LA CONSTRUCCIÓN COLECTIVA DE MORENA: RELATO DE UNA MILITANTE

En el presente texto planteo un recorrido narrativo sobre la formación de Movimiento Regeneración Nacional (Morena), basado en mi experiencia como militante fundadora. Dirijo la mirada hacia el esfuerzo colectivo que ha implicado la construcción de dicho partido-movimiento, y visualizo algunos retos que se presentan sustantivos para transformar el país.

Actualmente, en México estamos frente a la oportunidad de lograr la cuarta transformación de la república. El pasado 1 de julio fue una jornada histórica, donde el pueblo mexicano salió a votar de manera masiva por un cambio de fondo, logrando dar un golpe contundente al régimen de corrupción y privilegios basado en el despojo, la violencia y la desigualdad originados a través de las políticas neoliberales impulsadas desde hace más de 35 años, fundamentalmente por los gobiernos prianistas.

En el contexto descrito, Morena se convierte en la primera fuerza política nacional, y por primera vez tendremos un presidente de izquierda en el poder.

Si bien Morena tiene apenas cuatro años de haber obtenido registro como partido político, éste es producto de un movimiento social y político que viene de lejos. Vale la pena recordar que Morena es resultado de un gran esfuerzo colectivo liderado por Andrés Manuel López Obrador.

El movimiento lopezobradorista surge en 2005, con las multitudinarias movilizaciones contra el desafuero de quien fuera el jefe del gobierno del Distrito Federal, pero a partir del fraude electoral de 2006 el movimiento cobra una fuerza exponencial en el plano nacional, enarbolando la lucha por la democracia y la soberanía y contra el neoliberalismo.

Desde entonces, miles de ciudadanos participan en el plantón de Reforma1 y en la Convención Nacional Democrática.2  Meses más tarde –en un acto de resistencia civil pacífica– se registran en las plazas públicas como representantes del gobierno legítimo de México. Surgen también iniciativas como la Resistencia Civil Creativa en el Distrito Federal, propuesta organizativa en la que hombres y mujeres se congregan cada domingo en el hemiciclo a Juárez para analizar las políticas neoliberales, escuchar pláticas de académicos, especialistas y representantes políticos de izquierda, y organizar acciones creativas, públicas, de denuncia contra los abusos del poder económico y político que priman en México.

Asimismo, se forman algunos medios de comunicación distintos –como Radioamlo– para contrarrestar las campañas sucias, mantener informada a la población, y fortalecer la organización del movimiento. También se crean los círculos de estudio y participación ciudadana –como El Buzón Ciudadano–, que funcionan en diversas colonias de la ciudad y el país. Quienes han participado en dichas iniciativas todos estos años no han parado de trabajar solidariamente para generar conciencia crítica, invitar a la gente a interesarse y participar en los asuntos públicos, manteniendo un fuerte componente organizativo autónomo.

Lo anterior refuta la visión de quienes sostienen que el lopezobradorismo ha sido un movimiento abocado sólo a lo electoral, pues omiten la participación y las iniciativas que desde lo social ha construido durante 12 años. Aunado a ello, los integrantes del movimiento han apoyado y participado en diversas manifestaciones de otros movimientos sociales con los cuales convergen. Así, en un sentido gramsciano, cabe afirmar que el movimiento lopezobradorista logró construir una contrahegemonía, posicionándose a escala nacional como la principal fuerza de oposición al régimen neoliberal, teniendo un liderazgo activo y definido.

Pese a ser un movimiento social potente y masivo, tras el proceso electoral de 2012 surge la necesidad de plantear que éste se convierta en un partido político. Durante el proceso para la elección de la candidatura presidencial de esa contienda se vivió en el Partido de la Revolución Democrática (PRD) una disputa entre Marcelo Ebrard Casaubón y López Obrador, así como un conflicto acentuado entre distintas corrientes del PRD, pero fundamentalmente entre la dirigencia comandada por el grupo Nueva Izquierda, y el lopezobradorismo, a tal grado que en septiembre de 2012 López Obrador decide separarse de dicho partido político. Fue una decisión acertada, pues poco a poco el PRD fue acercándose más al PAN y al PRI, llegando incluso a firmar el Pacto por México.3 

Para entonces, el movimiento lopezobradorista era conocido ya como el Movimiento Regeneración Nacional, una organización flexible que se movía en coordinación con los partidos del Frente Amplio Progresista,4 pero de manera autónoma, y estaba legalmente constituido como una asociación civil.5 Tras la elección de 2012 –y la salida de López Obrador del PRD–, en octubre de ese año se realizan asambleas distritales donde se pone a consideración de los integrantes del movimiento si Morena debía continuar como movimiento social o constituirse en un partido político; en esas asambleas se escuchan las voces que apoyaban una u otra opción. Quienes estaban en contra temían que éste se burocratizara, se alejara de los movimientos sociales y se centrara en las disputas internas por los cargos y no en la transformación del país; por el otro lado, se subrayaba la necesidad de seguir vinculados a los movimientos, luchar por la transformación, pero logrando consolidar una organización que permitiera la toma del poder del Estado por la vía democrática institucional y tuviese mayor autodeterminación en la línea política y la elección de sus representantes.

En esas asambleas participamos personas que habíamos estado activas desde 2006 en la Convención Nacional Democrática y registradas como representantes del gobierno legítimo, la estructura de defensa del voto de Morena –que entró con el registro del PT en 2012– y liderazgos perredistas afines a López Obrador. De esas asambleas surge la primera dirigencia electa de Morena.6 Finalmente, gana la opción de convertirse en partido para transformar la realidad política, económica y social de México.

Por tanto, el movimiento lopezobradorista funda Morena reconociendo en todo momento el liderazgo de AMLO y buscando claramente el objetivo de llevarlo a la Presidencia. En su ideario se acuerda que Morena debe ser de naturaleza distinta de los partidos existentes, al grado de nombrarlo como un partido-movimiento.

El esfuerzo para construir el partido, cuando no había recursos, implicó el trabajo solidario de miles de personas en todo el país, en busca de crear una organización política que fuera un instrumento de transformación del pueblo y para el pueblo, a fin de cambiar la realidad de oprobio e injusticia que nos han dejado más de 35 años de políticas neoliberales enquistadas en un sistema de partidos elitista y corrupto comandado por el prianismo.

Sembrar la semilla de la esperanza, la idea de que en conjunto podemos cambiar este régimen injusto, requirió el esfuerzo titánico, la constancia e insistencia de López Obrador, quien se dio a la tarea de realizar una labor de pedagogía política en cada municipio del país, pero también del arrojo solidario de cientos de miles defendiendo la causa, recorriendo las colonias, discutiendo ideas en la calle, en las universidades, en los movimientos, en la casa, en las plazas.

Así, realizamos visitas casa por casa para platicar sobre la situación del país y preguntar a la gente si querían ser parte del partido. Se colocaron módulos improvisados en parques y plazas, compuestos por mesitas y bancos o sillas que los integrantes llevábamos del hogar. Con la cooperación de todos se sacaban las copias, se compraban cartulinas o se mandaba hacer alguna lona distintiva de módulo de afiliación de Morena. En esa tarea nos enfrentábamos con frecuencia a la típica pregunta correspondiente a la cultura política hegemónica que prevalece en el país: “¿Qué me van a dar a cambio de afiliarme?” Palabras más, palabras menos, se contestaba: “Sólo la posibilidad de conocer y organizarte con más personas que, como tú, creen necesario que el país sea más justo e igualitario para todos, que juntos logremos sacar al prian y López Obrador sea presidente de México”.

Muchos de los llamados “necios” de siempre, presentes en el Grito de los libres de cada 15 de septiembre, en las brigadas en defensa del petróleo de 2008, en los círculos de estudios, etcétera, con mucha esperanza y tesón recorrimos colonia por colonia y casa por casa, buscando forjar esta organización política y social. Como López Obrador, cientos de miles tampoco nos cansamos de insistir en estos 12 años en la idea de que podíamos transformar la realidad.

A la par, con la gente que iba afiliándose empezaron a formarse células organizativas, llamadas “Comités de protagonistas del cambio verdadero”, por colonia o por sector, quienes se sumaban a la tarea de realizar las visitas casa por casa con los vecinos, en busca de adherentes a la organización, así como a asistir a talleres de formación política y realizar pláticas en las colonias, entre otras actividades.

Gran parte de los fundadores de Morena –los primeros afiliados y miembros de la primera dirigencia–, a diferencia de varios provenientes del PRD –donde habían sido dirigentes o militantes e, incluso, habían desempeñado algún cargo público–, si bien eran de izquierda nunca habían estado en ningún partido; otros compañeros eran o habían sido miembros activos de diversos movimientos sociales, y contaban con experiencia política de organización en sindicatos, organizaciones civiles, culturales, de derechos humanos o feministas, entre otras expresiones.

El conjunto era heterodoxo, sobre todo por esa mezcla entre las formas tradicionales de hacer política de los partidos y la ciudadanía que por primera vez se interesaba y actuaba para formar un partido. En ese encuentro hubo ciertos conflictos entre la necesidad de crear algo verdaderamente nuevo, y las formas dominantes de entender la política. Aun así se establecieron los estatutos con una participación activa de la militancia y se organizaron reuniones con militantes, donde exponían sus inquietudes y propuestas. Finalmente, en el Primer Congreso Nacional de Morena, los delegados debatimos y votamos los estatutos del partido naciente.

Las primeras pugnas en el tipo de organización que se formaba se hicieron notorias en las elecciones de los comités ejecutivos delegacionales en la ahora Ciudad de México, y municipales en el resto de los estados. El clientelismo que unos intentaron imponer en el transcurso fue contrarrestado por la militancia y ciertos dirigentes que formamos brigadas de vigilancia. Con ello conseguimos en ese entonces procurar que las elecciones internas fueran lo más ajustadas a un proceso democrático.

Los requisitos planteados por el entonces Instituto Federal Electoral para registrar nuevos fueron más numerosos que en otros años, con la clara intención de evitar que López Obrador constituyera el partido que, sin duda, lo postularía a la Presidencia de la República. Aun así, Morena realizó 32 asambleas estatales con más de 3 mil delegados cada una, certificados por el órgano electoral –el cual cotejó que no hubiera duplicación de militantes con otros partidos–; llevó a cabo su asamblea nacional; y el 9 de julio de 2014 obtuvo el registro, con 496 mil 729 afiliados.7 

Como en otros movimientos históricos en México, la solidaridad y poner por delante la idea de luchar por el bienestar común, contribuir a la revolución de las conciencias y organizarnos para transformar la realidad fue producto de muchísimas personas que desde el anonimato trabajaron arduamente para hacer viable la posibilidad de construir una patria para todos, lo cual, en tiempos neoliberales, cuando predominan el individualismo y el embate contra toda conciencia política de izquierda, resulta aún más difícil.

La confianza popular en López Obrador y en Morena no ha sido producto de la casualidad: son años de insistir, de defender un proyecto de nación distinto, encabezado por un liderazgo auténtico y honesto frente al ataque constante de los medios de comunicación y las instituciones, años de cuestionar la normalización de la desigualdad, de denunciar los fraudes electorales, de explicar qué es el neoliberalismo, de abrir espacios para creer que, si lo decidimos, podemos cambiar el destino de nuestra vida y del país.

Esa defensa no habría sido posible sin la determinación de López Obrador, como tampoco sin la solidaridad construida en la acción y la certeza de sabernos juntos en defensa de una causa justa.

Doce años después, el movimiento lopezobradorista llega a su primer gran objetivo. Sin embargo, para conseguirlo –pese a la inconformidad y el asombro de muchos– Morena determinó como estrategia realizar alianzas con un partido conservador, e incluir a gente que hasta hace poco había participado en el bando contrario, moviéndose hacia el centro para abarcar el espectro más amplio posible y obtener un triunfo contundente. Esto deja un desafío aún mayor pues, como menciona Paco Ignacio Taibo II, “sobran en el amplio frente que Andrés creó para ganar las elecciones (no tanto en Morena) conservadores que se han metido al clóset, sapos y mandilones, adictos al servilismo que poco bien pueden hacer a unos gobiernos cuyo mandato popular es la reparación de injusticias y el cambio profundo en una sociedad llena de agravios”.8 

Morena debe sujetarse a los ideales que le dieron origen: ser un partido-movimiento, luchar contra el neoliberalismo y la corrupción, defender la soberanía, y construir democracia y justicia social.

Estamos ante la posibilidad de lograr la cuarta transformación de la república. Para concretarla necesitamos defender y profundizar los cambios que el país requiere. Las experiencias de gobiernos progresistas –con distintas características y niveles de radicalidad– en América del Sur muestran que estos procesos son constantemente acechados por las oligarquías nacionales y extranjeras. Por ello, respecto a Morena, debe mejorar y avanzar en su organización interna, combatir los vicios de la cultura política tradicional, impulsar con mayor ahínco la formación política, fortalecer liderazgos de izquierda en los procesos electivos de las estructuras del partido que se avecinan y, por supuesto, fomentar la participación activa de la población en los asuntos públicos.

Sin duda, el resultado de la elección del 1 de julio es un hecho insólito y esperanzador, pues el pueblo mexicano ha dicho “¡basta!” y empezado a andar. Ahora nos queda seguir construyendo, entre toda la sociedad, el camino.


* Licenciada en artes plásticas por la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, maestra en estudios de la mujer por la UAM-X. Militante fundadora de Morena, coordinadora distrital, consejera estatal y congresista nacional de Morena en el periodo 2012-2015.

1 Enrique Méndez y Andrea Becerril, “AMLO: se juega el destino del país; democracia o simulación”, en La Jornada, 31 de julio de 2006. Disponible en https://goo.gl/Enn8z3 Fecha de consulta: 30 de julio de 2018.

2 La Convención Nacional Democrática se llevó a cabo el 16 de septiembre de 2006. Véase “AMLO, ‘presidente legítimo’; toma posesión el 20 de noviembre: CND”, en La Jornada, 17 de septiembre de 2006. Disponible en https://goo.gl/CszfjG Fecha de consulta: 30 de julio de 2018.

3 Y para este año participó en coalición con el Partido Acción Nacional y Movimiento Ciudadano postulando al candidato panista, Ricardo Anaya, a la Presidencia de la República.

4 Integrado por los Partidos de la Revolución Democrática, y del Trabajo, así como Convergencia, luego llamado Movimiento Ciudadano.

5 Se constituyó el 2 de octubre de 2011.

6 Coordinadores distritales, que a la vez serían consejeros estatales y congresistas nacionales.

7 “Morena cumple con número de asambleas para ser partido: IFE”, en El Financiero, 10 de diciembre de 2013, disponible en https://goo.gl/srRR7K Fecha de consulta: 31 de julio de 2018.

8 Paco Ignacio Taibo II, “Toda historia es personal”, en La Jornada, 27 de julio de 2018. Disponible en https://goo.gl/BY34hU Fecha de consulta: 31 de julio de 2018.