LAS ENSEÑANZAS DEL MIGRANTE DE SAN QUINTÍN

VINDICACIÓN DE LA PROMESA: APUNTES HETERÓNOMOS PARA UNA ÉTICA DE LA 4T

Me dijo: ‘Licenciado, así como el presidente Juárez separó al Estado de la Iglesia, porque a Dios lo que es Dios y a César lo que es de César; ahora -me dice- lo que necesita es separar al poder económico del poder político y que el gobierno represente a todo el pueblo, a ricos y a pobres, que sea un gobierno para todos los mexicanos’. Ese señor me dio esa lección.
¿Dónde tengo mis asesores? ¿Ustedes creen que los voy a traer de Harvard? No, son del pueblo.[1]

Reiteradas veces escuchamos al presidente AMLO citar a aquel asesor “del pueblo” quien le indicara que es preciso dejar de subordinar el poder político al económico. Quisiera detenerme en esta construcción a la cual considero memorable y programática porque viene cargada de promesas. Mencionaré algunas de las promesas que escucho -en clave ética- cada vez que es evocada.

Ante todo, aclaro que aquí la palabra promesa recobra el respeto merecido, lejos de la degradada connotación que adquirió a golpes de manipulaciones provenientes tanto de políticas del despojo como de moralismos pseudorreligiosos. En toda palabra veraz anida una función prometedora que compromete a quien la profiere. En los momentos más oscuros de la historia hay luciérnagas portadoras de esperanza. Hecha la aclaración, enumeraré algunas promesas que intuyo en México hoy.

1. Ética como justicia del otro. ¿Qué clase de asesor es alguien del pueblo?

La primera promesa que aparece es que, tras la insubordinación del poder político al poder económico, lo político recupera su raigambre social y con ella su inabrogable compromiso con la ética. De socarronerías políticas que definieron a la moral como un árbol de moras, hasta acartonados usos ornamentales de la ética (que no pasaba de ser orillada a un grandilocuente adjetivo ajeno a lo que suele ostentarse como “realismo”), despunta como promesa la ética entendida en un sentido modesto, substantivo y radical: justicia del otro. Me refiero a una ética heterónoma, madre y abuela de toda autonomía política, que actúa desde una pequeña perspectiva y es capaz de dejar al descubierto los cimientos roídos de un pesado edificio llamado Estado. El mismo Estado, adelgazado en los inicios del neoliberalismo, a golpes de fraudes electorales más tarde se fortaleció para oficiar como gerente de las corporaciones trasnacionales (legales e ilegales), produciendo una sangría de lo público en beneficio de intereses privados… hasta disecar la vida. Tal vez la pandemia en la cual estamos inmersos sea sólo un emblema de una extrema fragilización, por negligencia social, de dimensión planetaria, que se hace patente en los campos de refugiados y en los albergues de migrantes.

Que un “asesor” (término de tufo tecnocrático) sea un desclasado jornalero del Valle de San Quintín (cuya lengua materna muy posiblemente sea originaria de alguno de los estados más pobres de México) ¡un migrante! …es muy sugerente. (Más allá de la perezosa interpretación de aburrida esgrima política que se queda en una estocada presidencial a las élites clasistas y racistas que siempre acapararon esos puestos cortesanos). En 2015 los jornaleros de ese Valle de Baja California se rebelaron ante unas escandalosas condiciones de opresión. Basta leer los periódicos a partir del 17 de marzo de aquel año, donde llega a describirse el lugar como “un rosario de injusticias”[2] que tristemente perdura, aun cuando algunas condiciones en el ámbito de la salud pública vayan mejorando…[3]

Que un migrante de San Quintín sea citado por el jefe del Poder Ejecutivo como “asesor” constituye una asunción pública de la deuda interna heredada por la actual administración del Estado mexicano. Heteronomía obliga: el asesor “del pueblo” no sólo es un pobre, sino que es un migrante indígena. Aquí está la promesa capaz de hacer que un siglo después de la revolución mexicana no se mire a los indigentes en una postal panorámica como si fueran una masa. Un ciudadano presidente que visita el país comunidad por comunidad, y es testigo de las singularidades, no puede conformarse con pregonar la misma justicia para todos, pues ya entendió que la equidad no es una vara aplanadora sino la paleta que da brillo a la opacidad de un mundo lleno de color y vida, que cada día, más que resistir: rexiste. Y ya que estamos citando neologismos prometedores como el verbo rexistir,[4] me permito una “travesura”… la de atravesar con una bocanada de aire (¡en tiempos de covid!) a la tan vituperada vulnerabilidad que muchos perciben como una amenaza en el espejo que les devuelven los rostros de los migrantes, los indígenas, los pobres, ancianos, mujeres, niños… Citar una lección del migrante de San Quintín es una palabra-promesa de otro porvenir, que es el porvenir del otro: vulner(h)abilidad en acto.[5]

2. Sobre religión y/o capitalismo

El paralelismo con el que la citada lección está construido es clave: si Juárez separó Estado de Iglesia, López Obrador -como dicta su asesor- debe separar poder económico de poder político. La forma del razonamiento es la de un paralelismo sinónimo en forma de X. Por este quiasmo, así como el Estado se relaciona con el poder político, la Iglesia y el poder económico se asocian en aquello que, con Walter Benjamin llamamos “capitalismo como religión”. El filósofo apuntó a la esencia religiosa del capitalismo: en el sentido cultual y generador de culpa. Asimismo, afirmó que el cristianismo se transformó en capitalismo. Entonces… la laicidad pregonada del Estado capitalista, la de aquellos que se escandalizan ante las menciones que el presidente hace de la Biblia o de Jesús, o de su aproximación a la religiosidad popular… proviene de una metamorfosis de la cristiandad (la palabra “secular”, proveniente del medioevo cristiano, lo delata).

La facilidad para escandalizarse suele revelar una perspectiva muy estrecha, carente de imaginación política, por parte de quien la manifiesta. (Tiene algo que ver con la etimología griega, pues remite a un obstáculo skandalon que exige cierta destreza para sortearlo). Así, a diferencia de este discípulo del maestro de San Quintín, quienes nunca hayan abierto la Biblia (posiblemente porque teman volverse religiosos y dogmáticos), ignoran que el Levítico 19:13 indica “No oprimirás a tu prójimo, ni le robarás. No retendrás el salario del jornalero en tu casa hasta la mañana.” ¿Quién le teme a ese versículo? Seguramente algún dogmático de la infame flexibilización laboral que sale en procesiones sabatinas contra un tan improbable como satanizado “comunismo”… ¿Meta-ignorancia? Quien se escandaliza suele ser el peor de los ignorantes: aquel que ignora su propia ignorancia. Es el mismo que se asusta (y por miedo hace escarnio) ante una estampita esgrimida, en tiempos difíciles, con sincero respeto, para hablar directo (sin manipulación) y de manera efectiva al corazón de la fe popular.

La lección del humilde maestro de San Quintín tuvo una satisfacción especial con motivo del 101 aniversario luctuoso de Emiliano Zapata. Fue Viernes Santo el 10 de abril de 2020 y en la conferencia matutina relacionó la persecución sufrida por ambos revolucionarios: por parte de quienes, fanáticos de Mamón (o Pluto), practicaban el despojo de los pobres.

En el quiasmo de la enseñanza del asesor, el asesorado puso en evidencia un engaño en donde se ubica la piedra del escándalo, a saber, la fe ciega en el “derecho” a expoliar. En tiempos de pandemia salió a flote una debilidad escondida y hasta ahora disfrazada de poder: la vileza de quienes provocan la miseria de los oprimidos. La revelación, para los obstinados, de que el tiempo nunca fue (ni será, jamás) dinero…

3. Una balsa de refugiados en un mar de tiburones. Que represente a ricos y pobres

El 1° de julio de 2018 treinta millones de mexicanos votamos por un cambio en un país que sistemáticamente había sido víctima de una depredación polimorfa. La sorpresa fue que no se produjo fraude. Pregunta obligada: ¿por qué esta vez no lo hubo? Ese día supimos que el otrora cuerno de la abundancia, que en ese momento semejaba más a una balsa de refugiados en un mar de tiburones, tendría la oportunidad de reparar la brújula, pues hasta entonces viajaba, con la corriente, en dirección opuesta al horizonte de la justicia. Sabíamos que, en el valle de los huesos secos, todo era igualmente urgente y que la paciencia de los desposeídos, de las familias huérfanas de hijos, más necesaria que nunca, se estaba agotando. Lo primero que se hizo -y no es poco, pero tampoco es suficiente- fue cambiar de forma clara el rumbo. Sin embargo, la corriente va en contra y lo único que puede hacer un marino diestro es poner los vientos a favor para navegar en la dirección correcta. Sin duda avanza en esa dirección, pero la corriente adversa es fuerte, los tiburones son muchos y están hambrientos…

Como sabemos, no son escasos los logros en tan poco tiempo para sanear el ámbito público, pero no alcanzan… Las urgencias son más. Sobre todo, cuando azota una pandemia y deja en evidencia el estado calamitoso en que se encontraba la salud pública. Sin embargo, la tripulación se demuestra bastante hábil para revirar, notablemente en materia de sanidad, pues ha dado muestras de una veta humanista que se agradece para revertir décadas de saqueos. Y también en la recuperación de la hacienda pública. Provoca desajustes en la maquinaria letal del crimen organizado mientras le recuerda al ejército que es pueblo

Por el bien de todos: “primero los pobres” se había repetido, pero la frase continuaba… “¡abajo los privilegios!” Sin embargo, esta parte parece haberse olvidado. O tal vez no se trata de desmemoria sino de un desconocimiento profundo: privilegiados no sólo son los opulentos. Muchos de los bienes que gozamos -y que hemos ganado con honestidad- si revisamos, veremos que -indirectamente- fueron posibles gracias al despojo de tantos condenados al exilio de una vida digna… 

El cambio de rumbo de la balsa exige un cambio de perspectiva: de la posición moralista (que juzga la conducta ajena) al posicionamiento moral (que cuestiona en primera persona). Este ejercicio es más difícil, pero como concluye Spinoza en su ética …si la salvación estuviera al alcance de la mano y pudiera conseguirse sin gran trabajo, ¿cómo podría suceder que casi todos la desdeñen? Pero todo lo excelso es tan difícil como raro. Volviendo al cambio de perspectiva, la ética heterónoma levinasiana invita a un ejercicio aparentemente simple: leamos la declaración de los derechos humanos en segunda y tercera persona… Cuando seamos capaces de formular el derecho a la vida digna del otro, respetando su concepto de dignidad, habremos entendido la justicia del otro (mucho más exigente que la superficial “inclusión” de mijusticia para el otro).

Sin embargo, el drama no se agota sobre la balsa. Los tiburones apremian y en el menor descuido se trepan… Su hambre insaciable -dicen- se calma con “progreso” (y la tan mentada derrama que nunca llega). Pero aprendimos con crudeza que no todo lo que brilla…

4. Los oropeles del “progreso”: una revolución en el tiempo (porque los asesores no vienen de Harvard)

En altamar se libra la batalla más difícil. Los tiburones se mantienen a distancia y a regañadientes aceptan que ya no se les condonen impuestos, incluso empezaron a pagar mil-millonarios adeudos al fisco. Tuvieron que asentir ante la inclusión de los programas sociales en la constitución y la corrupción se va debilitando paulatinamente en varios aspectos. Una batalla nodal en la cual, tarde o temprano, capitularán es la del sistema alimentario nacional. Atañe a la prohibición de plaguicidas y transgénicos, promueve y educa hacia el consumo responsable, y sabe que necesita aprender de los saberes ancestrales. Tema prioritario de la emergencia en la pandemia: según estudios recientes, casi ¾ partes de las defunciones pesan sobre la industria de productos procesados para desnutrir a la población.[6]

Pero los tiburones se sienten desplazados y amenazados. No les alcanza con vituperar al capitán. Algunos se desesperan por subir a la balsa para hundirla. Pero otros, más disciplinados y calculadores, aceptan donar parte de lo acumulado durante años, a cambio de propiciar más “progreso”, que vaticina la tan postergada (como indeseable) derrama económica… 

Entonces se enardece la discusión sobre los trenes… Hay quienes ven en ellos pura maldad, y otros, meras fantasías pueriles. A varios críticos les interesa más haber tenido razón -en futuro anterior- que hacer hoy algo efectivo. Se sabe que ese enorme reptil mecánico causará daños graves: presagia otra vez el exilio a domicilio para los pueblos originarios, profundizando el despojo del suelo y del subsuelo y abonando al calentamiento global. Las consultas no fueron fidedignas. Algunos diestros navegantes, encargados de dirigir la balsa con las velas, como el titular de la Semarnat, buscan encauzarlo en un modelo alternativo de riqueza biocultural. Víctor Toledo Manzur sabe de primera mano y por experiencia propia de economía solidaria y agroecología, turismo alternativo e incluso banca social. María Luisa Albores, secretaria del bienestar, porque realmente entiende el sentido de este término, se encuentra sembrando vida… Cabe preguntarse si lograrán doblegar a los tiburones. Y el tren pesa demasiado para ser cargado en una balsa…

Temporalidad convulsa: el lenguaje del siglo XXI aparece traicionero por sus sospechosas ínfulas de hiperclasificación y el timonel prefiere expresarse con el viejo -malo y conocido- lenguaje del siglo pasado. Es un discurso demodé, de alguien que no hace suya una máxima si no le consta, no practica la indignación por adhesión y le halaga no ser considerado cool, como anhelan algunos académicos aporofóbicos que quisieran ser asesores de Harvard (o de Princeton). Sin embargo… subidos en la misma balsa, algunos miembros de la tripulación permanecen devotos de las viejas prácticas e ilusiones de la modernidad: la de un futuro rancio, del progreso a costa de otros. Están allí para tranquilizar a los tiburones, que se rehúsan a aceptar que hoy el otrora “poderoso caballero, don Dinero” se halla conectado a un respirador artificial… igual que su sirviente. En la nueva dirección tomada por la balsa, el futuro de antes queda atrás y el porvenir nos saluda -aún lejos- desde un pasado que se vislumbra como promesa.

5. Hacia una pedagogía de la promesa… un gobierno para todos los mexicanos

la danza vibrante de las luciérnagas se efectúa precisamente en el corazón de las tinieblas
G. Didi-Huberman

“Mi único amo es el pueblo” declara el presidente de todos los mexicanos en su estrategia de comunicación directa y cotidiana, en la cual recuerda que “la política es asunto de todos” y no de unos pocos expertos. Cada mañana logra con bastante éxito dejar al desnudo la futilidad de los medios privados de comunicación (en tiempos de pandemia esto se refuerza con la extraordinaria acción comunicativa del subsecretario y vocero de salud pública Hugo López Gatell). Esos medios hasta hace poco eran los amos del poder político, señores del corazón de las tinieblas. Por largo tiempo obtuvieron cuantiosas utilidades a cambio de montar a su antojo la escena sobre esta inmensa fosa clandestina que es el territorio nacional. 

El desafío se juega en la palabra, en el valor de la promesa honesta, en la escucha atenta. Sería importante pensar en la fertilidad de las diferencias: la pobreza iguala, pero atesora en el humus semillas diversas. México y sus culturas son irreductibles al monocultivo. Este pueblo es un conjunto de milpas humanas y culturales. En honor al maestro migrante, un gobierno “para todos los mexicanos” tiene la difícil tarea de incluir a todos… Se trata de una ardua faena pedagógica de contenido ético. Mal o bien la primera premisa se está llevando a cabo: “primero los pobres”. La segunda premisa es más difícil: “abajo los privilegios” implica aceptar que los privilegios no son derechos ganados sino derechos confiscados a otros. Pesa admitir que incluso los pequeños privilegios, aun merecidos, tienen algo de mal-habido… Tendremos que ejercitarnos en la lectura de los derechos humanos en segunda y tercera persona.

La pedagogía del servidor del pueblo revela principios cívicos valiosos en tiempos de emergencia sanitaria como “prohibido prohibir”. Principio libertario que, libre de la tentación autoritaria que se ofrece con facilidad en esta situación límite, da un voto de confianza a un pueblo largamente infantilizado (en el sentido etimológico de infans: privado de palabra, a pantallazos televisivos), reconociéndolo como su único amo.

Como la batalla se gana en la palabra, frente a un atolladero (como por ejemplo el que concierne al viejo futuro y a la memoria por venir) habría que experimentar otras formas de la escucha y de la expresión. Convengamos en que las “consultas” por los trenes del sur no estuvieron a la altura de la pedagogía del migrante de San Quintín. La filósofa y científica Isabelle Stengers propone, en conflictos territoriales y socioambientales, problematizar los posicionamientos para dejarse enseñar por el otro. Recomienda a las partes no atribuir a los otros la intención de debilitarlos, revirar el impasse para plantear problemas concretos, partiendo de la más honesta de las certezas: que todos podemos estar equivocados. Poner en el centro el sentido de lo común es el principio de la cosmopolítica, que permite fecundar las diferencias.

Los medios privados nos tenían acostumbrados a la violenta luz de los reflectores, que no hacían sino ocultar aquello que Didi-Huberman llama “resplandor del contrapoder”. Según este pensador, dicho resplandor se cría en las luciérnagas y tiene la capacidad de “hacer aparecer palabras libremente cuando las palabras parecían cautivas de una situación sin salida”. Creo que estas palabras-luciérnaga liberadas, más confiables que las palabras-reflectores porque en lugar de irritar la vista favorecen la escucha, son las que permitirán un diálogo necesario y urgente en la convulsión temporal que estremece actualmente a la balsa de refugiados. Ese lenguaje de vulnerabilidad expuesta, y no el de los reflectores que enceguecen, favorecerá la escucha del otro dejando afuera el miedo a la otredad. El Maestro migrante de San Quintín enseña una pedagogía de lucernas para cultivar vulner(h)abilidades. Ejercicio obligado para quien hoy representa a todos los mexicanos, y para quienes lo sucederán. Alentemos la enseñanza de las luciérnagas en el debate cosmopolítico presente como promesa fosforescente de porvenir.


[1] https://lopezobrador.org.mx/2019/10/12/version-estenografica-dialogo-con-la-comunidad-del-hospital-rural-san-quintin-en-ensenada-baja-california/ Cf. Video https://www.youtube.com/watch?v=gyA8Qw-4h8Y

[2] https://www.jornada.com.mx/2015/06/20/cam-motivos.html

[3] https://www.jornada.com.mx/2019/12/21/delcampo/articulos/de-oaxaca-a-san-quintin.html En salud: durante su gira, en octubre de 2019, AMLO anunció la ampliación del hospital rural.

[4] Que tomo prestado del geógrafo brasileño Carlos Walter Porto Gonçalves.

[5] Desarrollé más este concepto de ética heterónoma en otros lugares, por ejemplo en el artículo “Vulner(h)abilidades cosmopolíticas: polinizando a Levinas en América Latina” Revista Motricidades, vol 4 Nro. 1, 2020, http://www.motricidades.org/journal/index.php/journal/article/view/2594-6463.2020.v4.n1.p27-35?fbclid=IwAR2cfxDmcI02t3xnzcBG6eBVpcJhaijX01ZaPoQE2lp5O3Z_4GAnuti2UrA

[6] El porcentaje se deduce de este estudio: https://www.jornada.com.mx/2020/07/05/politica/003n2pol