ACERCA DE LAS ELECCIONES EN PERÚ,
LAS IZQUIERDAS Y EL FRENTE AMPLIO
(…) Hoy empezamos a construir un nuevo Perú, el Perú del bicentenario, un Perú unido en su diversidad, orgulloso de su historia, de su identidad, un Perú donde todos tengamos los mismos derechos y las mismas oportunidades, donde el Estado no esté al servicio de unos pocos privilegiados sino de las familias, del pueblo, con un desarrollo que no deprede ni contamine, con una sociedad en la que no sólo prime la búsqueda del éxito individual y los bienes materiales sino sobre todo del bien común, la justicia, la solidaridad. (…) El Frente Amplio ha nacido para quedarse, el Frente Amplio ha nacido para hacer historia. Y hoy iniciamos una etapa de esa historia.
Verónika Mendoza. Discurso de agradecimiento electoral1
Si bien es común escuchar que en las elecciones peruanas “puede pasar cualquier cosa”, a inicios de año era casi un consenso afirmar que la última contienda estaría hegemonizada por candidatos afines al modelo neoliberal. Entre los favoritos se mencionaba a Keiko Fujimori, al tecnócrata Julio Guzmán o el empresario Pedro Pablo Kuczynski (PPK); se daba por descontando un pobre desempeño electoral de las izquierdas, afectadas por la traición de Humala y las disputas internas. Sin embargo, ya a finales de enero la candidata del Frente Amplio (FA), Verónika Mendoza, empezó a subir en los sondeos, sintonizando con los peruanos que demandan cambios del modelo (68 por ciento según encuesta IPSOS).
La exclusión de la contienda de Guzmán y Acuña por supuestas faltas a la ley electoral alteró el tablero y sumó también a este incremento del fa en la intención de votos. Los resultados del 10 de abril colocaron como ganadora a Keiko Fujimori y dejaron en segundo a PPK, pero confirmaron el ascenso de Verónika Mendoza, quien quedó tercera, a sólo 1.8 por ciento de pasar a la segunda vuelta.
A la luz de esos resultados, conviene analizar el actual escenario político peruano, profundizando en lo actuado por las izquierdas y en el posicionamiento de las derechas, cercanas a ejercer nuevamente el poder, ya sea en su variante autoritaria fujimorista o en la transnacional encabezada por PPK. Ello, tomando en cuenta el difícil escenario latinoamericano, el declive de gobiernos progresistas y el ascenso de fuerzas conservadoras, signa un posible nuevo momento antagonista que también tendrá repercusiones en Perú.
El momento electoral, las izquierdas y los pasos del Frente Amplio
El Frente Amplio nació cuatro años atrás, como un esfuerzo de articulación estratégica de organizaciones sociales y grupos políticos de izquierda o progresistas, con la intención de competir electoralmente, pero también de representar a las luchas sociales. Entre sus integrantes destacan el partido Tierra y Libertad, ligado a la lucha socioambiental; el Movimiento Sembrar, liderado por Verónika Mendoza, congresista por Cusco y ex militante del Partido Nacionalista fundado por Ollanta Humala; y otros grupos más pequeños. El FA adquirió protagonismo en la coyuntura comicial peruana en octubre de 2015, al realizar elecciones ciudadanas abiertas para seleccionar a su candidato presidencial. En dicho acto, que movilizó a una ciudadanía bastante desconfiada de la izquierda, votaron más de 30 mil personas en todo el país. Ganó Verónika Mendoza, mujer joven y del interior del país, aspectos representativos del protagonismo de una nueva generación política.
Dadas las dificultades para lograr una unidad mayor en las izquierdas,2 el fa asumió participar y consiguió avanzar empatando con las expectativas de cambio de buena parte de la población. Pudo recoger así la persistente disconformidad con el modelo neoliberal sin moderar el discurso ni “tirarse al centro” logrando posicionar una agenda que exigía mejor intervención estatal, menos privilegios para los poderosos y mayor democratización de los beneficios del crecimiento económico. De otro lado, el FA construyó una lista congresal bastante representativa de las distintas luchas sociales del país incluyendo líderes indígenas, líderes sindicales, autoridades locales, jóvenes urbanos populares y feministas de reconocida trayectoria, entre otros actores. La confluencia de todos ellos demostró mayor protagonismo popular y creciente reconexión entre las instancias políticas de la izquierda y las organizaciones sociales, vínculo muy deteriorado en los años previos.
Otro paso clave en la actuación del Frente Amplio fue la puesta en marcha de un aparato organizado que con base en aportes solidarios, trabajo en redes y movilización ciudadana pudo responder a la usencia de financistas, la falta de recursos y la poca experiencia. Mientras los candidatos favoritos reportaron gastos de campaña por encima de 300 mil dólares, el Frente Amplio no llegó a 30 mil. La campaña demostró que se podía crecer y conseguir adhesiones y votos con una buena candidata como Mendoza y movilizando a militantes y activistas. El FA consiguió conectar con los sectores territoriales donde se expresa con mayor claridad el rechazo al modelo neoliberal como el sur andino. En esas regiones, quechuahablantes como la candidata, afectadas por la expansión de la actividad extractiva, y con larga tradición de lucha, los resultados electorales fueron contundentes: Mendoza alcanzó más de 50 por ciento de la votación.3
Segunda vuelta; continuidad neoliberal y el regreso parlamentario de la izquierda
Como ninguno de los candidatos logró una votación superior a 50 por ciento, los de la más alta, Keiko Fujimori, del Partido Fuerza Popular, y Pedro Pablo Kuczynski, de Peruanos por el Kambio, disputaran una segunda vuelta el 5 de junio. En el caso del fujimorismo, su triunfo —especialmente sólido en las regiones del norte y oriente— no debería sorprender; Keiko ya no sólo capitaliza y gestiona con éxito el legado de su padre, recordado por muchos peruanos como artífice de la “pacificación” y la estabilidad económica; tras perder con Ollanta Humala en 2011, optó por fortalecer su organización política, recorriendo todo el país inaugurando locales y captando potenciales candidatos… Muy probablemente el dinero de la corrupción le ayudó a financiar esta larga campaña, donde el clientelismo y la entrega de regalos fue marca distintiva, pero lo real es que funcionó. El fujimorismo consiguió no sólo 40 por ciento de apoyo presidencial sino, también, mayoría calificada en el Parlamento; colocó 70 de los 130 congresistas. PPK quedó segundo, con un lejano 20 por ciento; y Verónika Mendoza, pisándole los talones, ganó en una única región (Arequipa), congregando el voto básicamente urbano y de clases medias, temeroso de cualquier opción de izquierda o crítica al sistema que pueda alterar los beneficios conseguidos en esta etapa.
Pese a este escenario que augura cinco años más de apabullante neoliberalismo, en el campo de las izquierdas hay ambiente de triunfo. La amplia votación de Verónika Mendoza y el Frente Amplio, con una campaña austera e intensos ataques de la gran prensa, evidencia un nuevo momento político, signado por la irrupción de una nueva generación, que opta por la democracia interna y consigue un claro posicionamiento territorial en el combativo sur andino. Significa también el regreso de la izquierda al Parlamento, pues el Frente Amplio logró 20 escaños, convirtiéndose en la segunda fuerza política y la primera minoría por encima incluso de PPK. Desde 1985, cuando la histórica Izquierda Unida era también la segunda fuerza nacional, ningún partido abiertamente reconocido de izquierdas y organizado como tal conseguía llegar al Congreso. Ahora, la izquierda cuenta ya no sólo con las calles para hacer valer su posición: tiene también en el Parlamento un espacio desde el cual hablar a los ciudadanos y respaldar la lucha social, siendo conscientes de que la apabullante mayoría fujimorista impedirá reformas sustantivas, en especial en materia de defensa de los recursos naturales, mayor control de las grandes inversiones, los derechos humanos o la lucha contra la corrupción. Será también difícil avanzar con cambios constitucionales, bandera que empujó el FA en la campaña electoral, instalando en debate público la necesidad de cambiar la Constitución de 1993 aprobada durante la dictadura de Alberto Fujimori, ampliamente favorable a la inversión privada.
A pocas semanas de la segunda vuelta, los sondeos coinciden en señalar un empate técnico entre los dos candidatos. En realidad son propuestas ampliamente coincidentes en la cerrada defensa del modelo, sobre todo en el tema económico. Pero en el caso del fujimorismo, la vinculación con la mafia que gobernó en el decenio de 1990 está más que probada, y la elección de Keiko sería un duro golpe para la memoria histórica del país, no sólo por la falta de autocrítica y el aval al ex presidente hoy preso que quebró la institucionalidad democrática sino, también, porque Keiko no ha explicado cómo devolverá los 6 mil millones robados por Fujimori-Montesinos y sus allegados ni mencionado cómo va a reparar —y sancionar a los culpables— a quienes la dictadura vulneró sus derechos humanos, incluidas a las mujeres víctimas de esterilización forzada. Por tanto, la segunda vuelta será de poca discusión programática y mucha movilización del antifujimorismo, expresándose fuerte el rechazo a lo que representaría la vuelta de este grupo al Ejecutivo.
Epílogo temporal
A inicios del siglo XIX, mientras Bolívar arrasaba godos en el norte acabando con el virreinato de Nueva Granada y San Martín cruzaba los Andes con el Ejército Libertador del Sur, las fuerzas coloniales se atrincheraban en Perú decididas a defender desde ahí el poder de la corona. Sólo en 1824, con la batalla de Ayacucho, fue expulsado el último virrey, y quedó sellada la libertad del continente. Este ejemplo suele plantearse para explicar que Perú llega tarde a decisivos procesos políticos regionales… Así, mientras en la región asistimos al declive gobiernos progresistas y un repliegue de las fuerzas de izquierdas, en Perú, pese a la continuidad de la derecha en el Estado, hay un ambiente de ascenso. Pero este buen momento político no puede verse con triunfalismo: cinco años más de gobierno neoliberal en un contexto de crisis económica mundial llevará, ente otras cosas, a que los proyectos extractivos (dominantes de la economía peruana) se acompañen de buenas dosis de represión y criminalización. Es probable que se profundice un nuevo momento antagonista favorable a la politización crítica, y correspondería al Frente Amplio seguir en esas luchas, constituyéndose en parte de la movilización, pero también siendo capaz de mover las inercias que mantienen el statu quo. El FA debe ser capaz de sobreponerse a su precariedad orgánica desplegando su potencialidad de crecer y aglutinar, coincidiendo y aportando al mayor protagonismo y autonomía de los sectores populares. Esto requiere que se encuentre con la gente, recupere la moral de “productores”, ensaye otros registros, lenguajes y articulaciones, un “desafío de renovación” que convenza a las mayorías de que no aspiran a administrar la impotencia y gestionar el aparato estatal para hacer más de lo mismo, un ejercicio de “creación heroica” que no pueden (podemos) postergar.
1 Discurso de agradecimiento de Verónika Mendoza, pronunciado el 12 de abril, tras conocerse los resultados oficiales de las elecciones presidenciales http://vero.pe/project/gracias/
2 El espectro de izquierdas compitió electoralmente en dos listas. El Frente Amplio, Dignidad y Democracia, con su candidato Gregorio Santos. La confluencia Únete, donde estaban el pc y Patria Roja, se quedó en el camino por no lograr inscripción electoral.
3 www.onpe.gob.pe