JO
Yo quisiera empezar preguntándote si estamos ante una crisis universitaria y particularmente de la UNAM. Si la definirías así: ¿es una crisis o no? qué es lo que se enfrenta y qué componentes estás observando en este escenario.
Imanol Ordorika:
Tendríamos que encontrar primero una noción común de la idea de crisis. Yo no veo una condición en la cual la UNAM esté a punto de una explosión interna que la pueda romper, fragmentar o desmoronarse. La UNAM tiene una solidez muy grande y tiene una inercia muy fuerte y sí creo que en esa inercia y en esa solidez tiene efectos positivos, porque es capaz de continuar haciendo trabajo académico, formando generaciones de estudiantes, haciendo investigación, difundiendo la cultura. En ese marco, al mismo tiempo, coexisten una serie de problemas que no se atienden desde hace mucho y que provocan situaciones críticas. Entonces yo nada más como una manera analítica de tratar de ubicar el problema, creo que la UNAM tiene un conjunto de situaciones críticas que lo que hacen es frenar muchísimo su capacidad de desarrollo de todo el potencial que tiene. Esto sí es una fuente de conflictos regulares que se están expresando de manera permanente y que frenan, inmovilizan, que obligan a que distintos sectores de la comunidad universitaria se distraigan de sus tareas para poder lograr que sus problemáticas sean atendidas. Entonces, frente a esas situaciones críticas que vive la universidad, hay una actitud un poco de inercia, de decir: “No, lo podemos resolver, son matices, arreglos sencillos, en realidad la UNAM no requiere de grandes cambios”, este es el discurso de las alturas, el discurso de los grupos que han dominado tradicionalmente la UNAM, en general todo está muy bien, lo que hay que hacer son pequeños ajustes y transformaciones muy menores.
Yo creo que no, yo creo que estamos en un acumulado de condiciones críticas que pesan sobre la institución universitaria y he tratado de identificar esas situaciones críticas en los 7 rubros que articulan mi proyecto de cambio, que no es un proyecto individual por cierto, porque es un proyecto que viene de discusiones muy viejas, de tradiciones que vienen del movimiento estudiantil, de elaboraciones de grupos de académicos que trabajamos el tema de educación superior, de intercambios con colegas durante este proceso, de problemas específicos en los que han sido participantes destacados o destacadas en las últimas situaciones de la universidad.
JO
Ante este diagnóstico, ¿cuál es el camino para cambiar? Estás lanzando esta iniciativa, pero qué posibilidades hay con esta iniciativa y qué tanto habría que retomar demandas históricas de los movimientos como el Congreso Universitario, por ejemplo.
Imanol Ordorika:
Ayer estuvimos en la FES Iztacala y se dieron dos comentarios de estudiantes que de alguna manera se han repetido, como cuando estuve en los CCHs. El primero fue, “la comunidad universitaria ha muerto”, dicho por varios y varias estudiantes. Y hablaron de que la universidad les era ajena y les era agresiva, como un órgano que se les venía encima. También una chica dijo con una gran vehemencia, “cuál orgullo puma, orgullo de qué”, que ella había perdido el orgullo por la manera en la que se sentía tratada en la universidad. Entonces yo pienso que la UNAM está en una situación en donde tiene que construirse una recuperación de la universidad por las y los universitarios. O sea, hay una especie de expropiación de la universidad que han hecho las autoridades centrales y las de cada plantel y en donde las que menos importan son las comunidades de estudiantes o personal académico: qué hacen, qué necesitan, cuáles son sus problemas. No, estos estamentos universitarios que se encuentran en las alturas controlan, deciden, incluso a veces tienen un comportamiento benigno, atienden a distancia estas problemáticas y quien está viviendo la universidad día a día en la docencia, en la investigación, tiene una gran distancia, no encuentra cuál es el espacio de comunicación. Entonces, muy en concreto, lo que diría es: se trata de una recuperación de la universidad, una reconstrucción de la universidad a partir de una reconstrucción del tejido social universitario. De las posibilidades de discutir lo que acontece en la universidad: problemas específicos como a dónde va y participar colectivamente en su solución y en las decisiones que tengan que tomarse al respecto. Eso es como un principio general y la otra idea es que ese proceso de recuperación necesariamente tiene que darse y articularse alrededor de una idea de cambio universitario. Entonces es un cambio que está concebido para construirse desde abajo.. No es un cambio que se plantea construir a la universidad desde cero, quitar de en medio todo lo que hay, porque en la universidad, la gran mayoría de las cosas que existen, de las actividades que se realizan, de la formación de estudiantes, de la investigación, de la difusión, son muy positivas y hay que mantenerlas y ampliarlas. Pero es necesario atender estos problemas y cambiar para poder superarlos, y eso requiere un camino desde abajo: esa es la idea de participar en este proceso, desde abajo. Generalmente quienes participan con intención de llegar a la Rectoría, lo hacen tejiendo alianzas con grupos de directores de escuelas o facultades, de institutos y centros de distintas profesiones o disciplinas, ahora vemos algunos que traen apoyos de la Cámara de Senadores, de los diputados, luego están los apoyos soterrados, que esos son los que verdaderamente juegan, de grupos profesionales como los médicos, los ingenieros, distintos grupos de abogados que sin hacer gran aspaviento tejen una red de alianzas y ellas se traducen en un acuerdo de la Junta de Gobierno. La idea del proyecto de cambio que estamos planteando nosotros es totalmente al revés. Las alianzas que tejemos son desde abajo: con estudiantes y personal académico y con el sector de las y los trabajadores, aunque en su mayoría en este proceso de cambios de rector, habitualmente deciden no participar, pero ese es un poco el camino que vemos.
J.O
Imanol, me gustaría preguntarte ahora que lanzaron esta campaña, grupos amplios, plurales, no necesariamente conociéndose antes sino encontrándose, qué escenario estás vislumbrando. Y en concreto, abajo, que has encontrado. Porque nadie tiene el conocimiento total de toda la universidad por supuesto, y solamente palpando uno puede darse una idea.
Imanol Ordorika:
Siempre hemos sabido que la universidad tiene redes de ejercicio del poder que funcionan de maneras muy autoritarias e impositivas; pero también habíamos tenido una experiencia desde estudiantes, después como académico, me había tocado vivir una experiencia como de resistencia o de avance incluso frente a esa experiencia autoritaria desde las autoridades. Lo que he podido ver en visitas a varias entidades académicas que están fuera del campus de Ciudad Universitaria y en narrativas de colegas que están organizando eventos para este proceso de cambio, es que durante la sucesión de rectoría hay un reforzamiento o renacimiento de prácticas y comportamientos autoritarios, que parecían completamente erradicados de la universidad. Puedo decir que hay temor de la gente que está en condiciones de cierta fragilidad laboral: por ejemplo, de que participar en favor de un proyecto de cambio puede implicar que les quiten horas de asignatura el semestre que viene, que les pongan horarios muy incómodos o ineficientes, que simplemente no se les contrate o como estudiantes hay temor a ser estigmatizados como revoltosos, como disruptivos. Hay grupos, sobre todo las colectivas que han asumido eso ya como parte de su identidad, esas caracterizaciones desde fuera, pero hay otros sectores de estudiantes, gente joven con poca politización, que ven eso como una condición no agradable y no positiva en su estancia en la universidad. Entonces, vemos autoridades universitarias que niegan los espacios abiertos, los auditorios, que impiden a integrantes del personal académico hacer publicidad para eventos concretos, incluso en sus redes personales. Hay como una especie de osadía autoritaria que hace no tanto años hubiera sido vista y rechazada con una enorme contundencia y que hoy está campeando en el campus universitario.
JO
¿Cuáles son las reformas que necesita la universidad?
Imanol Ordorika:
Primero está la idea de la centralidad estudiantil. Poner al estudiantado en el centro y esto también implica hacer una revaloración de la docencia, de la importancia del trabajo docente, del significado del trabajo docente como un trabajo académico, intelectual, especializado, que requiere de capacidades. Que no puede ser subordinado, que no puede ser despreciado, como ha venido ocurriendo, incluso por los mecanismos de remuneración adicionales, como son el SNI o los programas de estímulos, pues no importa mucho cuántas clases das o cómo las das, lo único que importa es lo que se hace en investigación. Entonces esta idea me parece fundamental para que la universidad siga siendo la universidad. Para recuperar algo que era muy bueno de los años 50 hasta mitad de los años 80 en donde el centro de la vida universitaria era el estudiantado, el desplazamiento se ha dado hacia el sector de investigación.
El segundo tema es restablecer los equilibrios universitarios, equilibrios entre funciones sustantivas. Hoy tenemos que lo más importante es la investigación, en segundo plano, muy abajo está colocada la docencia y en último plano está colocada ya no la extensión universitaria que es la función que establece la Ley Orgánica, sino la difusión cultural y creo que hay que re equilibrar esas 3 funciones y además reestablecer la idea de que la función es extensión universitaria, de la cual difusión cultural es una parte, pero hay que ampliar o coordinar actividades de extensión que tiene la universidad nacional. Además, hay que reestablecer los equilibrios (o establecer equilibrios que nunca existieron) entre las universidades que existen en distinta jerarquía nivel y recursos: la investigación en la parte más alta, esto se puede notar hasta cuando uno hace un recorrido por las instalaciones, en segundo plano las escuelas y facultades de CU, en tercer plano las FES en la CDMX y en el último nivel los bachilleratos y si me apuran un poco en penúltimo las prepas y en último los CCHs. Es necesario que la universidad no sólo otorgue recursos equitativos a las entidades académicas, no digo iguales, porque unas tienen unas orientaciones que requieren más recursos como son medicina o biología de las áreas de ciencias, pero qué tantos más recursos, que otras. Entonces restablecer esos equilibrios, pero también romper esa idea de que la UNAM es la Ciudad Universitaria y que lo demás es quién sabe qué, como una especie de anexo de segundo nivel.
En tercer lugar, el tema de violencia e igualdad de género. Es un tema que las mujeres pusieron en la mesa de discusión, con una enorme fuerza de movilización que no ha sido tratado a fondo, que está muy lejos de resolverse. Tenemos con mucha claridad una desigualdad muy grande en las trayectorias de las mujeres académicas comparadas con los hombres, los nombramientos superiores académicos están cada vez más cargados porcentualmente a hombres que a mujeres. Hay que revertir esta situación, hay que tomar medidas como: generar que todos los órganos de gobierno, pero en particular las comisiones dictaminadoras, sean paritarias, que haya capacitación a evaluadores para tomar en cuenta condiciones de género, etc. Así, poder tener una política que permita un desarrollo igualitario para las mujeres en su trayectoria como personal académico.
En el caso de estudiantes: es necesario (y está ligado con el tema inicial estudiantil) revisar las formas de selección, en particular, el examen de selección tiene muy fuertes sesgos de género. También en el tema de género, el asunto de violencia en dos grandes direcciones: cómo prevenir la violencia y cómo sancionar la violencia. Por un lado, creo que hay que tomar medidas normativas muy concretas, como la ley 3×3 que se ha aprobado en el congreso que impediría que la universidad contratara a ninguna persona que tenga antecedentes de violencia de género. Y en el terreno de las sanciones hay que crear un organismo autónomo, no funciona tener la atención a víctimas en la defensoría de derechos universitarios: hay que crear un organismo autónomo nombrado por el Consejo Universitario, independiente de la administración central de la UNAM, que tenga la capacidad de atender y hay que cambiar los protocolos, sobre todo por un problema porque dejan la decisión final de los asuntos de violencia de género en manos de las directoras o directores de planteles que, en su mayoría, lo que hacen es reproducir el pacto patriarcal y así se dan encubrimientos y protección de gente que ha cometido actos de violencia
El cuarto punto es el tema de las desigualdades internas entre sub-sectores de la universidad. Se trata de la necesidad de atender los problemas del personal académico de asignatura. Tenemos cerca de 20 mil profesoras y profesores de asignatura en la UNAM. Este personal académico de asignatura va cada vez asumiendo una parte más fuerte de las actividades de docencia. Son, estas 20 mil personas, el 69% del personal académico de la UNAM, tienen muchísimo peso en la responsabilidad académica; sin embargo, sutrabajo está mal retribuido económicamente, y tienen condiciones laborales de precariedad por incertidumbre laboral, por el temor de que no haya recontratación, inestabilidad y muy poca transparencia en la adjudicación de cursos durante cada semestre. Es necesario, entonces, dar pasos en primer lugar para incrementar los montos de hora-semana-mes; en segundo lugar, plantear un programa de horas liberadas, llamémosles así, que no tengan que ser de impartición de clase frente a grupo, que tengan correspondencia con la carga o muchas horas de responsabilidad docente. Es necesario reconocer que hay poblaciones muy distintas entre el personal de asignatura: una parte muy grande es personal que en realidad no vive de la universidad, que tiene otro tipo de ingresos, que tiene otro tipo de práctica profesional fuera y que da clases por prestigio, por retribuir a la universidad o porque es un espacio de reclutamiento para sus despachos o consultorios. Con ese sector no se tiene demasiadas necesidades, pero tenemos básicamente otras dos poblaciones: la joven, que se ha formado con mucha fuerza, que tiene doctorados, que están en el SNI, que producen investigación y tienen horas contratadas y no tienen plaza. Pero también eso es reproducido en personal académico con bastante edad o antigüedad, con cargas académicas que van de las 10 a 40 hrs, que han aspirado a tener plazas, que han concursado muchas veces y no han ganado. Hay que pensar qué se puede hacer, pues a veces no tienen doctorados ni maestrías, tienen mucho tiempo en la universidad y hay que encontrar fórmulas de apoyo y de generar condiciones. Y lo último, con personal de asignatura, es que se tienen que establecer procesos bien organizados y transparentes de adjudicación de cursos con criterios perfectamente establecidos que la gente que puede conocer y saber a qué atenerse en su condición laboral y no estar sujetos a una acción arbitraria que castiga opiniones políticas o participación.
El quinto punto, para mí, es crucial: es el punto del compromiso social. La UNAM en distintos momentos de la historia del país ha tenido un enorme peso en discusiones políticas o en procesos políticos de democratización o de luchas por distintos temas, de derechos humanos o sobre medio ambiente. La UNAM ha ido perdiendo presencia en los debates nacionales más importantes y con esto hay un abandono de una responsabilidad que se le da a la universidad por parte de la sociedad al nombrarla universidad nacional: no es que por ser nacional somos más importantes o mejores que las otras universidades públicas del país. No, es que tenemos una responsabilidad que así como a las universidades de los estados se las da cada estado, aquí se trata de la responsabilidad que otorga la nación, o que le plantea la nación a una universidad, para que alimente, ilumine e informe los procesos de discusión de toma de decisiones desde el conocimiento que se genera, que se trasmite, para que haya ese compromiso donde la universidad está interviniendo en la vida del país y de la sociedad en su conjunto a nivel mundial. La mejor defensa de la autonomía es ejercerla cumpliendo esta función. La autonomía es la libertad y la independencia para opinar sobre lo que pasa en México y generar conocimiento al respecto y lo que pasa en el mundo, con toda libertad; pero hay que hacerlo, y depende también esa autonomía de la participación y la integración de la comunidad universitaria.
El sexto punto es el tema de las formas de gobierno, las formas de gobierno no funcionan, olvidémonos del tema del nombramiento de autoridades, si hacemos una revisión de los conflictos que se han suscitado en distintas escuelas y facultades del 2018 para acá, prácticamente no hay un solo mes en el que no haya por lo menos una escuela que haya tenido un paro o una huelga o manifestación en CU o en otro campus, con distintos tipos de demandas de seguridad, de género, sobre necesidades materiales o lo que sea. Eso muestra que los organismos de gobierno actuales a nivel local o nivel centralizado no solo no resuelven sino que, muchas veces, generan los problemas. La huelga de 1999 fue generada por el Consejo Universitario y fueron 10 meses de huelga Entonces, no hay una representatividad adecuada, los órganos de gobierno colegiados no tienen atribuciones suficientes, están subordinados al director o directora en cada caso: el Consejo Universitario no tiene vida propia, nunca en la historia de la UNAM de 1945 a la fecha se ha votado en contra alguna iniciativa del rector. Nunca se ha optado por una persona que integre la junta de gobierno que no sea la que propuso de manera abierta o soterrada la rectoría. Esto muestra que el Consejo en realidad parece un espacio completamente subordinado y controlado, entonces, hace falta una modificación de las formas de gobierno.
Y el último tema es la seguridad, el derecho a la seguridad en la universidad y en sus alrededores, que no solo es el problema de garantizar que no seamos objeto de acciones de violencia, de ataques de crimen, de robos, de violencia física, que es lo que habitualmente se piensa con los temas seguridad. Sino que se trata de extender el tema del derecho hacia la seguridad alimentaria en el sentido de que haya alimentos a precios accesibles, que sean sanos, que no haya peligro en consumirlos. O seguridad en el manejo de los recursos peligrosos de los laboratorios o de las distintas partes de la universidad, seguridad ambiental, que se preserve un medio ambiente lo más adecuado posible, en fin, “seguridad” toca muchos aspectos.
Estos son los siete temas que articulan la propuesta de cambio en la UNAM.
JO. Un Mensaje final
Yo creo que en el 2018, en el proceso electoral, hubo 30 millones de votos de mexicanos que nos expresamos en favor de cambios en el país. Podemos estar más o menos satisfechos de lo que ha hecho el gobierno, pero ciertamente, independientemente de la posición que se mantenga frente al gobierno que emanó de esa elección, hay un estado de ánimo en favor del cambio. Pero no hay las mejores condiciones en favor del cambio en la UNAM, por la razones que he dicho antes, hay temor, hay censura, hay autocensura, hay miedo y entonces no creo que ésta sea la única oportunidad de cambiar, pero es una buena oportunidad para participar de manera muy decidida y empujar una agenda de cambios y un proceso de reconstrucción de comunidades que, en el mejor de lo casos, pudiera llevar a la rectoría a alguien comprometido con un proyecto de cambio. Si no es posible esto: que pueda dejar instalada una agenda con un conjunto de temas que es necesario atender sobre los que podamos seguir empujando desde distintos sectores de la universidad de manera contigua. Pero en particular en este momento, de aquí a noviembre, necesitamos hacer un enorme esfuerzo para tratar de, en unas reglas que no son del todo favorables en el funcionamiento con la Junta de Gobierno, poder hacer avanzar al máximo este proyecto de cambio hacia la rectoría de la UNAM.