“VOLVIMOS Y FUIMOS MILLONES”: EL TRIUNFO ELECTORAL EN BOLIVIA

A la memoria de Orlando Gutiérrez, víctima de la dictadura

Introducción

La del pueblo boliviano en las elecciones del domingo 18 de octubre fue una hazaña en todo el sentido del término, significó mucho más que el retorno a la democracia tras un golpe de Estado y la instauración, durante once largos meses, de un proceso de Estado de excepción y ocupación militar[2]. La del MAS-IPSP fue una lección histórica, no solo por el porcentaje de votos alcanzados, sino porque estos se emitieron en un contexto de represión y persecución similar al de las dictaduras impuestas por el Plan Cóndor en décadas pasadas. 

Las y los bolivianos salieron a votar masivamente por el partido de los depuestos, los perseguidos, los exiliados, los proscritos, los masacrados y difamados. Fue una lección histórica porque aún en una competencia desigual, con todos los poderes en contra, con procesos y juicios iniciados a las y los candidatos del MAS, encuestas hechas a medida, medios de comunicación hostiles y amedrentamiento estatal, la Bolivia de la plurinacionalidad se impuso en las urnas. 

Con un país devastado por la ocupación ilegitima del gobierno de facto y un equívoco manejo de la pandemia por COVID-19[3], el presidente electo Luis Arce Catacora tiene el reto de reconstruir la mermada economía, recomponer el tejido social abruptamente desgarrado, reestablecer la democracia y la justicia en el país andino. Retomar el camino de la soberanía y la autodeterminación por el que transitaba ese pueblo antes del golpe, pero fundamentalmente tiene el desafío de trascender el legado y construir la Bolivia del futuro, sin calco ni copia.

El contexto

Tengamos presente que no se trató de unas elecciones ordinarias, el solo hecho de llegar a las urnas para elegir presidente fue un triunfo de la movilización popular, pues en más de tres ocasiones fueron pospuestas bajo el pretexto de priorizar la salud y evitar contagios. Lo que debió ser un gobierno interino, que llamara a elecciones en menos de 90 días como establece el artículo 169 de la Constitución, se convirtió en un gobierno autoritario y prorroguista que manipuló una pandemia y sus lamentables consecuencias por cálculos políticos. So pretexto de la pandemia el gobierno de facto instauró un estado de excepción que incluyó, como en los viejos tiempos, detenciones sin orden previa, registros domiciliarios, intervención de comunicaciones y prohibición de la libre circulación de personas. 

En once meses llevaron a cabo el desmantelamiento de las empresas públicas, forzando la quiebra de empresas estratégicas como la estatal Boliviana de Aviación, BOA, Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos o la empresa estatal de comunicaciones, ENTEL. Más todavía, el golpismo recurrió a préstamos del Fondo Monetario Internacional[4] y a la utilización –también en forma de préstamo- de recursos extraordinarios del Banco Central de Bolivia para pago de salarios y asignó sumas millonarias para el gasto militar[5].

Esta arremetida contra el entramado institucional del Estado Plurinacional y la población dejó como resultado que una nación que ostentó por cinco años consecutivos el primer lugar en crecimiento económico de la región[6] y primer lugar en reducción de las desigualdades, que el año 2019 fue reconocido como país de Desarrollo Humano Alto[7] e incrementó la esperanza de vida en diez años[8], tuviera una caída del PIB del 11% en solo once meses de gobierno de facto[9].

La crisis sanitaria y económica, sumada a la crisis política post-golpe de Estado, fueron el catalizador del retorno del MAS al gobierno con una votación histórica. Por ello, no fueron unas elecciones ordinarias, fue una revuelta popular que transitó electoralmente para deponer al golpismo. Dentro, pero desbordando los márgenes de la democracia representativa. Jugando con sus reglas, aceptando sus cambios de último momento, como aquel que le dio a los militares la custodia del material de votación y las actas de escrutinio en detrimento de los jurados electorales civiles, como establece la normatividad. O la determinación del Tribunal Supremo Electoral de anular la trasmisión de resultados electorales preliminares[10], punto nodal en las elecciones de 2019 para que la Organización de Estados Americanos, OEA, gritara “fraude” y Carlos Mesa llamara a desconocer los resultados y subirse de polizonte a una anhelada segunda vuelta, frustrada también por el golpe.

A pesar de las amenazas abiertas del Ministro de Gobierno, Arturo Murillo –hoy prófugo-, de detener a los militantes del MAS en plena jornada electoral, o de las declaraciones de su Viceministro de Régimen Interior, Javier Issa, a unas horas de las elecciones: “En caso de que exista cualquier activación, de cualquier grupo irregular que quiera romper el orden público, vamos a actuar, vamos a actuar de acuerdo a ley. En caso de que estas personas no logren replegarse, en disuasión vamos a usar agentes químicos, en caso de que ellos utilicen armas, nosotros también estamos listos para el uso de armas. (…) Los dirigentes del Movimiento Al Socialismo (MAS) han indicado que van tomar las armas y para esta situación también estamos preparados, el Ejército está preparado”[11], el voto fue masivo y venció al miedo.

La hazaña

En ese contexto se realizaron los comicios y los resultados electorales fueron inesperados. No cabía duda del triunfo de Luis Arce, el candidato del Movimiento al Socialismo-Instrumento por la Soberanía del Pueblo y exministro de economía de Evo Morales, pero sí del margen que existiría entre éste y Carlos Mesa, candidato del golpismo y receptor del voto útil que promovió el gobierno de Jeanine Añez luego de renunciar a su candidatura por falta de apoyos[12].

Este llamado al voto útil en favor de Mesa respondía a la estrategia de imponerse a través de la segunda vuelta, pues como sabemos en Bolivia se requiere contar con más del 50 % de los votos válidos o con el 40 % y separarse por 10 puntos del segundo candidato mayor votado para ganar en primera vuelta. 

Todavía en la noche del 18 de octubre los medios de comunicación nacionales se negaron a dar los resultados de boca de urna, por instrucciones del Tribunal Electoral, con el objetivo de esperar una reducción de la brecha entre Arce y Mesa. El riesgo era que el gobierno de facto no respetara los resultados electorales o los manipulara para arañar la segunda vuelta, pero la contundencia del pueblo boliviano expresada en las urnas desarmó toda tentativa antidemocrática. La presión de los observadores electorales y medios de comunicación internacionales, forzó a que se publicaran los resultados preliminares, que dieron como ganador a Arce en primera vuelta con más del 55% de los votos.

Arce ganó con una distancia abismal sobre Mesa, con más de 26 puntos. Ganó no solo en las áreas rurales donde se encuentra el voto duro del MAS, sino en seis departamentos: La Paz, Chuquisaca, Pando, Potosí, Oruro y Cochabamba. Carlos Mesa se impuso en dos departamentos: Beni y Tarija; y Luis Fernando Camacho, quien tomó por asalto Palacio Quemado, biblia en mano, durante el golpe de Estado, solo ganó en Santa Cruz de la Sierra. 

Carlos Mesa ganó en cinco ciudades capitales, Luis Arce en tres y Camacho en una, lo que nos devuelve al debate sobre el rol de las clases medias en Latinoamérica, funcionales a los proyectos conservadores que paradójicamente son los que las han empobrecido, como lo vimos nítidamente en Argentina y Brasil, y en Bolivia no solo en las elecciones sino durante el propio golpe de Estado[13]. ¿Cuál es entonces la forma en que los proyectos populares deben trabajar con estos sectores? ¿están destinadas ellas, a ser opositoras a cualquier proyecto popular, incluso en el que salgan beneficiadas? ¿hay que abrir cuotas para estas minorías sociales en los distintos órganos de gobierno para que se sientan incorporadas?

Este balance lo dejamos para un texto sin tanta urgencia política, basta aquí con dejar constancia que los resultados de las elecciones del 18 de octubre de 2020 ratifican los resultados de las elecciones del 20 de octubre de 2019, donde Evo Morales fue acusado de fraude electoral y depuesto por ello.  

El fraude que nunca fue, el pretexto que buscó legitimar el golpe de Estado violento, la usurpación de poder con el gobierno de facto y el posterior desmantelamiento del Estado y la crisis política y económica que vive hoy Bolivia, son responsabilidad de la OEA, pero también de la elite boliviana, hoy golpeada, pero no derrotada.  

El presente de Bolivia está en disputa, al cierre de estas líneas, a menos de 24 horas de la toma de posesión de Luis Arce Catacora, conocimos la noticia del atentado contra su vida con la detonación de dinamita en la casa de campaña del MAS-IPSP, días atrás la conmoción por el asesinato del joven dirigente minero Orlando Gutiérrez a manos de grupos paramilitares. Los golpistas dejaron sembrada la semilla del fascismo, hay que arrancarla de raíz. 

El triunfo de Arce Catacora nos demuestra que al final de cuentas las oligarquías y clases medias bolivianas no lograron entender a su país, son antipatria, tuvieron la oportunidad de conducir el gobierno y convertirse en opción política, sin siquiera haber ganado un voto, pero prefirieron negar a la Bolivia profunda, la de los “salvajes”, la de las “hordas masistas”, como no se cansaron de repetir. Y esa Bolivia profunda les dio la lección más grande de su vida y nos la dio a todos en el Continente, a quienes promovieron y financiaron el golpe: gobiernos y empresas trasnacionales; a quienes lo apoyaron y ejecutaron: militares y jóvenes universitarios desorientados o comprados; a quienes lo celebraron: medios de comunicación; a quienes lo endulzaron o negaron: “intelectuales” y académicos de izquierda incluidos[14]. Eso sucede cuando se trata de negar a un pueblo que es muchos pueblos y se ha reconocido como tal, cuando se busca regresar a la condición de subordinación a quienes han ejercido su propio gobierno y recuperado su país. 

El triunfo del MAS en Bolivia modifica el mapa político de Latinoamérica, que vive una segunda oleada a favor de los proyectos y gobiernos populares. Este nuevo ciclo se inaugura con el triunfo de Andrés Manuel López Obrador en México, y es seguido del de Alberto Fernández en Argentina, de la victoria histórica del pueblo boliviano y la del pueblo chileno con la aprobación de un cambio constitucional. Sin lugar a duda, continuará en Ecuador con el triunfo electoral de Andrés Arauz. Es la hora de los pueblos, a la que estamos convocadas todas las fuerzas en lucha por la transformación social. 


[1] Mexicana-boliviana, maestra en Estudios Latinoamericanos por la UNAM, coordinadora del Grupo de Trabajo “Geopolítica, integración regional y sistema mundial” de CLACSO.

[2] Se trató de un golpe de estado de corte militar, paramilitar, policial, eclesial, mediático, parlamentario, extraterritorial, como lo hemos analizado en el artículo “Bolivia, el golpe” en el número 273 de esta Revista.

[3] No solo no hubo reconversión hospitalaria ni adquisición de insumos necesarios, sino que el gobierno de Añez compró 170 ventiladores inservibles para terapia intensiva a un precio 4 veces mayor al del mercado. Véase: https://www.latercera.com/mundo/noticia/escandalo-de-corrupcion-por-compras-de-respiradores-con-sobreprecio-sacude-a-bolivia/MQVIFDTGJFG4THMBFMW3C2NSK4/

Simultáneamente priorizó la compra de gases lacrimógenos, en la que también hubo corrupción al adquirirlos con sobreprecio a la compañía Bravo Tactical Solutions LLC. Véase: https://www.paginasiete.bo/seguridad/2020/6/2/compra-de-gases-lacrimogenos-amenaza-con-ser-un-escandalo-mas-grave-que-el-del-caso-ventiladores-257226.html

[4] La administración de facto de Jeanine Áñez negoció con el FMI un préstamo por 327 millones de dólares, suma que aceptó sin la aprobación obligatoria del órgano legislativo. Véase: https://www.telesurtv.net/news/bolivia-prestamo-ilegal-fmi-gobierno-facto-20200910-0006.html

[5] Tan solo en la primera semana del gobierno de Añez se aprobó la erogación de cinco millones de dólares para el equipamiento de las Fuerzas Armadas, Véase: https://www.nodal.am/wp-content/uploads/2019/11/sample.pdf

[6] El año 2014 el crecimiento del PIB en Bolivia fue de 5.5 %; en 2015, de 4.9 %; en 2016, de 4.3 %; en 2017, de 4.2 %, y para 2018 creció por encima del 4.5 %.

[7] El Desarrollo Humano se mide considerando las siguientes variables: esperanza de vida al nacer, años esperados de escolaridad y PIB per cápita, véase: http://hdr.undp.org/sites/default/files/hdr_2019_overview_-_spanish.pdf

[8] La esperanza de vida el año 2005 era de 63.5 años y el 2018 se incrementó a 73.5 años.

[9] Luis Arce señala que Bolivia “crecía a 8.2 por ciento. Es una caída de 15 o 16 puntos porcentuales, que es mucho. Por otra parte, el desempleo. Teníamos un desempleo de apenas 4 por ciento. Ahora supera 30 por ciento” Véase: “Arce: tardará Bolivia en recuperarse hasta 2 años y medio”, Luis Hernández Navarro, La Jornada, lunes 02 de noviembre de 2020, disponible en: https://www.jornada.com.mx/ultimas/mundo/2020/11/02/arce-tardara-bolivia-en-recuperarse-hasta-2-anos-y-medio-2301.html

[10] Antes TREP, ahora DIREPRE, Difusión de Resultados Electorales.

[11] Véase, “El Gobierno no baja la tensión preelectoral, advierte con el uso de armas”, La Razón, 16 de octubre de 2020. Disponible en: https://www.la-razon.com/nacional/2020/10/16/el-gobierno-no-baja-la-tension-preelectoral-advierte-con-el-uso-de-armas/

[12]En la última encuesta de intención de voto nacional en la que Añez figuró, no pasó del 7%, frente al más de 30% de Arce Catacora. 

[13] Nunca olvidaré a mis vecinas en el barrio clasemediero de Sopocachi organizadas para llevarle comida a los policías amotinados contra el gobierno de Evo Morales.

[14] Alejandro Pedregal dejó constancia de ello en su artículo “Contra la neutralidad y equidistancia ante el golpe”, en el número 273 de esta Revista, disponible en: https://revistamemoria.mx/wp-content/uploads/2020/03/memoria-273-1.pdf