COYUNTURA

 Cuestiones teóricas y políticas

El periodo abierto el 1 de julio de 2018 convoca a reflexionar sobre cómo debe abordarse el conjunto de acontecimientos que etiquetamos comúnmente con el mote de coyuntura. En este lapso, en el que un sector de izquierda también denominado progresista, se hace cargo de órganos del Estado, entidades gubernamentales e instituciones de gran relevancia para la reproducción de la vida de una parte significativa de la sociedad, debe situarse la relevancia del libro de Jaime Osorio Coyuntura: cuestiones teóricas y políticas.

Una parte significativa del trabajo de Osorio reflexiona sobre las líneas generales que atraviesa el pensamiento socio-político. Se trata de una exposición sistemática de lo que considera requisitos indispensables para pensar en la realidad social con independencia del tiempo y del espacio, por ejemplo: la crítica de la ingenuidad empirista que ahoga la reflexión teórica en un abstracto “ir a la realidad”, como si ésta se pudiera tocar inocentemente; pero también de la metamorfosis de este planteamiento antiteórico en la visión “posmoderna” que renuncia a cualquier “gran narrativa” y apuesta por el fragmento pequeño e inmediato, en espera de que este acercamiento le brinda mayor certidumbre.

Por el contrario, partiendo de la noción de totalidad, apela a la necesidad de comprender cómo el conjunto de relaciones, procesos y hechos que forman la realidad se articula a partir de elementos que se vuelven necesarios y sobre los cuales es posible pensar en las contingencias. Ni determinismo férreo, ni renuncia a las determinaciones como elemento configurador de la realidad social. Apela entonces al equilibrio entre tendencias, líneas y procesos y posibilidades de novedad, ruptura de linealidades y agencia de los sujetos colectivos.

La totalidad como paradigma permite, a decir del autor, develar las tendencias latentes que existen en la sociedad, sin intentar “predecir” o señalar un rumbo único. Las tendencias funcionan como configuradoras de grandes sentidos, de porciones significativas y de regiones amplias, sobre las cuales los sujetos sociales actúan, se relacionan y se conflictúan. Las tendencias son determinaciones, pero siempre van acompañadas de contratendencias, elementos de signo –aparente o realmente– contrario. La totalidad permite comprender que unas y otras hacen parte de un entramado societal que no es liso ni lineal.

Osorio configura en su propuesta una forma de comprender el sentido que adquiere el análisis social para las organizaciones de izquierda. Desde el prólogo queda delineada una intencionalidad muy común: dirigirse a una juventud a la que se suele asociar con la desorientación. La novedad, sin embargo, se encuentra en que el conjunto de la sociedad mexicana se encuentra inmersa en un periodo de transformaciones, cambios y tensiones inéditas por muchas razones. Apelando a la necesidad de que quienes enfrentan dichos procesos lo hagan de forma racionalizada, es decir, con elementos suficientes para no ser sorprendidos por los acontecimientos, apela a tratar las dimensiones “teóricas y políticas”.

Las primeras, las denominadas teóricas, son las que remiten a un nivel amplio del análisis. Ahí quedan establecidas las formulaciones que nos llevan a determinar el nivel de abstracción que necesitan los formatos de la realidad social. Hablar del “sistema-mundial” o de la “economía mundial” requiere un nivel de análisis distinto del que demanda el establecimiento de las fronteras de una “formación económica social” específica (una economía nacional, por ejemplo). Si bien una y otra se encuentran conectadas, lo preciso es remitir a niveles de abstracción diferenciados, que permitan la captación de las determinaciones, las tendencias, las contratendencias y las posibilidades reales de los sujetos para accionar.

Sin embargo, de todos elementos teóricos, el que sintetiza la multiplicidad es el análisis de la “lógica del capital”. Entendido este elemento como un sistema de relaciones y procesos necesarios, los cuales los seres humanos no determinan, sino que los determina. Así, Osorio expone de manera sintética el contenido de dicha “lógica del capital”, argumentando en favor de considerarlo el centro aglutinador de la dinámica social. Así, desde su perspectiva, no hay posibilidad de realizar un análisis de una diversidad de aspectos de la vida social sin dejar de referir a dicho proceso. Elemento configurador de las relaciones sociales –que sobredetermina, podríamos decir– se presenta, a su vez, como el elemento más oscuro, por momentos oculto, más reprimido en los análisis. En el horror que supone ser señalado como un “economicista” o un “fatalista”, más de uno ha renunciado a profundizar en el hecho de que nuestra reproducción de la vida tiene un elemento centralizador y que éste se encuentra dominado, subordinado y ordenado a partir de un conjunto de elementos que arrebatan la soberanía al productor. 

A partir de ese elemento es posible conjugar las posibilidades; por ejemplo, en la coyuntura se puede evaluar el lugar en la división internacional del trabajo y en el intercambio desigual, como también se puede hacer cuando se habla de los procesos de larga duración, así como formatos reconocibles de desarrollo, como el capitalismo desarrollado o el dependiente. Este conjunto de conceptos permiten, a juicio del autor, situar el nivel de análisis preciso que permita acceder a pensar en la coyuntura.

Quizá como ninguno otro momento de la vida social, la coyuntura es la más clara prueba de que estamos, en última instancia, ante un complejo de complejos, una totalidad articulada en segmentos desiguales, cuyo enigma no es su conexión en sí sino la configuración específica de ésta. Regiones diversas en su cualidad que, sin embargo, pueden tomar mayor peso de acuerdo con momentos específicos, o bien, que pueden perder presencia. Es decir, que no cualquier momento puede ser considerado una coyuntura.

De tal manera, podemos entender ahora la manera en que Osorio articula el análisis de la realidad social –entendida, hemos dicho antes, como diversidad de niveles de abstracción– con el emprendimiento de la coyuntura. Considera que hay un conjunto de elementos que independientemente del nivel de análisis pueden encontrarse –ya sea a un nivel abstracto o en fisonomías concretas– como elementos por considerar: la lucha de clases, el Estado, la diversidad de sistemas de dominación. Estos elementos, al mismo tiempo teóricos y políticos, deben considerarse las crisis económicas, la multiplicidad de formatos que asumen las clases sociales (en tanto fracciones, sectores, estamentos, diversidad étnicas y posesión o adscripción a proyectos políticos).

Lo más significativo de esta región de análisis es que se considera que la coyuntura supone un espacio donde se condensan una serie de tendencias y contratendencias, pero que tienen como requisito la capacidad de intervenir en dicho escenario. Coyuntura e intervención son los dos principales elementos determinantes: sólo cuando las fuerzas pueden intervenir nos encontramos ante un espacio temporal único, condensado en sus relaciones materiales de fuerza o debilidad. Así, las intervenciones en la coyuntura demandan la evaluación de las fuerzas y debilidades de los actores o sujetos que se encuentran en ella.

La intervención demanda una medición que no es lineal, como diría Lenin: en la aritmética política, los números no suman igual. Esa medición es posible a partir de los conceptos que entrega Osorio y si bien no se encuentran osificados, pueden entenderse en su principio: la relación de los sujetos frente al Estado (su capacidad de autonomía y autogestión organizativa); el papel o la debilidad de las instancias partidarias.

La actual situación mexicana es, contrariamente a los ánimos ultraizquierdistas –movilizados siempre sobre a prioris o recetas–, una coyuntura. En ella se juegan fuerzas –con independencia del gusto de los intelectuales o dirigentes– que están determinando un conjunto de modificaciones en las relaciones de fuerzas. Éstas pueden estar no declarando la guerra a muerte al capital, pero sí modificando las condiciones de reproducción de la vida de millones de personas. Abren con ello posibilidades múltiples, potencializadas a cabalidad sólo a partir de la proyección que hagan conjuntos organizados y de su capacidad de incidencia en el conjunto de la sociedad. La posibilidad de disputar el excedente social tragado por la corrupción, ya sea por la vía del huachicoleo, el proceso de aumento de precios de la medicina o la fuga en salarios onerosos, es el punto inicial para que el Estado y la sociedad establezcan un pacto societal distinto, más igualitario, que apunte a desarmar grandes poderes.