Pocos movimientos han tenido tanta fuerza y al mismo tiempo han sido tan criticados como el movimiento magisterial de Guerrero. Desde septiembre del 2014, con la tragedia de Iguala, los maestros de la Coordinadora Estatal de los Trabajadores de la Educación de Guerrero (CETEG) se han movilizado junto con los normalistas de Ayotzinapa y los padres de familia constituyendo la columna vertebral del movimiento popular guerrerense.
Sin embargo, las críticas hacia el movimiento son cada vez más grandes, se les acusa de usar a los niños para conservar sus privilegios, de violentos y un sinfín de descalificaciones. Incluso Mexicanos Primero los acusó de ser en realidad “delincuencia organizada”1. Se les desconoce y al desconocerlos se les deshumaniza, estigmatiza y crucifica. En este texto, intentamos brindar algunas referencias sobre quiénes son estos maestros y de dónde proviene su movimiento. Y al mismo tiempo, nos preguntamos cuáles son algunos de sus límites y contradicciones.
Un largo camino
El movimiento magisterial guerrerense viene de lejos, siempre ha sido uno de los bastiones de la disidencia. Frente al modelo centralista y corporativo que se impuso en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) los maestros de Guerrero se rebelaron y desde la década de 1950 buscaron formas para auto organizarse y defender sus derechos. La disidencia se planteó tres grandes ideas: democratizar al sindicato, defender los derechos de los maestros y democratizar la educación.
Desde entonces el movimiento magisterial en Guerrero estuvo marcado por los dos componentes de su origen social. Por una parte la Normal Rural de Ayotzinapa, en donde se han formado muchos de los dirigentes con una visión educativa muy cercana al pueblo, maestros de origen popular ligados a sus comunidades. Por la otra el componente indígena y campesino del estado. Por eso los maestros de Guerrero se constituyeron como organizadores populares y participaron en guerrillas, partidos políticos, movimientos indígenas y organizaciones campesinas. Con toda esta diversidad los maestros guerrerenses no tardaron en cuestionar a la estructura de control representada por el SNTE. La disidencia ha sido la expresión de esta contradicción entre el empuje social y cultural de los maestros del estado frente a un sindicato cerrado, vertical y burocrático.
Por eso desde los años cincuenta con el surgimiento del Movimiento Revolucionario del Magisterio (MRM) en la Ciudad de México los maestros de Guerrero fueron unos de los primeros en sumarse a la disidencia organizando núcleos del movimiento en todo el estado. No es casual que Othón Salazar, el principal dirigente del MRM fuera originario de este estado.
Ya en los setenta en medio de la guerra sucia y bajo el gobierno represor de Rubén Figueroa sorprende la tenacidad de los maestros para continuar con su movimiento. Aún antes del surgimiento de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), en 1979, los maestros de Guerrero iniciaron un ciclo ascendente en sus movilizaciones. En especial es interesante la creación del Consejo Regional de la Montaña del Estado de Guerrero (CRSMG) en una de las zonas más pobres del país pero también con una gran diversidad cultural. Desde ahí los maestros guerrerenses no solo lucharon por la democracia sindical sino que introdujeron demandas sobre su identidad étnica y reivindicaron la cultura de los pueblos indígenas con la lucha por la educación bilingüe. Sin duda, fueron un sector de avanzada en la lucha por el reconocimiento de la pluralidad cultural que tiene nuestro país.
Fue con esos antecedentes que en 1979 se creó la CNTE a nivel nacional. Desde entonces la disidencia en Guerrero ha luchado en dos vías: por un lado con la creación de organizaciones paralelas que le permiten a los maestros organizarse por fuera de las estructuras de control corporativas y por otro lado la lucha por conquistar los espacios sindicales, en especial el comité ejecutivo de la Sección 14 del sindicato.
Sobre esta estructura organizativa es que el movimiento magisterial ha logrado subsistir durante tanto tiempo. Sus logros no han sido pocos, en varios momentos la disidencia ha conquistado la dirección de la sección sindical y ha defendido los derechos de los maestros. En otros las estructuras paralelas les han permitido continuar organizados y movilizados aún en contra de las instancias oficiales de lo que debería ser su propio sindicato.
En los últimos años es posible registrar un ciclo especialmente fuerte de movilizaciones. Frente a las reformas estructurales los maestros han defendido sus derechos laborales, cuestionando el nuevo modelo educativo promovido por el gobierno.
En 2007 frente a la reforma de la Ley del ISSSTE, que rebajó la edad para jubilarse de los trabajadores del Estado, los maestros promovieron amparos e intentaron detener esta ley. En mayo y junio de ese año más de 30 mil maestros pararon sus escuelas desobedeciendo y rebasando a los dirigentes charros del SNTE que en ese momento controlaban la sección sindical.
Al año siguiente, en 2008, se dio inicio a un largo proceso de reformas educativas. El gobierno de Calderón firmó con Elba Esther Gordillo la Alianza por la Calidad Educativa (ACE) una iniciativa que ya introducía a la evaluación como el nuevo elemento para castigar o premiar a los profesores en su carrera laboral. En lugar de establecer una verdadera reforma educativa se instaló desde entonces un discurso que culpabiliza a los maestros de todos los problemas educativos y postula que con exámenes estandarizados se pueden resolver todas las deficiencias del sistema educativo. Si en el camino se pierden los derechos laborales de los profesores no importa. Pero, de nueva cuenta, los maestros en Guerrero respondieron con grandes movilizaciones, después de una huelga de varios meses la ACE tuvo que suspenderse en el estado.
En 2013, ya bajo el gobierno de Peña Nieto, la reforma educativa fue la primera gran iniciativa del gobierno. Se modificó la Constitución para introducir a la evaluación como un elemento central en la carrera docente, más que una reforma educativa se trató en realidad de una reforma laboral. Y, otra vez, los maestros de Guerrero fueron uno de los sectores más combativos de la CNTE. Aunque la ley fue aprobada la resistencia cotidiana en contra de su implementación no se ha detenido desde entonces.
En estas circunstancias se encontraban los maestros de Guerrero cuando ocurrió la tragedia de Iguala. Desde entonces se constituyeron como una de las columnas vertebrales del movimiento que exige justicia y castigo a los culpables.
Así, el movimiento magisterial se ha consolidado como uno de los actores más combativos del sindicalismo mexicano. Su capacidad de movilización es impresionante y se ha constituido como una columna del conjunto del movimiento popular en Guerrero. Los maestros promueven otras organizaciones y le brindan apoyo a un sinfín de luchas como las de las policías comunitarias o la defensa del territorio de muchos pueblos.
Sin embargo, igual que el resto de la CNTE, el movimiento enfrenta un desgaste muy fuerte y ha perdido cierta capacidad para convencer al resto de la población. La propia fuerza del movimiento lo ha llevado a privilegiar una dinámica gremial sin mucha interlocución con la sociedad. Se hacen movilizaciones muy radicales pero no siempre con un contenido político claro para la gente. En los documentos del movimiento se habla de una estrategia que consiste en la movilización-negociación-movilización. Es decir, se piensa en la movilización sólo como una forma de presionar al Estado para obtener concesiones y defender los derechos laborales pero se deja de lado el diálogo con el resto de la sociedad.
Existen esfuerzos en el propio movimiento para construir un proyecto de educación alternativo y demostrar que los maestros son los primeros en querer una mejora en el sistema educativo. Sin embargo, es un gran reto que el movimiento debe afrontar para recuperar la simpatía de amplios sectores de la sociedad y rebatir la campaña de criminalización que Televisa y Mexicanos Primero han desatado en su contra. Por otra parte el riesgo de reproducir prácticas corporativas es constante por lo que la lucha por la democratización no puede detenerse.
Hoy que la CETEG se encuentra en el centro de la discusión política y ha sido uno de los sectores que más ha apoyado a los normalistas de Ayotzinapa es importante entender esta larga travesía del movimiento magisterial. Entender sus logros pero también sus tensiones y contradicciones, comprenderlos desde una mirada crítica pero fraterna es una tarea que tenemos por delante para superar la estigmatización que crece cada día en su contra.
1 “ONG: la CETEG es crimen organizado; se ha roto el imperio de la Ley dice Mexicanos Primero”, Excelsior, 24 de febrero 2015. http://www.excelsior.com.mx/nacional/2015/02/24/1010012