EL FENÓMENO DEL PARAMILITARISMO EN COLOMBIA

El fenómeno del paramilitarismo en Colombia ha estado presente en gran parte de la historia contemporánea del país, sin embargo su presencia depende de la visión política e histórica de los investigadores. Por lo tanto, no es lo mismo situarse frente a este fenómeno con una visión tradicional y conservadora, la cual analiza a los grupos paramilitares, como grupos necesarios en el proceso de reconfiguración del estado colombiano, tal como afirma Waldmann (2007) “Los paramilitares no tienen su origen en el aparato estatal sino en la sociedad”. Los grupos de autodefensa civil y las AUC son, de algún modo, la expresión de una convicción democrática, cuando el Estado es incapaz de proteger a sus ciudadanos. El autor plantea que estos tienen el derecho y el deber de hacerse cargo de la ley utilizando sus propios medios. Mientras que Zelik (2015) afirma que el paramilitarismo es un tipo de empresariado mafioso de la violencia, una herramienta de carácter informal al servicio del Estado. He ahí dos visiones del fenómeno paramilitar en Colombia, Zelik aborda el fenómeno del paramilitarismo desde una visión más crítica, reconociendo la complicidad de las fuerzas estatales en la proyección y fortalecimiento de los grupos paramilitares en Colombia.

Son varias las visiones existentes en Colombia frente al nacimiento, ampliación, proyección y fortalecimiento del paramilitarismo, se intentará a lo largo de este artículo realizar un análisis crítico de este fenómeno que ha afectado notablemente la situación actual política y social del país suramericano. El paramilitarismo en Colombia se ha infiltrado en la vida política y económica de Colombia, hasta el punto que gran parte de la derecha política colombiana contemporánea ha estado vinculada a dicho fenómeno, a través de la relación entre el paramilitarismo y la política, conocido como parapolítica. Desde que Gustavo Petro en el año 2006 en una de las plenarias de la cámara hizo una serie de denuncias1, refiriéndose a la alianza entre políticos y paramilitares, lo que él denomina como un poder mafioso; el cual se fortaleció durante los periodos presidenciales de Álvaro Uribe Vélez 2002-2006 y 2006-2010. Asimismo en el periódico El País, en la edición de 2008 afirma que fueron 33 congresistas involucrados en procesos judiciales por vínculos con el paramilitarismo.

Los delitos que se investigan son de diferente calibre. Desde participar en componendas que supusieron ventajas electorales -están en entredicho los comicios parlamentarios de 2002-, hasta delitos de sangre -son los menos- como la participación en matanzas y la coautoría en asesinatos o secuestros para eliminar a rivales políticos. Pasando por el apoyo a grupos paramilitares2.

Esta investigación produjo una polarización en el país, quienes defienden la posición del gobierno y quienes veían en ello el inicio de una serie de denuncias, las cuales girarán en torno al presidente de la época Álvaro Uribe Vélez, ya que varios de los implicados eran aliados políticos de Uribe Vélez3. Desde los años noventa los paramilitares intentaron ideologizar a la población colombiana, sin embargo fue a inicios del siglo XXI cuando el paramilitarismo accedió al poder político colombiano, lo cual les favoreció la implementación de una política de terror, a la cual Uribe denominó Seguridad Democrática. Su gobierno estuvo involucrado en varios escándalos, entre ellos los falsos positivos: el asesinato de jóvenes, que luego hicieron pasar como guerrilleros muertos en combate, denominados en el argot militar como positivos. Sin embargo, las investigaciones no han logrado avanzar, solamente se ha condenado a los autores materiales, y a los mandos medios, sin llegar a analizar la relación entre ellos y la política de seguridad democrática liderada por Uribe Vélez.

La seguridad democrática fue una política de carácter militarista, que monopolizó el uso de las armas y de la violencia, por lo tanto el Estado era el único capaz de mantener el monopolio de la violencia. Lipovetsky (2002) afirma que las sociedades pierden legitimidad cuando aparecen las sociedades en el orden individualista y su correlato, el Estado moderno, que se define precisamente por la monopolización de la fuerza física legítima, por la penetración y la protección constante y regular de la sociedad. Entonces, la seguridad democrática buscaba a través del miedo, el abuso de la fuerza, la inserción del ejército en territorios controlados por la guerrilla. La necesidad de ampliar los resultados militares, hizo que la alianza entre militares y fuerzas de extrema derecha, denominados como Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) se fortaleciera durante el gobierno de Uribe Vélez4, quienes en muchos casos cometieron todo tipo de abusos, que los militares no podían hacer de manera directa: masacres, asesinatos selectivos, desplazamiento, persecución a periodistas, lideres, entre otras acciones. Esta política nunca fue pensada para entablar diálogo con los grupos guerrilleros, sino que su objetivo era aniquilarlos, lo cual según Uribe Vélez conduciría a la paz de Colombia. La seguridad democrática tenía tres pilares: el primero la seguridad ciudadana a través de la cual “se combatirá el crimen con las fuerzas armadas, y se organizará una red de cooperación con un millón de personas, quienes recibirán una gratificación por sus tareas de información”, posteriormente la política de negociación “el atractivo de esta estrategia consiste en que los requisitos de la negociación no se den. El esquema de la negociación en medio de la guerra fracasó, y la alternativa que con mayor insistencia se ventila es la del enfrentamiento militar”, en tercer lugar estuvo la cooperación militar internacional “la presencia de tropas extranjeras y de cascos azules de la ONU servirán de apoyo a las fuerzas armadas para combatir a los grupos alzados y para frenar el secuestro, las masacres, el desplazamiento forzado y la toma de municipios” y finalmente el servicio militar el cual buscaba profesionalizar el ejército, disminuyendo el reclutamiento de los jóvenes colombianos. (Libreros, 2002)

A partir del año 2002 la alianza entre el ejército y los grupos armados privados se potenció, legitimándose el accionar de los grupos ilegales denominados paramilitares, tal como asegura Lipovetsky (2002) con la era individualista se abre la posibilidad de un era de violencia total de la sociedad contra el Estado, una de cuyas consecuencias será una violencia no menos ilimitada del Estado sobre la sociedad, o sea el Terror como un modo de gobierno por una violencia ejercida en masa, no solo contra la oposición sino contra los partidarios del régimen, las masacres, deportaciones, procesos extrajudiciales se realizan en nombre de la voluntad del pueblo, el Terror solo es posible en función de una representación democrática, es decir individualista.

Lo descrito anteriormente es la punta del iceberg de una serie de circunstancias, momentos y coyunturas que vale la pena analizar. Entonces, ¿Qué papel juega la historia en la comprensión de la derechización de la sociedad colombiana? Vale la pena, poner la lupa sobre las causas que originaron el conflicto armado colombiano:

…el conflicto armado colombiano tuvo diversos factores sociales, políticos y económicos, pero todos con raíces históricas, en los cuales intervinieron varios actores sociales como el ejército, los campesinos, los obreros, los académicos, las élites políticas y económicas representadas en el Estado y en los partidos políticos y los grupos contrainsurgentes (Luna, 2017)

El origen del conflicto armado colombiano es multi-causal, con factores internos como externos, tales como: el impacto del comunismo en América Latina, las amplias desigualdades sociales, el monopolio en el control de las tierras, la falta de garantías para la participación política y la existencia de un modelo económico que aumenta la brecha social, generando desempleo, pobreza, desigualdad, entre otras.

El conflicto armado colombiano ha tenido varias fases: la primera desde 1930 cuando se originan los primeros levantamientos, apoyados y financiados por los partidos políticos liberales y conservadores hasta 1960 cuando surgen las guerrillas colombianas, pasando por la década de los 80´s y 90´s cuando se suman los grupos paramilitares y narcotraficantes, lo cual extiende la guerra del campo a la ciudad, acrecentando los actores armados enfrentados, posteriormente la llegada de Uribe Vélez a la presidencia de la república, quien instala una mesa de dialogo con los grupos paramilitares, generando una nueva etapa en el conflicto colombiano.

Por lo tanto, para entender la fuerza política e ideológica que ha logrado la derecha en Colombia a través de la figura del expresidente y actual senador de la república Álvaro Uribe Vélez este artículo pondrá la lupa sobre el origen histórico del paramilitarismo en Colombia, el cual tiene varias fases desde su creación, desarrollo y consolidación, lo cual conllevó varios procesos de mutación y transformación.

La llegada del paramilitarismo al ejecutivo colombiano, a través de Uribe Vélez representó la unidad entre Estado y terrorismo, convirtió en legítimo el uso de la violencia con la población colombiana. Entonces, tal como afirma de la Fuente Lora:

…no hay manera de oponerse al Estado, de subvertirlo, recurriendo a formas de violencia continuadas, estables, sostenidas, previsibles, o sistematizadas de cualquier forma. Y no hay corporación social que sea realmente independiente del Estado desde el momento en que haga costumbre de sus violencias y sus sanciones. El criminal organizado es un funcionario del Estado lo mismo que el ministerio público que lo persigue… (de la Fuente Lora, 2016 p. 76)

Los grupos paramilitares nacieron bajo el decreto 3398 de 1965, el cual permitía la conformación de grupos cívico-militares. Tal como lo afirma, Zelik (2017, 86) varios sectores privados: ganaderos, narcotraficantes y militares retirados utilizaron dicho decreto para legitimar la fundación de ejércitos privados en la década de los 80´s. Sin embargo, fue con la doctrina de Seguridad Nacional de Turbay Ayala (1978-1982) cuando se intensificó la represión y el control sobre los grupos y movimientos sociales, por lo que en 1978 se crea la Triple A (Acción Americana Anticomunista), la cual como parte del decreto 1923 de 1978, denominado Estatuto de Seguridad efectuaría operaciones de interrogatorio, secuestro y encarcelamiento sistemático contra miembros de sindicatos, movimientos sociales, lideres, entre otros. (Zelik, 2015, 86-87).

Estados Unidos durante la Guerra Fría fortaleció y financió la lucha anticomunista en América Latina. En 1969 el informe Rockefeller recomendaba el uso de la fuerza por los ejércitos nacionales hacia la población civil. Por su parte en 1980 Ronald Reagan afirmaba que la política de baja intensidad5 limitaba el accionar de las guerrillas latinoamericanas; así como la política denominada “Alianza para el progreso”, cuyas ayudas económicas invadieron el territorio. Finalmente, la implementación, apoyo y financiación de los gobiernos dictatoriales en todo el continente. (Agüero, 2016, p. 11-12)

El estado colombiano siguiendo las pautas de EEUU intensificó la guerra contra la población colombiana, concibiendo estrategias sombrías, tales como el apoyo estatal al grupo denominado MAS (Muerte a secuestradores), el cual se creó en 1981, siendo el primer grupo de paramilitares en Colombia, actuando de manera semejante a la Triple A (Zelik, 2015, 89).

Los paramilitares de esta primera fase nacieron y se consolidaron en las ciudades colombianas, aunque el MAS intentó desarrollar su accionar en algunas zonas rurales del país, donde había presencia de guerrillas, sin embargo no tuvo éxito. No obstante, fue en la segunda fase cuando se amplío su accionar al campo colombiano, ubicándose en localidades poco articuladas entre sí, como el sur del Magdalena medio generándose así, el segundo proyecto paramilitar conocido como ACDEGAM (Asociación de campesinos y ganaderos del Magdalena Medio). Desde 1980 en la zona del Magdalena Medio aumentó el desplazamiento y el despojo de las tierras a los campesinos, concentrando las tierras en manos de los ganaderos y las empresas multinacionales, los cuales buscaban explotar las tierras a través de la implementación de la ganadería extensiva y la extracción de recursos naturales como el petróleo, el banano, entre otros. (Vega Cantor, 2009, p. 330) (Zelik, 2015, 90).

Esta alianza se construyó y consolidó en colaboración con las elites políticas locales, numerosos comerciantes, ganaderos y la participación activa de Texas Oil Company (Texaco) que prestó sus instalaciones para la realización de las primeras escuelas paramilitares, con políticos destacados y miembros de las Fuerzas Militares (Zelik, 2017, 91). A partir de esta época las alianzas entre grupos paramilitares empresarios y políticos se multiplicó por todo el país, sin embargo se acrecentó en ciertas regiones del país, sobre todo en las fincas ganaderas ubicadas al norte de Colombia. Poco a poco estos empresarios expandieron esta empresa mafiosa, hacia las zonas más centrales del país llegando a constituir como afirma Zelik (2015) verdaderas estructuras mafiosas de poder. Esta situación tuvo su máxima fuerza entre los años 1994 a 1997 con la consolidación de la casa Castaño y la creación de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU) y las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). El impulso de esta tercera fase del paramilitarismo en Colombia, vino acompañado de uno de los contextos más complejos en la historia de Colombia, ahora se suman los grupos de narcotráfico, los cuales afianzaron su relación con los paramilitares, generando el recrudecimiento de la guerra en Colombia. Además, la guerra empezó a golpear a las ciudades principales de Colombia, como parte de la rivalidad entre los carteles de Medellín y Cali, esta situación se recrudeció con el aumento de la exportación de cocaína hacia Estados Unidos, lo cual generaba una altísima rentabilidad a los carteles de la droga y todos los actores involucrados.

Por lo tanto, se pasó de una organización militar diseminada a una estructura con mando centralizado y único, y además con un carácter político autónomo del Estado Colombiano, siendo ésta la tercera fase del paramilitarismo en Colombia. (Zelik, 2015, 101) (CNMH, 2018, 63)6

Los protagonistas de esta tercera fase fueron los hermanos Castaño: Fidel, Carlos y Vicente, quienes asumieron el control ideológico y militar de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), quienes intentaron a través de Carlos Castaño, impulsar una figura político-ideológica de las autodefensas. Sin embargo aunque

“el máximo momento de coordinación organización y construcción de un discurso político de paramilitarismo se presentó entre 1997-2005, las AUC seguían siendo un proyecto inestable y precario en términos de acción colectiva. (CNMH, 2018, 64)

Entonces, se puede afirmar que durante esta fase se presentó un cambio en la estructura de los paramilitares, cuyo objetivo era fundar un tercer actor político en el conflicto armado colombiano. Según el CNMH (2018) esta consolidación se debió a varios factores, entre los cuales cabe destacar: la reutilización y reciclaje de las formas de la violencia utilizadas por diversos actores de la violencia, las escuelas de formación paramilitar que contribuyeron a sistematizar y homogeneizar el uso de la violencia, las Convivir que legitimaron entre 1994 a 1999 el accionar militar de los grupos civiles7 al igual que sucedió con el estatuto de Seguridad en 1978, y finalmente la domesticación de la violencia contra grupos sindicales y movimientos sociales.

Las AUC intentaron convertirse en actor político autónomo, de la mano de la figura de Carlos Castaño, quien se presentaba como jefe político de las AUC8, cuyo centro de operaciones estaba ubicado en Urabá, al noroeste del departamento de Antioquia y Córdoba, departamento colombiano ubicado al noroccidente del país, pero ¿Qué conllevó a centralizar las operaciones de las AUC en estos dos espacios? Podríamos afirmar que las múltiples necesidades de los ganaderos, empresarios y multinacionales existentes en estos departamentos, contribuyeron a fortalecer la estructura paramilitar.

En esa etapa, estos grupos abandonaron las características reactivas de la primera generación y comenzaron su nueva fase dirigida a consolidar órdenes sociales y económicos, con base en el terror generalizado (CNMH, 2018, p. 112)

Por lo tanto, y como se afirmó al comienzo de esta artículo Uribe Vélez contribuyó de manera decisiva al fortalecimiento y legitimidad de estos grupos al margen de la Ley, primero como gobernador de Antioquia a través de la implementación de las cooperativas de vigilancia y seguridad privada, conocidas como las Convivir. No obstante, las AUC no se convirtieron en un tercer actor del conflicto armado hasta que llegó Álvaro Uribe Vélez a la presidencia de la república en el año 2002, cuando implementó la ley de justicia y paz con las Autodefensas a través de la ley 975 de 2005.

Posterior al malogrado proceso de paz con las AUC, la muerte de la figura visible de las AUC, Carlos Castaño surgen las BACRIM (bandas criminales) diseminadas por varias regiones del país, sobre todo por aquellas donde el narcotráfico logró consolidarse y expandirse.

En conclusión podemos afirmar que más de 40 años de conflicto armado ha derechizado a la sociedad colombiana, lo cual se evidenció en las elecciones presidenciales del siglo XXI. La derecha colombiana ha mutado con bastante facilidad, desde el surgimiento de los grupos paramilitares en la segunda mitad del siglo XX, hasta su llegada al poder, a través de la figura de Álvaro Uribe Vélez, quien llega a la presidencia de la República en el año 2002 y se mantiene en ella por dos periodos presidenciales hasta el año 2010, cuando su sucesor Juan Manuel Santos es elegido con un discurso militarista heredado de su predecesor. Finalmente, Santos da un paso al costado y firma el Acuerdo de paz con las FARC en el año 2016, ocasionando un divorcio con la ideología de Uribe Vélez. Pero en el Plebiscito del año 2016 se les preguntó a los colombianos, si estaban o no de acuerdo con el proceso de paz con las FARC, obteniendo los siguientes resultados: 50,21%, equivalente a 6. 431.376 votos por el NO, frente al 49.78%, es decir 6.377.482 votos9 que apoyaron el SI. (Registraduría del Estado Civil, Colombia). Estos resultados muestran una fuerte polarización en el país, pero sobre todo una fuerte resistencia de los colombianos a resolver los conflictos a través del diálogo.

Para las elecciones presidenciales del año 2018 se presentó Iván Duque, un desconocido en la política colombiana, quien llegó en el año 2014 al Senado colombiano bajo la sombra de Uribe. Llega a la presidencia arropado del discurso uribista, prometiendo cambios en los acuerdos de paz, a la cual denominará “Paz con legalidad”, cuyo objetivo fue destrozar el acuerdo de paz, y retornar a una guerra desigual, donde las mayores consecuencias se las llevará el pueblo colombiano: asesinato de cientos de líderes sociales, indígenas, campesinos, excombatientes de la guerrilla y el regreso de los falsos positivos10, así como el incumplimiento en los acuerdos de paz firmados con la guerrilla de las FARC en el año 2016.

Por lo tanto, solo queda preguntarse, ¿Acaso el colombiano se acostumbró a vivir la guerra, y por lo tanto no ve otro camino que aniquilar al otro, al diferente? Y por esa razón en este país es tan necesaria la presencia de Uribe Vélez? ¿Qué colectivo social queremos formar en Colombia? ¿O es más el individualismo y la lucha por los intereses propios lo que mueve la ideologización de la Colombia del siglo XXI?


BIBLIOGRAFÍA

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de la Fuente Lora, Gerardo. La disputa por Babel. Ensayos de intervención filosófica. Ciudad de México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2016.

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Luna Zarama, Karol Viviana. Memoria, historia y conflicto armado en Colombia 1930-1965: el surgimiento de las guerrillas de las FARC, pp. 121-141, en: Lara Ovando, Juan José y Castro Blanco Elías. Procesos políticos y movimientos sociales: en busca de la paz en América Latina. Bogotá: Universidad Libre, 2017.

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Vega Cantor, Renan. “Violencia y trabajadores del petróleo”, en: El Ágora USB Revista de Ciencias Sociales, vol. 2, No. 2. Medellín: Julio-Diciembre 2009, pp. 294-600. Doi: https://doi.org/10.21500/16578031.415

Zelik, Raul. Paramilitarismo Violencia y transformación social, política y económica en Colombia. Bogotá: siglo del hombre editores, Fescol, Goethe –institut, 2015.

NOTAS

1 La parapolítica en Sucre, 2006. Ponente Gustavo Petro. https://www.youtube.com/watch?v=9JgPCM4r1n0

2 Lozano, Pilar. La “parapolítica” ensucia Colombia. Bogotá: El país, 1 junio de 2008. https://elpais.com/diario/2008/06/01/internacional/1212271201_850215.html

3 Para un análisis de ello leer: Morgan, Matías. El escándalo de la parapolítica” 04-01-2016, disponible en: https://www.alainet.org/es/active/14831

4 Documental Impunity. Juan José Lozano y Holman Morris (Directores), 2010. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=OArXwxsUfDg

5 La guerra de baja intensidad se refiere a una nueva estrategia militar, en la cual EEUU no participaba directamente de los enfrentamientos militares, sino que utilizarán la propaganda, para poner de su lado a las poblaciones, y así evitar un desgaste militar de EEUU. (Zelik, 2017, 43-50)

6 Paramilitarismo: balance de la contribución del CNMH al esclarecimiento histórico / Centro Nacional de Memoria Histórica, Teófilo Vásquez Delgado, Víctor Barrera; fotografía Daniel Sarmiento. Bogotá: Centro Nacional de Memoria Histórica, 2018.

7 Álvaro Uribe Vélez, promovió la implementación local de las Convivir, cooperativas de seguridad privada que operarían en coordinación con la Fuerza Pública y que a la postre varias de ellas terminaron convertidas en grupos de autodefensas ilegales. Fuente: Álvaro Uribe Vélez. La silla vacía, 26 de septiembre de 2019, https://lasillavacia.com/quienesquien/perfilquien/alvaro-uribe-velez

8 Ver Entrevista de Darío Arizmendi en el programa Cara a Cara a Carlos Castaño. https://www.youtube.com/watch?v=FtISPNDRVYI

9 Para un análisis del plebiscito por la paz leer: Quintero Timaná. Diego Andrés. Configuración de preferencias electorales en el municipio de la Cruz-Nariño, en torno al plebiscito por la paz en Colombia. Tesis de maestría en Sociología, FLACSO-sede Ecuador, Quito, 2019. https://repositorio.flacsoandes.edu.ec/handle/10469/15609

10 Para mayor información acerca del regreso de los falsos positivos leer: Ávila, Ariel. Falsos positivos en Colombia, 29-Mayo-2019, El País https://elpais.com/internacional/2019/05/28/colombia/1559060232_419756.html