“EL FÉNIX EN EL GALLINERO”

O la Nakba palestina y las fantasías de la realpolitik

¿Cuántas veces se ha acabado todo, padre?1

Cada 15 de mayo, el pueblo palestino conmemora un acontecimiento traumático que, desde 1948 no cesa de acontecer: la Nakba (cuya traducción, como se sabe, es catástrofe o desastre). No se trata de la conmemoración de un acontecimiento puntual. La expulsión (y el consiguiente despojo territorial) es centenaria y se transmite por generaciones.

Poco después de los acuerdos secretos franco-británicos que, a golpes de geometría, partieron el mapa de la “Gran Siria”, en 1917, tras negociaciones de la conducción sionista, lord Balfour expresó el beneplácito del mandato británico en el establecimiento de un “hogar nacional” para el pueblo judío en una tierra habitada por el pueblo palestino. Lo que a ojos de algunos socialistas del momento habría podido forjar una confederación de comunidades,2 en el seno del movimiento sionista se transformó en la opción por disolver en el nacionalismo toda posibilidad de comunidad y de solidaridad de clase. Efectivamente, en el decenio de 1930, la organización obrera judía, en lugar de unirse a las luchas de los obreros palestinos, optó por traicionarlos e hizo prevalecer la diferencia nacional.

El historiador Elias Sanbar3 explica el contexto en el cual, impensable para los palestinos la partición de la tierra para dar lugar a dos Estados, en 1947 Jamal al-Husseini, representante de la parte palestina ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), propuso “la ciudadanía plena para todos en el seno de un Estado independiente y soberano en el cual los musulmanes, judíos y cristianos presentes en el territorio palestino gozarían de los mismos derechos y deberes”. Retomada la propuesta por el Fatah en 1969 (Sanbar 135-137), la idea binacional,4 presentada como “la más utópica” a ojos de la realpolitik, en un mapa de Palestina completamente acribillada por la ocupación israelí, hoy parece ser la única viable.

Desde mayo de 1948 (aunque en realidad la limpieza étnica de Palestina5 inició unos años antes), a partir de la fundación del Estado de Israel los palestinos se vieron obligados a vivir en un exilio polimorfo. Unos 780 mil6 fueron forzados a dejar sus casas. Algunos de ellos, como los padres de Mahmud Darwish (cuando el poeta tenía 8 años), regresaron al año siguiente: de su aldea, Birwa, quedaba en pie sólo el cementerio. La familia decidió quedarse cerca de su tierra natal… en calidad de “clandestinos”. Otros llenaron campos de refugiados en la franja de Gaza, Cisjordania, Jordania, Líbano y Siria.7 Algunos de estos últimos son refugiados en segundo grado, pues se vieron obligados a volver a exiliarse (al huir de la guerra de Líbano, algunos fueron a Gaza: allí se encuentran hambreados y sitiados por tierra, aire y mar por el ejército de “defensa” de Israel).8  Exiliados en segundo grado, clandestinos en su tierra… ante la repetición compulsiva, el poeta pregunta: “¿Cuántas veces se ha acabado todo, padre?”

1. Exilio domiciliario9 

El sitio es la espera la espera en una escala inclinada en plena tempestad 10

El historiador palestino Elias Sanbar (57), exiliado en Francia, caracteriza el exilio como falta y ghettoïsation (proceso por el cual, en el contexto del racismo imperante en los lugares de acogida, los exiliados se concentran en guetos). Explica (337-339) que los campesinos y los seminómadas forzados al exilio cargaron en la memoria paisajes, vegetación y animales imposibles de hallar en los campamentos de refugiados. Así, según el autor, obligados a permanecer en tierra de exilio, “los palestinos habitarán un territorio único, el de una duración particular, la del tiempo transitorio, provisorio, tan absoluto como la expresión de su negativa a olvidar”.

Exiliados se encuentran también quienes se quedaron en su tierra. El Estado los llama “árabes israelíes”,11 y son los “palestinos del 48”, cuya ciudadanía israelí está en constante peligro de desaparecer. Los palestinos habitantes de la “línea verde” –trazada por la ONU en 1947– y los de los territorios ocupados de Cisjordania y Gaza, viven bajo esa extraña forma de exilio que he llamado en otra oportunidad “domiciliario” pues, como tantos pueblos indígenas de nuestro continente, se encuentran suspendidos en su tierra, ya que les ha sido arrebatado el suelo bajo sus pies. Por ejemplo, en Cisjordania, la ciudad de Hebrón, conocida por su valor para las religiones abrahámicas,12 hoy tiene demarcados los caminos estrechos por los cuales pueden transitar los pobladores palestinos; y a su lado, la vía libre para los colonos judíos.13 Estos últimos, con la connivencia del ejército israelí, aterrorizan constantemente a los primeros a fin de que abandonen sus casas.

En los territorios ocupados de Cisjordania, el Estado israelí construyó una red carretera destinada a conectar los asentamientos: ciertas vías suyas –que, al atravesarlas, dejan incomunicadas dos partes de una misma población palestina– están destinadas a la circulación exclusiva de automóviles israelíes.14  Parte de esta matriz de control –cuyo objetivo es “judaizar” todo el territorio– se ocupa de “aislar” las poblaciones palestinas para rodearlas de asentamientos, “áreas verdes” controladas por Israel, etcétera.

La división del territorio palestino en tres áreas (A de control exclusivo palestino, B de administración conjunta y C exclusivamente bajo dominio israelí) puede entenderse como otra forma de “exilio domiciliario”.

El exilio tiene algo de una vida sitiada. El caso de Gaza es emblemático: se encuentra completamente bloqueada –por tierra, mar y aire– por el ejército israelí, el cual se arroga un derecho de “aduana” que pretende racionar todo: agua, pesca, electricidad, entrada de alimentos, material de construcción, sanitario. En el epígrafe de esta sección, el poeta describe el sitio como la espera, pero una espera inestable y en peligro: “En una escala inclinada en plena tempestad”. Desprotección, vulnerabilidad expuesta. Cada tanto, la tempestad parece amainar, pero es para volver más fuerte, y obligar al sitiado a demostrar mayor capacidad de resistencia. Lo que los israelíes viven como periodos “pacíficos” (manifestados como su ansiada “libertad de movimiento”, libre de “amenazas”) en las vidas de los palestinos tiene la forma del encierro. Cuando parece calmarse, se trata de un espejismo de “paz”, que recuerda la advertencia del profeta Jeremías (6:14):

“Y curan a la ligera el quebranto de mi pueblo, diciendo: ‘Paz, paz’, pero no hay paz”

2. “Paz, paz”, pero no hay paz…

“Qué argucia legal o lingüística puede formular un tratado de paz y buena vecindad entre un palacio y una choza, entre un carcelero y un preso.”15

Cuando se habla de “acuerdos de paz”, amargamente escuchamos en hebreo decir que del otro lado “no hay con quién hablar”. Esa frase repite la sentencia de Ehud Barak tras los acuerdos fallidos de Camp David en 2000. El problema es que los números no lo dicen todo: la recuperación de 95 por ciento del territorio se presentaba –parafraseando a Don Corleone– como “una oferta que no podrían rechazar”; sin embargo, fue declinada porque Jerusalén y el derecho al retorno de los palestinos –dos aspectos torales para pensar la concordia–, así como las fuentes de agua, quedaban afuera de dicho planteamiento, y Barak no podía alegar desconocerlos… En el imaginario del Estado de Israel, el legítimo reclamo palestino por el “derecho al retorno” confronta la “ley del retorno” que, desde su fundación, estima que todo judío, por ley, puede “retornar” a esa tierra, tras dos milenios de existencia diaspórica…Para los palestinos (Sanbar 44), el derecho al retorno es natural e inalienable, inconfundible con el derecho a emigrar a un país determinado.

Entre espejismos de paz y fuego vivo pasan las décadas y se mata. Tras el fracaso de Camp David y la provocadora “visita” de Ariel Sharon a la explanada de las mezquitas, estalló el segundo levantamiento palestino conocido con el nombre de “Intifada”.16 Como el poeta proclama en el epígrafe, es difícil pensar seriamente en un acuerdo de paz entre un carcelero y un preso…

A los pocos meses de la declaración del Estado de Israel, la ONU emitió la resolución 194 (III),17 cuyo artículo 11 resolvió que debe permitirse el retorno de los refugiados (facilitando su repatriación, reinstalación y rehabilitación económica y social, así como el pago de indemnizaciones en el caso de quienes decidan no volver). En los artículos 7 a 9 de la misma resolución, la ONU decide el libre acceso y la protección de los lugares santos, entre ellos Jerusalén y sus zonas aledañas –comprendidas entre Abu Dis, Belén, Ein Karem y Shu’afat–, la cual debía ser desmilitarizada y quedar bajo un régimen internacional permanente, que garantizara un máximo de autonomía a los distintos grupos.

A 70 años de emitida, esa resolución de Naciones Unidas es una de las principales banderas de la “Marcha del Retorno” que ocupa los diarios de los viernes y sábados desde el 30 de marzo. Como es sabido, esas movilizaciones continuarán los viernes hasta el 15 de mayo, conmemoración oficial del septuagésimo aniversario de la Nakba. Mientras, el ejército israelí sigue atacando a las manifestaciones pacíficas y, al 23 de abril, el número de muertos palestinos ascendía a 34 (entre ellos, 4 niños);18 y el de heridos, a 5 mil 511, incluidos al menos 454 menores, según el informe de OCHA (Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU en los territorios palestinos ocupados).19 

Dicho cambio de estrategia por los palestinos de Gaza, quienes optan por la protesta pacífica, despierta simpatías incluso al otro lado de la frontera. Desde el inicio, la Coalición de las Mujeres por la Paz hizo un llamado a los activistas israelíes para manifestar su solidaridad desde el otro lado de la valla.20 Asimismo, la ONG de derechos humanos B’tselem exhortó de inmediato a los soldados a desobedecer las órdenes de tirar contra los manifestantes.21 En proporción inversa, y con la brutalidad que lo caracteriza, el gobierno de Israel, además de reprimir de manera ilegal a los manifestantes por la vía armada, por la “diplomática” redobla la provocación, acelera los acuerdos cupulares para imponer ante el mundo a Jerusalén como capital del Estado.

Jerusalén, desde el punto de vista palestino –exento del orientalismo22 compartido por los sionistas y la ONU–, sostiene Elias Sanbar(237), pese a sus atributos religiosos innegables, siempre fue considerada “una ciudad como cualquier otra” (Naplusa y Jaffa, según este autor, en ese momento eran más importantes). El mandato británico concede a Jerusalén el estatuto de capital. La “Ciudad Santa” para las tres religiones monoteístas es un enclave de la teología política del Estado y, como revela magistralmente el historiador israelí Amnón Raz Krakotzkin,23 desde los albores del sionismo incubó un engendro apocalíptico ineludible. La explanada de las mezquitas es para los judíos el Monte del Templo. Esto significa que, desde el subsuelo de las mezquitas, en el imaginario sionista, se elevaría el tercer Templo… Como bien explica el historiador, esta tensión no estalla aún gracias a la prohibición que establece la autoridad rabínica central a todo judío de pisar el sitio que podría corresponder a la Sancta Sanctorum (lugar al que exclusivamente podía entrar el sumo sacerdote). Por eso, una de las mayores trampas del sionismo es creer que el laicismo procede con una moralidad superior y supondría la única garantía de paz. El problema de Palestina/Israel implica sin duda las religiones, y por eso la solución resultaría posible sólo si se las toma en cuenta. Si todo Estado secular se alimenta de una teología política, el caso del Estado israelí (que juega intermitentemente entre el laicismo y la confesionalidad) responde de modo claro a una teología política colonial.

La apocalíptica sionista se alimenta del sionismo “cristiano”. En diciembre de 2017, el presidente estadounidense, Donald Trump, cual jinete del Apocalipsis, anunció la mudanza de la embajada de su país en Israel a Jerusalén (que de inicio planeó para 2019, pero luego decidió adelantar para este 15 de mayo, haciéndola coincidir con el septuagésimo aniversario de la Nakba). Lo secundaron los presidentes de Guatemala, Honduras y Rumania (por ahora). Con gran entusiasmo de mercader, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, alienta a quienes los emulen: ofrece “trato preferente” a los 10 primeros que se animen…24 La decisión de Trump fue saludada con calidez por el centro educacional judío sionista Mikdash (Templo) que, para celebrar el anuncio, acuñó una moneda con las efigies de ese mandatario y el rey Ciro de Persia (quien en 538 antes de la era común alentó al retorno de los exiliados del imperio babilónico, entre ellos los judíos). En la “moneda del Templo” se lee: “Balfour-Trump Declaration 1917-2017”, como si se tratara de una sola declaración que cumple un siglo.25  El sionismo cristiano espera con ansias la llegada del Apocalipsis para habilitar por fin la segunda venida de Cristo. Al interpretar los quincuagésimos aniversarios que van de 1917 (declaración Balfour), 1967 (ocupación de Jerusalén oriental tras la guerra), 2017 (declaración Trump), la teología política contradice de manera flagrante el mensaje del jubileo (Levítico 25) que indica la liberación de las tierras y las deudas, así como la libertad de circulación por la Tierra. El escritor israelí-iraquí Almog Behar recrea bien el contenido apocalíptico del sionismo cristiano en el siguiente fragmento sobre el festejo del “día de Jerusalén” (cuando el Estado de Israel celebra el aniversario de la “unificación de Jerusalén” tras la guerra de 1967):26 

“En el Día de Jerusalén, los jerosolimitanos occidentales pueden experimentar lo que los jerosolimitanos orientales experimentan también el resto del año: el bloqueo impuesto a sus calles y un toque de queda en su ciudad, agentes de seguridad de gesto adusto estacionados en cada esquina, en barreras de control instaladas por sorpresa, comportándose con rudeza con ciudadanos que no son extranjeros, y multitudes de extranjeros que irrumpen en las calles como si estuvieran en su casa, sin preocuparse de lo que sientan (por raros que sean) los oriundos del lugar.

A mi juicio, el colmo sucede en la vecina calle Bezalel, cuando miles de cristianos fanáticos de Estados Unidos y Europa atiborran la calle para expresar, por medio de un desfile ruidoso y ensordecedor, que colapsa todas las vías del tráfico desde mi casa y hace por tanto imposible la huida, su amor por Israel. Tanto aman a Israel que, si uno se para a examinar lo que escriben, descubrirá que sólo requieren otra gran guerra en la que la mayoría de nosotros, judíos y palestinos (Gog y Magog), seamos muertos, de forma que su Mesías resucite, el Monte de Meguido (Armagedón) y el de los Olivos se abran en dos y anuncien la venida del reino de los cielos a la Tierra, mientras los musulmanes y judíos que queden admitan la supremacía del cristianismo.

El Día de Jerusalén aparece por primera vez en la Biblia (Salmos, cxxxvii, 7).  Resulta interesante que nadie de quienes decidieron instituir el Día y su nombre tomó el cuidado de comprobar la expresión en las fuentes, puesto que el Día de Jerusalén es una expresión que indica el Día de la Destrucción de Jerusalén.

— Almog Behar, «יוםירושלים» (‘Día de Jerusalén’), 11 de marzo de 2010/27 de iyar de 5770, víspera de la conmemoración de la conquista de Jerusalén Este por Israel/reunificación de Jerusalén (7 de junio de 1967/28 de iyar de 5727).

3. Del mismo lado de dos muros distantes: Palestina y México

Paradójicamente, si bien los muros están hechos para separar pueblos y personas, logran unir a los que se encuentran del “mismo lado” de vallas diferentes. Es el caso de México y Palestina. No se trata sólo de aquel tweet de felicitación de Netanyahu a Trump por la decisión de construir un muro de concreto (28 de enero de 2017) y los jugosos negocios que ello trae aparejados. Las transnacionales gananciosas son las mismas. La oposición a esas edificaciones –quizás ilegales– une a los pueblos, también lo hace el movimiento BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones) que, de modo curioso, por dar apenas un ejemplo señala a las mismas compañías cementeras.28  El muro de Cisjordania,29 declarado ilegal por la ONU y el Tribunal de La Haya, en algunos puntos mide ocho metros de altura y su longitud supera por mucho la del perímetro que se suponía debe cubrir, pues serpentea y ahorca así a poblaciones palestinas e, incluso, divide familias (como es el caso de Abu Dis). La forma en que obstruye la vida cotidiana de los palestinos (provoca que distancias irrisorias lleven horas para ser recorridas, debido a los numerosos puntos de control y los caprichos de los soldados en turno) está documentada. Las consecuencias en materia de salud son alarmantes, pues no se respetan urgencias: parturientas dan a luz en los puestos de control y frecuentemente los recién nacidos –o en algunos casos las madres– no sobreviven.

De la solidaridad entre ambos pueblos de “este lado” de los muros no cabe duda. Lamentablemente, el gobierno de México no la representa, pues aún hoy –en obediencia a las presiones del gobierno israelí– sigue sin reconocer de modo oficial al Estado de Palestina. (Aunque sí a Israel, y aprovecho este espacio para hacer votos a fin de que no se deje seducir por la oferta de Netanyahu de mudar de sitio su embajada.)

Para evidenciar la ridiculez de las fantasías obscenas que guían la “política real”, traducidas en brutales heridas a la tierra –perpetradas en nombre de “la realidad”– como los muros, concluyo dando la palabra a la mirada poética de Mahmud Darwish, que nos acompañó a lo largo del artículo:30

“Es una enorme serpiente de metal. Nos rodea y se traga los pequeños muros que separan nuestras alcobas, baño, cocina y sala. Una serpiente que ondula para no parecerse a nuestras miradas francas. Una serpiente que esgrime su pesadilla y desenrolla sus vértebras de cemento armado de acero flexible… que le ayudan a progresar hacia lo que nos queda de horizontes y de macetas de menta. Una serpiente que trata de aovar entre nuestra inspiración y nuestra espiración para que por fin digamos: “Nosotros somos, tanto nos sofocamos, somos los extranjeros”. En nuestros espejos vemos sólo el avance de la serpiente hacia nuestras gargantas. Pero, con un poco de esfuerzo, vemos lo que lo domina: un cielo que hace bostezar de aburrimiento a los ingenieros que construyen un techo de fusiles y de banderines, un cielo que vemos, de noche, brillar por la luz de las estrellas, que nos miran con ternura. Y vemos la otra vertiente de la serpiente, vemos a los guardianes del gueto espantados por lo que hacemos al resguardo de lo que nos queda de pequeños muros… Los vemos engrasar sus armas para abatir al fénix que creen escondido en un gallinero de nuestras casas. ¡Y no podemos sino reírnos de eso!”


* Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM.

1 Mahmud Darwish, “Otra vez ‘se acabó’”, en El fénix mortal, traducción de Luz Gómez, Cátedra, Madrid, 2000, página 28.

2 En mayo de 1944, Martin Buber planteó al movimiento sionista la necesidad de “entrar en una federación con los países de la gran Siria”, una confederación de comunidades autónomas donde ninguna mayoría determinase a alguna minoría. Confer Buber, M., “¿Mayoría o muchos?”, en Una tierra para dos pueblos, traducción de Silvana Rabinovich, UNAM-Sígueme, Salamanca, 2009, página 159.

3 Sanbar, Elias, Dictionnaire amoureux de la Palestine, Plon, Lonrai, 2010, página 135.

4 La idea estuvo presente desde la década de 1920, en distintos movimientos binacionales, como Brit Shalom o, contra la ocupación resultante de la guerra de 1967, Matzpén.

5 Confer Pappé, Ilán, La limpieza étnica de Palestina, traducción de Luis Noriega, Barcelona, Crítica, 2008.

6 Said, Edward, La cuestión palestina, Debate, Barcelona, 2013, página 157.

7 Confer https://www.unrwa.es/los-refugiados/nakba Consultado el 24 de abril de 2018.

8 Frente a las recientes y las actuales masacres perpetradas por el ejército israelí en Gaza, en el artículo “Israel Massacre Forces”, publicado el 3 de abril de 2018 en el diario israelí Haaretz, el periodista Gideon Levy rebautiza al IDF (Fuerzas de Defensa de Israel) como “IMF” (Fuerzas de Masacre de Israel). Confer https://www.haaretz.com/opinion/.premium-the-israel-massacre-forces-1.5962852

9 Desarrollé con detenimiento esta noción en http://atheneadigital.net/article/view/v15-n4-rabinovich/1572-pdf-es

10 Mahmud Darwish, Estado de sitio, traducción de Luz Gómez, Cátedra, Madrid, 2000, página 22.

11 El negacionismo respecto a la Nakba y la existencia del pueblo palestino es congénito al Estado de Israel. Resulta famosa la insistencia de la entonces primera ministra, Golda Meir, acerca de que no hay palestinos sino árabes.

12 En ella se encuentra la mezquita de Ibrahim, junto a la tumba de los patriarcas hebreos. Confer http://www.hebronrc.ps/index.php/en/ibrahimi-mosque

13 Confer https://www.btselem.org/topic/hebron Confer Fisher, Ch., y otros, Hebron conflict analysis of the West Bank, RE: fuse, en línea, https://issuu.com/charliefisher5/docs/hebron_conflict_analysis Confer mapa interactivo de Hebrón, https://www.hebronapartheid.org/index.php?page=map

14 El antropólogo Jeff Halper (miembro de la organización no gubernamental Comité Israelí contra la Demolición de Casas, ICAHD) describe minuciosamente la matriz del control israelí en diversos aspectos, uno en especial refiere a la red carretera que controla el movimiento en el territorio, https://icahd.org/get-the-facts/matrix-control/

15 Darwish, Mahmud, En presencia de la ausencia, traducción de Luz Gómez García, Pre-Textos, Valencia, 2011, página 159.

16 La primera Intifada comenzó en 1987 y se caracterizó por las piedras que la población palestina arrojaba a los soldados israelíes.

17 Confer http://undocs.org/en/A/RES/194(III)

18 El diario israelí Haaretz contabilizaba 40 el 25 de abril. Confer https://www.haaretz.com/middle-east-news/palestinians/40-dead-5-511-wounded-un-figures-on-casualties-in-gaza-mass-protests-1.6030556

19 Confer https://www.ochaopt.org/content/protection-civilians-report-10-23-april-2018

20 https://972mag.com/israeli-activists-plan-protest-in-solidarity-with-gaza-return-march/134199/

21 https://www.btselem.org/press_releases/20180404_refuse_to_shoot_at_unarmed_protestors

22 Hago referencia aquí al concepto de Edward Said en cuyo libro Orientalismo caracteriza la perspectiva racista con que el así llamado Occidente descalificó las culturas “orientales”. Confer Said, E. Orientalismo, Debolsillo, Barcelona, 2002.

23 Confer Raz Krakotzkin, A., Exil et souveraineté, La Fabrique, París, 2007.

24 Confer El País, 20 de abril de 2018, “Rumania se suma a la carrera del traslado de embajadas a Jerusalén”, https://elpais.com/internacional/2018/04/20/actualidad/1524250292_276017.html

25 Confer http://www.newsweek.com/trumpcoin-israeli-group-mints-new-coin-honor-us-embassy-move-823981

26 Behar, https://almogbehar.wordpress.com/espanol/#_ftnref

27 Salmo 137:7 Oh Jehová, recuerda contra los hijos de Edom el día de Jerusalén,

Cuando decían: Arrasadla, arrasadla

Hasta los cimientos.

28 La misma compañía mexicana proveedora de cemento destinado al muro que el ejército israelí construye en Cisjordania cotizará para el muro que divide México y Estados Unidos, https://www.proceso.com.mx/476307/cemex-cotizaria-proveer-cemento-a-construccion-del-muro-trump Sobre el reclamo del BDS, confer https://www.hispantv.com/noticias/mexico/347196/america-latina-bds-cemex-israel-palestina

29 Datos sobre las medidas y justificación del oficialismo sionista, confer http://www.jewishvirtuallibrary.org/background-and-overview-of-israel-s-security-fence

30 Citado por Elias Sanbar en Dictionaire amoureux de la Palestine, Plon, París, página 267 (traducción de la autora).