En el prefacio a la primera edición del volumen I de El Capital, Karl Marx escribió: “Los comienzos son siempre difíciles, y esto rige para todas las ciencias. La comprensión del primer capítulo, y en especial de la parte dedicada al análisis de la mercancía, presentará por tanto la dificultad mayor». No es de extrañar, pues, que anta dificultad, Louis Althusser animara célebremente al lector primerizo a dejar a un lado la sección primera sobre «Mercancía y dinero» y no volver a ella hasta haber terminado de leer el resto del libro. E incluso entonces, hacerlo “comenzar con infinitas precauciones la sección I (La mercancía y el dinero), sabiendo que siempre será extremadamente difícil de comprender -aun después de haber leído muchas veces las otras secciones- sin la ayuda de un cierto número de explicaciones que profundicen” En el mundo anglófono, muchos lectores recurrieron a A Companion to Marx’s Capital, de David Harvey, en busca de esa ayuda. Pero esta guía, a pesar de su importancia, exhibe lo que Nicola Taylor y Riccardo Bellofiore[1] llaman la «inmadurez» de la erudición en lengua inglesa sobre Marx, que hasta el día de hoy sigue sin conocer la literatura primaria y secundaria que emerge de la edición histórico-crítica, la Marx-Engels-Gesamtausgabe (MEGA2).
Desde 1975, las obras completas de Marx y Engels se han ido publicando gradualmente en el MEGA2. En 2012, los editores de la MEGA2 completaron la publicación de las obras publicadas e inéditas de Marx relacionadas con el proyecto El Capital de Marx, con un total de 15 volúmenes (23 sub-volúmenes). La disponibilidad de estos textos supervivientes puso de manifiesto el incesante desarrollo de la crítica de Marx a la economía política. Hasta el final de su vida, los escritos y las ideas de Marx fueron objeto de continuas revisiones. Este carácter inacabado quedó especialmente patente en las numerosas ediciones, manuscritos, borradores, notas y cartas publicadas en la edición de la MEGA2. Pero como los volúmenes que contienen estos escritos no se han traducido ampliamente, la recepción anglófona en general permanece ajena a la edición histórico-crítica y a la literatura secundaria producida a su paso. Mientras tanto, investigadores de todo el mundo comenzaron a buscar una reconstrucción de Marx para una valoración renovada y mejorada de su vida y pensamiento. Cómo leer El capital de Marx es una de las muchas contribuciones de Michael Heinrich a este proyecto reconstructivo. Teniendo en cuenta los materiales relevantes publicados en la MEGA2, el libro de Heinrich ofrece el comentario más avanzado y actualizado sobre Marx y su difícil comienzo; los primeros siete capítulos de El Capital para ser precisos.
Sin embargo, el uso de nuevos textos disponibles no es la única marca distintiva del comentario. Heinrich es un pionero contemporáneo de la exégesis de Marx. Aunque su enfoque de los textos se consideraría normalmente filológico o exegético, ha descrito su método como «doble historiografía»[2], y más recientemente como «materialista», un uso del término que cuestiona fundamentalmente su uso habitual. En pocas palabras, dado que el texto y el lector son productos de procesos sociales, la tarea del intérprete consiste en descifrar tanto el «proceso de producción del texto» como el «proceso de producción de la recepción». Descifrar es entonces situar históricamente tanto nuestra lectura como la producción teórica de Marx. Este método informa la interpretación de Heinrich en Cómo leer El Capital de Marx, proporcionando un comentario convincente que cumple con el espíritu y la letra de Marx.
Puesto que, como subraya Heinrich, no es posible situarse nunca fuera de una secuencia de acontecimientos históricos y teóricos, hay que dar cuenta de la contingencia histórica de nuestra lectura, no sea que determine inconscientemente las coordenadas y los intereses que rigen nuestra interpretación. Descifrar el proceso de producción de la recepción es, en otras palabras, dar cuenta de esta «perspectiva histórica situacional»[3]. Pero si aportamos la historia a la recepción del texto de Marx, entonces también lo hizo Marx al producirlo. La propia vida de Marx en el siglo XIX era, en muchos aspectos, completamente diferente de la nuestra. Sus escritos reflejan los debates científicos y políticos específicos de su época. Si no se presta atención a este contexto histórico e intelectual, se oscurece la importancia de la intervención de Marx y su relevancia contemporánea. Para entender fielmente la obra de Marx es necesario comprender adecuadamente la especificidad histórica de sus motivaciones. Para ello pasamos a la segunda parte del método doble-historiográfico o materialista: descifrar el proceso de producción del texto.
Como se ha insinuado anteriormente, Marx continuó revisando conceptos y exposiciones teóricas. El Capitalno fue una excepción a su hábito de modificar y perfeccionar. Sólo durante su vida, Marx presentó diferentes versiones del argumento desde los Grundrisse (1857-58), a Contribución a la crítica de la economía política(1859), luego la segunda edición de El Capital (1872-73), e incluso la traducción francesa Le Capital, Livre Premier (1872-75). En cada uno de estos textos se introdujeron importantes cambios teóricos y textuales. Por lo tanto, para descifrar fielmente los continuos desarrollos de Marx en su obra, hay que consultar todos los materiales supervivientes relacionados con su proyecto económico, disponibles en la sección II de la MEGA2. Heinrich destaca precisamente en esta tarea. Por ejemplo, llama la atención sobre el manuscrito de revisión sin título de Marx para la segunda edición de El Capital [Adiciones y cambios al primer volumen de El Capital, escrito entre 1871-72] y publicado por primera vez en 1987 en la MEGA2. El manuscrito rara vez se menciona en la literatura anglófona, y la discusión de Heinrich sobre él en el comentario –varios pasajes de los cuales se traducen al inglés por primera vez– demuestra la forma en que una cuidadosa consideración de los cambios textuales en los escritos de Marx puede arrojar luz sobre la evolución y el proceso de producción del texto.
El manuscrito de la revisión contiene notables reflexiones sobre la teoría del valor que no se exponen directamente en la primera ni en la segunda edición. Estas reflexiones apoyan la afirmación esencial de Heinrich de que, contrariamente a la «teoría del trabajo del valor» de la economía política clásica que prevalecía en la época de Marx, «el producto del trabajo, tomado por sí mismo, no es ni valor ni mercancía; su valor-objetividad sólo existe a través de su relación con otros productos del trabajo»[4]. En otras palabras, las mercancías, además de ser objetos físicos, son también objetos de valor. En contra de lo que Heinrich llama una lectura «sustancialista»[5], que afirma que los productos individuales del trabajo adquieren este valor-objetividad en el proceso de producción, antes de entrar en la relación de intercambio, Heinrich favorece una definición del valor basada en la relación social. Que los productos se conviertan en mercancías y adquieran valor-objetividad en el intercambio indica que el valor de una mercancía sólo puede expresarse y existir tangiblemente en una relación de intercambio entre mercancías. Esta relación social en la que el valor de una mercancía se expresa en otra es la forma-valor
El sutil cambio de Marx en la segunda edición de gemeinsam (común) a gemeinschaftlich (comunal, en comunidad) confirma que las mercancías no poseen sustancia-valor, igual trabajo humano abstracto, individualmente por derecho propio, sino que sólo comparten esta sustancia en su relación social entre sí. Este sutil cambio textual es explícito en el manuscrito de revisión. Las ediciones inglesas, sin embargo, traducen gemeinschaftlich como «común», ocultando esta pequeña pero significativa revisión. Esta traducción errónea no es, por desgracia, una anomalía. El comentario corrige y aclara continuamente varios problemas de traducción, muchos de los cuales han dado lugar a considerables interpretaciones erróneas. La gran atención que Heinrich presta al original alemán, al contrario que muchos estudiosos anglófonos, es otro elemento de su enfoque textual que refuerza la exactitud de la interpretación.
Sin embargo, la precisión de Heinrich decae en ocasiones. Por ejemplo, la traducción de Produktivkraft como «Productividad del trabajo o fuerza productiva» es engañosa en la medida en que Marx habla de la productividad del trabajo como Produktivität der Arbeit. Aunque estas diferencias pueden parecer triviales, de hecho, pueden contribuir a perder conexiones terminológicas que son significativas para la interpretación[6]
Volvamos ahora a la exposición teórica. Puesto que para Heinrich la sustancia del valor es la reducción social de varios tipos de actos concretos de trabajo en intercambio, se deduce que el trabajo abstracto no es gasto de trabajo en el sentido fisiológico (a pesar de la «torpe presentación» de Marx al describirlo así), sino que la capacidad de producir valor es un carácter social del trabajo. Por lo tanto, a diferencia del trabajo útil concreto, el trabajo abstracto productor de valor no es eterno –como sostenían los economistas políticos clásicos– sino una forma social específica de trabajo que sólo existe dentro de un determinado contexto social: una sociedad productora de mercancías. Al tratarse de una relación social, el trabajo abstracto no puede medirse directamente por el tiempo de trabajo individual. En su lugar, se mide a través del dinero. Por esta razón, Heinrich subraya que la teoría del valor de Marx es una teoría monetaria del valor, ya que el dinero no es simplemente una expresión del valor, sino que «la sustancia del valor, el trabajo abstracto, no puede aparecer en absoluto sin relacionarse con el dinero». Donde hasta entonces el «marxismo tradicional» se centraba sólo en la conexión entre valor y trabajo, fue Hans-Georg Backhaus en la década de 1970, dice Heinrich, llamó la atención sobre la interrelación entre valor y dinero. Esta fue más tarde la posición de la Neue Marx-Lektüre(Nueva Lectura de Marx).
Sin embargo, hay que decir aquí que la caracterización del llamado marxismo tradicional por pasar por alto el dinero, así como por defender una interpretación sustancialista, está lejos de ser exacta. En primer lugar, no está claro quién y qué constituye el «marxismo tradicional» y, en segundo lugar, pensadores que producían en la Unión Soviética y en la República Democrática Alemana (RDA) que pueden considerarse típicamente «tradicionales» presentaron posturas cercanas a la de Heinrich. Como documenta Paula Maria Rauhala[7], el propio Backhaus se inspiró en economistas de la RDA que a principios de la década de 1960 debatieron la cuestión de la medición del valor trabajo e intentaron formular una teoría del valor con referencia al dinero. De hecho, en estos debates la posición dominante era la que recuerda a la teoría monetaria del valor del NML que Heinrich representa. Además, aunque no es la intención de Heinrich, su nota sobre Backhaus podría interpretarse como una valoración de él (y por extensión del NML) como el primero en analizar formalmente la conexión entre valor y dinero. Por supuesto, esto sería falso no sólo a la luz de los debates de la RDA, sino también de las discusiones mantenidas fuera de Alemania. Los marxólogos japoneses, por ejemplo, consideraron estas mismas cuestiones, con el notable debate entre Uno Kōzō y Kuruma Samezō que comenzó en la década de 1950, 20 años antes de la NML. Incluso antes, en la década de 1920, el pensador soviético Isaak Illich Rubin articuló ideas similares en sus estudios seminales sobre el valor.
Por último, al situar la producción teórica de Marx biográfica e internamente en la historia del pensamiento económico, Heinrich permite comprender cómo concibió Marx su propio proyecto. Por ejemplo, en una carta, Marx critica explícitamente a David Ricardo por su incapacidad para comprender la conexión entre el trabajo y el dinero, y cómo el trabajo debe asumir la forma de dinero. Las cartas y escritos privados de Marx, sin embargo, no son las únicas fuentes esclarecedoras para comprender las formas precisas en que se relacionaba con sus interlocutores, ya fuera científica o políticamente. Una comprensión más completa requiere el conocimiento de estos interlocutores tanto desde la perspectiva de Marx, a menudo en desarrollo, como también por derecho propio. También en este caso, el método doblemente historiográfico o materialista de Heinrich da sus frutos. Al ofrecer breves explicaciones de las diversas tradiciones y figuras que informan la obra de Marx, Heinrich construye un relato muy sofisticado pero accesible de sus argumentos. Pero este trabajo de situar, a la vez que proporciona un comentario inteligible, también sirve a un propósito más elevado: atestiguar la novedad de las intervenciones de Marx. Resulta evidente que parte de lo que distingue fundamentalmente la crítica de Marx a la economía política de las teorías económicas que le precedieron, e incluso de las posteriores, es su teoría de la forma del valor. Y esto nos devuelve al punto de partida, el difícil comienzo.
En este punto, decir que Cómo leer El Capital de Marx no es sólo para lectores primerizos puede ser decir lo obvio. Es un comentario que es directo en su exposición e indispensable para los principiantes, pero que desafía a aquellos que ya llevan tiempo dedicados al estudio de El Capital. En su magistral exégesis de la obra magna y de sus diversas versiones del difícil comienzo, Heinrich obliga a (re)considerar elementos filológicos fundamentales como la traducción, la evolución textual, la biografía intelectual y el legado literario más amplio de Marx que algunos pueden simplemente haber pasado por alto. Pero, por supuesto, estos siete primeros capítulos, como bien señala Heinrich, no sirven como punto final para entender El Capital (volumen I) ni la crítica más amplia de Marx a la economía política. Después de dominar los primeros capítulos, y está garantizado hacerlo con la guía del comentario, hay que perseverar. Una comprensión más completa del proyecto de Marx sólo puede obtenerse terminando El Capital. Sin embargo, como el propio Heinrich ha dejado claro, los tres libros de El Capital constituyen un todo coherente. De ahí que «el primer volumen sólo es plenamente comprensible en el contexto de los dos volúmenes que le siguen»; el todo aclara las partes. De este modo, Heinrich pide a sus lectores que emprendan una labor hercúlea, enfrentándose a los tres libros de El Capital. Afortunadamente, para esto también Heinrich ha proporcionado una guía menos sustanciosa pero no menos completa en su Crítica de la economía política. Una introducción a El Capital de Marx.
[1] Taylor, Nicola, and Riccardo Bellofiore, Marx’s Capital I, the Constitution of Capital: General Introduction The Constitution of Capital: Essays on Volume 1 of Marx’s Capital, 2004, New York: Palgrave
[2] Heinrich, Michael, Reading Marx Materialistically: Biography, History, and the Conditions of the Present Historical Materialism Melbourne (Conference Presentation), 1 May 2022
[3] Heinrich, Michael, Karl Marx and the Birth of Modern Society: The Life of Marx and the Development of His Work, Volume I: 1818–1841, 2019, New York: Monthly Review Press, p. 338.
[4] Heinrich, Michael, Karl Marx and the Birth of Modern Society: The Life of Marx and the Development of His Work, Volume I: 1818–1841, 2019, New York: Monthly Review Press, p. 378.
[5] Heinrich, Michael, Reconstruction or Deconstruction? Methodological Controversies about Value and Capital, and New Insights from the Critical Edition Re-reading Marx: New Perspectives after the Critical Edition, 2009, Basingstoke: Palgrave Macmillan
[6] Este tema se encuentra desarrollado en: Reuten, Geert, The Redundant Transformation to Prices of Production: A Marx Immanent Critique and Reconstruction Marx’s Capital: An Unfinishable Project?, 2018, Leiden: Brill
[7] Rauhala, Paula Maria, “The Neue Marx-Lektüre and the ‘Monetary Theory of Value’ in the East German Labour-Value Measurement Debate”, Historical Materialism, 2009, 29(2): 29–60.