IGUALDAD DE GÉNERO EN EDUCACIÓN BÁSICA

Introducción

El artículo centra su atención en la educación básica como caso para acercarse al significado de la igualdad de género en la Nueva Escuela Mexicana. Sin dejar de reconocer que en todos los niveles educativos se han llevado a cabo importantes cambios, en lo que respecta a la igualdad de género, promovidos por el Estado en correspondencia con la normativa internacional en la materia y lo establecido en los artículos 3⚬ y 4⚬ Constitucionales. Tal es el caso de la Ley General de Educación Superior que coloca a la igualdad de género como eje para el cumplimiento pleno de las funciones sustantivas de las instituciones.

Para dar cuenta de la igualdad de género en la educación básica se inicia con el papel que juegan los estereotipos de género y los procesos de formación de niñas, niños y adolescentes que contribuyen a determinar las identidades de género e impone un modelo patriarcal. De igual forma, se plantea el derecho a una educación igualitaria con perspectiva de género que permita el cuestionamiento de los mandatos de género y sexualidad. Se concluye con la presentación de la igualdad de género como uno de los ejes articuladores del Plan de estudios de educación básica 2022, que supone la inclusión, el trastocamiento de los cimientos patriarcales y una mirada crítica de las formas y contenidos que los sujetos aprenden en la escuela.

Estereotipos y roles de género en los procesos de formación de niñas, niños y adolescentes

El género puede definirse como un componente fundamental de las relaciones sociales basadas en las diferencias entre los sexos e imbuidas en las relaciones de poder. En este sentido, el género es la construcción cultural de la diferencia sexual que refleja un sistema de poder y dominación. Esta construcción social influye en la identidad de las personas, la cual se desarrolla a partir de su posición imaginaria frente a la distinción simbólica de género y las tipificaciones sociales que definen cómo deben ser hombres y mujeres. En consecuencia, surgen dos construcciones sociales derivadas de las expectativas y las normas de género: los estereotipos y los roles (D’Ovidio, 2020).

Las creencias estereotipadas de género, junto con los procesos de socialización y factores individuales, contribuyen a la aparición de conductas diferenciadas entre hombres y mujeres, perpetuando los estereotipos y teniendo repercusiones negativas, especialmente para las mujeres, al limitar su desarrollo personal, preferencias, habilidades, emociones y salud física, aumentando su vulnerabilidad a la violencia (Castillo-Mayén y Montes-Berges, 2014). Estos estereotipos también alimentan la construcción de roles de género que influyen en cómo las personas se comportan en la vida cotidiana, contribuyendo a la brecha de género en el ámbito laboral y restringiendo la autonomía de las mujeres, quienes a menudo se ven estereotipadas como sumisas y dedicadas a tareas relacionadas con la afectividad, los cuidados y el hogar (Aguilar-Monts de Oca, González-Arratia y González, 2013; Ceballos-Fontes y García-Oramas, 2015).

Se ha descrito que las construcciones de roles y estereotipos de género comienzan a establecerse en la vida de los sujetos desde edades tempranas. Por ejemplo, a los 18 meses, se observan preferencias por juguetes tradicionalmente asociados con cada género y colores estereotipados, como el rosa para niñas y el azul para niños (Navarro, 2014). Las preferencias de género en la infancia pueden comprenderse a través de la teoría del aprendizaje social, que sostiene que los agentes de socialización como la familia y docentes refuerzan comportamientos esperados para cada género y castigan aquellos que no van con las expectativas sociales. También considera que las niñas y niños adoptan preferencias y comportamientos al imitar modelos culturales de lo que se considera como masculino y femenino y aprenden a través de las consecuencias observadas en otros niños. Estas presiones de socialización desde el nacimiento, pueden operar a través del juego, la ropa, los juguetes, las representaciones en cuentos infantiles y otros medios, contribuyendo a la formación de roles e identidad de género (Navarro, 2014; García-Leiva, 2005).

Se ha descrito que la consolidación de estos estereotipos y roles de género aumenta con la edad, pero se ha observado cierta flexibilidad en la infancia intermedia, alrededor de los 7 años (Halim & Ruble, 2009). Por lo anterior, la escuela y la educación básica desempeñan un papel fundamental en la comprensión y flexibilización de estos estereotipos, ya que docentes, currículo y contenidos pueden desafiar los roles tradicionales al promover la igualdad de género y fomentar que las y los estudiantes exploren intereses y actividades sin restricciones sociales asociadas al género.

El derecho a una educación igualitaria y con perspectiva de género

El Estado Mexicano ha ratificado acuerdos internacionales, como la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés) (Naciones Unidas, 1981) y la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la Mujer “Convención de Belem Do Para” (Organización de Estados Americanos, 1994), que resaltan la importancia de promover la igualdad de género en la educación. Estos acuerdos exigen medidas para erradicar la discriminación de género en la educación y eliminar estereotipos de género a partir de la modificación de los libros y programas escolares, así como la adaptación de métodos de enseñanza. Además, la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing (ONU MUJERES, 1995), también insta a abordar el sesgo de género en la educación y promover planes de estudio, libros de texto y material didáctico libres de estereotipos de género para todos los niveles de enseñanza.

A nivel nacional, la propia Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM) establece en su artículo 3⚬ que la educación deberá ser universal, inclusiva, pública, gratuita y laica, basándose en el respeto irrestricto de la dignidad de las personas y con un enfoque de derechos humanos y de igualdad sustantiva, lo cual se reafirma en su artículo 4⚬ que señala explícitamente la igualdad entre mujeres y hombres ante la ley.

Además, la igualdad de género no solo es señalada como una pieza clave dentro de la educación, sino que la misma educación es entendida como una herramienta para eliminar la discriminación y promover la igualdad sustantiva en varias leyes nacionales, como la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres en sus artículos 1, 34, 36 y 38; en la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia en sus artículos 1, 10, 35, 36, 38 y 45; así como en la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación en sus artículos 9, 15Bis y 23. Esto también se refleja en las disposiciones de la Ley General de Educación que establecen la promoción de los derechos humanos y la igualdad sustantiva como un objetivo, luchando contra la discriminación y la violencia, especialmente hacia niñas y mujeres. Además, se enfatiza la necesidad de incorporar la perspectiva de género en los planes de estudio.

En consistencia, el Programa Nacional para la Igualdad entre Mujeres y Hombres 2020-2024 (PROIGUALDAD), en el ámbito de la educación, tiene entre sus acciones puntuales las siguientes:
● 2.4.5 Fomentar la incorporación de contenidos y representación gráfica en los libros de texto y otros documentos estratégicos de educación básica para promover la participación de hombres y niños en las labores de cuidado y trabajo del hogar.
● 3.3.2 Adecuar contenidos para fortalecer las capacidades de autocuidado y autonomía de las niñas en las escuelas desde la educación básica.
● 4.2.2 Promover la incorporación en los planes, programas de estudio de educación básica, media y superior, contenidos para desarticular prácticas violentas de la masculinidad, el amor romántico y fomentar el respeto al derecho de las mujeres a una vida libre de violencia.
● 6.3.2 Incorporar en la currícula de la educación básica y en otros documentos estratégicos contenidos orientados a promover una cultura del cuidado social y ambiental, enmarcada en los principios de paz, perspectiva de género y respeto como estrategia de prevención de violencia.

Igualdad de género en la Nueva Escuela Mexicana

Tanto el marco normativo a nivel internacional como nacional enfatizan la necesidad de introducir cambios en los planes de estudio y los contenidos de la educación básica con el propósito de promover la igualdad de género. En consecuencia, para la Nueva Escuela Mexicana, la igualdad de género ocupa un lugar central, que no solo atiende a lo mandatado por la normatividad, sino también establece una perspectiva de la revolución de las conciencias, que posiciona una mirada que trastoca el patriarcado y con ello las formas de relación y desigualdad de género que se fueron naturalizando desde la educación. Pues cabe destacar que las familias y las escuelas son espacios donde se reproducen prácticas y mandatos que invisibilizan la violencia contra las mujeres, perpetúan las reglas sobre las identidades sexogenéricas binarias y el machismo.

Lo anterior es parte fundamental de la Nueva Escuela Mexicana que toma como piedra de toque a los derechos humanos y reconoce que en el espacio público democrático existen diversos sujetos de derecho, particularmente niñas, niños y jóvenes. Considera que la dignidad humana y el derecho a la educación son valores intrínsecos que tiene todo ser humano, irrenunciables, no intercambiables, irrevocables e inviolables. De igual forma, establece una educación desde y para la democracia y lo común, estos son unos principios orientadores, “como nombres y como verbos, como procesos y como producto, como epistemologías y como metodologías” (Collet y Grimberg, 2021, p. 152). Sabiendo que, no existe democracia sin ciudadanos formados en la comprensión de los problemas colectivos, preparados para tomar distancia respecto de todos los dogmatismos y de definir juntos cuál es el sentido de lo común, más allá de los legítimos intereses individuales.

Se trata, por tanto, de una formación de capacidades para que niñas, niños y jóvenes ejerzan una práctica social compuesta por el respeto a la legalidad, la autodeterminación para hacer visible su influencia en las decisiones en distintas esferas de la vida y el ejercicio de sus derechos civiles, políticos y sociales, así como su participación en la construcción del espacio público. Es por esto que en materia de igualdad sustantiva, se pone sobre la mesa el “creer, querer y lucha para que mujeres y hombres tengan los mismos derechos” (D’Ávila, 2021, p. 38). Ésta es una lucha feminista que ganó espacio en la Nueva Escuela Mexicana.

Con las bases expuestas fue que en el año 2022, el 19 de agosto, se publicó en el Diario Oficial de la Federación el plan de estudios de preescolar, primaria y secundaria en cumplimiento de lo dispuesto en el Artículo 3⚬ de la Constitución. El plan de estudios de la educación básica propone la resignificación del papel de la educación como una condición de la sociedad, indispensable para formar a sus ciudadanas y ciudadanos con principios de igualdad sustantiva, solidaridad, reparación del daño, libertad, interculturalidad, justicia ecológica y social, igualdad de género, sexual, inclusión y diálogo de saberes.

El plan de estudios de la educación básica en México se ha desarrollado con la colaboración de docentes, especialistas y diversos sectores de la sociedad. Se enfoca en la integración curricular, la autonomía profesional del magisterio, la comunidad como núcleo central en los procesos educativos y el derecho humano a la educación. La integración curricular promueve el trabajo interdisciplinario, la resolución de problemas y la elaboración de proyectos. Además, el plan de estudios se basa en siete ejes: pensamiento crítico, interculturalidad crítica, igualdad de género, integración, vida saludable, artes y experiencias estéticas, y apropiación de las culturas a través de la lectura y la escritura. Estos ejes buscan desarrollar capacidades humanas esenciales, promoviendo una educación integral que abarca aspectos físicos, emocionales, sociales y culturales, fomentando la igualdad y la participación activa en la sociedad.

De este modo, el currículo es un todo integrado con diferentes niveles de concreción y articulación en los programas de estudio y los libros de texto. Tanto las fases como los grados indican las secuencias indispensables que deben respetarse entre los campos formativos que constituyen la educación básica. Las fases, entre otras cosas, permiten centrar la educación en los procesos formativos y en concordancia con el desarrollo de aprendizaje de las y los estudiantes, así como ofrecerles mayores posibilidades para consolidar, aplicar, integrar, modificar, profundizar, construir o acceder a nuevos saberes.
Los programas de estudio y libros de texto en materia de igualdad de género, como parte del currículum, tienen las siguientes atribuciones :

● Impulsan actividades académicas que promueven la igualdad entre mujeres y hombres, así como la prevención de la violencia.
● Consideran, en los procesos de enseñanza aprendizaje, la perspectiva de género como criterio para analizar las situaciones y problemáticas de la comunidad, así como en la elaboración de proyectos.
● Promueven la comprensión y flexibilización de los estereotipos de género.
● Analizan críticamente los saberes y prácticas escolares que promueven la discriminación y la violencia contra las mujeres.
● Promueven la generación de saberes docentes enfocados a construir espacios de convivencia respetuosa y libre de violencia por razones de género y para visibilizar sesgos machistas en las prácticas.
● Fomentan la participación activa y el liderazgo de las niñas y adolescentes en todas las áreas, particularmente, en aquellas que tradicionalmente son asignadas a los hombres.
● Cuestionan las bases patriarcales del conocimiento instrumental moderno y dan lugar a los conocimientos y experiencias de las mujeres como fuentes de saber, para visibilizar estética y críticamente la dominación que conllevan las construcciones de género.
● Replantean los contenidos de las ciencias, artes y humanidades en los que prevalecen paradigmas de verdad y universalización que desconocen la diversidad y los efectos negativos de la desigualdad y la discriminación.
● Usan lenguaje incluyente, desmitificando que el lenguaje masculino es neutro.

Consideraciones finales

La igualdad de género en la educación permite garantizar que las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres, ya que desafía y contribuye a eliminar los estereotipos y roles de género que han perpetuado la desigualdad y la discriminación a lo largo de la historia. Al abordar estos estereotipos desde una edad temprana en las aulas, se sientan las bases para una sociedad en la que todas las personas, sin importar su género, sean tratadas con respeto y dignidad.

La educación es un vehículo de cambio social y cultural. Cuando se promueve la igualdad de género en la educación, se está promoviendo un cambio profundo en la forma en que las personas piensan y se relacionan. Se están creando nuevas generaciones de ciudadanas y ciudadanos que valoran la diversidad y la inclusión y rechazan la violencia por motivos de género. Estos valores se extienden más allá de las aulas y tienen un impacto en todos los aspectos de la vida cotidiana y de su comunidad.

La Nueva Escuela Mexicana, con su enfoque basado en derechos humanos y la perspectiva de género, se convierte en un motor de cambio social. Al integrar estos principios en el plan de estudios de educación básica, los programas de estudio y los libros de texto, se están sentando las bases para una sociedad más justa e inclusiva. Esto no solo beneficia a las mujeres y las niñas, sino que también enriquece la vida de todas las personas al promover una comprensión más profunda y respetuosa de la diversidad.

Referencias

Aguilar-Monts de Oca, Y. P., González-Arratia, N. I., y González, S. E. (2013). Los roles de género de los hombres y las mujeres en el México contemporáneo. Enseñanza e Investigación en Psicología, 18(2), 207-224. https://www.redalyc.org/pdf/292/29228336001.pdf
Castillo-Mayén, R., y Montes-Berges, B. (2014). Analysis of current gender stereotypes. DOAJ (DOAJ: Directory of Open Access Journals). https://doi.org/10.6018/analesps.30.2.138981
Ceballos-Fontes, M. y García-Oramas, M. J. (2015). Roles de género tradicionales y personalidad tipo c en mujeres con diagnóstico de cáncer de mama. Ciencia ergo-sum, 23(3), 229-238.
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