Merece la pena dedicar un tiempo, no solo a la lectura, sino al estudio del libro Estética y Filosofía de la Praxis. Homenaje a Adolfo Sánchez Vázquez, título publicado por la Colección La Fuente con el coauspicio de la Facultad de Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y el Instituto de Filosofía de Cuba y la coordinación del Dr. José Ramón Fabelo Corzo.
Como lo indica su título, este volumen rinde merecido tributo al filósofo y esteta Adolfo Sánchez Vázquez. Incorpora acercamientos a su vida y obra, en los cuales saltan interesantes momentos de su itinerario, aparecen propuestas de periodización, matizadas con facetas de su vida y posiciones asumidas, así como miradas diversas, no siempre coincidentes entre sí y con el autor.
El texto está organizado en tres partes. En la primera, se compendian trabajos con acercamientos a la filosofía de la praxis, sus conexiones con el marxismo y con otras corrientes de pensamiento. En la segunda, se agrupan escritos sobre su Estética y aspectos de su teoría del arte. En la tercera y última parte del libro, podrá encontrarse aportaciones que acercan al lector al ser humano, a la vida del autor de tantos textos que legan sabiduría y originalidad.
En la lectura podrá encontrase, por supuesto, elogios, pero ante todo una invitación al estudio de la obra de este ilustre autor, fundamentalmente, su filosofía de la praxis y estética. Ambas partes están íntimamente vinculadas en su pensamiento y obra, por lo que en la primera se descubren también elementos de su estética y en la segunda se vislumbra como trasfondo teórico su filosofía de la praxis. Adolfo Sánchez Vázquez, en los inicios de su larga trayectoria académica, presenta sus principales tesis filosóficas a través de su estética. En ella va descubriendo caminos no explorados con anterioridad y limitaciones de tesis defendidas por estetas marxistas anteriores y contemporáneos. Al desarrollar su filosofía, defiende aquella que penetra en la importancia del desarrollo de la teoría, pero no para regodeo intelectual, sino para contribuir a la transformación social, proceso que tiene como guía alcanzar el ideal estético.
En tiempos de exceso de información y publicaciones hay quienes buscan alternativas para acudir a textos que apunten, de forma directa, al tema que estudian o les ocupa. No es casual que los prólogos sean invisibilizados. En este caso, recomiendo que no opten por esa alternativa. El escrito que se ubica en ese espacio no solo brinda elementos para orientar aspectos del contenido del libro y presupuestos tenidos en cuenta para su organización. Es ante todo un ensayo en el que se presenta el itinerario del pensamiento estético de Adolfo Sánchez Vázquez. Este no solo es útil para los que por primera vez se acercan a este pensador, sino también para los que conocen y estudian su obra. José Ramón Fabelo Corzo, partiendo de sus propios estudios de filosofía y de estética y de haber penetrado en la obra y vida de Adolfo Sánchez Vázquez, logra prestar atención a conceptos claves de la filosofía y la estética de Sánchez Vázquez. En ellos devela lo que de continuidad y ruptura contienen y, sobre esta base, exhibe cómo se fueron enriqueciendo sus ideas. El análisis de sus obras, organizadas por los momentos en los que fueron escritas y editadas, en relación con los hechos y contextos que tenían lugar, permiten a Fabelo -y a los que se aventuren en la lectura de su ensayo interpretativo- acercarse al movimiento ascendente del pensamiento de este filósofo y esteta marxista.
Toda reseña tiene ante sí la misión de invitar a la lectura y a la vez distanciarse de la obra reseñada, para aportar ideas lo más objetivas posibles sobre su contenido. Por fuerte que sea el intento de sacudir intereses y gustos, estos están siempre latentes. Si a lo anterior se une la limitación de espacio, la extensión que no debe ser rebasada, la imposibilidad de desplegar ideas y valoraciones sobre cada una de las partes y artículos contenidos en el libro reseñado, la tarea se torna compleja.
Las ideas que siguen no escapan a los impactos mencionados por lo que, de seguro, tendrán la impronta de quien las sugiere, de sus propios criterios de jerarquía y selección. Asumiendo el reto, cabe decir para comenzar que el valor general de la obra puede resumirse en que brinda un compendio de aproximaciones diversas al pensamiento y obra de un filósofo y esteta que no escondió ser marxista y no poco contribuyó al desarrollo del marxismo. En sus aportes y particularidades, un peso significativo lo tiene el haber concebido su obra en América Latina, subcontinente con tareas urgentes y propias.
El volumen no puede agotar el tema y sirve de incitación a otros para que se acerquen al pensamiento y obra de Adolfo Sánchez Vázquez. Sirve además como inspiración para que, siguiendo el legado, se aporten ideas que contribuyan a la transformación de la realidad latinoamericana; que no solo iluminen, sino que hagan vibrar y favorezcan la imprescindible movilización para conquistar una superior sociedad, guiada por el respeto a la dignidad humana y en la que se rompa la enajenación y se creen las condiciones que propicien la genuina realización de las potencialidades humanas. Esa alternativa tiene un nombre en el ideario de Sánchez Vázquez: socialismo, término que tampoco escondió el filósofo de la praxis.
La primera parte del libro se inicia con el ensayo “Continuidad y discontinuidad de la filosofía de la praxis”, de Karla Sánchez Félix. Entre las ideas que desarrolla están: la interrelación teoría-práctica en la filosofía de la praxis, las consecuencias de limitarla a mera interpretación, lo que conllevaría al silencio social, por lo que la filosofía no solo debe describir lo que aparece de manera expositiva o crítica, sino también debe de ser una actividad participativa en la que se rechace la forma de organización social impuesta, y cuente por ello con una postura política, signada en este caso por ir a contracorriente del flujo del capital. Así mismo subraya que las discusiones actuales, inscritas en el terreno del marxismo, no solo han dejado de lado el tema de la ideología porque este haya pasado de moda, sino que la han sepultado por concebirla como una herencia del marxismo dogmático. Y no todo ese legado lo es, esa etiqueta forma parte de la estrategia trazada de alcanzar un futuro sin ideologías, en el que solo impere una, sin que se le mencione. Entre las vías para alcanzarlo están, por ejemplo, en el campo de las ciencias hablar de la necesidad de neutralizarlas; distinguir lo científico de lo ideológico, lo limpio de lo sucio. Esta neutralidad, políticamente, significa la abstención de una crítica radical. Sánchez Vázquez se opuso al fin de las ideologías porque implicaba admitir el capitalismo como la única alternativa posible o como la mejor forma de organización social. Ideas a las que el filósofo le brindó especial atención en varios textos y entre ellos en “La ideología de la ‘neutralidad ideológica’ en las ciencias sociales”, publicado en Ensayos marxistas sobre filosofía e ideología.
Le sigue “¿Es difícil ser marxista en México?” de Gerardo de la Fuente Lora. El autor, además de brindar argumentos sobre la interrogante, aporta el escenario en el cual Adolfo Sánchez Vázquez defendió y desarrolló la teoría marxista. Ese en el que la revolución socialista no está en el orden del día, no hay lugar para postular un sujeto de las transformaciones históricas y además tiene lugar el derrumbe del socialismo en Europa del Este. En esas difíciles condiciones Adolfo Sánchez Vázquez fue la figura marxista más importante en México, calificación otorgada por el autor.
Con el título de “A contracorriente. La empecinada herejía de Adolfo Sánchez Vázquez”, escrito a manera de reseña para la presentación de dos volúmenes con obras del y sobre el pensador, Gilberto Valdés Gutiérrez y José Ramón Fabelo Corzo aportan valiosas ideas. Entre ellas, explican el paulatino, pero firme distanciamiento con respecto al marxismo dogmático que defendió Adolfo Sánchez Vázquez, por lo cual algunos lo denominan marxista crítico y otros defensor-herético del marxismo. Distinguen los autores el influjo de la Revolución cubana en este proceso, y la tesis acerca de que el socialismo es una alternativa social necesaria, deseable y posible, aunque no inevitable, al capitalismo. Esas y otras razones son las que se esgrimen para afirmar que un pensamiento como el de Adolfo Sánchez Vázquez no podía tener otro destino que el de navegar, casi siempre, a contracorriente: en oposición a los vientos del capitalismo siempre; pero también en franco enfrentamiento al marxismo oficial dogmático, extendido durante tanto tiempo a casi toda la izquierda internacional.
La segunda parte del libro se inicia con “14 tesis sobre los valores estéticos a propósito de dos libros de Adolfo Sánchez Vázquez: Las ideas estéticas de Marx e Invitación a la estética de José Ramón Fabelo Corzo. En este texto, su autor da continuidad a su prolífera obra en torno a los valores y la axiología, esta vez dedicando espacio a lo estético como valor y sus particularidades.
Le sigue “La educación estética según Adolfo Sánchez Vázquez”, de Samuel Arriarán Cuéllar. En esas líneas se apuntan imperativos que se levantan ante la educación estética a la luz de las ideas del pensador, docente y activista político. Se hace énfasis en la necesidad de readecuar las instituciones educativas y de transformar este proceso. La educación estética no solo debe difundir las bellas artes, sino fundamentalmente conducir al enriquecimiento de la sensibilidad estética de los alumnos, a una ampliación del horizonte en que se mueven (no solo dentro del aula o en los talleres, sino también fuera, es decir, en la vida cotidiana). Se aportan elementos que ayudan a romper con posiciones que empobrecen la educación estética y en consecuencia no le permiten cumplir sus potencialidades, entre ellas, su identificación con la educación artística, así como su reducción a la educación que emplea como soporte lo bello clásico.
En “Sensibilidad y compromiso. Adolfo Sánchez Vázquez en la estética cubana actual” de Alicia Pino y Mayra Sánchez, se exponen razones por las cuales este pensador se convirtió en un referente de la estética en Cuba. En la isla primaba la tendencia de acercarse a las relaciones estéticas como si estas estuvieran aisladas del resto de las relaciones humanas, al margen de su existencia concreta en la cotidianidad. Asimismo, la identificación entre lo estético y lo artístico estaba naturalizada. Se reconoce en el trabajo que de la escuela socialista llegó la noción de lo estético en sentido amplio, como faceta del hombre total y no como un terreno exclusivo y elitista, comandado por las novedades del mundo del arte y los artistas, que ha sido el modo predominante de enfocar a lo estético desde otras escuelas. Además, agradecen las autoras la introducción de determinados problemas teóricos, entre ellos, el papel social del arte; el problema de lo típico en el arte; los aportes a la educación estética y artística; los desarrollos conceptuales en temas de axiología estética; la atención a la cultura popular, etcétera. Temas que también tuvieron presencia en la obra de Adolfo Sánchez Vázquez. De este último valoran su contribución a la crítica de la fundamentación del realismo socialista como cimiento de la política sobre la creación artística, del realismo como canon artístico, enfoque que desconoce la especificidad del arte moderno como arte nuevo y revolucionario. En dialogo con el esteta, insisten en la necesidad de que el pensamiento estético cubano se enfrente a la necesidad de transformar la imagen de subestimación de la estética como saber. Apuntan cómo la expropiación del indio, del negro, del mapuche, se inicia con la desvalorización estética de su producción vital, de sus ornamentos, sus preferencias cromáticas, las que califican como primitivas, estridentes, escandalosas.
Miguel Rojas Gómez aborda “El objeto de la estética, el arte, las ideologías y el valor en las contribuciones de Adolfo Sánchez Vázquez”. Para él, la estética, siguiendo al pensador marxista, es mucho más que la filosofía del arte. Toda valoración de la realidad, toda creación humana en su multiplicidad de formas puede estimarse estéticamente, aunque lo estético no sea la función rectora. Dedica importante espacio a las ideas de Sánchez Vázquez relacionadas con la estética de la recepción y su fundamentación sobre la estética de la participación. Asimismo, destaca la posición del teórico marxista, según la cual lo bello es considerado uno de los valores estéticos, pero no el único, concluyendo en consecuencia que no todo lo estético es bello. Todo lo cual presupone reconocer como categorías tradicionales de la estética a lo feo, lo sublime, lo trágico, lo grotesco, lo cómico y sus géneros o formas principales, como el humor, la farsa, la parodia, la sátira y el sarcasmo.
En “Estética de la utopía: crítica y praxis” Diana Fuentes recuerda un evento organizado en 1990 que presentaba al siglo XX como “la experiencia de la libertad” y el camino hacia una sociedad abierta: del socialismo autoritario a la difícil libertad, a un mundo sin socialismo. Al respecto la autora afirma que lo que se celebraba, en verdad, no era la libertad, sino la entrada del neoliberalismo. En ese evento participó Sánchez Vázquez y, a contracorriente, fue coherente con su insistente reivindicación del proyecto socialista; tanto en la crítica ante quienes, por evidentes motivos ideológicos, han tratado de enterrarlo, como también ante aquellos que lo han deformado o incluso negado invocando su nombre.
Esta parte del libro, dedicada a la estética y la teoría del arte de Adolfo Sánchez Vázquez también incluye: “Las ideas estéticas de Marx a la luz de “Conciencia y realidad en la obra de arte”, de Luis Guillermo Martínez Gutiérrez y “En la búsqueda permanente de una poética. Aportaciones críticas de Adolfo Sánchez Vázquez sobre la estética”, de Felipe de J. Galván Rodríguez.
La tercera parte de este volumen se distingue de las anteriores. En ella se presenta al hombre de carne y hueso, al ser humano, al padre, poeta, filósofo, activista político, exiliado, educador, comunicador; además, incluye fotografías del álbum de la familia, donadas por su hija.
Los textos legan importantes contribuciones para acercarnos a la vida de este filósofo y esteta marxista. Los primeros aproximan itinerarios, momentos cruciales de su biografía y tienen el valor añadido de haber sido escritos por contemporáneos, colegas y amigos. No faltan en ellos reflexiones sobre principales contribuciones. Esta parte se inicia con: “Adolfo Sánchez Vázquez: de España a México y de la poesía a la filosofía de la praxis” de Víctor Gerardo Rivas López. Entre otros textos, atesorados en esta parte están: “Adolfo Sánchez Vázquez y la filosofía de la praxis” de Gabriel Vargas Lozano; “Las vocaciones política y literaria: asedios críticos a la teoría filosófico/estética de Adolfo Sánchez Vázquez” de Joseba Buj Corrales; “Muchas gracias, querido Maestro” de José Ramón Fabelo Corzo.
En las palabras del Dr. Fabelo se aportan elementos y vivencias de los estrechos vínculos de Adolfo Sánchez Vázquez con la Revolución cubana, de su colaboración con Casa de las Américas, la Universidad Central de Las Villas, la Universidad de La Habana, institución que le otorgó el doctorado honoris causa, así como el Instituto de Filosofía, centro de investigaciones que con orgullo lo distinguió con la condición de Investigador de Mérito, en septiembre de 2004.
Para coronar el volumen, aparecen dos entrevistas: “La obra de arte tiene consecuencias que el artista debe asumir”. Entrevista concedida por Adolfo Sánchez Vázquez a la Dra. Olga Fernández Ríos y “Aurora nos recuerda a Adolfo”, entrevista a María Aurora Sánchez Rebolledo (hija) realizada por el Dr. José Ramón Fabelo Corzo y el Mtro. Rodrigo Walls Calatayud.
A la interrogante, formulada en la primera de estas entrevistas, sobre ¿qué recomendaciones usted pudiera hacer a los marxistas y revolucionarios de nuestro tiempo?, Sánchez Vázquez ofrece una aleccionadora respuesta: “Ser fieles a los valores, a la verdad, a la justicia, a la dignidad y desarrollar siempre un potencial crítico hacia los demás, pero crítico también hacia uno mismo, autocrítico. Porque la crítica y la autocrítica son muy necesarias. Uno de los factores determinantes de ese enclosamiento del marxismo fue, justamente, la ausencia de crítica y de autocrítica. Donde desaparece la crítica y la autocrítica, se paraliza por tanto la capacidad de creación, la capacidad de investigación. Entonces, mi recomendación es que nunca olviden y que nunca se envanezcan con lo que han creado y estén siempre abiertos a la crítica y, desde luego, a la crítica propia, a la autocrítica”.
Por su parte, en la segunda entrevista, entro otros aspectos de interés sobre la vida íntima y familiar del destacado pensador, su hija afirma: “Mi padre era un hombre que disfrutaba mucho de la vida y no solo tenía una pasión muy especial por su actividad intelectual, sino también por los placeres vitales. Sabía disfrutar de los momentos de ocio con la familia o amigos íntimos. Le gustaba una buena comida, tomar un café exprés cargado, ir al cine o teatro, ver un partido de futbol, viajar y una de sus grandes diversiones era asistir a las librerías de la ciudad. En general, sus gustos eran sencillos y muy apegados a las bondades que ofrecía la vida misma, pero, indudablemente, lo que más disfrutaba era la lectura, ya fuera la relacionada con sus actividades filosóficas o aquellas que colmaban sus inquietudes intelectuales o curiosidades artísticas, como era la literatura. Era un gran conocedor de la literatura clásica española y universal, ya que desde muy pequeño tuvo una fuerte inclinación por las letras y la creación literaria”.Estética y Filosofía de la Praxis. Homenaje a Adolfo Sánchez Vázquez, coordinado por José Ramón Fabelo Corzo y publicado por la Colección La Fuente (México-La Habana, 2021) es un texto que ilumina senderos de la filosofía de la praxis y la estética de Adolfo Sánchez Vázquez. Incita a releer sus fuentes, para no solo apropiarse de nuevos conocimientos, sino para emplearlos en pos de la transformación social y la edificación de un mundo mejor. Este libro representa un excelente catalizador del enorme legado que deja ese autor y ser humano en él homenajeado. Nos constata, una vez más, que ese otro mundo que necesita ser construido, no puede ser alcanzado asumiendo como guía retóricas especulativas abstractas que pueden estar de moda, pero carecen de conexión orgánica con la praxis, sino desarrollando un pensamiento como el marxista, despojándolo de esquematismos, en el que prime el pensamiento crítico, la creación original, con las cuales dar respuestas a exigencias cambiantes y nuevas.
Integrante del Instituto de Filosofía de Cuba