HISTORIOGRAFÍA DE LA IZQUIERDA ARMADA EN AMÉRICA LATINA

IMG_0040Este libro colectivo tiene el gran mérito de colocarse en nuestros estantes como una herramienta imprescindible para todos los que estudian o están interesados en el fenómeno de las luchas revolucionarias de la segunda mitad del siglo xx en América Latina.

Es de suma importancia el recuento y el mapeo bibliográfico de los diversos estudios a nivel nacional, así como el intento de asentar líneas transversales de reflexión sobre el proceso latinoamericano en su conjunto, aunque los autores señalen acertadamente que este segundo nivel de análisis queda como tarea pendiente para posteriores estudios, retroalimentados por el primer paso que constituye el balance historiográfico que se ofrece en esta obra pionera.

Aflora aquí una clave de lectura. Si resulta obvio que ninguna lucha armada en un país latinoamericano puede entenderse sin considerar a la Revolución Cubana y su irradiación, menos evidente es la consideración de que el análisis de todo grupo guerrillero, para evitar caer en la exaltación de especificidades inexistentes, puede y tiene que contrastarse con el panorama de las múltiples y distintas experiencias que se difundieron a lo largo y ancho de la región en casi cuarenta años de historia. Dicho de otra manera, las especificidades nacionales podrán apreciarse plenamente y destacarse adecuadamente a la luz de la comprensión general del fenómeno en su conjunto y del paralelo reconocimiento empírico de sus diversas manifestaciones.

Además de resumir la producción de los países en donde la lucha armada y por ende el análisis retrospectivo de la mis
ma han tenido más desarrollo, Cuba, Centroamérica o Argentina (donde la fiebre del setentismo provocó una explosión de estudios, memorias, biografías y antologías documentales), este volumen tiene la virtud de incluir referencias de los países donde fue menos relevante y, por tanto, se ha estudiado menos el fenómeno (por ejemplo, Honduras, Costa Rica, Panamá, Puerto Rico, Dominicana, Paraguay, Bolivia y Ecuador). La ambición exhaustiva del recuento bibliográfico, en aras de sostener el ejercicio de balance historiográfico, se manifiesta cabalmente en el CD anexo al libro en el cual aparece una base de datos repleta de referencias.

A la hora de ofrecer un análisis y un balance de las publicaciones, los autores ponen sistemáticamente el acento sobre los estudios históricos de corte académico, generalmente escasos y más recientes, por encima de la más difusa y tendencialmente más antigua producción memorialistica y periodística. Esta atención no se debe tanto al culto a la novedad o porque se trata de un género más “confiable” ideológicamente sino a que se trata de productos de investigaciones rigurosas y sistemáticas a nivel metodológico, que recurrieron a múltiples y contrastantes fuentes y, además, dan cuenta de un interés creciente por trazar un balance histórico en el cual se juega el entrelazamiento de la disputa por la memoria frente al olvido con la sanción historiográfica, la disputa que acompaña toda escritura de la historia por parte de vencedores y vencidos.

No me aventuro por razones de espacio -y para evitar una selección excesivamente arbitraria- en el laberinto de países y movimientos reseñados en los capítulos del libro, más bien invito a los lectores a elegir su propio itinerario en esta obra de consulta, cuya lectura integral recomiendo ya que ofrece un panorama de amplio espectro latinoamericano en forma de un mosaico de representaciones de una época, de miradas sobre aquel tiempo en el cual los movimientos revolucionarios ocuparon el centro del escenario político.

Prefiero detenerme brevemente sobre una cuestión nominal o, mejor dicho, conceptual, que no deja de tener fuertes implicaciones teóricas, históricas y políticas. Los autores, en el título, optaron por la noción de luchas revolucionarias para sintetizar —con amplitud y precisión— las trayectorias políticas que quisieron reunir y analizar. Sin embargo aparecen, a lo largo del libro, muchas y muy diversas definiciones, con los consiguientes diferentes recortes en el universo de observación de los fenómenos y procesos: izquierda o movimientos insurgentes o insurrectos, revolucionarios, armados, guerrilleros, nueva izquierda, etc.

ocombate 67En esta ramificación se asienta un elemento de disparidad entre los distintos capítulos —al margen de la mayor o menor calidad analítica y la profundidad de investigación de unos y otros— en tanto dan cuenta de distintos conjuntos de organizaciones políticas. Al mismo tiempo, más allá de las definiciones y del nominalismo, es un hecho que la gran mayoría de los capítulos apunta a los grupos que optaron por la lucha armada y la llevaron a cabo, ejerciendo concretamente la “crítica de las armas”, para evocar el título de un libro de Regis Debray que fue lectura de cabecera de una generación de militantes. Así que de movimientos armados o de izquierda armada se trata, más que de izquierda guerrillera o movimientos guerrilleros, una definición que carga el énfasis hacia un modelo y un formato inspirado en la gesta cubana cuando —como es sabido— la idea de la guerrilla es más antigua y más difusa que el paradigma del foco. Resulta sugerente la idea de Verónica Oikión de partir del principio insurreccional o insurgente aunque en última instancia termine sobreponiéndose a la idea de izquierdas revolucionarias, en la clásica representación de la revolución como insurrección de masas, con el 1789 jacobino y el 1917 bolchevique como metáforas. Ambos adjetivos apuntan a distinguir unas izquierdas insurrectas en los hechos además de insurreccionales en la teoría, inmediatamente revolucionarias respecto al etapismo de los Partidos Comunistas de filiación soviética. Mucho más resbalosa e imprecisa, si se quiere centrar la atención en la vertiente armada, es la noción de Nueva Izquierda que también circula en el libro, aunque hay que reconocer que tiene la ventaja de sincronizar los fenómenos latinoamericanos con los que aparecieron en otras latitudes, como parte de desdoblamientos y diversificaciones al interior del movimiento comunista internacional.

La cuestión central de la lucha armada como una determinada expresión de la violencia revolucionaria merece ser problematizada y contextualizada. Si, al decir de Gramsci, hacer la historia de un partido es hacer la historia monográfica de un país, tratar de historizar la trayectoria de los partidos armados implica entonces una mirada sobre todo el universo de la izquierda que, en este época, era de forma generalizada socialista y revolucionaria -con mayores o menores condimentos y ornamentos nacional-populares. En el marco de estas dos coordenadas, en medio de un extenso debate sobre la violencia revolucionaria, se distinguieron efectivamente las opciones estrictamente armadas, que asumieron que el uso de las armas era no solo táctica sino estratégicamente central y determinante.

Pero una pregunta historiográfica relevante, que no alcanza a responder la obra que estamos reseñando, es si ésta realmente era central, social, política y estratégicamente. Lo que queda por hacer, además de aventurarnos en las regiones inexploradas del mapa señaladas por los autores de este volumen y de ensayar el ya mencionado análisis comparativo a nivel latinoamericano, es impulsar ejercicios interpretativos que permitan dar cuenta de movimientos políticos de izquierda amplios y multiformes, al interior de los cuales, en algunos casos, los grupos armados lograron ocupar un lugar central, articulador o simplemente sumaron fuerzas mientras que en otros, posiblemente la mayoría, se autoasignaron un papel de vanguardia sin lograr ser representativos ni legítimos intérpretes de los movimientos de masas que protagonizaban el conflicto de clases, cayendo en desviaciones militaristas más o menos pronunciadas y llegando a ser contraproducentes no solo en la medida en que propiciaban el incremento de las medidas represivas sino fundamentalmente en tanto desplazaban a segundo plano las luchas masivas y generaban un conflicto al interior de los movimientos populares. Esta evaluación, caso por caso, no resta valor histórico y político a las luchas emprendidas bajo la consigna de la acción armada pero la contextualiza y la problematiza, más allá de los estigmas y las apologías, apuntando a una historia integral de las izquierdas socialistas y revolucionarias latinoamericanas en la segunda mitad del siglo xx.


Verónica Oikión Solano, Eduardo Rey Tristán, Martín López Ávalos (editores), El estudio de las luchas revolucionarias en América Latina (1959-1996). Estado de la cuestión, El Colegio de Michoacán-Universidade de Santiago de Compostela, 2014, 504 pp.