- El encono de las fuerzas en las elecciones de octubre
En la segunda semana de julio, días antes de que en Brasil se concreten formalmente las fórmulas electorales definitivas que van a contender el 2 de octubre del presente año, sucedió una tragedia significativa en la ciudad de Fox de Iguazú, estado de Paraná, lugar donde el movimiento de apoyo al actual presidente Bolsonaro tiene respaldo, gran influencia y muchos seguidores del político. Igual que él, pregonan un orden ultraderechista, militarista, paramilitar y autoritario.
La tragedia se puede narrar en pocas palabras: la noche del sábado 9 de julio un policía municipal de Brasil, que además era tesorero del PT en el área del Oeste de Paraná, en Foz de Iguazú, se divertía en su fiesta de 50 aniversario. Había invitado a un área privada de un club social privado a sus amigos y parientes, su esposa, hijos y un bebé recién nacido. La fiesta era temática: Lula en 2022. Hasta ahí llegó de repente, sin haber sido invitado, un policía penal del estado de Paraná, apoyador de Bolsonaro y amigo del hijo de éste, a provocar al petista gritando vivas a Bolsonaro. El provocador llegó en un auto en el que viajaban también su esposa y su propio bebé. Los anfitriones de la fiesta le dijeron que no estaba convidado y le solicitaron que se retirara. El apoyador de Bolsonaro se retiró de la fiesta no sin antes amenazar con regresar para tirar balas contra todos los de la fiesta. Fue a su casa y a los 15 minutos volvió con un arma en la mano. Inmediatamente presionó el gatillo contra el aniversariante diciendo que iba a matar a todo mundo ahí. Le atinó a la pierna y al cuerpo del policía municipal. Éste, que unos minutos antes previendo defenderse había ido a su propio carro a tomar su arma, se defendió de los tiros del provocador: ya malherido le hizo varios disparos y uno le acabó pegando a la cabeza al que había tenido la iniciativa provocadora. Poco más tarde el policía municipal murió en el hospital y el policía penal fue llevado a otro hospital; desde entonces se encuentra entre la vida y la muerte en la Unidad de Terapia Intensiva. La policía estatal de Paraná dictaminó con total parcialidad que no encontró razones de odio en el comportamiento del provocador, sino una elevación de estados de ánimo a partir de una discusión que en todo caso era personal porque no le iría a eliminar los derechos políticos al petista.
Lo acontecido es un evento significativo del nivel bárbaro que puede alcanzar la confrontación de fuerzas en Brasil en estas elecciones, por lo demás amenazadas por la posibilidad de un golpe militar cuyo propósito sería impedir la realización de las elecciones y descalificar los comicios, para mantener ilegalmente la continuidad del proyecto fascista de ultraderecha de Bolsonaro.
- Los partidos contendientes van con todo en estas elecciones
Bolsonaro, que tiene a su favor el temor del gran capital transnacional ante las políticas progresistas, ha amenazado con crear un grupo militar para fiscalizar y acorralar el conteo electoral, ha emitido un decreto que le da la posibilidad de un auxilio económico de emergencia de su gobierno para las clases pobres desde agosto hasta diciembre, justamente en el período electoral, ha entregado subsidio a los grandes medios de comunicación, además de cultivar a los militares para que lo apoyen en sus políticas de desprestigio y acorralamiento del parlamento y la suprema corte de justicia.
Por su parte la campaña de Lula va. Ya inició con una precampaña abierta en los diversos estados de ese país, con énfasis en Sao Paulo, con participación de masas y el apoyo de los líderes más prestigiados, honestos y reconocidos del PT y el de los partidos de la izquierda y el centro. La fórmula de Lula, que combina su candidatura a la presidencia con la de un mediocre liberal del partido de la socialdemocracia brasileña para la vicepresidencia, tiene todo preparado para el inicio formal de su campaña el 16 de agosto e iría hasta el 29/30 de septiembre, estando las elecciones de su país programadas para el 2 de octubre. La inteligencia política de Lula, las propuestas de recuperación democrática, de legalidad en la política y de un nuevo rumbo económico y social progresista están estimulando una adhesión de masas y la recuperación de una cultura política de participación civilizada en las elecciones.
Según las encuestas de popularidad en el momento previo a las elecciones: Lula tiene la delantera, muy encima de Bolsonaro: son las últimas encuestas sobre las Elecciones presidenciales en Brasil 2022, actualizadas en inicios de julio de 2022. A decir de las cinco encuestadoras más activas, Lula tendría de 41 a 45% de votantes y, Bolsonaro, la segunda fórmula, alcanzaría de 31 a 36% (fuente de las tres encuestadoras principales, BTG/FSB: Poder 360, consultado el 13 de julio de 2022; Poder Data: Poder 360, consultado el 6 de julio de 2022, y Quaest/Genial: UOL, consultado el 6 de julio de 2022). En Brasil las elecciones se rigen por el sistema de segunda vuelta, en el cual, si ninguno de los candidatos obtiene una mayoría simple superior al 50% de las votaciones, los dos contendientes con mayor votación acuden a una segunda vuelta en un plazo corto sucesivo, caso en que habría nuevas elecciones el 30 de octubre. En esa fecha gana el que tenga mayoría simple normal. Cabe mencionar que el movimiento político electoral de Lula da Silva está convencido que le será posible ganar en la primera vuelta el próximo 2 de octubre superando el 50% de la votación total en su favor y está en una gran ofensiva para lograrlo.
- ¿Cuál es en términos de la relación de fuerzas la situación de Brasil en la actual coyuntura electoral tan importante?
La economía actual de Brasil está atravesada por vaivenes en cuando a su crecimiento económico, habiendo pasado de ser la sexta economía mundial al décimo puesto. A pesar de que la situación mundial le favorece, por la exportación de productos agropecuarios, se ha impuesto un proceso de desindustrialización creciente, de sobreexplotación de trabajadores, comunidades y territorios, lo que ha provocado el aumento sin límites del desempleo estructural y la elevación de la desigualdad social, racial y de género hasta alcanzar una tasa similar a la de Haití. Después del golpe de Estado blando contra la presidenta Dilma Rousseff se aprobó una enmienda constitucional que estanca el gasto en las políticas públicas por 20 años y durante el gobierno de Bolsonaro se ha aplicado una política económica de subordinación total al capital corporativo y financiero transnacional, de depreciación de los salarios y estímulo a la producción especializada de agronegocio para exportación, con lo que se ha alentado el rentismo y el neoextractivismo en gran escala, incluso con el deterioro ambiental de la región del Amazonas. El neoliberalismo extremo de la presidencia de Bolsonaro ha ido de la mano con una apertura total a las inversiones extranjeras (Alba Carvalho, 2018), al deterioro de los servicios de salud, educación y seguridad social. Lo anterior indica la manera en que el viraje autoritario de masas del Brasil de Bolsonario ha fortalecido el dominio y la hegemonía de las fuerzas históricas empresario oligárquicas y acorralado a las fuerzas populares democráticas. Lo más preocupante es el retorno de los viejos índices de la pobreza y la extrema pobreza en el país: “El IBGE, Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, informó que el 6.5 de la población total tiene ingresos menores a 1,9 dólares por día. Es el mayor nivel desde 2012”. Por otra parte, el mismo instituto informa respecto del índice de la pobreza, esto es, aquellos que viven con menos de 5,5 dólares por día-, que “aún permanece en esa situación un cuarto de la población brasileña, es decir, 52,5 millones de personas. La pobreza golpea sobre todo a la población negra o mestiza, que representa el 72,7 % de los pobres de Brasil.” (INFOBAE, 2022).
- La lucha de posiciones en el Estado integral
Pero como sabemos, la economía no se refleja automáticamente en la política y la ideología de las masas. Por ello tenemos que considerar su relación con la situación social, política y de la cultura de masas en el Brasil actual. En ese sentido cabe mencionar que la bancarrota de las políticas económicas y sociales de la presidencia de Bolsonaro no se refleja en la composición y las políticas dominantes en las cámaras de senadores y diputados, que siguen dominadas por las bancadas de derecha y ultraderecha, las llamadas tres B:
“Para llevar a cabo su agenda ultraconservadora, Bolsonaro tiene, en el Congreso Nacional de Brasil, el apoyo de la llamada Bancada de la triple “B” (biblia, buey y bala), un brazo político de la extrema derecha que incluye ambiciosos telepredicadores, poderosos empresarios de la industria cárnica y grupos militares, actuando en conjunto para combatir un frente político concreto” (Hernández Delgadillo, 2019).
El parlamento se ha volcado a sostener las políticas del presidente Bolsonaro, y aun así, éste continuamente menosprecia a las instituciones cuando dan muestras de la mínima independencia, como en las resoluciones de la comisión de investigación parlamentaria que en 2021, fiscalizó y reprobó las políticas de vacunación y denunció los crímenes de Bolsonaro en la Pandemia de Covid 19 (Europa Press, julio 2021). Lo mismo sucede con respecto al Supremo Poder Judicial que a duras penas está logrando restablecer políticas de independencia respecto del gobierno, como la absolución de Lula y la denuncia de la parcialidad política del juez Sergio Moro responsable del encarcelamiento sin pruebas del expresidente, Poder judicial supremo que sufre permanentes amenazas de los militares. Por su parte la gran prensa de los medios de comunicación, formada por las grandes cadenas de televisión, radio y periódicos, relacionada por obvias razones día a día con las grandes masas, ha iniciado un distanciamiento relativo respecto a Bolsonaro y de anuencia de la campaña electoral de Lula, sin que termine por cuestionar a fondo las políticas económicas y sociales prevalecientes.
El parlamento brasileño y el poder judicial son mediaciones del orden, que no reaccionan a los resultados de las políticas antipopulares, ni a los cambios en las concepciones y posiciones políticas de las masas, y viven atados a las posiciones anquilosadas de los partidos y grupos de presión de grandes empresarios transnacionales, militares, paramilitares, evangélicos, políticos del agronegocio, los transgénicos, el glifosato, los financieros, que apoyan la continuidad de las políticas de Bolsonaro y para nada expresan a las grandes mayorías excluidas. Hacen caso omiso de las protestas de los partidos y movimientos democráticos y sus derechos de fiscalización y control sobre la grande economía y la institucionalidad del Estado. “La bancada de la triple “B” en Brasil es un triste ejemplo de cómo el conservadurismo de extrema derecha…no busca conservar valores tradicionales y formas de vida: es una amenaza para la convivencia pacífica y la vida natural en la tierra. Este conservadurismo en realidad no preserva nada, todo lo destruye” (Hernández DeIgadillo, 2019)
Bajo el gobierno de Bolsonaro la pesada burocracia estatal de Brasil se ha convertido en vehículo de políticas reaccionarias tan absurdas e inimaginables como las definidas por los actuales ministerios de la mujer, la educación, la cultura, la industria, el agro y el medio ambiente, etcétera. Por dar un ejemplo,
“Con el nombramiento de la pastora evangélica Damares Alves como nueva ministra de la mujer, la bancada entró directamente al gobierno… En un país en el que, de acuerdo con el Forum Brasileiro de Segurança Pública “cada 11 minutos una mujer es estuprada”, Damares Alves afirmó que las niñas pobres son violadas “porque no usan calzones” (Hernández Delgadillo, 2019).
Se podrían citar muchos ejemplos similares sobre las concepciones y las políticas irracionales y reaccionarias que hoy dirigen la agenda de los ministerios de Brasil.
Un aspecto muy preocupante es la inserción en la dirección de la burocracia estatal de los militares y los paramilitares: “Según el Tribunal de Cuentas de la Unión (TCU), hay 6100 militares en funciones civiles del gobierno federal”, además,
“El número de militares en altos cargos de la administración pública de Brasil se ha duplicado en menos de dos años por la influencia del presidente Jair Bolsonaro. En concreto han pasado de 188 a 342 entre enero de 2019 y septiembre de 2020 los militares en puestos de la más alta categoría de remuneración. La cifra actual será superior, tras el nombramiento del general Joaquim Silva e Luna como presidente de la petrolera estatal Petrobras, mientras que el almirante Flávio Rocha será el nuevo jefe de la Secretaría Especial de Comunicación del Gobierno.Los militares están en el Ministerio de Defensa, pero también en altos puestos de dirección de los ministerios de Sanidad o Medio Ambiente. Los datos proceden del senador Alessandro Vieira (Cidadania-SE) y de la diputada federal Tabata Amaral (PDT-SP) y han sido contrastados y actualizados por ‘O Globo.’ ” (Europa Press, 28 de febrero de 2021).
Los paramiltares, la llamada “milicia”, por su parte, anexos a la policía militarizada de Brasil, han tenido bajo el gobierno Bolsonaro manga ancha para actuar de forma ilegal, en particular en regiones específicas donde han actuado como control social, militar y político de la población marginalizada, como en Rio de Janeiro, ciudad en que esta población abarca más de una tercera parte de los habitantes. La actividad de los paramilitares está asociada con la corrupción de fondos públicos y negocios urbanos y ha alimentado un imparable escalamiento de la violencia social y política.
- La cultura como política
Los derechos y libertades afirmados con y después de la recuperación de la democracia en 1989 por las luchas de los movimientos sociales y políticos democráticos y las medidas progresistas de los gobiernos de Lula da Silva y el primer gobierno de Dilma Rousseff hasta 2013, provocaron los ánimos restauradores acumulados de las élites que se expresaron en el bolsonarismo. Sintieron la pérdida de su histórico poder social y cultural. Políticos tradicionales, líderes religiosos evangélicos de las corrientes mercantilistas, empresarios y militares reaccionarios han querido recobrar la vigencia social de valores y concepciones del mundo ultraconservadoras que han conformado la mentalidad dominante, constituido un modo de vida y moldeado la acción política tanto de las propias élites como influenciado a las grandes masas de Brasil: “«Ya no puedo pegarle a mi mujer, no puedo no pagar a mis empleadas de casa, tengo que convivir con una banda de gays…¿qué es eso?» Se trata de un modo de pensar, de actuar, de un grupo de personas que se identifica con el actual mandatario y que busca mantener su protagonismo incluso con Bolsonaro fuera del gobierno. Personas que salieron del closet y se sintieron autorizadas a expresar sin pudor su racismo, su misoginia, su prejuicio, su desfachatez y ausencia de educación, mismas que no van a desaparecer del dia a la noche…” (Daniela Pinheiro, 2022). Son esos elementos reaccionarios y autoritarios de la cultura de las élites que recuperaron y acentuaron bajo Bolsonaro su ascendencia de masas y a los cuales el frente unido del movimiento de Lula está combatiendo y criticando.
- Movimientos sociales y partidos políticos progresistas y democráticos
La experiencia de tener un proyecto fascista autoritario y militarista en el poder presidencial de Brasil ha modificado las concepciones del mundo y las normas de conducta de importantes sectores de las grandes mayorías y está significando la posibilidad de transformaciones de fondo en y entre los movimientos sociales y los partidos de izquierda que en estas elecciones por venir se presentan con programas progresistas unitarios.
Entre los primeros destacan seis que están coincidiento en una lucha por la recuperación de lo público: los constituídos por el movimiento de los trabajadores fabriles organizado en sindicatos y agrupaciones obreras que se está movilizando frente a la pasividad y acomodo previo de la dirección de la Central Única de trabajadores, el de los trabajadores sin tierra (MST), el de los trabajadores sin vivienda (MTST), los movimientos de barrios y favelas (agrupación unificada de movimientos de barrios), el movimiento negro unificado y el movimiento feminista, los que, surgidos en el siglo pasado, se han fortalecido en los últimos años con nuevas reivindicaciones, formas de organización y lucha. Los primeros mencionados se han dedicado a las luchas contra el desempleo y la informalidad, por el empleo formal, los derechos sociales y salariales, la reforma agraria, la reforma urbana, el derecho a la vivienda y la disminución de la desigualdad social. Son suficientemente conocidos por su variable influencia de masas y sus programas de lucha.
A sus reivindicaciones particulares como movimientos se está sumando recientemente una crítica incipiente al modelo económico neoliberal del capitalismo transnacionalizado que ha abrigado la sobreexplotación, el deterioro ambiental, el abuso contra las comunidades y territorios indígenas y que llevó a la dependencia redoblada de Brasil, concepción que no fue cuestionada por el primer progresismo de Lula debido a las políticas de conciliación de clases de los gobiernos progresistas, que asociaban crecimiento económico con el rentismo y al neoextractivismo y que han sido políticas acentuadas y llevadas al extremo por el gobierno de Bolsonaro.
A los movimientos señalados se suman otros tres de rápido crecimiento, el movimiento negro, nacido en 1978 en Sao Paulo, que ha crecido enormemente en sus luchas por el reconocimiento de derechos y cultura de discriminación positiva de los afrodescendientes. El movimiento feminista, que se está masificando desde las elecciones anteriores. Tuvo una actividad política significativa durante los años setenta del siglo pasado, en la época de la dictadura, y se ha ido convirtiendo cada vez más en un movimiento feminista popular con reivindicaciones de lucha por la igualdad de género, por el reconocimiento de la situación de las mujeres populares en los barrios marginales, contra las diversas formas de discriminación de la mujer y derechos humanos generales. Y el movimiento ambientalista que es incipiente pero está logrando cuestionar las políticas neoextractivistas del capitalismo transnacional, los terratenientes del agronegocio y los múltiples fenómenos de afectación de la naturaleza.
Hay en curso la transformación de estos tres últimos movimientos mencionados que se suman a los seis anteriores, y tendencialmente se están convirtiendo en una corriente de masas unificada sumamente importante en estas elecciones y en lo que será un nuevo programa de gobierno de Lula, en caso de que logre triunfar en las elecciones venideras. A lo dicho hay que sumar también el movimiento LGBTQIA+ y el movimiento crítico de los profesores en la educación pública, especialmente media y superior.
Los movimientos enumerados tuvieron en el pasado una situación de minorías activas o una relación de subordinación y subalternidad a los partidos y sus líneamientos electorales y electoralistas. En estas elecciones se mostrará si dicha relación se ha modificado, para pasar a ser una relación más horizontal, con sus propias formas de organización y demandas y con la capacidad de articularse como movimientos independientes con los partidos de izquierda críticos del autoritarismo, el militarismo y el neoliberalismo. Por lo pronto se prevee que participen en un programa electoral unificado en la contienda de octubre de este año.
- Democracia y cambio político histórico
En la coyuntura actual se está haciendo evidente que un elemento transversal a los movimientos y a los partidos políticos de trabajadores y populares es la lucha por la democracia, entendida como confluencia de movimientos y en calidad de construcción política que acompaña las formas institucionales y se convierte tendencialmente en un movimiento cultural crítico y participativo autodeterminado de masas. Y justamente ese aspecto es el más significativo de lo que se verá en las jornadas electorales de agosto y septiembre de este año.
En las elecciones por venir veremos qué tanto la revitalización de los movimientos sociales y los partidos que enarbolan la lucha por la democracia es capaz de incidir críticamente y modificar el bolsonarismo, en tanto sentir disgregado, irracional, inconstante, de una cultura tradicional reaccionaria, militarista y autoritaria que ha dominado el comportamiento despolitizado y clientelar de las élites y las masas de brasileños y ha devenido sentido común popular. Sólo un cambio profundo que altere las concepciones y las políticas dominantes incidirá en la superación del equilibrio catastrófico de fuerzas, encontrará una salida de izquierda a la crisis orgánica que vive Brasil y creará nuevas condiciones para la lucha por una autonomía histórica y la autodeterminación política de las fuerzas críticas del capitalismo contemporáneo como de las formas políticas y culturales elitistas y antidemocráticas que caracterizan al gobierno Bolsonaro. ¡Conviene, por lo tanto, estar atentos al proceso electoral brasileño de los próximos meses!
Bibliografía citada
-Carvalho, Alba M. Pinho de; Guerra, Eliana C., Milanez, B. “Rentismo-neoextractivismo: a inserção dependente do Brasil nos percursos do capitalismo mundializado (1990-2017)” en, Raquel Rigotto, et. al. (orgs), Tramas Emancipatórias: uma experiência contra-hegemônica no contexto universitário, Fortaleza: Ediciones UFC, 2018, pp. 19-57.
-Europa Press, Militares en funciones en Brasil según el Tribunal de Cuentas, 28 de febrero de 2021.
-Europa Press, Comisión investigadora aprueba informe que acusa a Bolsonaro de “crímenes de lesa humanidad” por su gestión en la pandemia de Covid-19, julio de 2021.
-Hernández Delgadillo, Sergio Andrés, “La bancada de la triple «B»”, artículo en Animal Político, sitio de internet, noviembre de 2019.
-INFOBAE, 2022, Brasil, página de internet del 17 de julio.
-Pinheiro, Daniela, Entrevista de UOL al exbanquero y emprendedor social Paulo Dalla Nora Macedo, 2022
Para obtener mayores elementos de contexto se recomienda consultar también la revista Estudios Latinoamericanos, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM cuyo número 42, de julio-diciembre de 2018, está dedicada a Brasil.