EL NEOPORFIRISMO DEL CAMPO

Control económico,
es control del poder…
Evaristo Páramos

En sus diferentes campañas presidenciales (2006, 2012 y 2018) Andrés Manuel López Obrador (AMLO) planteó en reiteradas ocasiones la necesidad de “rescatar al campo”. En 2012, en Sinaloa, en el marco de los foros “Rescate al Campo y la Soberanía Alimentaria”, organizados a lo largo y ancho del país, sostenía que “desde 1983, se inició el abandono de las actividades productivas del país en general, en su conjunto, y en particular se abandonaron las actividades productivas del campo. De manera simplista e irresponsable se decidió que en un mundo globalizado se podrían comprar alimentos y materias primas baratas en el extranjero y que no era necesario que el Estado promoviera el desarrollo del sector agropecuario y pesquero”. 

A través de diversas acciones y propuestas que desde 2006, han sido parte de su proyecto de nación, AMLOha mantenido la propuesta de rescatar el campo mexicano a través de programas como precios de garantía, créditos a la palabra, apoyo y promoción de la producción y del consumo interno, programas integrales para el campo, revisión profunda de lo que era PROCAMPO, así como decir no al maíz transgénico, etcétera. 

En el 2018, durante su campaña presidencial, López Obrador fue claro y contundente respecto a qué política hacia el campo implementaría en caso de ganar la presidencia. Durante su discurso en Jerez, Zacatecas, en el marco de la firma del “Plan de Ayala Siglo XXI”, afirmó lo siguiente: “Les digo de manera sincera que el rescate al campo es una de las principales prioridades de nuestro gobierno, vamos a impulsar las actividades productivas del campo como no se ha hecho en mucho tiempo, en décadas, vamos a regresar al campo” y agregó “vamos a apoyar la actividad productiva del campo y un viraje de la política económica que se ha venido imponiendo va a consistir precisamente el que ya no vamos a comprar en el extranjero lo que consumimos, vamos a producir en México todo lo que consumimos”. Así mismo, reiteró sus propuestas principales: “se fijarán precios de garantía para los productos del campo, se le va a pagar bien al productor por sus cosechas, se buscará el mecanismo para que ese apoyo llegue de manera directa al productor, que no se quede en manos de intermediarios o de coyotes… México buscará la autosuficiencia alimentaria, se procurará comprar las cosechas… Se apoyará con fertilizante que sea orgánico y la planta Fertimex se utilizará para producir fertilizante que se entregará a los productores del campo, se otorgará créditos a la palabra para la agricultura y ganadería, se repoblará el ganado, se sembrará un millón de hectáreas de árboles maderables y frutales en el sur y en el sureste del país.” 

Por otro lado, solicitó de manera enfática a Víctor Villalobos (propuesto para ocupar la cartera de Secretario de Agricultura) lo siguiente: “trabaje con ingenieros agrónomos, con los dirigentes del movimiento campesino para que se elabore el plan y se logré el propósito de la autosuficiencia alimentaria”. Cosa, que siendo ya Secretario de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), nunca sucedió o no al menos en los términos que solicitó en su momento, el hoy presidente de México. 

Desde que inició su mandato, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha señalado de manera reiterada que en el gobierno de la Cuarta Transformación (4T), los recursos públicos se entregarán de manera directa a las y los pequeños y medianos productores y no a través de “intermediarios”, ni con la Organización Independiente Emiliano Zapata y en general nada con las organizaciones campesinas, a las que llama de manera generalizada “corruptas”. 

Y en parte, el Presidente tiene razón. Durante años muchas organizaciones campesinas utilizaron a las y los productores como carne de cañón para fines políticos-electorales, fueron usados como clientes y no como sujetos de derecho, lo que se conjuntó con las políticas anticampesinas y gobiernos corruptos que administraron la pobreza de la gente, dando dinero sin ton ni son –salvo excepciones– a las organizaciones rurales, sin que verdaderamente dichos recursos llegarán a las y los productores del campo. 

Sin embargo, el presidente olvida que muchas de esas organizaciones a las que sataniza y estigmatiza fueron parte importante de su contundente victoria el primero de julio de 2018. Varias de ellas lo han acompañado en su larga lucha por la transformación del país. El voto campesino, indígena y afromexicano jugó un papel importante en la pasada elección federal, dándole al entonces candidato por la coalición “Juntos haremos historia”, aproximadamente ocho millones de votos. Números que no son menores, si consideramos que el voto rural generalmente se iba al PRI o al PAN, a través de la compra y la coacción del voto. 

En ese sentido, Ubaldo Mendoza en su texto “El dilema de las organizaciones campesinas en la 4T” plantea: “[la] postura de AMLO frente a las Organizaciones Sociales y Civiles (OSC) no es un asunto nuevo. En diversos eventos privados y públicos ha manifestado su “descontento”, pues todas son “corruptas”. Posteriormente, remata: “sin embargo, durante su carrera política, el hoy presidente ha trabajado con diversas organizaciones,” ya que solo el pueblo organizado puede salvar al pueblo.” Finalmente, agrega: “durante el periodo neoliberal surgieron infinidad de siglas por doquier… Las “históricas”, las “radicales”, las “conservadoras”, las “ cínicas”, las “puras”, las “buenas” y “las de siempre”…

De privilegiados a opositores

Y así como durante el periodo neoliberal surgieron infinidad de organizaciones rurales, en 1984, durante el gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado, surgió el Consejo Nacional Agropecuario (CNA), integrante del Consejo Coordinador Empresarial (CCE). En su página en línea se jactan de tener representación en toda la República. Dicen que tienen 91 socios y 146 asociados, y que el CNA representa a 1.8 millones de productores (agrícolas, ganaderos, lecheros, etcétera). Pero lo que no se encuentra en su portal, o al menos no de manera visible y transparente, es que en realidad representa y agrupa a “las trasnacionales Cargill, Maseca, Tyson y Bimbo, así como a la asociación que representa a las empresas transgénicas, Agrobio México, y otros corporativos como Bachoco, Lala, Alpura y Herdez, Minsa, Modelo, Nestlé México y Grupo Viz, además de asociaciones regionales y estatales de productores agrícolas y pecuarios” (Véase La Jornada del Campo, Número, 26)

Desde su aparición en la vida pública, el CNA siempre ha tenido cercanía con el poder. Sus dirigentes no hacían antesala para ver y platicar con el presidente de México en turno ni con los diversos secretarios de Estado; han apoyado todas las políticas neoliberales llevadas a cabo en México desde 1982, pero en particular cuando ingresó en 1986 al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés). Ahí inició “una nueva época de México caracterizada por la desregulación, la liberalización económica, la económica, la apertura comercial y la política neoliberal”. Aquí comienza la pesadilla neoliberal, política “que comulga con las ideas de erradicación de la intervención del Estado en la economía, entregando laresponsabilidad de ‘libres fuerzas del mercadeo’”[1]

Encumbrado en la presidencia tras el fraude electoral de 1988, Salinas de Gortari, echó andar la maquinaría neoliberal. Durante su sexenio se “privatizaron y desincorporaron del Estado 390 empresas, el 63 % de las que existían entonces”[2] y durante todo este periodo neoliberal (1982-2018), el CNA fue cómplice de estas políticas anticampesinas que enriquecieron a unos cuantos y empobrecieron a la gran mayoría de los mexicanos. 

El CNA se ufana de ser apartidista, sin embargo, siempre han estado de lado de los partidos. En su momento junto al Partido Revolucionario Institucional (PRI), luego mutaron al Partido Acción Nacional (PAN)…y luego al PRI nuevamente. En este sentido, vale la pena recordar el activismo que tuvo el CNA como parte del CCE en la guerra sucia contra López Obrador y posterior fraude electoral, en aquel lejano 2006. El CNA, se benefició de su cercanía con el poder. 

En 2018 la cúpula “neoporfirista”, como le llama AMLO, no logró detener el avance del entonces candidato y con más de 30 millones de votos, López Obrador obtuvo la presidencia. El triunfo arrollador de AMLO descolocó a propios y extraños y el CNA, no fue la excepción. Si bien, tuvo la “esperanza” de que al interior del gabinete legal y ampliado se encontraban aliadas y aliados como el ex jefe de la Oficina de la Presidencia de la República, Alfonso Romo y el secretario de Agricultura y Desarrollo Rural, Víctor Villalobos o posteriormente la ex secretaria de Economía, Tatiana Clouthier, la realidad es que, en términos generales se han topado con la firme decisión de López Obrador de separar el poder económico del poder político. 

Durante los primeros años de gobierno de la 4T, el CNA, en voz de su expresidente Bosco de la Vega, intentó hacer creer a la opinión pública que la cúpula agroempresarial estaba con el presidente y la 4T, con frases tales como “nuestro presidente”, “nuestro gobierno”, “nuestro campo”. Firmaron el Acuerdo Nacional para la Autosuficiencia Alimentaria del Gobierno Federale incluso, el presidente asistió el 27 de febrero del 2020 a la XXXVI Asamblea General Ordinaria del CNA. En ese contexto, el CNA, de la mano de Romo, Villalobos, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), otras instituciones académicas y organizaciones, quisieron impulsar un documento gris e incipiente llamado Maíz para México.

En público pregonaban estar con el presidente, pero en privado operaban para “sabotear” las políticas para el campo y poco a poco comenzaron a descararse y a criticar todo lo que impulsaba el gobierno de la 4T. En diversos actos, Bosco de la Vega, declaró en su momento “que con el etiquetado frontal no se haya llegado a ningún acuerdo ante posiciones radicales de algunos miembros del gobierno, y nos preocupaba mucho que no se permitiera la reformulación ni los cambios de tamaño de los productos”. Igualmente han comentado sobre la prohibición de “algunos plaguicidas “sin sustento científico” y por supuesto por “la drástica reducción del 27% al presupuesto del sector agroalimentario”

De igual manera, en diversas ocasiones el CNA ha asegurado que el gobierno de la 4T está “desmantelando al campo mexicano”. Acusa que la reorientación y ajustes del presupuesto rural “limitan la productividad, la competitividad y la rentabilidad del sector agroalimentario mexicano, además de que pone en peligro la producción de alimentos y la seguridad alimentaria”.

Y sigue la mata dando. El decreto de la discordia

Cinismo puro y duro ha mostrado el CNA durante estos 5 años de gobierno de la 4T, ya que ahora se dicen “afectados” por las políticas “radicales” de AMLO, tratando de disimular que ellos y sus agremiados fueron los grandes “beneficiarios” del modelo de libre comercio, de revolución verde, agroexportador y depredador, a través de recursos públicos y favores políticos y electorales, en perjuicio de los pequeños y medianos productores, a los que esté modelo estigmatizo como “pobres”. 

Todavía siendo presidente del CNA, de la Vega, en una actitud francamente prepotente, arremetió contra el primer Decreto en el que se establecía la prohibición gradual del herbicida Glifosato y maíz transgénico, publicado a finales del 2020 y en general arreció sus críticas y descalificaciones en contra de la 4T y varios de sus servidores públicos, calificándolos como “radicales” o que “quieren acabar o desmantelar a la agricultura industrial”. En diversos espacios noticiosos, de la Vega argumentó que ante la eventual prohibición del herbicida glifosato hacia el 2024, “se podría afectar hasta al 50% de la producción agrícola mexicana, con pérdidas cercanas a 227 mil millones de pesos. De igual forma, pondría en una desventaja competitiva a México respecto a otros países, ya que habría una mayor dependencia de granos”. 

Asimismo, de la Vega ha sostenido que la prohibición del glifosato es “llevar por el camino ecológico a México, que tiene 13 tratados de libre comercio con 50 países, más dependencia y pobreza en el campo, y mayores costos de los alimentos”, y asegura que él “no tiene el agroquímico para su próximo cultivo, y que, si no lo obtiene, va a perder dinero en ese cultivo, porque la mitad serán malas hierbas y la mitad de maíz o papa” y remata diciendo que “no podemos vivir de quelites”. Es evidente que con este último dicho: “no podemos vivir de quelites”, muestra su clasismo y racismo y en general de la cúpula agroempresarial[3].

Aunado a esto, de la Vega, asegura que no hay alternativas para la sustitución del herbicida, lo que es una argumentación tendenciosa y falsa, ya que muchas y muchos productores durante décadas y a pesar de las políticas neoliberales, han implementado diversas prácticas agroecológicas al darle vida al suelo e incrementar la producción de alimentos saludables y nutritivos. ¿Será que el CNA se quedó en el pasado?

Y así el ex presidente de la Vega y el actual presidente del CNA, Juan Cortina, pasaron de ser “privilegiados” a “opositores” de las políticas hacia el campo implementadas por la 4T: que si no hay presupuesto suficiente, que si el glifosato, que si los transgénicos, que si el outsourcing, etcétera. Han señalado en diversas entrevistas de radio que los “radicales de la 4T quieren acabar con el campo”. Tanto de la Vega como Cortina se llenan la boca de adjetivos despectivos hacia las y los productores que producen alimentos sanos e inocuos, que hacen agroecología, que tienen una cosmovisión que les permite ver y sentir de otra manera el campo. Acusan reiteradamente que “los radicales quieren regresarnos al pasado”. 

Se han opuesto a prácticamente todas las iniciativas, programas, políticas yh leyes que ha impulsado el Gobierno de México. Desde el etiquetado frontal en alimentos ultraprocesados, la ley maíz, el decreto contra glifosato y maíz transgénico, los programas prioritarios (Sembrando Vida, Producción para el Bienestar, Fertilizantes), la Ley General de Salud para fomentar bioinsumos y sistemas agroecológicos y establecer un programa nacional de restricción y prohibición progresiva de plaguicidas altamente peligrosos, la ley de alimentación y de paso se han opuesto a la Reforma Energética, la Reforma Electoral y demás…

Y por si fuera poco, también operan como lobistas de la élite agroempresarial, de “los machucones”, diría AMLO, tal como ocurrió durante la discusión, debate, análisis y reflexión de la reforma a la Ley General de Salud en materia de Plaguicidas Altamente Peligrosos. 

Pero su oposición al Gobierno de México no debería extrañar, ya que el CNA es parte del grupo “neoporfirista” que anhela regresar por sus fueros al poder, volviendo, ellos sí, al pasado, a los privilegios que gozaron durante todo el periodo neoliberal.

El CNA no representa a las y los campesinos de México. Representa a las empresas agroalimentarias mexicanas y extranjeras. Tal como lo documentó la “Campaña Nacional Sin maíz no hay País”, la Vicepresidenta de Comunicación del organismo agroempresarial, Laura Tamayo, es a la vez Directora de Comunicación, Asuntos Públicos, Ciencia y Sustentabilidad de Bayer, propietaria de Monsanto. Y la Vicepresidenta de Sustentabilidad Alimentaria del CNA, Patricia Toledo, es Jefa de Sustentabilidad de Syngenta. No olvidemos que “Monsanto ha litigado contra el decreto presidencial de sustituir al glifosato para el 2024, y las transnacionales Monsanto y Syngenta se oponen a dejar de importar maíz transgénico y a la autosuficiencia y soberanía alimentaria para continuar con una dependencia tecnológica que les favorece, por lo que no les interesa se extiendan las prácticas agroecológicas”. 

Dicen ser defensores del medio ambiente, de la agricultura sustentable, de la autosuficiencia alimentaria, de la soberanía nacional. Nada más falso, ya que en realidad son adoradores del libre comercio, de las importaciones de alimentos, de los subsidios (para ellos), de la comida chatarra, de los transgénicos, adictos a los plaguicidas y de los negocios a costa de la gente, de las y los productores. El CNA aplica la máxima del conservadurismo: “la hipocresía y la doble moral” (dixit AMLO), ya que en realidad no defienden las causas justas de las y los campesinos e indígenas. En realidad, las desprecian.


[1] Bagundo, Gabriel. “Del GATT al TLCAN: México cumple 32 años de desregulación y apertura comercial”. https://www.laizquierdadiario.mx/Del-GATT-al-TLCAN-Mexico-cumple-31-anos-de-desregulacion-y-apertura-comercial, 24 de julio de 2017

[2] Olvera, Dulce, “Las empresas públicas (63%) que remató Carlos Salinas hicieron a 23 familias súper ricas hasta hoy” https://www.sinembargo.mx/27-02-2019/3541993, 27 de febrero de 2019

[3] Ver número 122 de La Jornada del Campo https://www.jornada.com.mx/2017/11/18/delcampo.html