EL FEMINICIDIO EN LOS MEDIOS COMO “INSPIRACIÓN” PUBLICITARIA

EL CASO DE ELIZABETH SHORT

“Dwight, se parece a esa maldita chica muerta, 
así que puedes tenerla, no a mí […]. 
Proxeneta, cobarde, necrófilo”.
J. Ellroy. Dalia Negra.

UN FEMINICIDIO EN HOLLYWOOD

La mañana del 15 de enero de 1947, Betsy, una joven ama de casa, salió con su hijita de tres años rumbo al sastre. Vivían en Leimert Park, al sur de Los Ángeles. Este era un barrio de clase media, de buena reputación y donde los habitantes eran en su mayoría familias jóvenes. Pero la guerra –que tenía poco de haber terminado–, había frenado la urbanización. Así que sobre aquellas calles se extendían varios terrenos baldíos. Eran alrededor de las 10 de la mañana, cuando la mujer creyó ver tirado sobre la hierba, a menos de un metro de la banqueta por la que caminaba, un maniquí roto, cortado por la mitad y sin ropa. 

Algunos libros (de la decena de libros que se han escrito al respecto) aseguran que Betsy vio un cuerpo muy blanco, tan blanco que por ello pensó que se trataba de un maniquí; otros escritos [Cfr. Eatwell 2028] refieren que lo primero que vio fue un montón de moscas e insectos: una nube negra posada sobre un objeto, que solo tras alzar el vuelo descubrieron un maniquí muy blanco. En lo que todos coinciden es que, al acercarse un poco más, Betsy se percató de que se trataba del cuerpo cercenado y blanquísimo de una mujer.

Este fue el inicio de la historia criminal probablemente más célebre de aquellos tiempos en la ciudad de Los Ángeles. Se trató de un crimen sexual en contra de una joven de 22 años, cuyo misterio, detalles morbosos e interrogantes han sido retomados por escritores, novelistas, detectives amateurs, policías, para escribir y vender libros. Pero también ha sido utilizado por documentalistas, bandas de rock, programadores de videojuegos e incluso diseñadores de perfumes y publicistas de moda para vender productos. 

El caso de Elizabeth Short es emblemático por varios factores. En primer lugar, la agresión cumple con casi todas las características de un asesinato por motivos de género y misoginia en México (Cfr. Código penal Federal, Artículo 325, 2012).(Código Penal Federal, 2012)

1.- La víctima fue privada de su libertad e incomunicada previo a ser asesinada. Los seis días previos al hallazgo, Elizabeth Short no fue vista por ningún conocido. Además, el cuerpo presentaba marcas de cuerdas o cables alrededor de sus manos, brazos, piernas y cuello. 

2.- Fue objeto de lesiones infamantes y degradantes previo a su muerte y posterior a ella; muchas de las lesiones son de índole sexual.

3.- Según las fuentes disponibles (Eatwell, 2018), habría sido víctima de violencia sexual posterior a su muerte.

4.- Su cuerpo, desnudo y mutilado, fue expuesto en la vía pública (entre medio metro y un metro) de la acera, en una zona residencial. 

5.- Al menos una línea de investigación contempla que haya conocido a su o sus agresores. 

En segundo lugar, ya establecido el carácter misógino del crimen, queda el tratamiento de la prensa y la relación de los reporteros de Los Ángeles, de los años cuarenta, con la policía a cargo del caso. El feminicidio ocupó los titulares de los periódicos amarillistas por meses, y también, pero de forma más moderada, de los diarios “serios” (Cfr. Wolfe 2006). La prensa fue tan agresiva en la investigación que en muchos aspectos su investigación era más rápida y eficaz que la de las autoridades a cargo, generando a su vez toneladas de revictimización contra Short y su familia. La revisión histórica de la cobertura devela estas relaciones simbióticas entre prensa policiaca y policía local, en particular con una policía corrupta en un ambiente de crimen organizado. Además, por lo menos en una ocasión, el feminicida envió documentación a la prensa amarillista, con el afán de mantener la atención sobre lo que hizo; aquí el feminicida decidió contribuir a la espectacularización de la violencia.

En tercer lugar, el caso permite explorar algunos de los elementos que ocasionarían que este –y no otros– capten la atención del público. En efecto, la audiencia y la opinión pública se relacionan de forma distinta con diversos feminicidios. Algunos generan interés público, y otros no. En el caso particular que nos ocupa, el de Elizabeth Short, hubo una conmoción e indignación al principio, y luego una manipulación de la memoria de la joven asesinada, hasta llegar a explotación contra su memoria, una reinterpretación de su persona y motivos, y la creación de una nueva leyenda urbana. 

Desde mi perspectiva como periodista, veo paralelismos con casos recientes, por ejemplo, el de Debanhi Escobar en Nuevo León en 2022. ¿Por qué la opinión pública se vinculó más con este caso y no otros?, ¿qué papel juega ahí la forma en la que los medios reportan?, ¿qué características impactan en la opinión pública?, ¿cuáles de estos aspectos refuerzan los estereotipos de género y el sexismo?, ¿qué aspectos, aparentemente desvinculados, “amarran” en la psique del público los casos y generan nuevas “leyendas urbanas” ?, y, éstas, ¿cómo impactan a su vez la realidad objetiva?

En cuarto lugar, el de Elizabeth Short ha sido un caso que pasó de los periódicos y la conversación cotidiana de la sociedad angelina de los años cuarenta, a una serie de productos culturales.

EL FEMINICIDIO DE ELIZABETH SHORT EN LOS DIARIOS ANGELINOS DE LOS AÑOS CUARENTA

Si bien hay debate respecto a quiénes llegaron primero a la escena del crimen aquel 17 de enero, desde el inicio, corrió la versión de que los primeros fueron reporteros del diario The Examinater, incluso antes que los uniformados. 

Esto dio ventaja al diario, aunque unas horas después, la escena del crimen hervía con policías y reporteros –y una sola reportera, Aggie Underwood–. Los relatos coinciden en que tanto reporteros como oficiales exclamaban que no habían visto un asesinato similar en LA. No porque no hubiera asesinatos de mujeres, que eran relativamente frecuentes, sino por las particularidades con las que se había llevado a cabo:

  1. El cuerpo había sido drenado de sangre (y probablemente de ahí su blancura o palidez) en un lugar distinto de la escena del crimen.
  2. Estaba cercenado por la mitad.
  3. El rostro de la joven había sido lacerado, dos heridas partían de cada comisura de los labios hasta las orejas, creando una “sonrisa de Glasgow”, un tipo de agresión usada por algunas mafias en Europa, pero que, según los relatos de la prensa, no era conocida en LA  en aquella época.

El crimen tenía otras particularidades que después fueron revelándose, generando aún más consternación, más morbo y más fascinación. Pero al inicio fueron éstas las que llegaron al público de forma escrita, no visual.

SIN REGISTRO VISUAL, AL MENOS AL INICIO 

En una primera instancia, las y los lectores angelinos no vieron las fotografías del crimen. Estas no fueron publicadas sino hasta décadas después [Cfr. Wolfe 2006]. Considero importante destacar esto porque permite identificar que, al inicio, la fascinación por el caso en la opinión pública no ocurrió por fotografías del crimen, sino por la descripción del hecho.

The Examiner, el primer diario que llegó a la escena y dio la noticia aquel mismo 15 de enero en su edición vespertina, publicó una fotografía, pero editada o “retocada”. El equipo de arte dibujó una “manta” sobre el cuerpo, y “borró” las heridas del rostro de la joven. El resultado fue una fotografía de lo que parecía una joven dormida sobre la hierba.

Esa misma nota se refirió a la víctima como una “adolescente”. La cabeza de la nota decía: “Monstruo tortura, mata a chica. Deja el cuerpo en un baldío”. Como sumario, se leía: “la evidencia muestra que la víctima adolescente fue atada y amordazada durante el asesinato”. El pie de foto, de la imagen retocada, llama a la víctima “La presa del asesino”. En el segundo párrafo se leía: el cuerpo desnudo fue cortado por la mitad… 

La edición vespertina del diario salió a las 3 de la tarde y fue agotada para las 5:30 de la tarde (Cfr. Wolfe 2006); se reimprimió otra tanda de periódicos que también fueron agotados.

SIMBIOSIS PRENSA-POLICÍA

Para el 17 de enero, la víctima ya había sido identificada. Esto, debido a la intervención de nuevo del periódico The Examiner. El editor de este diario ofreció a los detectives de la policía enviar a las oficinas del FBI –en Washington, donde se construía una inmensa base de datos de huellas dactilares recopiladas en todo el país– copias de las huellas de la víctima por medio de su servicio de “Sound Photo”, una antigua tecnología similar al fax para remitir imágenes por medio de la línea telefónica. A cambio de este favor, el periódico tendría acceso privilegiado a la probable identificación de la víctima.  

Si las autoridades no aceptaban, deberían mandar por avión las huellas a las oficinas del FBI en Washington, lo que llevaría más tiempo. Fue así como el diario prestó la tecnología necesaria y por primera vez en la historia este método se usó para el envío de huellas dactilares. Y el FBI obtuvo una identificación positiva: una joven de 22 años llamada Elizabeth Short. Sus huellas se encontraban en el sistema porque, cuatro años atrás, en septiembre de 1943 –cuando Short tenía 19 años– fue arrestada junto con otra amiga y un grupo de soldados mientras bebían y hacían escándalo. El arresto ocurrió en Santa Bárbara, California, donde ella trabajaba como empleada en un campo militar. 

Ella era menor de edad y no estaba acompañada por un familiar o tutor, así que fue detenida por la policía, puesta en custodia, y procesada como una delincuente: fotos de frente y perfil y huellas dactilares.  Fue así que sus datos se encontraban en la base de datos del FBI. 

La noticia principal del diario, en su edición matutina del 17 de enero, anunciaba: “Girl torture slaying victim identified by Examiner, FBI”. 

(La chica víctima de tortura y asesinato es identificada por el diario.) 

El diario entonces se volvió un protagonista de la historia. Si bien, obtuvo la primicia, cabe mencionar, sin embargo, de acuerdo con los archivos del FBI sobre el caso, la noticia también fue publicada por Los Ángeles Times el mismo 17. Y también este periódico –que tiene una línea editorial más sobria– se adjudica la identificación[1]. Así LA Timestituló la nota: 

“Sex fiend slaying victim identified by fingerprint records of FBI” [Cfr. FBI files. (s/f). Black Dahlia (E Short) Part 01 of 02 [File]. “Víctima de asesinato sexual es identificada…”.  

Como sumario: LA Times reporta que la joven escribió a su madre que trabajaba en el Hospital de San Diego. Esto, se probaría días más tarde, había sido una mentira que Elizabeth dijo a su madre, y formaría parte de un cambio de marea en la narrativa de la prensa. Short pasó de ser la joven y hermosa víctima de un terrible asesinato sexual, a ser la misteriosa mujer que decía mentiras a su madre, a sus amigos y no tenía un trabajo estable, que probablemente ejercía la prostitución, y que fue asesinada, implícitamente, por sus elecciones de vida.

Pero volviendo a los primeros reportes: El primer párrafo del sobrio diario arrancaba:  Por medio de huellas digitales, la atractiva[2] víctima del brutal asesinato sexual…”  (Cfr., 2021, p 12). Esto muestra que no solo los diarios menos “serios” exaltaban la belleza de la víctima.

LA VISIÓN DE LOS MEDIOS SOBRE UN FEMINICIDIO

La cabeza, el sumario y la entrada de una nota son claves en el ejercicio periodístico. Por lo general, en un medio consolidado, decidir la cabeza y el sumario son atribuciones del editor general –si bien el reportero suele redactar una propuesta –, y es considerado uno de los trabajos con más carga creativa de un medio: se debe sintetizar, en una frase corta, lo novedoso, que compela o atraiga la lectura. Y en la bajada –también llamada sumario– deben ser revelados datos atractivos que prometen una lectura con más hallazgos. 

La entrada de la nota devela el punto de vista de la nota: ahí se conjuga la línea editorial, lo novedoso de un acontecimiento, y lo que las y los periodistas consideran que es el interés público. Los ángulos suelen ser propuestos por el reportero a cargo; pero ellos no son quienes deciden al final. Con base en una información y análisis más amplios –análisis que incluye relaciones con políticos, inversionistas, estrategias de ese tipo–, en una junta editorial donde no se encuentran los reporteros, sino los editores y director del medio suele decidirse, al menos en los casos e historias que son de especial interés para el medio. Es atribución del jefe de información proponer el “ángulo”, lo que se “vende” al lector, y el director general suele tener la última palabra. 

En resumen, la cabeza, el sumario y la entrada de la nota son los aspectos más importantes de una nota diaria y suelen ser decisiones editoriales; no propiamente recaen en el reportero que cubre un suceso, si bien también propone o “vende” los ángulos y lo que es noticioso; es decir, nuevo, inédito, ya sea por hallazgo o por el avance de la historia.

Y en estas frases clave de la nota (cabeza, sumario y entrada) los redactores repitieron sexual dos veces, calificaron de demoniaco el asesinato, destacaron que la víctima era atractiva y que le había mentido a su madre. 

Por último, ambos medios publicaron las fotografías policiales de Elizabeth Short, de frente y perfil: una joven de pelo oscuro y revuelto como los pétalos de una dalia, y ojos muy claros, casi transparentes, de expresión vacua. De acuerdo con la literatura al respecto, Elizabeth Short era una joven muy atractiva. Entonces, para este punto había dos aspectos fundamentales que hicieron que la noticia acaparara el interés del público: 

  • Lo violento e inusual del crimen y 
  • La juventud y físico de la víctima.

Aquí, quisiera expresar que, lo que yo he visto personalmente sobre el tratamiento de la prensa de desapariciones y feminicidios, en los casos en México, cuando se trata de feminicidios que no tienen un componente sexual o la víctima es una mujer de mediana o avanzada edad, o si es joven pero racializada o considerada con menor capital erótico o sexual, el interés que despiertan a nivel mediático es menor. Esto empata con lo que ya he denunciado como la racialización de las víctimas. 

LA VIOLENCIA DE LA PRENSA

La primicia dio tal ventaja a The Examiner frente a los diarios competidores que “los demás nunca fueron capaces de alcanzarlos”, dijo Will Fowler (citado por Wolfe, 2006). “Horas antes de que los demás supieran que el cuerpo había sido identificado, nuestro equipo de reporteros estaba cavando en la vida de Elizabeth Short”. 

Tanto Wolfe como Eatwell narran en sus respectivos libros un pasaje particularmente ominoso de la prensa y su relación con Elizabeth Short. Probablemente el mismo día 16 de enero, Richardson, editor en jefe de The Examiner,ordenó a uno de sus reporteros, de apellido Sutton, llamar a Phoebe Short, madre de Elizabeth, quien vivía en Medford, Massachusetts. Pero dio la siguiente orden: no informar a la madre de los hechos inmediatamente, sino primero obtener toda la información posible.

Sutton, bajo órdenes de Richardson, dijo que llamaba porque Elizabeth Short había ganado un concurso de belleza. La madre, muy contenta al escuchar esas noticias, fue “entrevistada” respecto a quién era su hija, qué le gustaba, dónde vivía. Después, y tras exprimir toda la información que pudieran sacarle, el reportero entonces dijo a la madre la verdad: que Elizabeth Short había sido asesinada. 

La violencia no quedó ahí, después ofreció pagar los gastos de traslado desde Medford hasta Los Ángeles, así como los gastos de hotel y traslado en la ciudad, para identificar a su hija y para presentarse ante la policía.  Phoebe, quien desde 1930 se hacía cargo sola de sus cinco hijas –ya que, en algún momento de la infancia de Elizabeth, el padre las abandonó– no tuvo más remedio que aceptar.  

Este tipo de jugadas con completa falta de ética se siguen presentando, sobre todo en los programas de espectáculos en los que entreveran dos intereses: por un lado, el interés de la prensa, la demanda de audiencia, por el otro, la necesidad de las familias de buscar justicia o presionar a las autoridades. En medio pueden quedar otros intereses: el genuino esfuerzo de la prensa de denunciar las falencias del sistema o denunciar una injusticia. 

LA MERCANTILIZACIÓN DE LA INTIMIDAD ELIZABETH SHORT

Recapitulando, el interés público de este caso probablemente inició, primero, por lo inusual del crimen. En un segundo momento, por la belleza física de la víctima, aunada a la sobreexposición de su imagen y, en tercer lugar, a un aspecto poco explorado: el exceso de información personal de la víctima y su utilización desmedida de la prensa. 

En algún momento de enero de 1947, el editor mencionado arriba, de apellido Richardson, se entera de que en julio de 1946 (casi 6 meses antes del feminicidio), cuando viajaba desde Chicago a Los Ángeles, Elizabeth había perdido una maleta llena de álbumes de fotos y memorabilia. Ordenó a sus reporteros que se dieran a la tarea de hallar dicha maleta, lo cual consiguieron –de nuevo, el aparato de la prensa sensacionalista fue más eficiente que las autoridades policiales–. 

“Después de eso, el caso de la Dalia Negra se volvió el crimen mejor ilustrado de la historia de los diarios” (Wolfe 2006: 85). Y todo eso emanó de la competencia entre diarios, y de las prácticas poco éticas pero muy efectivas para obtener información sensacionalista, por parte de The Examiner”.

Fotografías de Elizabeth en cenas, en traje de baño, con acompañantes masculinos. Wolfe advierte que algunas fotos, después de ser descartadas por el diario, fueron devueltas a la madre de Elizabeth, pero solo unas cuantas. La mayoría fueron publicadas y luego conservadas en los archivos del diario. En 1988 fueron donadas a la Colecciones especiales de la Universidad de California del Sur, pero para 1990, la mayoría “habían desaparecido”; alguien las robó y reaparecieron en eBay para 2002 (Cfr. Wolfe, 2006: 86. Nota al pie). 

En el caso de Short, también ocurrió un fenómeno que hemos visto mucho: el denuesto de la víctima: quiénes eran sus parejas, que si mentía a su madre, que no tenía un trabajo fijo, que quién pagaba sus medias de seda. 

Fueron publicados sus deseos de convertirse en actriz, las diferentes versiones que ella daba de su vida. También fueron públicas las cartas que escribió a hombres, pero que nunca envió. Todo eso fue publicado sin respetar la privacidad, y exponiendo así las contradicciones en la vida de una joven de 22 años. 

Pareciera que este es un proceso común en el arco narrativo de las víctimas de feminicidio: la descripción de un crimen doloroso, la indignación social, luego el denuesto de la víctima. Esto ha sido descrito y señalado por diversas autoras (Millett, 2010). Todo esto suele ser dirigido por miradas masculinas; sin embargo, los contenidos también son consumidos también por mujeres.

QUIÉNES LEEN SOBRE ELIZABET SHORT

Un joven examina la influencia del crimen de Elizabeth Short en al menos dos filmes en su tesis de maestría en Artes (Havermans, 2021, p. 12) y escribe: 

Como numerosos detectives de internet antes que yo, quedé cautivado por su caso, cuando por primera vez lo conocí y pasé horas buscando teorías y evidencia que circula en internet[3].

Si bien existen este tipo de expresiones masculinas, esto no indica que sea solo el sexo y el género masculino el que consume únicamente estos productos culturales. 

Parto de un primer artículo publicado en 2010 (Vicary & Fraley, 2010), en el que los autores realizan un sondeo de libros de true crime y quienes lo consumen. Mediante un estudio sobre la elección de lecturas por hombres y mujeres en Amazon, los autores concluyeron que, de hecho, a las mujeres les atraen más las historias de crímenes reales, mientras que los hombres tienen interés en otro tipo de violencia; por ejemplo, la historia de guerras. 

En el mismo artículo, los autores sondearon de forma general el porqué de este consumo y hallaron que las mujeres buscan prevenir un ataque contra ellas. 

Siguiendo la propuesta de investigación de Vicary y Fraley  (Vicary & Fraley, 2010), realizamos un sondeo similar para dos libros sobre la Dalia Negra: el primero Black Dahlia, de James Ellroy, y el último publicado hasta la fecha:  Black Dahlia, Red Rose, 2017. 

Una parte importante de la producción cultural en torno a Elizabeth Short han sido los libros de investigadores –profesionales o amateurs– que buscan hallar al “asesino de la Dalia Negra”. Destaco este punto ya que parte de la atracción al caso no es solo la violencia sexual ejercida contra ella.  O no se queda ahí. Pareciera también un juego de detectives, el tratar de entender un misterio. El “perseguir” al asesino. 

El primer libro relevante es una novela de ficción, escrita por James Ellroy, Black Dahlia (1987), que toma como fuente de partida toda la información publicada en el caso, incluidos los detalles de mayor violencia respecto a las lesiones y profanación del cuerpo, la autopsia; además reproduce los dichos sobre la personalidad de Elizabeth Short. Fue publicado originalmente en 1987. 

Para 1994, John Gilmore quien había sido actor, escritor, entre otras cosas, publica Severed, un trabajo de investigación y no ficción considerado sólido, para la información disponible de la época.

Después vienen en cascada una decena de libros que claman ser de no ficción:

  • Daddy Was the Black Dahlia Killer: The Identity of America’s Most Notorious Serial Murderer. Por Janice Knowtlon (1994).
  • Childhood Shadows: The Hidden Story of the Black Dahlia Murder, es una obra publicada en febrero de 1999, por Mary Pacios, quien asegura ser amiga de la infancia de Elizabeth. Ella trata de narrar otra visión de Elizabeth, diferente a la que prevalece en el imaginario. 
  • The black Dahlia Avenger (2003), escrito por Steve Hodel, quien clama que su padre, George Hodel, fue el asesino. En los subsecuentes años, Hodel escribirá dos libros más respecto al tema.
  • The Black Dahlia`s files viene después, en 2005, escrito por Donald E. Wolfe, un escritor consagrado. 
  • Finalmente, Black Dahlia, Red Rose, escrito por una mujer, Piu Eatwell, en 2017. 

Cabe mencionar un último autor sumado, Larry Harnisch, quien fuera editor en la ciudad de Los Ángeles, ha lanzado un sitio web para recaudar fondos y, como sus antecesores, refuta lo publicado a la fecha; luego asegura tener información nueva y probada que daría, ahora sí, con el asesino.   

Como parte de esta investigación se exponen varios productos culturales relacionados o inspirados con el caso de Elizabeth Short. En primera instancia, un conteo de las reseñas que lectores y lectoras realizan de las obras que leen en la red social Goodreads, especializada en libros y puntuaciones. Se eligió este sitio (en vez de Amazon) porque tiene un mayor volumen de reseñas, y las personas que interactúan ahí por lo general son aficionadas de manera constante a leer.

De las personas que se tomaron el tiempo de reseñar un libro, las dividimos en las siguientes categorías de género (no es posible conocer el sexo con 100 por ciento de certeza, sino inferir el género con el que se expresan en una red social): 

  • Femenino
  • Masculino e
  • Indeterminado (perfiles en los que no fue posible inferir una expresión de género).

Esta expresión de género fue determinada por el nombre del perfil, su foto o fotos de perfil, y en algunas ocasiones al revisar otras interacciones como blogs. Evaluamos cuatro libros:  

Black Dahlia. James Ellroy 1987

El primero, de James Ellroy (considerado además un clásico de la literatura de detectives contemporáneo) cuenta con 87 mil 947 evaluaciones (hasta el 15 de septiembre de 2022), con un promedio de 3.77. De estos registros, únicamente 2 mil 880 escribieron una reseña. Debido al tiempo y el monto de los registros, de estas reseñas procesamos únicamente 1527 registros. 

En el caso del libro de Ellroy no hay una diferencia significativa entre reseñas escritas entre hombres y mujeres.    

1527 registros 
723 mujeres
728 hombres
75 indeterminados

Escrito por John Gilmore (primera edición 1994). En la red social Goodreads, hasta el 10 de septiembre de 2022, tenía 1,608 evaluaciones (en promedio 3.76 de 5, de puntuación) y 97 reseñas. De estas:

  •  69 fueron probablemente hechas por mujeres, 
  • 21, por hombres y 
  • 7, indeterminados. 

En el caso del libro The Black Dahlia Files: The Mob, the Mogul, and the Murder That Transfixed Los Angeles, por Donald H. Wolfe (2005), en Goodreads hay un total de 778 evaluaciones (con una puntuación promedio de 3.83 de 5 estrellas). De esas 778, fueron 77 personas quienes escribieron una reseña (es decir, que habría un mayor involucramiento o mayor grado de necesidad de apelar. De las cuales, 58 de mujeres (75.3%), 17 hombres (22.1%) y 2 indeterminados (2.6%).  El 75.5 por ciento de las reseñas respecto del libro Black Dahlia Red Rose fueron escritos por personas cuyo perfil reflejaría una identidad de género femenino; el 20.6 por personas masculinas y un 3.9 indeterminable. 

Existe una limitación o posible distorsión respecto a este caso y es que hay indicios importantes para señalar que en el caso de mujeres escritoras, ya hay un sesgo: las mujeres escritoras son leídas por mujeres; los hombres no suelen leer a mujeres (Sieghart, 2021). Entonces cabe preguntarse si la disparidad de lectoras en el caso de Eatwell se debe al sexo de la escritora o a la forma de abordar el caso, a que lo aborda como no ficción, a diferencia de Ellroy. 

LA DALIA NEGRA EN LAS REPRESENTACIONES VISUALES

En el año 2006, se estrenó Black Dahlia, dirigida por Brian de Palma y basada en el libro de Ellroy. Es probablemente este evento el que catapultó de nueva cuenta la figura de la Dalia Negra en la cultura popular. No fue un éxito taquillero, pero el filme recibió reseñas positivas y negativas; el tema fue hallado perturbador. Sin embargo, Mia Kirschner, la actriz que interpretó a Elizabeth Short, recibió muchas críticas positivas, por su interpretación de una joven “triste, solitaria, soñadora, una figura patética”[4]  (LaSalle, 2006).   

Para 2012, una nueva película de bajo presupuesto (Black Dahlia`s haunting); y también un videojuego titulado Skullgirls dio vida a un personaje “no jugable” llamado Black Dahlia. Se trataría de una mujer que fue gravemente herida  y que entonces varias partes de su cuerpo habrían sido reemplazadas con partes mecánicas o cyborg (Cfr. SkullGirls Fandom Black Dahlia, s. f.). Este año, 2022, el personaje de Dahlia Negra fue relanzado como jugable. 

FINALMENTE, UN PERFUME

El producto cultural que es quizá más complejo es el perfume llamado Dahlia Noir que la casa Givenchy lanzó en 2011. Aquí destacó que se trata de un producto de alta gama –y su publicidad– dirigido exclusivamente al género femenino.

Una de las interminables páginas de perfume define la fragancia del siguiente modo: “inspirada en la dalia negra, flor imaginaria, de vestido oscuro. Con este perfume, Givenchy pretende crear «una sensualidad adictiva, una feminidad irresistible» (La central de perfume, Dahlia Noir, s. f.)  Otra blogera de modas  advierte que “una inspiración obvia para el perfume es la heroína de la novela Black Dahlia, de James Ellroy” (Beauty Blogette, s. f.). Cabe mencionar que Givenchy discontinuó la fragancia en años recientes; lo hizo de manera muy silenciosa. Algunos comentarios en páginas de internet especularon si esto se debería a las connotaciones del perfume. Si fue así o no, todo se trató en silencio y algunos frascos de fragancia se siguen ofertando en páginas de ventas.

En la estrategia publicitaria, por medio de comparación de imágenes, es posible ver una mímesis de las fotografías de Elizabeth Short publicadas en los años cuarenta. 

Asimismo, en la imagen publicitaria la modelo lleva una capa sujeta por una gargantilla, la cual recuerda otra fotografía de Elizabeth Short. Tomo estos stills del video publicitario. La modelo, envuelta en una capa negra, parece una flor moviéndose por el viento. Hay también varias tomas de ella acostada sobre una base. Esta imagen se repetirá en dos ocasiones por pocos segundos: los brazos levemente flexionados y extendidos hacia arriba. Cabe hacer notar que fue en esa postura en la que fue hallado el cadáver de Elizabeth Short. Postura que ha sido emulada en otras imágenes.

MARCAR LA PIEL

Por medio de búsquedas en la red social Instagram hallé muchos tatuajes inspirados en la Dalia Negra. Lo llamativo es que algunos –no pude desarrollar una metodología a tiempo para dar una idea más clara– son adquiridos por mujeres.

CONCLUSIONES

Los datos arrojados en la lectura de libros de no ficción coinciden con los estudios que indicarían que las mujeres consumimos más historias de largo aliento sobre feminicidios que los hombres. Que el principal público para libros de no ficción sobre asesinatos es femenino. 

Sin embargo, los detalles estéticos de este caso son explotados para recrear productos culturales para ambos géneros. En el caso de los hombres, consumirían material más duro, pero las mujeres consumiríamos productos en los que se da un embellecimiento de la víctima, si bien aludiendo al feminicidio. Entre los principales rasgos visuales en el caso del perfume Dahlia Noir destacó el color en blanco y negro o con un sepia o con muy poco color, la expresión entreabierta de los labios, un halo fantasmal, alusiones a la cultura BSMD y la postura de los brazos. Como futura línea de investigación quedaría el explorar con las mujeres que deciden, por ejemplo, el tatuarse el rostro de Elizabeth Short con la historia y con la muerte.

Este consumo que se encuentra en los libros de no ficción, pero también en estas imágenes, sugiere que algunas mujeres podemos relacionarnos de formas poco exploradas con el fenómeno del feminicidio en los medios y la cultura de masas.

Finalmente, aspectos estéticos, narrativas e historias pasarían al consumo de moda y publicidad femeninas de una manera que emularía un sueño. Esto empataría con narrativas que existen previamente sobre los asesinatos de mujeres desde la antigüedad, pero que exceden a los propósitos de este artículo.

BIBLIOGRAFÍA

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Código Penal Federal, 325 (2012).

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Vicary, A. M., & Fraley, R. C. (2010). Captured by True Crime: Why Are Women Drawn to Tales of Rape, Murder, and Serial Killers? Social Psychological and Personality Science1(1), 81-86. https://doi.org/10.1177/1948550609355486

Wolfe, Donald (2006). The Black Dahlia Files: The Mob, the Mogul, and the Murder That Transfixed Los Angeles, Harper Paperbacks.


* La autora es Periodista. Autora de La fosa de agua, (Debate, 2018). Estudiante de posgrado de la FCPyS de la UNAM. Este texto forma parte de una investigación más extensa que se encuentra realizando.

[1] The FBI disclosed the victim’s identity after the times wired classification of her fingerprints to Washington…”. LA Times, 17 de enero de 1947, recuperado de los archivos del FBI. https://vault.fbi.gov/Black%20Dahlia%20%28E%20Short%29%20/Black%20Dahlia%20%28E%20Short%29%20Part%2001%20of%2002/view

 Sin embargo, para Wolfe, que LA Times proclamara haber sido quien logró identificar a la víctima era una mentira. Quisiera agregar una segunda hipótesis: que los investigadores hubieran filtrado las huellas dactilares a ambos medios. 

[2] Las negritas son mías.

[3] “Like numerous internet sleuths before me, I got captivated by her case when I first came across it and spend hours looking at the theories and evidence that is circulating online”.

[4] La traducción es mía.