I Introducción: Recuperación del Análisis Marxista en la 4T
Estamos terminando un periodo sexenal en el que ya se han desplegado las líneas generales del modelo de reordenamiento del país, no se trata ya de la valoración de un proyecto alternativo plasmado en papel sino en el movimiento real. Se trata de la experiencia práctica que el obradorismo ha podido experimentar en este su primer ciclo de gobierno, desplegado a lo largo y ancho de los circuitos de la Administración Pública Federal. Ha llegado el momento de identificar con una visión de conjunto los alcances del nuevo modelo económico.
Para estos efectos es insuficiente el método de contraste entre el dato y el hecho, se necesita, especialmente, partir de una comparativa histórica entre las formas de concatenación que se producen al interior de cada fase, es decir, una comparativa entre hecho contra hecho. Este es el punto de partida del método marxista para el análisis económico estructural. Para lograr captar la lógica sistémica, es decir, desde la visión de la totalidad concreta, recurriremos a la categoría de modo de producción, un tiempo-espacio donde dominan determinados vínculos lógicos, y de la que vamos a derivar, para efectos del presente análisis, su escala nacional, una subcategoría denominada modelo económico.
Bajo la epistemología mecanicista suele perderse de vista que para que las categorías de Marx cobren sentido es necesario dinamizarlas en el entorno de su lógica económica y en el despliegue específico histórico, es decir sobre la formación concreta y específica del capital en un Estado-nación, de aquí que la dimensión económica no puede aislarse de ninguna manera de la dimensión política. De aquí que el análisis por modelos sea la base mínima para poder contrastar el presente sexenio de sus antecesores. No tiene sentido presentar datos sin su estructura lógica.
De esta manera, el presente texto propone un ejercicio de recuperación del análisis del modelo económico mexicano desde la teoría marxista para poder identificar los cambios cualitativos que, a través del tránsito de diferentes fases históricas, han dado lugar a la materialización de la forma producida por el obradorismo en este primer sexenio de la 4T. El objetivo es dotar a la discusión de elementos de contexto que alivien la confusión entre los propios representantes de las diversas izquierdas que pudieran estar cayendo en visiones escépticas o utópicas, especialmente aquellas que postulan que la presencia de contradicciones en la realidad concreta –base misma de la dialéctica – son suficientes para declarar la inexistencia de una fase nueva.
II. Los tres sistemas
que componen una economía mixta
Los modelos económicos no son, en lo absoluto, recetas pre-establecidas que un personaje adapte desde alguna referencia bibliográfica, los modelos tampoco representan un compendio de decisiones tecnocráticas para operar la maquinaria del mercado capitalista. En realidad, los modelos son siempre una praxis, una acción consciente del Estado y que se despliega sobre un momento determinado, se trata de una modelación que enunciaremos bajo la categoría de planificación estatal.
El aparato gubernamental tiene a su disposición una serie de palancas con las que puede alterar las condiciones generales de producción dentro de una economía. Con esto queremos señalar que la identificación de las diferentes fases históricas de la economía mexicana, al ser enunciadas como modelo, significan fases de aplicación de determinadas políticas económicas con objetivos de transformación estructural y en su contexto político.
El sistema comparativo entre fases no significa que los datos no sean considerados, al contrario, existe una gran cantidad de información económica que se produce de forma regular y que es una fuente empírica de identificación de tendencias. Los documentos de referencia se expresan oficialmente en el Plan Nacional de Desarrollo (PND) y se derivan en criterios generales de política económica que emite la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).
La política económica se entiende, desde esta perspectiva, como la praxis con la que se puede intervenir en la transformación cualitativa de una estructura social. De esta manera, lo que el proyecto alternativo de la Cuarta Transformación contiene es un retorno de la intervención estatal como agente activo, tanto para efectos del mercado interno como para el sector externo. Para ello el modelaje parte de un marco de referencia práctico denominado economía mixta, es decir, a través de la identificación de un organismo compuestos por tres subsistemas: Sector Estatal (SE), Sector Privado (SP) y Sector Social (SS).
Es decir, la economía global se compone, como forma típica, de economías mixtas nacionales que, de acuerdo con sus diferentes composiciones o mezclas específicas dan como resultado la materialización de las diferentes formaciones. Cabe destacar que esta división tiene interacción simultánea con otras economías y, además, está permanentemente influenciada por las políticas económicas producidas desde el polo hegemónico.
El SP se refiere a las redes empresariales que tienen por único objetivo alcanzar la tasa media de ganancia en sus distintos ramos, este circuito refleja la actividad nacional y trasnacional del capital social global; el SE enmarca la actividad de planificación, regulación y reproducción de la economía como un conjunto. Por su parte, el SS contiene la dimensión en la que se desarrollan la multiplicidad de formas económicas basadas en propiedad social o individual, concentradas en la reproducción de la vida socio-natural. En este sector reside la soberanía y la potencia originaria de transformación. El modelo económico dominante dependerá de las tensiones y fuerzas que se desarrollen entre dichos sectores. Con esto en mente, pasemos ahora a identificar el modelo correspondiente al neoliberalismo y su alternativa.
III.- Modelo Liderado por Exportaciones (MLE) y el Modelo de Reindustrialización con Soberanía Social (MRSS).
Desde el siglo XX, el ciclo económico de México comienza con una revolución social en la que se pretendía la liberación del trabajo con respecto a las prácticas históricas del modelo de encomienda colonial. Es hasta 1938 con la expropiación petrolera que comienza la posibilidad material de industrializar al país. El SS proyectó la creación de un SE mediante la construcción de las principales instituciones económicas y sociales que, mediante la banca de desarrollo, sentaría las propias bases para crear el SP necesario para la formación del nuevo mercado interno.
No obstante, este proceso primigenio del modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI) significó un proceso trunco ya que el inicio del ciclo hegemónico de los Estados Unidos de América (EUA) redujo este proceso al de una economía subsidiaria, es decir, con una industrialización planificada para intereses ajenos al nacional y que nunca permitió dar el salto cualitativo a nuevos niveles de tecnificación. Muy por el contrario, el resultado fue el inicio de una serie de crisis desde los años setenta, derivados de la introducción del nuevo patrón monetario en 1973 basado solamente en la impresión de papel-dólar que inició un proceso de desindustrialización. Sin dejar de mencionar, además, el talante represivo que el SE imprimiría en su relación con el SS, dicho modelo quedó enterrado bajo un mar de deuda.
La crisis del ISI significó también la desaparición del horizonte social, el Estado de Bienestar constituido durante el periodo comenzó su lenta desarticulación. Desde entonces se origina la aplicación de las directrices del neoliberalismo que implicaron un proceso global de privatización de la economía, es decir, la desarticulación del SS y el SE para la constitución de un omnipresente SP, no solamente nacional sino también trasnacional, con lo que se constituiría como estrategia la centralidad del sector externo como motor principal de la economía. De aquí que el neoliberalismo podamos identificarlo como el Modelo Liderado por Exportaciones (MLE).
Bajo este modelo se constituyó una reducción absoluta del SS a un ejército industrial de reserva y el SE fue capturado para proveer al mundo de un sistema de enclave para el disfrute de mano de obra barata, paraísos fiscales y regulatorios en beneficio de las empresas trasnacionales. Además, el proceso de endeudamiento crónico colocó al país en la trampa de la deuda con la que se canceló toda posibilidad de acceso al crédito para impulsar la actividad productiva. El sector financiero fue totalmente privatizado y, mediante la eventual autonomía del Banco de México en 1994, se entregó la soberanía de la política monetaria.
Las privatizaciones generaron un nuevo SP, pero este no provino de la innovación o la creación de nuevas ramas productivas sino de la cesión de monopolios naturales. Se constituyó una economía parasitada por una clase empresarial primordialmente rentista. El MLE es identificado con plena claridad por el movimiento obradorista como la cumbre de la desindustrialización, la desvalorización de la fuerza de trabajo y el advenimiento de una forma estatal degradada, es decir, como un territorio de saqueo por parte de una oligarquía mexicana con regresiones porfiristas. Los resultados fueron lógicos, se generó un Estado corrupto y de extracción de rentas, un modelo reducido al dominio absoluto del SP. El punto cúspide fueron las llamadas reformas estructurales que buscaron privatizar los sectores estratégicos faltantes, como el caso de la energía, y la privatización del otrora Estado de Bienestar, como el caso de las pensiones, el sector salud y educativo. El MLE se constituyó como fuerza de exterminio del ISI.
En contraste, el modelo alternativo inició desde sus primeras horas (todavía durante el proceso de transición) con la encomienda de recuperar la soberanía energética que el peñanietismo buscaba ceder en las renegociaciones del TLCAN. Desde entonces comenzó una recuperación de todo el sistema de refinerías abandonado, se combatió el huachicol y comenzó la lenta restauración del dominio del sistema eléctrico. La proyección de obras de infraestructura en la región sureste del país simboliza, en contraste con el MLE, el rompimiento con el protagonismo del sector externo mediante el reconocimiento del mercado interno como motor de crecimiento.
El abandono de las políticas del Consenso de Washington fue explícito mediante la publicación de un Plan Nacional de Desarrollo (PND) con una agenda clara de separación entre el SE y el SP, es decir, la recuperación soberana del derecho de intervención en la planificación económica. Apenas a dos años de iniciado el sexenio, la pandemia fue una dura lección, pero efectiva para mostrar la importancia de recuperar el sistema de salud de la influencia del SP. Adicional a esto se encuentra la política alimentaria mediante el programa sembrando vida, la lucha contra el glifosato y los productos ultraprocesados. Si sumamos la recuperación del sistema de pensiones y el reconocimiento constitucional de las transferencias sociales, observamos de conjunto el reordenamiento estratégico, pero sobre todo el retorno del Estado de Bienestar.
De esta manera, el nuevo modelo reconoce como sus objetivos el restablecimiento de la esfera pública social y también el derecho soberano del Estado para fijar sus propias políticas. En suma, el nuevo modelo es tal porque refuncionaliza la relación entre los componentes orgánicos de la economía mixta, especialmente bajo la extinción del dominio absoluto del SP.
La intervención del Estado no solo fue regulatoria sino en tanto agente inmediato de la producción a través de una política de reindustrialización como base estratégica fundamental para garantizar la recuperación del SS mediante el mercado interno, es decir, del tramo nacional del SP. Por lo que proponemos denominar a este cambio de políticas como el Modelo de Reindustrialización por Soberanía Social (MRSS).
Las características de esta su primer fase fueron, paradójicamente, el establecimiento de un equilibrio macroeconómico sólido, esto significa que el SE recuperó las herramientas de política económica, tanto en el aspecto fiscal – se elevó la recaudación sin la necesidad de nuevos impuestos– y la política monetaria, aún con las restricciones de la autonomía y las tasas de interés altas, consiguieron revertir la tendencia histórica de depreciación de la moneda al grado de generar el fenómeno que hoy denominamos superpeso. A este equilibrio se suma la capacidad de atracción de remesas y de acumulación de reservas internacionales. Pero la prueba más relevante es la rapidez con la que la economía nacional pudo recuperarse después de la pandemia, frenar el proceso inflacionario que provino de la guerra en Ucrania, al mismo tiempo que -validado incluso por el Banco Mundial– salieron de la pobreza 9.5 millones de mexicanas y mexicanos.
Así como se distinguen la austeridad neoliberal de la austeridad republicana, que trataremos enseguida, es necesario también distinguir entre equilibrio macroeconómico neoliberal y el equilibrio macroeconómico republicano. Para aquella dicha estabilidad significa el constreñimiento del gasto social mientras que para este se trata de una base para poder conseguir la reindustrialización estratégica. Aquella planteaba inducir estabilidad para los negocios especulativos del capital financiero, esta apunta a la formación de economía real, el problema es que el nivel de la tasa de interés es excluyente de una u otra de las posibilidades. Esta discrepancia sistémica heredada del MLE es el límite con el que se enfrenta el MRSS y lo que le da sentido a la estrategia planteada. Veamos a detalle.
IV. La Austeridad Republicana
y Finanzas Públicas
Una de las razones más relevantes de la estrategia de austeridad republicana proviene de la imposición del sistema financiero internacional. La autonomía del Banco de México se instaló durante los noventa para cerrar la posibilidad de que el sector estatal encontrara financiamiento propio o derivado de la actividad económica del país para concentrarse en un sistema de deuda privada. Esto ha dejado toda una estela de requerimientos crecientes de recursos para alimentar religiosamente los pagos a los acreedores. Si consideramos este proceso desde la perspectiva de la imposición del sistema de calificadoras internacionales, el asunto central es la inhibición de aumentar tu nivel de déficit presupuestario, es decir, las finanzas globales racionan el acceso al crédito.
De aquí que la austeridad republicana se trata del mecanismo para eficientar los recursos públicos, transformando el gasto corriente en gasto productivo. Así, el principio “no puede haber gobierno rico con pueblo pobre” engloba también el acceso al financiamiento por vía el ahorro republicano, mismo que fue la fuente para concretar las obras prioritarias sin incurrir en aumentos en la ratio deuda/producto.
Además, el propio retorno del Estado a las actividades productivas proyecta también la diversificación de ingresos para las arcas públicas, derivados del fortalecimiento, primero en fase de construcción y posteriormente en fase de consolidación de las obras prioritarias generadas durante el sexenio. El SE percibirá ingresos futuros derivados de su actividad no solo recaudatoria sino también productiva.
Se ha discutido mucho sobre la falta de una reforma fiscal pero no se ha profundizado sobre lo que esto significa. Durante el MLE esta estrategia solía cargar el peso en la mayoría de la población a través de impuestos indirectos como el IVA (Impuesto al Valor Agregado), mientras que aquellos impuestos directos que impactan en los grandes empresarios como el ISR (Impuesto sobre la Renta) obtenían el perdón presidencial o la estrategia para la elusión. A esto se le suma la posibilidad de esconder ganancias en los paraísos fiscales que escapan a la jurisdicción nacional.
La estrategia durante el MRSS ha sido extinguir el perdón fiscal y cerrar las brechas de elusión y evasión, además de los esfuerzos para simplificar la administración tributaria que permita ampliar la base. El reto siguiente será el establecimiento de impuestos a la riqueza y a las actividades financieras, pero que, por su libertad de movimiento, requieren de coordinación a escala internacional.
En suma, lo que observamos durante este primer sexenio fue la reducción del costo del SE en las finanzas públicas, pero para potenciar su rendimiento en obras productivas. No debe olvidarse que los proyectos de infraestructura se pudieron construir sin rebasar el nivel de deuda impuesto por las restricciones globales y. administrando el peso muerto de los intereses que heredamos del MLE. Y que son prioritarios porque sin los mismos es imposible reconstruir el mercado interno. El MLE nos heredó un SP rentista que nunca construyó cadenas productivas hacia abajo, por lo que la estructura pequeña y media es muy endeble y hubiera sufrido especialmente con una reforma fiscal estándar.
V.- El MRSS y un nuevo Sector Privado (SP)
Este método de análisis nos lleva a poner atención en los cambios en las relaciones entre los tres sectores. El nuevo modelo ha planteado un proceso de reindustrialización, es decir, mutaciones en el SP en el que se pueda alcanzar determinado nivel de competitividad sistémica por encima del modelo maquilador. Este proceso recupera el carácter promotor del SE otorgando condiciones para una actualización de la infraestructura básica del país que permite la evolución misma del SP. Este es el sentido estratégico del Tren Maya, la Refinería Olmeca, el Corredor Interoceánico y el AIFA.
Este tipo de relación es profundamente diferente a una subordinación unilateral en la que se subasta permanentemente nuevas áreas a privatizar. La industrialización en el siglo XX estuvo influenciada por la explosión hegemónica de los Estados Unidos de América al término de la guerra mundial, el ISI sucumbió una vez que este estimulo desaparece y en la medida en que aquella economía se financiarizó.
En contraste, durante el siglo XXI lo que precisamente está en crisis es aquella estructura hegemónica generando la oportunidad de una alternativa multipolar. La Cuarta Transformación, desde esta perspectiva, opera bajo condicionantes diferentes, especialmente porque la industrialización hoy significa el establecimiento de las bases materiales para poder alcanzar un entorno de seguridad nacional que permitan la ejecución de planes nacionales con su propia dimensión social.
La estrategia central del MRSS se puede ejemplificar con lo que recientemente fue enunciado por Rogelio Ramírez de la O, secretario de Hacienda, en un evento en San Luis Potosí en la que se enunciaron las directrices del Plan México. Es decir, derivado de la reorganización global, México tiene el derecho a producir lo que consume, es decir, alcanzar una industrialización a nivel de bienes y servicios que además nos permita hacer parte de un porcentaje mayor en la producción mundial. Es por ello por lo que la apuesta durante el sexenio 2018-2024 ha sido primordialmente la recuperación de infraestructura básica, el siguiente paso es la reindustrialización o sustitución de cadenas de valor en el nivel del consumo y, como horizonte de mediano plazo, la industrialización a nivel de bienes de producción con composición tecnológica compleja. Es decir, el salto de un SP rentista a un SP innovador, especialmente integrado, a diferencia del MLE, con cadenas intermedias en el mercado interno.
V. El Futuro del Sector Social (SS): hacia una Comunidad Orgánica Histórica (COH)
Como se puede observar, la dialéctica o dinámica relacional entre las tres esferas de la economía, SE + SP +SS, es la composición que define concretamente el contenido del modelo económico en cuestión. Me gustaría explicitar, no obstante, una advertencia: por “economía” nos referimos al proceso global de valorización, es decir, la disposición estructural u orgánica en la que se encuentra definida las relaciones sociales de producción dado el nivel de fuerzas productivas alcanzadas. El sujeto, por supuesto, no se reduce a la agencia individual, sino al sentido de desarrollo de las fuerzas sociales que despliega el sujeto social como especie.
Esta definición es esencial puesto que la “economía” durante el periodo neoliberal significó una sola cosa: la administración de procesos que permitan convertir formas de propiedad pública en propiedad privada, para efectos de la maximización de las ganancias, ya sea en el ámbito comercial, productivo o financiero. En contraste, para el nuevo modelo, la visión es reproductiva, no productiva ad infinitum como dispone el desarrollismo tradicional sino bajo el contenido de reproducción de la vida social en tanto una comunidad, es decir, el humanismo mexicano es la amalgama del MRSS pues el objetivo de la industrialización solo tiene sentido si es una mediación para la reproducción de la vida social integrada en la que los actos de mercado son una parte mediadora de todo proceso reproductivo inherente a la naturaleza colectiva del ser humano.
De esta manera, la tendencia de esta reorganización estatal es el establecimiento de las rutas para la superación de un mercado de trabajo pauperizado y constituir realmente el SS, es decir, con autodeterminación posibilidad material de reproducción de la vida social. Durante el MLE el soberano fue el mercado global, bajo el MRSS es la comunidad históricamente existente, es decir, la Comunidad Orgánica Histórica (COH). El pseudoindividuo aislado pasa a reconocerse como un sujeto comunidad, por lo que los resultados del desarrollo económico no pueden ser valorados únicamente con respecto al SP, sino también con respecto al SE y, por supuesto, en el SS.
Pero aquí llegamos al tema primordial: el humanismo mexicano como una antropología crítica que permite dar el salto de una forma social a otra, esto es materia de la esfera de discusión relativa al campo de las Relaciones Sociales de Producción (RSP) y que implican no solo la capacidad de activar las fuerzas productivas industriales del país, sino también la de operar cambios en la estructura republicana de clases que cruzan las relaciones entre los tres sectores orgánicos. Este paso, por supuesto, una batalla aún no resuelta, y tiene que ver con la superación de estatismo como horizonte de llegada e ineludible del metabolismo social, esto seguiría colocando al SS como subordinado, solamente que en esta ocasión con respecto al SE.
Este es uno de los horizontes críticos de la Cuarta Transformación. Hasta el momento se alcanzó el control formal del Estado y se está reordenando la relación productiva con los privados, pero el pueblo, por su naturaleza originaria, es decir, por su existencia en tanto COH o ser comunitario, origen y destino del metabolismo socio-natural, no puede reducirse a cualquiera de los otros dos sectores. Pero su recuperación definitiva solo puede venir a través de procesos revolucionarios desde el interior del SS.
Este salto es especialmente difícil porque tiene una dualidad material. Es decir, el ser comunitario experimenta una economía social como si fuese privada. Nuestra experiencia económica se limita a la del SP y de alguna manera, durante el ISI, a la del SE. Por lo que hace faltan mecanismos para experimentar la economía social en tanto social. Y que, además, sabemos por ley dialéctica, que la fase sustituta se resuelve en el opuesto, por lo que al individuo egoísta de mercado le habrá de sustituir una comunidad orgánica. La gran oportunidad se encuentra actualmente en la que el ciclo hegemónico estadounidense está en crisis civilizatoria frente a la propuesta multipolar donde precisamente el concepto es la asociación libre.
Bibliografía
Marx, K. (2020). El Capital: el proceso de producción del capital. Tomo I. Vol. 1. Siglo XXI editores.
Hernandez, C. & Rojas, O. (2024). “El método y la transición en Agustín Cueva” en El ejercicio del pensar. Número 27. CLACSO.
Rojas, O. (2024). “La teoría de la subjetividad histórica para la transición hacia el Modo de Producción Social mundial” en Rasgos y tendencias del capitalismo contemporáneo. Revista Tlatelolco. Dossier Especial.
Robinson, W.I. (2013). Una teoría sobre el capitalismo global: producción, clase y Estado en un mundo transnacional. Siglo XXI editores.
Bennet, D., & Sharpe, K., (2012). “El Estado como banquero y empresario: el carácter de última instancia de la intervención económica del Estado mexicano, 1917-1970” en Pardo, M. (coord.). Administración pública mexicana del siglo XX. Siglo XXI editores.
Godínez, V. (2024). “La economía mexicana en la pospandemia: lo nuevo, lo viejo”. Revista de Economía Mexicana. Núm. 9. UNAM.
Esquivel, G. (2024). “Avances en el combate a la pobreza en México, 2018-2022.” Revista de Economía Mexicana. Núm. 9. UNAM.
NOTAS
Profesor de economía política en la FES Acatlán de la UNAM y ex servidor público federal durante el primer sexenio de la Cuarta Transformación.
Después de la publicación de El Capital, Marx se percató que los principales problemas para comprender su teoría residían en el método, en el siguiente pasaje del epílogo a la segunda edición de esta magna obra, nuestro autor rescata de entre las múltiples reacciones una que atina a describir el método correcto: “Marx concibe el movimiento social como un proceso de historia natural, regido por leyes que no sólo son independientes de la voluntad, la conciencia y la intención de los hombres, sino que, por el contrario, determinan su querer, conciencia e intenciones […] O sea, no es la idea, sino únicamente el fenómeno externo lo que puede servirle de punto de partida. La crítica habrá de reducirse a cotejar o confrontar un hecho no con la idea sino con otro hecho. Lo importante para ella, sencillamente, es que se investiguen ambos hechos con la mayor precisión posible y que éstos constituyan en realidad, el uno con respecto al otro, diversas fases de desarrollo.” Cita de un artículo sobre el método de El Capital en la Revista de San Petersburgo (El Mensajero de Europa) en mayo de 1872 citado en Marx (2020, p. 18).
Para abundar en este tema véase Hernández C. & Rojas O. (2022) donde se discute el retorno y la importancia de la categoría Modo de Producción en la lógica marxista a través de la recuperación de la obra de Agustín Cueva. Así mismo, para efectos del análisis del tránsito histórico entre modos productivos vease Rojas (2024).
Siempre conviene advertir que este olvido es resultado de una reacción al economicismo –evidentemente un traspié lógico-metodológico del siglo XX– que instauró una especie de unilateralidad en la que la esfera económica sería la determinante absoluta de la esfera política. Por supuesto que no, la influencia es bicondicional, es una relación dialéctica. Pero la salida fácil fue correrse al otro extremo: expulsar el contenido económico como si este no tuviera un desarrollo evolutivo, como si se tratara de una variable constante sin evolución en la concurrencia geopolítica.
A partir de este momento utilizaremos las siglas correspondientes con el objetivo de simplificar el análisis.
“México salió de la Revolución sin una clase empresarial capaz de encabezar la industrialización; en consecuencia, surgió una <<necesidad>> de arreglos institucionales especiales para enfrentar y resolver los problemas de la industrialización tardía” (Bennet, D & Sharpe, K., 2012, p.58)
De acuerdo con Robinson (2013): “El capital transnacional viene a ser la fracción dominante o hegemónica del capital en escala mundial” (p.42)
La recaudación creción en 17.8% en términos reales entre enero de 2018 a enero de 2024.
Las tasa de interés fijada por el Banco de México pasó de 8% en 2018 a 11% en 2024. Es hasta el 8 de agosto que se decide relajar la política monetaria disminuyendo la tasa a 10.75%.
El actual sexenio recibió la cotización en $20.23 pesos por dólar, en marzo de 2020 alcanzó un pico de $25.00 por motivos de la pandemia, desde entonces comenzó un proceso de apreciación sostenida (e inédita) hasta colocarse en abril de 2024 en $16.39. Solo recientemente, justo después de las elecciones presidenciales, se generó una depreciación que arrojó la cotización de nueva cuenta al nivel de los $20 pesos. Al momento en el que redacto el presente artículo, el peso ha iniciado de nueva cuenta una tendencia hacia el nivel de las 19 unidades. El hecho es que es muy probable que el presente sexenio rompa con la tendencia de los sexenios neoliberales que sistemáticamente entregaron al final de su periodo una moneda más depreciada que la que recibieron.
El flujo de remesas pasó de poco más de 33 mil millones de dólares en 2018 a superar los 60 mil millones de dólares en 2024.
Las reservas internacionales actualmente se encuentran en su máximo histórico por encima de los 220 mil millones de dólares.
Un estudio de Gerardo Esquivel (2024) muestra el impacto en la tasa de pobrza de tres crisis: 1994, 2008 y 2020. Para la primera tomó ocho años en regresar a los niveles previos a la crisis; en la segunda, siguió aumentando por ocho años más y no se recuperó al nivel previo; la tercera, a pesar de la profundidad de la caída, la recuperación solo tomó cuatro años (p.48).
A pesar del pico de 7.9% en 2022, la inflación ha recuperado su trayectoria hacia el objetivo de 3%, colocándose actualmente en agosto de 2024 en 4.99%
México se encuentra en 2024 en un ratio Deuda/PIB de 48.6%, por debajo del promedio de latinoamerica que se coloca en 51.7% y especialmente manejable cuando se le compara con el promedio de los países de la OCDE que se encuentra en 114.9%. De igual manera, en este sexenio la deuda apenas incrementó en 4.9% como porcentaje del PIB, por debajo de 7.5%, promedio de la OCDE y 10.3% para el grupo del G20 (durante el MLE con Enrique Peña Nieto subió 8.0% y con Felipe Calderón en 7.4%). Esto es encomiable si consideramos la necesidad de gasto imprevisto por la emergencia de COVID-19. En cuanto al peso de la deuda externa, en 2024 alcanzó el 15.7% como porcentaje del PIB, la mínima histórica, se recibió en 23.3% después de picos extremos en el MLE con 44.7% con Vicente Fox Q. o el mítico error de diciembre en el que nos encontrabamos en 62.6%. Esto le garantiza al país una menor dependencia y volatilidad a los sismos financieros. En términos nominales en 2024 se alcanzó una disminución histórica de 1 billón de pesos en la deuda externa. La deuda con organismos internacionales pasó de 15.7 billones en el periodo 2007-2012, en 7.3 billones en el periodo 2013-2018 y solamente 0.9 billones en el primer sexenio del MLE. Por último, esto se ha logrado por la aceleración que el MRSS ha generado en cuanto a crecimiento de activos por inversión pública, mientras que en el sexenio 2006-2012 se crearon activos por 5.3 billones de pesos; el periodo 2012-2018, 8.9, en el actual sexenio se alcanzó la cifra de 12.9.
El evento mencionado puede ser consultado en Andrés Manuel López Obrador. (20 de julio de 2024). Balance económico sobre desarrollo industrial y T-MEC, desde San Luis Potosí. [Archivo de video]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=OxR_5XULUt8
Como símbolo de este nivel se encuentra la nacionalización del litio y la conformación de LitioMX como empresa paraestatal para su exploración.