MEMORIA ELECTORAL: LA REVISTA ANTE LAS ELECCIONES DE 1988

Todo movimiento que apuesta al
presente y al futuro tiene el registro de su
conciencia y la memoria de su práctica.
Memoria, número 21,
julio-agosto de 1988.

La revista Memoria ha servido como un espacio para el análisis del acontecer de la vida política nacional. Desde sus primeros números sirvió como punto de encuentro y debate sobre coyunturas políticas precisas, ejemplo de ello son los números 21 y 22 del año 1988. La crisis política surgida del fraude electoral se discutió en las páginas del boletín del CEMOS. En el número 21 de la revista, de julio-agosto de 1988, se incluyó una sección titulada “Memoria electoral”; mientras que el número 22 de la revista se tituló “Las elecciones y la crisis política”, ocupándose por completo a reflexionar sobre dicho tema.

En el número 21 de la revista, la sección denominada “Memoria electoral” se encargó de hacer una recopilación de cuatro textos de opinión publicados después de las elecciones de julio de 1988, la revista fungió como registro histórico de un acontecimiento que marcó la historia política y social de México. Los textos publicados fueron los de Pablo González Casanova, Carlos Monsiváis, Pablo Gómez y Emilio Krieger; voces que jugaron un papel protagónico en la lucha electoral de 1988 y que representaban, en ese momento, a importantes sectores en la lucha por la democratización del país.

La revista se posiciona así como registro, memoria y documento histórico de un proceso político que intentó, en medio del conflicto electoral y de la corrupción del sistema político mexicano, mostrarse como una tendencia de cambio y de acompañamiento al movimiento social surgido alrededor de la lucha contra el fraude. En este sentido, las posiciones de los autores señalaron la ilegitimidad del resultado electoral de 1988; mientras González Casanova apuntaba que “La falta de legitimidad es un hecho político. Hoy le plantea al gobierno mexicano, a un grado sin precedente, el problema de ‘vencer sin convencer’”; Monsiváis señalaba: “En septiembre de 1988 la batalla evidente se da por una causa democrática, indispensable en el camino a la justicia social: la eliminación del fraude electoral, es decir el respeto a la voluntad ciudadana.” Lo interesante de la discusión ofrecida en el número 21 de Memoria es apuntar a esa constante del sistema político mexicano, es decir, al hecho de que la democracia se ha desplegado fuera de las instituciones políticas del país; en este sentido Pablo Gómez planteó: “(…)se trata del uso del poder, sin hegemonía republicana; mientras, en el otro extremo ha surgido una ciudadanía sin República que, después del seis de julio, se está convirtiendo en pueblo.”

Por su parte, en el número 22 de la revista la discusión giró en torno a los resultados problemáticos que trajo consigo el fraude electoral de 1988: la agudización de la crisis política, económica y social. En ese número el CEMOS —dinámica que se comparte con el presente número— convocó a una mesa redonda para discutir los resultados del conflicto electoral de 1988 pero también las alternativas políticas de ese momento histórico. Los textos que se rescatan de dicho debate son los de Gustavo Hirales, Arnaldo Córdova, Eduardo Montes, Graco Ramírez y Leonardo Valdés (algunos de los cuales, al pasó de los años, jugaron un papel más que lamentable dentro de la izquierda mexicana). Además, el número 22 se complementa con dos textos más de José Chávez Morado sobre la conformación del PRD, visto como resultado de la lucha por la democracia en México y la Resolución del VI Pleno del Consejo Nacional del Partido Mexicano Socialista, documento importante para comprender la idea de la conformación de un único partido de izquierda.

Dicho debate nos muestra la preocupación que existió en ese momento dentro de las izquierdas mexicanas por configurar un movimiento capaz de trascender las elecciones y la lucha contra el fraude electoral de 1988. Pues se trató de la primera experiencia en que una candidatura de oposición y de postura democrática, como la del Frente Democrático Nacional, logró aglutinar un movimiento popular y por lo tanto de contar con la posibilidad de rebasar la figura testimonial, posicionándose como un contendiente real en la disputa por el poder estatal.

En cierta medida, los textos comentados muestran un panorama que, tras la ilegítima victoria del PRI, parecía alentador pues una amplia parte del pueblo mexicano exigía un cambio, un pueblo que buscaba alzar la voz en respuesta a la crisis política y económica que se arrastraba con los gobiernos priistas (además de sus características principales: el autoritarismo, la corrupción, y el corporativismo); un impulso popular irónicamente dirigido por la figura de Cuauhtémoc Cárdenas, expresión de una ruptura interna del partido oficial. A propósito de ello Martínez Verdugo, director de Memoria en ese entonces, menciona: “Probablemente nos encontramos frente a la quiebra del sistema de dominación que se fue integrando a partir de 1929, con la institucionalización del sistema de partido oficial y la integración de partido, Estado y organizaciones sociales en un mecanismo unificado que ahogaría todas las tentativas reales de las masas y de muy distintos sectores de nuestra sociedad (…)” (Memoria número 22, p.51).