PRENSA Y PODER EN MÉXICO

APUNTES PARA UN ANÁLISIS EN LA 4T

Introducción

Tras la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de México, con su personal forma de gobernar, que ha puesto como eje de su mandato la lucha contra la corrupción, la narrativa del fin del período neoliberal y la Cuarta transformación de la vida pública del país, se hace necesaria la reflexión sobre la relación de este gobierno con la prensa. Pero esta reflexión no puede darse sin una revisión histórica de los vínculos de la prensa en México con el poder político, eclesiástico y empresarial. 

Por tanto, primero presento unas líneas generales de la relación entre la prensa y el poder en México durante el régimen presidencialista de partido único y en la alternancia. En un segundo apartado se señalan los momentos cumbre, y más álgidos, del trato que ha tenido la prensa mexicana con López Obrador y, finalmente, se presentan líneas generales y no concluyentes de la relación de la prensa con la Cuarta Transformación. La premisa del presente ensayo es que esta relación no se puede entender sin analizar a fondo el papel que tuvo la prensa para el sostenimiento y legitimación de los gobiernos en turno en el México contemporáneo, que dicho sea de paso son los que buscaron, desde 2006, impedir la llegada al poder de AMLO. 

Prensa y poder en México

No es posible hablar de la libertad de prensa en la 4T en abstracto, sin conocer el vínculo que históricamente la prensa tuvo con el poder en México. La actual relación de la prensa con la Cuarta Transformación no se puede entender, ni explicar, sin conocer y comprender el vínculo que la prensa ha tenido con el poder político, clerical y empresarial de México. El presente no se puede comprender sin el pasado, sin el devenir histórico. Aquí se plantearán algunas líneas sobre cómo se vislumbra esa relación en la actualidad, aunque considero que es pronto para establecerla, pero muy oportuno empezar a definirla.

Jacinto Rodríguez (2007, p. 149) cuenta que “la relación del gobierno con la mayor parte de los diarios era marcadamente distinta. Cada cual con sus matices, cada cual con sus preferencias en ciertos aspectos y en ciertos momentos. Con cada uno el gobierno creó formas distintas de relación, de acuerdo con sus necesidades de difusión y de propaganda, de acuerdo con sus filias y sus fobias”. Esto es lo que históricamente ha definido los nexos de la prensa con el poder en el México moderno y del sistema presidencialista, aunque con sus diferentes matices y especificidades. No en balde Emilio Azcárraga Milmo declaró oportunamente “somos soldados del PRI y del presidente”.1

Algunos más, y algunos menos, los medios estuvieron bajo el férreo control político a través de diversas prácticas que iban desde lo económico hasta lo político-ideológico. Adeudos millonarios al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) o a la banca estatal por concepto de préstamos para financiar gastos, hasta el control a través de las oficinas de la Secretaría de Gobernación. Desde la Segob, y en su momento la Dirección Federal de Seguridad, se llevaban a cabo tareas de ‘inteligencia’ que incluían la elaboración de fichas informativas sobre dueños de periódicos, periodistas, columnistas y articulistas. El chantaje y el control a través de la Productora e Importadora de Papel, SA (PIPSA), el sindicato de voceadores y la venta de publicidad gubernamental, fue una práctica frecuente y con la que los gobiernos acotaron e incluso extinguieron la libertad de prensa en favor de sus intereses.2

Las oficinas de prensa gubernamentales tuvieron la ‘noble’ tarea de establecer la agenda mediática; así, profesionales del periodismo sólo se dedicaron a reproducir boletines y declaraciones de personas funcionarias. Entrevistas pactadas, declaraciones y acciones gubernamentales llenaban los espacios informativos. “No pago para que me peguen” es una célebre frase pronunciada por José López Portillo que ilustra cómo el pago de publicidad gubernamental suponía para los gobiernos en turno mantener sometida a la prensa de la que se esperaba complacencia y lealtad. Un caso emblemático del castigo mediante esta práctica fue el de la revista Proceso.

Rafael Rodríguez, exdirector de esa publicación, señala que “es un pésimo modelo de negocios basar las finanzas en los ingresos por publicidad oficial. Pero creo también que es inmoral que el gobierno la utilice para someter a los medios a un sistema de premios y castigos. Desde el sexenio de López Portillo, en materia de publicidad estuvimos sometidos al hígado del gobernante en turno”, en el sexenio de Fox, y tras la demanda por daño moral interpuesta a Proceso, y que la Suprema Corte de Justicia resolvió a favor de la revista, el entonces mandatario “suprimió toda la publicidad proveniente del gobierno federal, y vinieron presiones para que los gobiernos de los estados aplicaran un boicot semejante.” En el período calderonista, cuenta Rodríguez, se continuó aplicando un absoluto boicot publicitario contra la revista.3

Es importante señalar el papel que jugó la prensa, específicamente el periodismo narrativo, en la construcción de imaginarios sobre los cárteles del narcotráfico y la mal llamada guerra contra el narco. Oswaldo Zavala (2018, p. 54) explica que el periodismo en México, durante el calderonismo, estuvo “mediado por el imperante discurso oficial que consolidó la agenda de seguridad nacional que señala al narcotráfico como la mayor emergencia criminal en México.” Establece que, en general, la narrativa periodística tenía enormes coincidencias con la versión oficial, es decir, con la versión de Felipe Calderón, de que la violencia que se estaba viviendo era producto de la “virulencia de unos cárteles contra otros” y explica que

En este punto aparece con mayor claridad el problema central de la crónica del narco en México: se trata de textos dependientes de fuentes oficiales que hacen circular una narrativa configurada y diseminada originalmente desde múltiples agencias y voceros del Estado, asimilada acríticamente por la gran mayoría de los medios de comunicación y reiterada después por los campos de producción cultural, sobre todo por la televisión, el cine, la música y la literatura. (Íbidem, p. 55).

Finalmente, y tras revisar el texto de investigación y análisis de documentos del Archivo General de la Nación que hace Jacinto Rodríguez en La otra guerra secreta, es posible concluir que la prensa en México se constituyó como un poder fáctico que sirvió para sustentar y legitimar el sistema político y su régimen presidencialista. En ese sentido, Carlos Fazio explica que

…en el momento en que una noticia pasa a los medios adquiere, implícitamente, un carácter legal y sufre un proceso de oficialización. El espectador, el ciudadano común, muchas veces no puede distinguir esos dobles estándares, y a fuerza de escuchar la “verdad oficial” la hace parte de su “opinión personal”, lo que a su vez confluye hacia una falsa opinión pública, manipulada de principio a fin. A eso, en el argot periodístico, se le denomina proceso de intoxicación. (2013, p. 13).

‘Intoxicación’ es la palabra que mejor define los históricos nexos que la prensa y el poder han tenido en México. Ya sea por la manipulación y el chantaje, ya sea por la complacencia y sumisión, ya sea por las columnas que como “Granero político” del diario La Prensa, moldeaban la opinión pública en favor de los intereses de unos cuantos.4 Así, este es el punto de partida para establecer algunas líneas de análisis de la actual relación de la prensa con la 4T.

AMLO y la prensa

La actual relación prensa-4T está marcada también por la forma de cobertura mediática que los medios de información han tenido del actual presidente López Obrador, en diferentes momentos de su trayectoria política. Esa relación no ha sido tersa, ni sencilla. Plegados al régimen y al orden establecido, fieles a la mano que los alimenta, los medios en México configuraron en diversos momentos campañas mediáticas contra los opositores del régimen y AMLO no fue la excepción.

El caso más emblemático se dio durante su gobierno en la capital del país y previo y durante la campaña presidencial de 2006, posteriormente en las campañas presidenciales de 2012 y 2018, pero ya con menos fuerza. Esta relación también obedece, y se explica, por el rol histórico que la prensa ha tenido en el régimen, siendo más bien portavoz y cómplice en diversos momentos.

En 1997 Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano es elegido Jefe de Gobierno del Distrito Federal, se trata del primer gobierno de izquierda en dirigir la capital del país. El embate de la prensa, sobre todo de Televisa y Tv Azteca, fue, por decir lo menos, desmedido. El caso más destacado se ubica en los momentos posteriores, pero no únicos, al atentado contra el cómico y presentador de televisión Francisco ‘Paco’ Stanley, ejecutado en el sur de la ciudad. La cobertura mediática apuntó sin miramientos al gobierno de Cárdenas e incluso le fue exigida su renuncia. Este es sólo un botón de muestra de cómo la prensa, históricamente, se ha mostrado dócil y servil a los gobiernos que le favorecieron y cómo se vuelve ‘crítica’ e implacable con los ‘enemigos’ del sistema y el status quo. Así también se demostró durante el gobierno de AMLO y durante sus campañas presidenciales.

Cómplices del régimen, operaron una cobertura mediática ‘crítica’ y sin miramientos hacia el entonces posible candidato opositor de 2006 que ‘llevaría a la ruina al país’. Primero con el episodio conocido como los videoescándalos, después con el llamado ‘desafuero’ y más tarde, de forma complaciente, contribuyeron a la construcción de la narrativa de que “el señor López”, como le llamaban sus detractores, era ‘un peligro para México’. AMLO no llegó a la presidencia en 2006, ni en 2012, y la prensa y las y los voceros del régimen tuvieron un papel importante en lo que, cada vez hay menos dudas, fueron fraudes electorales.5

La campaña presidencial de 2018 no estuvo exenta de estos embates. Es ya bien conocido que desde diversos espacios mediáticos, diversos otrora voceros del régimen presidencialista, y de la mal llamada alternancia, como Enrique Krauze, Sergio Sarmiento, Carlos Marín y Héctor Águilar Camín, por mencionar algunos, señalaron con dedo flamígero a López Obrador. Utilizando diversos epítetos como populista, chavista y acusándolo de ser cercano al régimen de Venezuela, incluso se atrevieron a decir que el gobierno ruso tenía las manos metidas en el proceso electoral de 2018. Buscaron deslegitimar y descarrilar el proceso de cambio a través de la ‘Operación Berlín’.6

Líneas generales sobre la relación de la prensa con la 4T

Con el fin de delinear algunas ideas generales sobre la relación de la prensa con la 4T cabe plantear un par de preguntas. Si efectivamente estamos viviendo un proceso de ‘transformación’, que tiene como eje desarticular los mecanismos que sostenían la corrupción de la vida pública del país, la relación entre prensa y poder ¿será de continuidad o cambio?, ¿será que dicha relación también se transforme y se dé un cambio de paradigma y, en ese caso, cómo será esa vuelta de tuerca y hacia dónde se dirigirá? Es pronto para saberlo; sin embargo, sí se prefiguran algunas pinceladas de un viraje a la luz de lo que hemos observado desde la toma de protesta del actual presidente y la puesta en marcha de la Cuarta Transformación.

Si el presidente López Obrador, un hombre con una profunda determinación, está resuelto a transformar la vida pública del país dando continuidad a los grandes cambios que se han vivido en la historia de México ¿qué supone en primera instancia esa transformación y en qué se observa? Como el mismo AMLO lo señala, se trata de erradicar el régimen de corrupción que sostuvo al sistema, sobre todo en los últimos 30 años del “período neoliberal”; de poner en el centro de las políticas a las personas más desfavorecidas, de ahí que un lema de su campaña y ahora de gobierno es “primero los pobres” y dejar en el pasado las políticas producto del neoliberalismo.

En este proceso de transformación, y teniendo en cuenta la relación histórica que la prensa tuvo con el régimen presidencialista y con los gobiernos de la alternancia, se intuye que un objetivo del actual gobierno es transformar esa relación. Como primer indicio tenemos tres asuntos: a) los cambios en la compra de espacios de publicidad gubernamental; b) transparentar los pagos que anteriores administraciones hicieron a columnistas y periodistas (lo que coloquialmente se conoce como ‘chayote’) y, por último, c) la comunicación social del gobierno federal, es decir, la forma en que la actual administración se comunica con la ciudadanía.

En su personal forma de gobernar, AMLO ha establecido una comunicación directa con el pueblo a través de lo que ese mismo pueblo ha denominado “las mañaneras” y que son las conferencias matutinas desde Palacio Nacional. Esta forma de comunicación directa es inédita y no sólo se trata de informar diariamente de lo que hace el gobierno, sino de, como parte del proceso transformador, construir ciudadanía, politizar al pueblo, hacerle partícipe de la toma de decisiones a través de brindarle información de primera mano. ‘Las mañaneras’ son una forma de interesar a la gente en la ‘cosa pública’, en los asuntos del Estado y del gobierno. Pero también, hace falta decirlo, las conferencias matutinas son una forma de construir hegemonía.

Al reconocido periodista Jon Lee Anderson “le preocupa que el Titular del Ejecutivo federal intente controlar a los medios e imponer agenda cada mañana con sus conferencias de prensa.7 Sin embargo, Lee Anderson no contextualiza y desconoce, al menos así se aprecia en la entrevista que le hizo El Universal, la relación histórica que ha tenido la prensa con el poder en México. Parte de una idea abstracta y romántica de cómo es o debe ser esa relación, ese desconocimiento le hace caer en lugares comunes; por ejemplo, decir que “las mañaneras” marcan la agenda informativa. Lo cierto es que la agenda informativa siempre estuvo dictada por los gobiernos en turno, pues, en general, las y los periodistas sólo se dedicaban a hacer boletines y a buscar la declaración de las personas funcionarias. Y lo que sí ya es escandaloso es que desde los sótanos de la Segob se redactara la columna “Granero Político” con el fin de moldear la opinión pública de las mayorías respecto a diversos temas; por ejemplo, sobre los movimientos sociales contrarios al régimen. La libertad de expresión en México ha sido más una entelequia que una realidad, eso no significa que deba continuar siendo así.

Por tanto, considero oportuno pensar si la relación prensa-poder político será de continuidad o cambio. Si el objetivo, al menos como un ideal que guía el proyecto de AMLO, es transformar la vida pública del país y acabar con la corrupción y sentar las bases para que ya no sea esa suerte de pegamento que aglutinó al régimen por muchos años, se puede afirmar que se busca también una transformación de la relación de la prensa con el poder político que fue corrupta por definición. De ahí que, un día sí y otro también, en las consabidas conferencias de prensa matutinas, AMLO aluda al periodismo de los hermanos Flores Magón, señale al periódico Reforma, y hasta le diga “pasquín inmundo”, así como a periodistas que fueron complacientes con gobiernos pasados y que de alguna u otra forma siguen arropando los intereses de quienes por años les cobijaron. El caso de El Universal relatado en el libro de Jacinto Rodríguez es esclarecedor y cómo olvidar el episodio de compra-venta de la Organización Editorial Mexicana (La Prensa, El Sol y Esto) a uno de los empresarios favoritos del sexenio foxista, Mario Vázquez Raña.

Los señalamientos han valido para que la propia prensa, comentaristas, organizaciones de la sociedad civil y otrora intelectuales beneficiarios del régimen acusen a la actual administración de violentar la libertad de expresión. La libertad de expresión y de prensa en este país siempre ha estado bajo asedio, como ya lo expusimos, más aún, prácticamente era inexistente, pues estaba sometida al poder de los gobiernos de turno. Lo que es cierto es que ningún gobernante había estado bajo el escrutinio público como lo está López Obrador, que cada mañana informa a la sociedad del estado de cosas del gobierno, responde preguntas, imparte clases de historia y cita a Bertolt Brecht para contestar a los reporteros. Incluso ha debatido abiertamente con los medios que cada mañana se presentan a “las mañaneras” y esto es completamente inédito e impensable en el régimen presidencialista, incluso en el de la alternancia.

Considero que la relación de la prensa con la Cuarta Transformación también tiene que leerse a la luz de los cambios que los propios medios de comunicación han sufrido y de que el centro del poder ya no es el presidente o el gobierno en sí. Aún con su amplio margen de legitimación se observan otros polos de poder, económico, sobre todo, desde donde se hace la ‘crítica’ periodística. Rafael Rodríguez señala oportunamente que “una parte del periodismo mexicano ha confundido la crítica con el activismo opositor”. Ello quizá explique los señalamientos que un día sí y otro también AMLO hace a los medios bajo el argumento de que está ejerciendo su “derecho de réplica” y por parte de los medios, en general, vemos incluso ataques desmedidos, infundados y una gran mediatización y editorialización de los temas.

La relación de la prensa con la 4T no se vislumbra tersa, ni sencilla. Rafael Rodríguez “no observa nuevas amenazas o acoso en contra de la libertad de expresión, por lo menos no mayores a las que ha observado a lo largo de sus 55 años de vida periodística.” Jorge Zepeda Patterson considera que los ataques legitiman o podrían legitimar agresiones a periodistas y Lee Anderson ya en el extremo advierte a AMLO de que podría convertirse en Maduro o Trump si continúa su camino de diatribas a los medios. Yo coincido con Rodríguez.

Considero que cuando AMLO hace estos señalamientos no los hace a las y los periodistas en sí, de quienes dicho sea de paso ha mencionado deberían tener mejores condiciones laborales, sino a los empresarios dueños de los medios, comentaristas, opinólogos y a la ‘intelectualidad’ que por años comió de la mano del gobierno. Sin embargo, cuando lo anterior los medios ‘críticos’ lo traducen a ataques a la libertad de expresión y de prensa, el asunto se vuelve más que problemático en tanto que nadie que se asuma progresista podría estar en contra de que se garanticen esos preciados derechos y libertades. Siguiendo a Noam Chomsky, y sus análisis sobre la propaganda y la construcción del consenso, podemos decir que todos esos fraseos en forma de slogans publicitarios tales como “Sí a la libertad de prensa” “están acabando con la libertad de expresión” son expresiones huecas, vacías de contenido y que difícilmente alguien podría rechazar. ¿Quién en sus cabales negaría estos derechos?, lo cierto es que son frases abstractas que no explican gran cosa porque no se contextualizan, ni se hace una reflexión histórica sobre la libertad de prensa y libertad de expresión en nuestro país, como si en el pasado hubieran sido una marca que distinguiera el ejercicio de gobierno. Sabemos que no es así.8

Nadie en su sano juicio podría estar contra la libertad de prensa y de expresión, el asunto es que nadie dice que se trata de la libertad de prensa de los medios que como Nexos y Letras Libres se beneficiaron de las dádivas del gobierno a través de la venta de espacios publicitarios y de exención de pagos contributivos. No se dice que la libertad de expresión durante años sólo benefició a unos cuantos con privilegiado acceso a los medios de comunicación y que han sido los mismos 20 o 30 que escriben en periódicos, opinan en la radio y participan en supuestas mesas de análisis en la TV aparentando constituir la tan preciada y cacareada pluralidad.

AMLO ha llamado a las y los periodistas a que se sumen a su proyecto de transformación, que informen y señalen sobre los avances de dicho proyecto. Esto ha sido interpretado como que la prensa debería plegarse al gobierno en turno. Yo más bien lo interpreto desde otro lugar, no se puede analizar la actual coyuntura bajo el mismo prisma y con la misma mirada con que se analizó el régimen presidencialista. Sin caer en la histeria, ni el fanatismo, considero que hacer crítica al gobierno en turno, que ha prometido grandes transformaciones y que es la concatenación de importantes luchas y movimientos sociales, no puede hacerse de manera mecanicista sin comprender su origen y de lo que es producto. Considero también que la crítica y los señalamientos son necesarios, pero sin que se conviertan en “activismo opositor”.

Lo importante, considero, es que la ciudadanía tenga la opción de contrastar lo que dicen los medios tradicionales, los más cercanos a la versión oficial, los críticos de la misma e incluso lo que se dice en las redes sociales. Personalmente me parece de notable relevancia el tipo de comunicación que está teniendo el actual gobierno a través de las “mañaneras”. Los medios ya no pueden tergiversar lo dicho por AMLO, aunque he observado que lo hacen, pero siempre tendremos la opción de buscar la versión original en Youtube o la estenográfica. 

Consideraciones finales

Es pronto para hacer una conclusión. Sin embargo, considero que: 1) la relación de la Cuarta transformación con los medios tradicionales no es, ni será, tersa, los señalamientos continuarán e incluso pueden subir de tono; 2) conociendo el papel histórico que los medios han jugado en el sostenimiento y legitimación del régimen presidencialista, López Obrador apuesta por una comunicación directa y sin mediaciones con la ciudadanía a través de vídeos y el uso de lo que llama “las benditas redes sociales”, pues los nexos entre prensa y poder están intoxicados, parafraseando a Carlos Fazio. La forma de comunicación de AMLO con la ciudadanía es transparente e inédita en México e incluso se podría decir que en ningún otro lugar del mundo un gobernante hace conferencias de prensa matutinas diariamente; 3) La personal forma de gobernar de AMLO, y por tanto su forma de comunicación directa, disloca y tiende a la reconfiguración de la relación prensa-poder.

En este sentido, no considero que la libertad de prensa o expresión peligre en la actual administración. Más allá de la narrativa que tendrán los medios y detractores de López Obrador y de la 4T, los medios seguirán ejerciendo su derecho a informar. Sin embargo, en esta coyuntura de cambios, los medios tendrán que reinventar la forma de sostenerse en términos económicos rehaciendo su modelo de negocio. También será interesante un estudio al final del sexenio que indique si efectivamente AMLO fue el presidente más criticado (golpeado), como él mismo lo señala, de la historia y sería importante también tener indicadores serios que den cuenta de si en esta presidencia la libertad de prensa estuvo amenazada o no, más allá de los señalamientos en las mañaneras, sería interesante un análisis serio y completo que en su momento nos tocará, o a alguien más, realizar.

Fuentes de consulta

García, L./Dorantes, M. (07/10/2020). A los intelectuales hipersensibles mucho tiempo les tocó estar arriba: Rafael Rodríguez, exdirector de Proceso. El Universal. En línea. Disponible en: https://www.eluniversal.com.mx/nacion/los-intelectuales-hipersensibles-mucho-tiempo-les- toco-estar-arriba-rafael-rodriguez

Fazio, C. (2013). Terrorismo mediático. La construcción social del miedo en México. Debate. México.

Morales, A./Villa y Caña, P. (09/10/2020). Zepeda Patterson: señalamientos de AMLO a periodistas dejan secuelas. Entrevista en El Universal. En línea. Disponible en https://www.eluniversal.com.mx/nacion/zepeda-patterson-senalamientos-de-amlo-periodistas- dejan-secuelas

—(11/10/2020). AMLO puede convertirse en Trump o Maduro si siguen ataques de la prensa: Jon Lee Anderson. Entrevista en El Universal. En línea. Disponible en https://www.eluniversal.com.mx/nacion/amlo-puede-convertirse-en-trump-o-maduro-si-siguen- ataques-la-prensa-jon-lee-anderson

Rodríguez, M. J. (2007). La otra guerra secreta. Los archivos prohibidos de la prensa y el poder. Debate. México.

Zavala, O. (2018). Los cárteles no existen. Narcotráfico y cultura en México. Malpaso. Barcelona.

NOTAS

* Doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la FCPyS de la UNAM, investigadora independiente. Correo: ra_davila@yahoo.com

1  “Somos soldados del PRI y del presidente”, dijo en otra de sus frases célebres el inigualable Tigre, famoso por sus desplantes, por su ímpetu de patriarca y sus lujos. Ver Villamil, J. (19/03/2013). “Televisión para jodidos”. Proceso. En línea. Disponible en: https://www.proceso.com.mx/336733/television-para-jodidos.

 2 Ver Rodríguez, M. J. (2007). La otra guerra secreta. Los archivos prohibidos de la prensa y el poder. Debate. México

3  Ver García, L./Dorantes, M. (07/10/2020). A los intelectuales hipersensibles mucho tiempo les tocó estar arriba: Rafael Rodríguez, exdirector de Proceso. El Universal. En línea. Disponible en: https://www.eluniversal.com.mx/nacion/los-intelectuales-hipersensibles-mucho-tiempo-les-toco-estar-arriba- rafael-rodriguez

4  Ver Rodríguez, M. J. (2007, p. 166-171)

5  Ver Fazio, C. (2013). Terrorismo mediático. La construcción social del miedo en México. Debate. México.

6 Rodríguez, J. C. (2019). Operación Berlín: Conjura AntiAMLO. Eje Central en línea. Disponible en: https://www.ejecentral.com.mx/operacion-berlin-conjura-antiamlo/ 

7 Morales, A./Villa y Caña, P. (11/10/2020). AMLO puede convertirse en Trump o Maduro si siguen ataques de la prensa: Jon Lee Anderson. Entrevista en El Universal. En línea. Disponible en https://www.eluniversal.com.mx/nacion/amlo-puede- convertirse-en-trump-o-maduro-si-siguen-ataques-la-prensa-jon-lee-anderson

8 Chomsky señala que “El punto es que utilizar slogans como “apoyen a nuestras tropas” es que no significan nada. Significan tanto o más que decir que apoyas a la población de Iowa. Por supuesto que esto es un gran problema, el asunto real -o de fondo- es si apoyas nuestras políticas, pero no quieres que la gente reflexione sobre este asunto, ese es todo el tema sobre la buena propaganda. Es necesario crear un slogan y que nadie vaya a estar en contra de ello y que todas las personas lo apoyen. Nadie sabe qué significa, porque no significa nada. La cuestión crucial es que desvía la atención de una pregunta que sí es importante y tiene un significado, ¿apoyas nuestra política? (T de A). Ver: Noam Chomsky Discusses the slogan “Support Our Troops”. 17 de septiembre de 2020. En línea. Disponible en: https://youtu.be/G7DdWmWUa_8