha política en la región. Así, Quijano verá en el potencial del movimiento indígena la posibilidad de apertura de un nuevo horizonte de sentido. Sin embargo, para el Perú de la década de 1990, tanto Sendero Luminoso como Fujimori serán uno de los fuertes diques no sólo en la política sino también en la cultura peruana, dique que para Quijano aún en fechas recientes se mantenía. El acompañamiento de Quijano a los movimientos sociales se aprecia en la fuerte presencia que tuvo en los debates del Foro Social Mundial, que llamaban a una nueva manera de entender la política. En ese periodo, su mayor contribución intelectual estriba en la manera de observar que la constitución del mundo moderno y la globalización del capital desde el siglo XV llevaron a la creación de un patrón específico de dominación y explotación: la colonialidad del poder. Ésta fue establecida a través de dos ejes: a) la dominación sobre el trabajo; y b) la dominación sobre la subjetividad y la manera de construir nuestro conocimiento filtrado por la problemática de la raza (Quijano, 2014b).
Quizás en otro momento podamos desglosar con mayor eficacia esta identificación de periodos y todo lo implicado en los debates que se mencionan. Pero valgan estas breves líneas sobre la trayectoria teórica y política de uno de los intelectuales más representativos no sólo de Perú sino de toda América Latina, como un homenaje a un pensador que consideramos también propio de esta revista, la cual cuenta en su historia con la publicación de algunos de sus artículos.
Quijano fue un intelectual que hizo de los sueños, de las utopías de liberación social la madera misma de que estuvo hecha su vida. Nos parece valioso recordar algunas palabras de César Germaná para dar una imagen de la personalidad de aquél: “En todos [sus] escritos encontramos el manifiesto interés por desvelar los mecanismos del poder y contribuir a la construcción de un mundo más democrático e igualitario. En consecuencia, la búsqueda de la verdad y la búsqueda del bien están inextricablemente vinculadas entre sí en la obra de Aníbal Quijano” (Germaná, 2006).
Bibliografía
Germaná, César (2006), “Aníbal Quijano: el arte de pensar simultáneamente la vida social en términos intelectuales, morales y políticos”, en http://martintanaka1.blogspot.com/2006/11/cesar-germana-sobre-anibal-quijano.html Visitada el 3 de agosto de 2018.
González Casanova, Pablo (1970), Las categorías del desarrollo económico y la investigación en ciencias sociales, México, IIS-UNAM.
Mariátegui, José Carlos (1956 [1958]), Ensayos escogidos, selección de Aníbal Quijano, prólogo de Manuel Scorza, segunda edición, Lima, Editora Latinoamericana.
Quijano, Aníbal (1976), “Redefinición de la dependencia y marginalización de la economía”, en Aníbal Quijano y Francisco C. Weffort, Populismo, marginalización y dependencia, Costa Rica, Educa.
———————- (1980), Dominación y cultura. Lo cholo y el conflicto cultural en el Perú, Lima, Mosca Azul.
——————– (2014), “Estética de la utopía”, en Aníbal Quijano, Cuestiones y horizontes. De la dependencia histórico-estructural a la colonialidad/descolonialidad del poder. Antología esencial, selección y prólogo de Danilo Assis Clímaco, Buenos Aires, Clacso.
——————– (2014b), Textos de fundación, compilación de Zulma Palermo y Pablo Quintero, Argentina, Ediciones El Signo.
Shakespeare, William (1978), “La tempestad”, en William Shakespeare, Comedias, estudio introductorio de Ezequiel Martínez Estrada, México, Cumbre.
NOTAS
1 Nos referimos a la tradición política de la Alianza Popular Revolucionaria Americana, o APRA, fundada en 1924 por Víctor Raúl Haya de la Torre y que tuvo un papel fundamental en la política y cultura peruanas, sobre todo en la primera mitad del siglo XX.
2 Rita Segato (2014: 16) ha llamado este periodo como una etapa de transición. Ésta no sólo sería personal sino que se empataría con la transición en el campo de las ciencias sociales.