Entrevista a Omar García
Sobreviviente de la noche de Iguala, contra los estudiantes de la escuela normal rural Raúl Isidro Burgos, en Ayotzinapa, Omar García se volvió figura pública en el enorme movimiento por la desaparición de los 43 normalistas. El hoy ex vocero de éste reflexiona sobre los límites de las movilizaciones sociales y sus contradicciones. Ha generado una polémica al destacar su apoyo crítico al nuevo gobierno de López Obrador y reprobar muchas de las formas de hacer política de las luchas populares en México. Memoria recupera en entrevista su palabra.
Memoria: La intención de Memoria es abrir el debate sobre lo que significa políticamente el 1 de julio, una elección que para bien o para mal representa sin duda una bifurcación, tanto para los movimientos como para el país, y queremos saber tu evaluación. Desde tu perspectiva, ¿qué sucedió con ese caudal de votos, con este cambio?
Omar García: Creo que se dio el cambio, al menos en la izquierda institucional que optó por la vía electoral. La gente está harta de todo lo anterior, del PRI, del PAN, de la corrupción, de los escándalos habidos, tanto de corrupción como de los derechos humanos, de la guerra contra el narco, de la violencia que padecemos todos; no se trata de lo que dice un político o de un asunto de narrativa de los de arriba: por el contrario, tratan de ocultarla, pero la vivimos todos, el desempleo, el despojo indígena. Todo eso se conjugó y se concentró en ese momento electoral. El descontento es grande. Cuando vi el resultado ahí, dimensioné que la gente se volcó a las elecciones, y no puede significar simplemente que depositan su esperanza en este partido nuevo o en Andrés Manuel López Obrador; significa mucho más que eso.
La gente quiere una salida, una oportunidad, tiempo; quiere, pues, cambios pequeños, no importa. Nosotros, el movimiento social de abajo, le ofrece cambios grandototes, muy profundos, pero que por ahora son sólo una idea. La gente va a ponderar: “Qué chidos tus principios, tus planteamientos, pero pues ¿cómo, con qué? Son buenos, pero los vemos mucho más de largo plazo. Por el momento queremos algo ya”. Eso es lo que vi, y creo que por eso se volcaron a votar.
Memoria: ¿Cuál sería tu evaluación del nuevo régimen? Ya ha dado señales también de cómo va a gobernar, aunque es prematuro, ¿Cuál es tu evaluación en general, digamos, de eso que tú mismo llamas izquierda institucional o partidaria que llegó al poder? ¿Cuál es tu evaluación y cómo los caracterizas?
Omar García: El principio que rige mi actuar es la prefiguración. Es decir: prefigura lo que dices que harás. Si dices que no vas a ser corrupto, tienes que hacerlo desde ahora. Creo que una de las grandes señales que dio AMLO es que ha aglutinado a diversos sectores. Para mí, eso es importante. Ninguna organización sola puede resolver los problemas del país. Necesariamente se requiere el concurso de otras, aunque no compaginen del todo con las ideas de quien está encabezando. Uno de los grandes aciertos fue ése; muchos lo ven como pragmático, y así es. Pero el hecho de aglutinar permitió que en este país vuelva a tomarse en cuenta a todos. Y, por el otro lado, ha dado señales claras de cómo se gobernará. Empezó a tomar planteamientos serios. Para mí, es como si ya estuviera gobernando.
En el tema particular de los derechos humanos, habló de crear comisiones de la verdad. Respecto a una de ellas, Ayotzinapa, ya se instruyó a la gente, ya se sabe quiénes estarán a cargo de eso. Ya empezaron a establecerse los primeros vínculos con organismos defensores de derechos humanos, con víctimas, y eso es importante. En temas de los primeros proyectos, nos dio a conocer los siete primeros proyectos, muy relevante. La otra cuestión y que debe quedar muy clara, y esto no es porque yo esté favoreciendo sólo el gobierno de AMLO, personalmente cualquier fuerza que llegase a decidir sobre los destinos del país tendría que enfrentar a un país hecho pedazos, un país donde el tejido social está roto, hay que reconstruir, un país de fosas clandestinas, hereda un país con múltiples problemas, y todo eso hay que resolverlo, y a lo mejor hay que empezar de cero, pues los gobiernos previos no hicieron nada. En el caso Ayotzinapa, como la sentencia del tribunal señala, hay que rehacer toda la investigación, porque se hizo un desastre y el hecho de que llega un nuevo gobierno no significa que de la noche a la mañana se va a resolver; para nada… Creo que sí está dando algunas señales prefigurativas de que será distinto.
Memoria: ¿Tendrías algunas críticas respecto a este nuevo gobierno, esa fuerza?, ¿cuál sería tu posición sobre ello?
Omar García: Mi crítica fundamental sería de su pragmatismo. En estas ganas de llegar, de posicionarse, ha incorporado a muchas personas de procedencia cuestionable. Ante eso, doy todo el crédito y la razón a las organizaciones sociales, a las fuerzas sociales desde abajo que cuestionan el cambio que puede hacer si están poniendo a un Moctezuma Barragán en políticas públicas, si están poniendo a Romo como jefe de gabinete, que ha echado adelante la iniciativa privada sin ver el atropello sobre muchas comunidades, pueblos. Todo eso es totalmente cierto.
Pero como conozco mucha gente en Morena, también sé de buena fuente que cuando dicen a las organizaciones, a los activistas, a los luchadores sociales, bueno, que no desean que esté Romo, entonces vengan ustedes, mas tampoco quieren. Y esto es un problema, pues si no actúas, actúa el otro o la otra, esa persona a quien criticas. Si no estás allí, no van a tener contrapeso y van a tener el camino libre para hacer lo que quieran, lo que saben hacer. En cambio, si junto a ellos o a la par de ellos hay siempre gente que garantice los cambios, podría ser un distinto.
Pero aun en ese caso no estaría garantizado el cambio; aun así, esta gente debería permanecer vinculada a los movimientos sociales, y en la situación actual es difícil, pues esos compañeros van a estar tensados en dos frentes: por la gente que es corrupta y que se ha incorporado a este proceso y por la gente que por sus dogmatismos, ideologías aprendidas como si de religión se tratara, pues van a estar bombardeando. ¡Vendido, vendido, vendido! ¡Traidor, traidor, traidor! Es complejo, realmente. Sólo mostré simpatía por este proceso, dije que iba a votar por AMLO porque prefería a él como adversario que a Anaya o Meade ¡y me fusilaron nomás por eso! Está cabrón. Imagínate si fuera diputado o senador o si estuviera participando en algún puesto, estaría difícil.
Memoria: ¿Cuáles serían los retos de los movimientos sociales ahora frente a un gobierno que puede caracterizarse como progresista, con algunos sectores de izquierda, aunque también con algunos de derecha, empresariales?
Omar García: En Michoacán planteaba algo ante los maestros y diversas personas que se encontraban en un encuentro internacional. El problema no es quién llegue o quién esté. El problema no es la coyuntura. El problema no es que haya condiciones favorables o desfavorables en el país, en una región, en una localidad. El problema es que los movimientos sociales no estamos preparados para esos escenarios. Nunca nos preparamos para un escenario distinto del que estamos acostumbrados. No creamos mecanismos que nos lleven a actuar acelerada o lentamente según la situación. Entonces, ¿en qué condiciones estamos? En unas donde estamos zancadilleándonos entre nosotros, y mientras lo hacemos, los sectores elitistas, empresariales, políticos van a aprovechar la coyuntura y a posicionarse.
Y ante eso, la tarea que el movimiento social tenía de ser garante de los cambios propuestos, de presionar, de mantener a raya al gobierno pues será difícil porque será desde fuera, no desde dentro. Veo difícil la tarea. Aun así es ésa: garantizar, mantener a raya este gobierno, no desmovilizarse nunca, no confiarse jamás, no dejarse llevar por la inercia, los cambios… ya dejen si vienen tanto de arriba como de abajo, pero en este caso los únicos garantes somos nosotros, la gente, el movimiento social.
Memoria: Para hablar de los movimientos sociales, parece que su crisis no se provoca evidentemente por el 1 de julio, sino que venía de antes, y de las formas de hacer política en los movimientos. Ahí has expresado de manera pública una crítica, no contra un movimiento o una organización sino contra varias formas de hacer política ¿Nos hablas de ella?
Omar García: La crisis que padecemos como movimientos sociales es generalizada. Es una crisis que se origina en acostumbrarnos a repetir formas durante largos periodos. No innovamos, no renovamos estructuras, no nos replanteamos la realidad social. Los fenómenos los seguimos estudiando como si estuviéramos en la década de 1970 o de 1980, sin advertir que ya estamos en 2018. No hay cambios generacionales tampoco entre quienes encabezan muchas luchas sociales. Entonces, de pronto, todas esas nuevas generaciones que, por ser nuevas, se tienen que enfrentar a una generación de viejos a quienes ya no entra lo nuevo. Y se aferran a que así se tiene que hacer. Es una crisis generalizada. Y cuando esto se da, también se genera un dogmatismo tan grande en el que si te sales tantito de lo que establece tu organización, tu colectivo, o un grupo importante de organizaciones, pues eres considerado traidor.
Plantear algo distinto es complejo, cuando se traslada esta enfermedad al terreno de la práctica, como en el ejemplo en Ayotzinapa: en los días y semanas siguientes, miles de personas querían saber qué hacer. Lo mismo ocurrió con el zapatismo, con la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, en Atenco: de pronto hay coyunturas, y allí vemos que no tenemos sentido de prevención para escenarios favorables; no supimos responder Quienes les respondían qué hacer eran las organizaciones tradicionales que les decían, por ejemplo: “Haz marchas”, “Toma una gasolinera”, “Quema una patrulla”, “Toma el aeropuerto”. Se limita a la protesta; no sabemos qué hacer además de la protesta, no supimos responder. Miles de personas se vieron “rechazadas”, no encontraron qué hacer. El movimiento mismo no generó mecanismos de escucha y de apertura, de reclutamiento, de incorporación de personas. Si nos trasladamos a la coyuntura actual, es exactamente lo mismo.
Millones de personas que quieren un cambio, organizaciones, por el otro lado, divididas, peleándose entre sí, pues todas quieren echar abajo el neoliberalismo, pero nunca plantean cómo. Mientras, la gente está allí diciendo: “¿Cómo le entramos?” Y se les va la gente, y los movimientos pasan. Ésa es mi principal crítica, y no es una crítica de poder a nadie, la padecimos nosotros en Ayotzinapa. El movimiento lo padeció al grado que hoy está empantanado prácticamente, rodeado de organizaciones tradicionales que nunca verán más allá.
Memoria: Incluso has hablado de varias formas individuales de lucha, del derecho a experimentar…
Omar García: Es bien loco, es bien loco lo que planteo.
Llego a Ayotzinapa, y ahí conocí la política por primera vez. ¿Debo casarme con Ayotzinapa? Si uno llega a Morena ¿debe estar uno siempre con Morena?, ¿por qué? Otro llega por primera vez, llega a la lucha social mediante un colectivo anarquista. ¿Por qué tiene que casare con eso? Soy partidario de que todas las personas deberíamos no sólo tener el derecho sino la obligación de experimentar en diez tipos de luchas distintas. Porque las personas no sólo tienen que encontrar sino que tienen que encontrarse a sí mismas, donde se sientan bien para luchar. Si estableciéramos un campo en la izquierda o la lucha social de la izquierda, habría diez formas que no deberían estar peleadas. Lo mismo puedes ser zapatista que de Ayotzinapa o normalista, lo mismo puedo ir con los migrantes, con los de San Quintín o con Atenco. ¿Por qué tendría que verse mal eso?, ¿quién estableció esos límites y cuándo?
Memoria: ¿Cómo se genera este proceso más personal, de inflexión a la izquierda, a la militancia personal? ¿Cómo quisieras expresar este proceso totalmente legítimo de tu crítica y tu decisión?
Omar García: En Ayotzinapa era un cuadrado, autoritario totalmente. Cuando era sólo marxista-leninista de hueso colorado, para mí no había más que el marxismo-leninismo; era ciencia. Después me tocó estar en la Comisión de Formación Política, ahí en la escuela, luego a escala nacional, y bueno comencé a ver cuánto el estilo de trabajo de una normal a otra variaba. Y cuando comencé a relacionarme con otras organizaciones, vi que variaba mucho más. Y cuando conocí el anarquismo más, y luego conocí otras y otras. En fin: si estamos en un mundo diverso, ¿por qué me están enseñando un solo Ayotzinapa, nada más nosotros somos mejores?
Luego, el movimiento por los desaparecidos trascendió el estilo de lucha de Ayoztinapa. Teníamos que ser flexibles para que miles se integraran. No lo logramos. De ahí viene parte de mi reflexión. Todos los movimientos sociales tienen algo que aportar: tratémonos como iguales, fortalezcámonos mutuamente, aprendamos unos de otros. No hagamos juicios sumarios entre nosotros, socialicemos el conocimiento. Reproducimos la concentración del conocimiento, el adoctrinamiento, el poder. Repito para ser claro: estoy con la parte de abajo del Movimiento Regeneración Nacional. De esos que vienen de los movimientos sociales que están haciendo contrapeso y que no se olvidan del movimiento de abajo. Construyamos otro bloque histórico aquí abajo.