POR UNA CRÍTICA ANTI NARCISISTA

(Lugar de enunciación) Como mi maestro Enrique Dussel, nací en Argentina y renací en México. Este país generoso me enseñó la libertad. Mi país de origen fue azotado, de década en década, por algún golpe militar. Periódica pedagogía del terror y de la kafkiana culpabilidad. Nací en los días del golpe de los sesenta y pasé mi adolescencia en el último (1976-1983). En aquellos tiempos, de sed de crítica, la izquierda elaboraba análisis certeros y muchos hombres, en tantas cosas esclarecidos, confundían lucidez con pesimismo, crítica con desconfianza. Mientras, el terror campeaba sembrando el miedo (y la desconfianza no fue suficiente para detenerlo). En México aprendí la potencia de confiar.

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Sé que no vinieron a escucharme a mí sino a las personalidades con las que me honra enormemente compartir el espacio (a quienes yo también quiero escuchar). Tomaré poco tiempo. Entiendo que fui invitada para dar una perspectiva desde la ética heterónoma, que es lo que trabajo en el IIFL. 

Empezaré diciendo que el 1° de julio de 2018 en México ganó la política y perdió la mercadotecnia. Ganó una política que se sabe heredera de lo social y por lo tanto de la ética. Una política que se define como servicio público, desde una ética que se asume como heteronomía, esto es: justicia del otro. Que no es lo mismo que pensar mi justicia también parael otro (esta última es típica del altruismo). La justicia del otro (heterónoma), mucho más exigente, viene resonando aquí con dos movimientos: primero los pobres ergo… ¡abajo los privilegios! Si la primera premisa cabe en el altruismo (mijusticia para el otro, también, ¿por qué no?) la segunda (abajo los privilegios) exige aceptar que, a la luz de la justicia delotro, aquello que considero justo es padecido por aquél como injusticia, que aquello que hasta ahora consideraba derechos ganados se revelan como privilegios a costa de los derechos de ese otro. 

He aquí lo que la 4T revela cotidianamente a gran escala: la (para algunos) insoportable justicia del otro. En la práctica, claro, no basta con decirlo, y esta nueva pedagogía toma tiempo y requiere paciencia. (Dice Kafka que Adán y Eva fueron expulsados del Edén por impaciencia, y que esa misma impaciencia nos impide retornar)[1]. Impaciencia y desconfianza son una dupla traicionera (y en general se juntan porque a casi nadie, sea de derecha o de izquierda, le gusta perder sus privilegios).

Décadas de corporativismo teñido de neoliberalismo criminal llevó al país, en cuyos genes bulle la memoria viva de una revolución y un abanico de tradiciones de resistencia, a una crisis polimorfa. Un cuadro agónico recibió el gobierno actual, y decidió enfrentarlo -“hasta donde se pueda”- tratando de erradicar un termitero de corrupción que viene desde lo más profundo de la burocracia del Estado (dicho sea de paso, no alcanza con la imagen de “barrer escaleras” sino que en muchos lugares requiere deshacer la estructura: el maltrato en el aeropuerto por parte del personal de Migraciones que denunciaron varios compañeros de este encuentro es uno de varios focos de alarma que afecta a los refugiados del sistema mal llamados migrantes).[2]

Además de limpiar esa corrupción que se cuela en todos los niveles de la vida cotidiana, la 4T se propuso desde el inicio recuperar el sentido de lo público corroído por décadas de una empresa neoliberal -profundamente contradictoria- de privatizar la política a golpes de mercadotecnia. Así, alienta el ejercicio de la soberanía popular, que permite resignificar el bienestar y el sentido de lo común… En fin, trata de sembrar múltiples formas de vida (tantas como pueblos hay en México) en un territorio en el que el crimen organizado transnacional (por las vías legal e ilegal) sólo quiere: acaparar eso que su miopía llama “recursos” y esconder cadáveres. El gobierno actual tiene la urgente tarea titánica -entre otras- de recuperar el territorio para sus pueblos. Esto significa a la vez: 

  1. apoyar a los que se juegan la vida exhumando los cuerpos de los hijos de todo México, 
  2. impulsar la soberanía alimentaria, energética, laboral, de salud… (el muro que nos construyeron al norte ¿al menos servirá para protegernos de la entrada de armas?)
  3. cuidar a los que se exponen para defender los bienes comunes frente a la costumbre de despojo por parte de los acumuladores, y mientras…
  4. tratar de calmar a estos últimos, cuya prepotencia (aliada a la codicia de empresas neocoloniales) les hace olvidar que no son más que una minoría enriquecida. 

¿Y cómo impulsa la 4T esta tarea titánica? (alguna vez describí a este país como una balsa de refugiados en un mar de tiburones, que -no es poco- ha logrado pronto dar un giro de 180° en el rumbo: si antes se alejaba a todo vapor del horizonte de justicia, rápidamente -y con gran trabajo- logró recuperar el rumbo hacia aquel horizonte -aún muy lejano- que antes parecía perdido). Contrariamente a lo que vociferan los aterrados ante la pérdida de sus privilegios, los cambios no se imponen. Se piensan sin duda en el gobierno, se planean de manera mancomunada (aprovecho para agradecerle al Dr. López Gatell, que nos haya alfabetizado en materia de salud pública: siempre recuerdo la conferencia vespertina -entre tantas memorables, pues no me perdí casi ninguna- en la cual la salud pública se explicó desde la milpa y no desde la industria farmacéutica). El gobierno propone, con la confianza de que el impulso fuerte vendrá “desde abajo” -con las modificaciones que requiera-, a sabiendas de que, si no es “de abajo hacia arriba”, no se logrará nada. Aquí la confianza en los saberes del pueblo y la paciencia son la clave y hacen la diferencia. (Recientemente hemos visto al presidente tomar nota y comprometerse públicamente, en la comunidad comcaac de Desemboque, ante cada uno de los reclamos justos y vitales expresados por la regidora Gabriela Molina).

Esto, obviamente desespera a quienes ven sin pausa menguar sus prerrogativas y también -estos sí con razón- a quienes fueron sistemáticamente ignorados por gobiernos anteriores y en este, aunque vean voluntad de esclarecer la verdad y restituir la justicia con dignidad (que son imprescindibles para hablar de bienestar), ven una capa burocrática intermedia (que sigue a veces llegando a algunas de las más altas esferas), profundamente corrupta, que impide que el deseo de justicia permee tanto de arriba hacia abajo como de abajo hacia arriba. Allí hay un tapón de corrupción que será necesario extirpar por completo. No es fácil, pero es indispensable para una verdadera transformación.

Pero no estoy aquí para hacer diagnósticos, sino para pensar en mi responsabilidad como académica de esta magnífica universidad pública, que se debe a la nación. Creo que el ejercicio responsable de la crítica no puede confundirse con la queja del cliente insatisfecho. Como dije: desde 2018 la mercadotecnia perdió y ganó la política con ética. ¿Pronósticos críticos?: algunos (desde la izquierda) se apresuraron a cruzarse de brazos y vaticinar que nada cambiaría, otros (desde la derecha) anhelaron eso mismo. Sin embargo, tener razón no sirve más que para autocomplacerse. 

Otra crítica es necesaria: la que exige deponer el narcisismo del futuro anterior (el de apostarle a haber tenido la razón), también el de la pequeña diferencia (que es el de revisar con lupa para descalificar todo por cada error o torpeza). En el cuadro de semejante transformación no se puede tapar el sol de la lucidez con el dedo del pesimismo, pues tal vez hoy confiar sea lo más arriesgado (y, aunque cueste creerlo) revolucionario. Porque, en una política con sentido social, confiar(que no es sinónimo de conformismo) significa empujar para que se radicalice cada paso hacia el horizonte de justicia. En lugar de conformarse con denunciar lo no hecho (que por supuesto es un primer paso necesario) hay que alzar la voz para profundizar, traducir y sobre todo extender (tanto en los distintos ámbitos de la vida pública como en el tiempo de las generaciones por venir) el alcance de cada palmo ganado a la injusticia social. La educación no se realiza sólo en las instituciones y todos los que educamos (es decir, todos) sabemos que para corregir un error es contraproducente descalificar o burlarse de la incapacidad de quien lo comete. Sabemos que es mucho más efectivo señalarle lo que hizo bien, animarle a profundizarlo y ayudarle a replicar adaptando ese logro a otros planos (eso es traducir).

Otra forma de la crítica -anti narcisista- se revela vital: dejar de preferir tener la razón antes que habernos equivocado por haber confiado. (Como educadores, los universitarios tenemos el deber de anteponer la confianza a la sospecha: es imperdonable, al educar, privilegiar la autoprotección en lugar de extender la mano a otro para salir del miedo).[3]Parafraseando a Bioy Casares:[4] la universidad no es una oficina de expedición de patentes (es decir, de privilegios). Es un espacio de aprendizaje bidireccional: de los pueblos de México aprendemos que lo opuesto al pesimismo no es el optimismo, sino la creatividad solidaria. Es algo que en otro lado propuse como “vulner(h)abilidad”. Esto es, hacer de nuestra condición de ser heridos, nuestra potencia de vida y de transformación. Eso hacen los familiares en búsqueda de nuestros desaparecidos: más que resistir, r-existen[5] para enseñar lecciones de vida al aparato burocrático de múltiple desaparición. El oxígeno que revitaliza la vulner(h)abilidad está compuesto de esperanza y cuidado mutuo, y así nace un ejercicio de libertad con otros.

El gobierno ahora alienta ese ejercicio: no busca monopolizarlo (es curioso: a la vez que lo acusan de autoritario, le exigen que imponga libertades… la oposición partidaria no está a la altura de la madurez política que se requiere en este momento. Aclaremos que madurez no es realismo-político-fantasioso-repetidor-de-recetas-fracasadas, sino creatividad para dar cuerpo a la utopía). 

Los mexicanos tenemos mucha tarea, tanta como esperanza. Terminaré citando las palabras de Kafka a su amigo Max Brod: “hay muchísima esperanza, pero no para nosotros” (aclaro a los impacientes que eso no niega de ningún modo la esperanza, sino que le abre generosa y pacientemente la puerta al porvenir). Esto resuena en algo que nos enseñó en 2017 la hoy regidora del Desemboque, Gabriela Molina (quien el pasado 22 de mayo dictaba sus notas al presidente): defienden el territorio de la nación Comcaac -sus cerros- frente a la codicia de las mineras para las próximas siete generaciones.[6] Gracias por su atención.

Silvana Rabinovich, CU, 7 de junio de 2022


[1] Franz Kafka, Aforismos de Zürau, Sexto Piso, México DF, 2005, #3.

[2] Este hecho se inscribe en un hábito criollo de abusar de quien se percibe como vulnerable. Como si el abuso de poder fuera un conjuro contra la propia vulnerabilidad (propia de lo humano, por eso insoslayable). 

[3] Hélène Cixous, en Fotos de raíces (Taurus, México DF, 2001) define al amor como “menos de mí mismo”. Un amor así atañe la enseñanza.

[4] Adolfo Bioy Casares, “Planes para una fuga al Carmelo” en Historias desaforadas, Emecé, Bs.As., 1986

[5] Tomo prestado el término del geógrafo brasileño Carlos Walter Porto Gonçalves.

[6] Entrevista realizada en la comunidad de Punta Chueca en el Proyecto PAPIIT IN 402317 “Heteronomías de la justicia: nomadismo y hospitalidad en el lenguaje”. Cf. Video “Ese huracán al que llamamos progreso” en https://www.iifl.unam.mx/justiciadelotro/seccs.php?idSec=2&tSSecc=2&posSS=10&pos=2


Texto de la ponencia presentada en el panel 247 “La 4T: combate a la corrupción y ampliación de lo público, alternativas en busca del bienestar”, en el marco de la 9ª Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales, organizada por CLACSO. Universidad Nacional Autónoma de México. 7 junio 2022.

Silvana Rabinovich es investigadora Titular C de TC, Instituto de Investigaciones Filológicas, Universidad Nacional Autónoma de México, silvanar@unam.mx