PARA INDIGNARSE CON EXACTITUD ARITMÉTICA

SOBREVIVIR A LOS DATOS

Wall Street, 2008. Su alta inteligencia lo lleva a ocupar un alto puesto en un alto banco del mundo. Hace las cosas lo suficientemente mal para poner la empresa al filo de la bancarrota. En recompensa a su gestión recibe sueldo y bonos millonarios. Las buenas noticias no paran allí: sus altos colegas han hecho las cosas aproximadamente igual de mal que él, generando pérdidas récord en la historia de la industria bancaria y poniendo al mundo en el borde de un colapso financiero. Como premio a esta gestión colectiva, el gobierno, en representación del pueblo -es decir, con cargo al erario- entrega al sistema bancario, para rescatarlo, setecientos mil millones de dólares. Para terminar, su alto sentido de la conservación le sugiere destinar buena parte de ese rescate público a un nuevo premio por el provechoso acuerdo alcanzado: en total, los veintiocho más audaces de sus colegas se habrán bonificado 440 millones de dólares; el siguiente millar más afortunado se repartirá un combinado de 4 mil 500 millones.

ultimawebMucho dinero en pocos renglones.

La primera dificultad que sale al paso de quien pretende analizar la situación económica del mundo o de su país es la de verse recibido por una procesión de cifras exorbitantes y naturaleza diversa. En cosa de segundos se transita de las decenas de millones de pesos a los miles de millones de dólares, y de pequeñas tropelías municipales a saqueos que acaban con la vida de países o regiones enteras: se lee que el esfuerzo de los trabajadores de un determinado ramo se trueca en riquezas millonarias para sus líderes sindicales; se lee que nuestro pueblo eroga siete mil millones de pesos para la compra de la nueva aeronave presidencial; se lee que la deuda pública estadounidenses pertenece al orden de las decenas de millones de millones de dólares; se lee que, a nivel global, unas cuantas docenas de individuos acaudalados poseen tanta riqueza como la mitad más pobre del planeta. La danza de cifras oscila entre cantidades que el ciudadano medio nunca verá en su bolsillo a cantidades que verá todavía menos, y entre formas de transferencia de valor que van desde las sutilezas de la desigualdad estructural hasta el franco robo en despoblado. ¿Cómo armarse, pues, para afrontar ese vendaval de cantidades? ¿Cómo orientarse en esa retahíla de revelaciones escandalosas por absurdas e indignantes por exactas, pero cuya abundancia y diversidad complican, por la vía de la saturación, la posibilidad de evaluar a cada una de ellas en su justa dimensión?

Antes de lanzarnos a plantear, desde la economía política, cuestiones relativas al capitalismo financiero, a la relación de éste con la llamada ‘economía real’, y a los retos que esta relación plantea para los proyectos anticapitalistas, creemos necesario, mediante una labor propedéutica, establecer un plano de ubicación que nos permita poner en perspectiva las magnitudes con que el análisis económico convive: una hoja de ruta -mínima, sin duda, pero igualmente provechosa- para sobrevivir a la citada avalancha informativa. Los puntos de referencia que aquí establezcamos servirán para dimensionar los motivos de indignación que a cada quién le parezcan pertinentes. En la escala que presentaremos, los datos que el lector recuerde o descubra encontrarán cabida y proporción.

La transcripción de cifras es un ejercicio de alcance limitado. No obstante, algo nos dirá sobre el estado actual del mundo. Y es que, si la lógica del sistema económico es la del disparate, su mera descripción toma los tintes de una crítica de panfleto. Pese a su apariencia de parquedad y precisión, el escándalo es el estado de ánimo ordinario de las estadísticas. El género del ‘informe económico’ posee un halo de tragedia y farsa.

¿CUÁNTO ES MUCHO?

Sobrevolemos el espectro en que se mueven los números de la macroeconomía -cantidades que oscilan entre los 7 y los 15 dígitos.-

Ubiquémonos, para comenzar, entre las decenas y las centenas de millones de pesos. Son cantidades altas pero no inconcebibles. Después de todo en este rango se encuentran las pequeñas afrentas que constituyen la materia cotidiana de la política nacional: como los 23mp que usted y sus colegas contribuyentes entregan anualmente a los cinco magistrados de la Suprema Corte de Justicia (en los que se incluyen prestaciones como aguinaldo, ‘ayuda para anteojos’ y un humanitario ‘estímulo del día de la madre’); como los 40mp que su generosidad destina a la manutención de los expresidentes mexicanos; como los 500mp que, en el fraude conocido como PEMEXGATE, el sindicato petrolero malversó en beneficio del candidato presidencial priísta…

Agregue un dígito para construir cantidades en el orden de los miles de millones de pesos: encontrará allí el monto que los Partidos Políticos recibieron para la campaña electoral de 2012 (1.6), o bien el monto de la deuda que el fisco condonó a Televisa en 2012 (3.3). También el costo de la referida nueva aeronave presidencial (7), el costo de la tristemente célebre Línea 12 del Metro de la Ciudad de México (26), así como las partidas que reciben algunas de las secretarías e instituciones más importantes de nuestro país: 35 la UNAM, 65 la SEDENA, 130 la Secretaría de Salud o 292 la SEP.

Llegados a este punto, y para hablar del ámbito global, será pertinente expresar los cálculos en dólares y situarnos en la categoría de los miles de millones (billion, según la nomenclatura estadounidense, un uno seguido de 9 ceros). En este rango se ubican las ganancias anuales de algunas de las empresas más importantes del mundo: Apple (37), Exxon Mobil (32.6), Microsoft (22.8), Wal-Mart (16), Google (12.2), Nestlé (10.8), Coca-Cola (8.5). También aquí encontramos los montos que el rescate bancario de 2008 entregó a los principales bancos de Estados Unidos: 45 a Bank of America, 45 a Citigroup, 25 a Wells Fargo… En total, el plan de rescate ascendió a 700 mil millones de dólares (de los cuales, como antes señalamos, 4.5 mil millones fueron a parar, por concepto de bonificación, a las manos de sólo 1,111 ejecutivos de los bancos rescatados.) Para otras cantidades pertenecientes a las centenas de miles de millones de dólares diríjase a las economías nacionales de la mayoría de los países (v.g. Suiza: 631, Noruega 500, Argentina 477, Venezuela 382 etc.)

Si ya resulta difícil imaginar mil millones de dólares -y más difícil empaquetarlos en grupos de decenas o centenas- multiplique por mil tal cantidad para alcanzar la denominación de los millones de millones (‘trillion’ en la nomenclatura estadounidense). Estas cantidades se componen de doce ceros y expresan el valor producido por las mayores economías del mundo: por ejemplo 1.2 millones de millones de dólares equivalen al producto nacional de México; 2.2 al brasileño y 8.3 al de China. De 1 a 3 millones de millones de dólares (las estimaciones varían) ha costado a Estados Unidos la guerra contra Irak. 17 millones de millones equivalen al PIB estadounidense, una cantidad tan alta como la de su deuda pública. 2.29 millones de millones es la riqueza poseída por los 400 estadounidenses más ricos. En el ámbito internacional, a 85 millones de millones asciende el producto global (Gross World Product) del año 2012. El 2 por ciento de esa cantidad, 1.7 millones de millones, se destinaron al gasto militar. Por otra parte la crisis económica de 2008 habría tenido un costo de entre 15 y 20 millones de millones de dólares.

¿Tendría sentido hablar de cantidades superiores? Asomándonos a la estratósfera de las cantidades acaso nos encontremos con el dato, desconcertante, de que el mercado de los derivados financieros, en vertiginoso ascenso desde hace dos décadas y protagonistas de la crisis financiera de 2008, posee un valor nocional de 1.2 miles de millones de millones de dólares (un quadrillion, según la notación estadounidense, que se representa con un 1 seguido de 15 ceros), cantidad imposible de materializarse dado que excede la totalidad de la riqueza existente en el planeta y que acaso sea superior a los productos elaborados por la humanidad a lo largo de su existencia. De millar en millar, la aritmética nos habrá llevado al punto, absurdo a todas luces, en que una cantidad existente solo en los contratos pactados por un puñado de expertos financieros se habría tornado equiparable con los años de historia del trabajo vivo. Como un signo de los nuevos tiempos, el demencial y ascéptico mundo financiero -en el que el dinero engendra dinero sin producir un gramo de mercancías y sin lidiar con un solo trabajador- reclamaría para sí un peso mayor del que posee la llamada economía real.

Tenemos pues una serie de cantidades, más o menos inconexas y de muy diversa índole, ordenadas de menor a mayor. La serie es útil para ubicación y comparación entre las cifras. Es preciso sin embargo analizar estos datos según los fines en que se gastan y las proporciones en que se distribuyen entre la población.

sale1-3

Distintas escalas de riqueza. Para poner en proporción las cifras, la cantidad más alta de cada cuadro es colocada como la cantidad más baja del subsiguiente.

NUEVAS UTOPÍAS PARA RESIGNADOS

En el año 2012 el Producto Mundial Bruto (World Gross Product o WGP) se estimó en 85 millones de millones de dólares (un 85 seguido por 12 ceros). En un estado de perfecta igualdad este monto alcanzaría para que cada uno de los siete mil millones de individuos sobre la tierra tuviera un ingreso anual de aproximadamente 12 mil dólares anuales (un hogar de cuatro personas viviría con aproximadamente 4 mil dólares mensuales, unos 62 mil pesos). Supongamos que nuestras esperanzas revolucionarias se encuentran tan a la baja que ya no esperamos sociedades de igualdad perfecta, sino apenas sociedades de desigualdad controlada. Por ejemplo: en una situación de desigualdad alarmante, en que la quinta parte más rica de la población recibiera 25 veces más que la quinta parte más pobre (y en el que cada quintil creciera a intervalos proporcionales y constantes), el 20% más rico de la sociedad acapararía tantos ingresos como el 60% de la población mundial. En un estado de desigualdad aberrante, en el que la proporción de ingresos entre la cumbre y la base fuera de 1 a 50, el quintil superior acapararía casi el 40% de la riqueza mundial (unos 33 millones de millones de dólares), mientras que 1,200 millones de personas vivirían en situación de extrema pobreza (con aproximadamente 1.3 dólares al día).

Para sorpresa de muchos, pero para ratificación de nuestro pesimismo, el hecho es que, en comparación con el estado actual del mundo, alcanzar ese escenario de desigualdad aberrante representaría un inmenso progreso, y sería alcanzable solo mediante una transformación profunda, global y sostenida, en las relaciones de propiedad. Para decirlo llanamente, la meta de edificar una sociedad con tales tasas de desigualdad sería propia de comunistas radicales.

Este hecho acaso no hable bien del ánimo revolucionario de nuestro tiempo. Pero habla mucho peor, e inobjetablemente, de la capacidad del capitalismo para distribuir la riqueza bajo criterios mínimamente racionales. Los índices de desigualdad de nuestra sociedad son descabellados. Nunca tanta riqueza hubo convivido, lado a lado, con los niveles tan altos de privación. De acuerdo con algunas estimaciones, el 40% de la población vive con menos de $2 dólares al día; casi el 20% de la población mundial lo hace con $1.25 dólares al día. Más de ochocientos millones de seres humanos viven en la pobreza mientras que el 20% más rico de la población acapara casi el 75% del consumo global. Si desagregamos cada uno de estos dos grupos la situación luce aún más grave: el 10% más rico ejerce el 59% del consumo mientras el 10% más pobre accede solo medio punto porcentual, y tan solo el 1% de la población tiene tantos ingresos como los 3 500 millones más pobres del planeta. De acuerdo con esta información, la desigualdad entre el primero y el último decil de la sociedad está en proporción de 1 a 118. Finalmente, en términos de riqueza total, la desigualdad se acentúa: la riqueza del 1% más rico del mundo asciende a 110 millones de millones de dólares, equivalente a 65 veces lo que posee el 50% más pobre de la población. En el dato más inverosímil e indignante que ofrece nuestra economía se lee que las 85 personas más ricas del mundo (la cienmillonésima parte de la población, un .000001%) posee lo mismo que los tres mil quinientos millones de seres humanos más pobres, el 50% de la población.

Una forma alternativa de enfocar el mismo tema es concentrándonos en el orden de prioridades en que el sistema económico distribuye el gasto.

A la serie de datos que hemos propuesto agreguemos, para ponerlos en proporción, una cantidad bien modesta: en 2007 la FAO declaró que para erradicar el hambre en el mundo se necesitaría incrementar los fondos destinados a este fin en 45 mil millones de dólares. Dada la diversidad de las estimaciones al respecto, y para tener en cuenta la dificultad de establecer un cálculo preciso, supongamos que el cálculo tiene un margen de error tan alto como el 100%, y que la cantidad real requerida ascienda al doble de lo previsto por esta estimación. Tomemos esta previsión para asegurarnos de que la cifra que usaremos como parámetro sea suficiente. A falta de un mejor nombre, concédasenos provisionalmente llamar canasta básica global (CBG) a los 90 mil millones de dólares de esta estimación corregida y aumentada.

Tomando esta cantidad como criterio de evaluación las confirmaciones sobre la irracionalidad de nuestro sistema nos llegan desde múltiples ámbitos de la economía:

Consideremos, por ejemplo, la industria del lujo (compuesta por bienes superfluos como joyería, ropa y accesorios de diseñador, accesorios, relojería, etc.) que en 2012 alcanzó ventas en el orden de los 300 mil millones de dólares. Sin abolir el derecho de los pudientes a adquirir la banalidad que su libre arbitrio les dicte, una reducción de menos un tercio de este monto equivaldría al costo de la canasta básica global. Algo semejante podríamos decir si contrastamos el monto de la canasta básica con gastos como los 320 mil millones que el mundo destina cada año al consumo de drogas ilegales (100 de ellos salidos de los  bolsillos estadounidenses), o de los 1.3 millones de millones de dólares anuales que las naciones destinan para amenazarse recíprocamente -y llegado el caso garantizar su destrucción-, cantidad 19 veces superior a la canasta básica global. Podríamos tener un mundo sin hambre y todavía espectacularmente hostil, armado y agresivo, si las naciones transfirieran para este fin tan solo un 5% de su presupuesto militar. Lo mismo valdrá para los aproximadamente USD 3 millones de millones que costará a los Estados Unidos su empresa imperial en Irak: el 3% de esa cantidad cubriría el costo de la canasta básica global por un año. Téngase en cuenta que tan solo estamos considerando cuatro rubros de gastos superficiales o prescindibles. Un levísimo redireccionamiento combinado en cada uno de ellos (de apenas unos cuantos puntos porcentuales) bastarían para cubrir, con creces, el costo de la CBG. A tal punto se eleva el desarrollo de las fuerzas productivas de nuestra sociedad (tan irrisorio es el tiempo socialmente necesario para garantizar las condiciones materiales de la vida) que el monto requerido por la CBG ni siquiera exigiría aniquilar alguno de estos rubros: nuestra sociedad podría darse el lujo de vivir sin hambre y dejar casi intactos los recursos que destina a gastos excesivos, estrafalarios y destructivos.

El lector podrá completar este ejercicio mediante la comparación de la CBG con los montos que el sistema económico asigna a otros rubros prescindibles (la industria publicitaria o la del entretenimiento, por ejemplo), o bien proponiendo como criterios de evaluación las cantidades que garanticen otras dimensiones de una vida digna (salud, agua, educación, vivienda etc.) Estas variantes llegarían al mismo resultado que nuestro modesto ejercicio: la manifiesta desproporción entre la cantidad de riqueza producida y la calidad del consumo distribuido. La contradicción entre, por un lado, una capacidad productiva en desarrollo y siempre creciente y, por otro, la incapacidad de traducir ese crecimiento en posibilidades de desarrollo para los individuos. La riqueza no deja de crecer mientras la vida no deja de colgar en un alambre. Más sencillo resultó para nuestra sociedad salvar un sistema bancario corrupto que erigir un sistema alimentario digno; y más sencillo le ha resultado incrementar las ganancias de los multimillonarios que tender una mano a los sumidos en la miseria.

sale4

Porcentaje de la riqueza total poseído por cada quintil de la sociedad. Comparativo entre un escenario imaginario de desigualdad profunda y la realidad.

sale5

CODA, QUE REAFIRMA LA INDIGNACIÓN

¿Son estas cifras testimonio incuestionable de la necesidad de una transformación radical del sistema productivo? No para todos. Recientemente un acaudalado inversionista, entrevistado para la televisión estadounidense, calificó como un hecho  fantástico el que las 85 personas más acaudaladas del mundo posean tanta riqueza como la mitad de la población más pobre. La razón, adujo, es que una desigualdad así ‘inspira a todos a conseguir algo de motivación para voltear hacia ese 1% y decir: yo quiero convertirme en una de esas personas, voy a luchar fuerte para llegar hasta la cima. Son fantásticas noticias. ¿Qué podría haber de malo en ello?’

Cabe suponer (con toda seriedad) que estamos ante la opinión más estúpida que se haya expresado sobre el estado de la economía mundial. Admitirla como válida, no obstante, acaso nos coloque en una perspectiva novedosa, y ante una síntesis confiable de la representación que los capitalistas tienen de sí mismos: los megamillonarios, a cambio de desposeer a media humanidad de los medios elementales para la subsistencia, la recompensarían mediante la prestación de servicios motivacionales. Su ser millonario sería ya su retribución al mundo; la ostentación de su riqueza sería ya un acto de filantropía. Manteniendo las proporciones actuales, un individuo motivado que consiga filtrarse a la élite no sólo producirá 41 millones de nuevos pobres, sino que aumentará en 1 el número de casos inspiracionales a disposición de la humanidad. Una sociedad de 190 inspiradores pondría a los siete mil millones de humanos de la tierra en estado de material inspirable, y aún sería deseable una sociedad de 191 ricos salvo por el detalle de que entonces se habrían agotado las personas.

Con todo, aún podríamos exigir, como sociedad, que los ricos redoblen sus esfuerzos motivacionales. Falta de promoción, mala pedagogía o poco entrenamiento en las artes de la superación personal, poquísima gente está consiguiendo seguir el ejemplo. La mayoría de los seres humanos persevera en su condición de pobreza y algunos incluso reniegan de la condición de vivos. En el lapso que el lector haya tomado para revisar estas páginas (aproximadamente dos minutos) unas ocho personas en el mundo, en su mayoría niños, habrán fallecido por un mal crónico asociado a la desnutrición. 21 mil personas lo harán en el transcurso de este día.

Quienes, a diferencia de nuestro comentarista, persistan en el prejuicio que algo hay de malo con el capitalismo contemporáneo, algunas cuestiones se habrán insinuado entre estas líneas.


FUENTES

Desigualdad económica: 

– United Nations Development Programme, Human Development Report 2007-2008, New York, USA.  Oxfam International, Working for the few, Enero 2014.

– Isabel Ortiz, Matthew Cummins. Global inequality: beyond the bottom billion. A Rapid Review of Income Distribution in 141 Countries, UNICEF, April, 2011.

– Millenium Development World, http://www.unicef.org/mdg/childmortality.html

– Shark Tank’s Kevin O’Leary says 3.5 billion people in comparative poverty is ‘fantastic news’, The Independent, Enero 22 de 2014 .

Estado actual de la economía:

– Informe de Forbes Magazine, The World’s Biggest Public Companies.

– Informe, Food and Agriculture Organization, Junio 2008, disponible en: http://www.fao.org/NEWSROOM/en/news/2008/1000853/index.html

– Global Issues, World Military Spending, disponible en http://www.globalissues.org/article/75/world-military-spending

– Industria del lujo: http://www.bain.com/publications/articles/luxury-goods-worldwide-market-study-fall-2013.aspx

Sobre el colapso financiero de 2008: 

– Andrew M. Cuomo, No rhyme or reason: the ‘heads I Win, Tails You Lose’ Bank Bonus Culture, Attorney General, State of New York.

– Al Yoon, “Total Global Losses From Financial Crisis: $15 Trillion”, en The Wall Street Journal, 01/10/2012. Disponible en: http://blogs.wsj.com/economics/2012/10/01/total-global-losses-from-financial-crisis-15-trillion/