El llamado proyecto de la 4 transformación (4T) que pretende llevar a cabo el gobierno de López Obrador (AMLO) desde el primero de diciembre de 2018, creemos, debe mirarse en el horizonte de largo plazo de lo que han constituido procesos políticos y económicos en nuestro país, encuadrados tanto en luchas como en cambios que se han producido en el largo acontecer del devenir del capitalismo en México, y sus diferentes y variadas formas. En este sentido, pensamos que estudios como los que realizaron Sergio de la Peña sobre la formación del capitalismo en México y Enrique Semo sobre el concepto del ciclo de las revoluciones burguesas deben servir para tratar de entender el significado histórico de esta 4T.1
Es decir, se trata de un proceso hacia la recomposición de un nuevo capitalismo, cuyo ingrediente principal consiste en una reforma social, en medio de los cambios que impone el agotamiento a escala planetaria de una fase salvaje de concentración de riqueza y despojos materializadas en la superexplotación obrera, desempleo provocado por los cambios de la nueva revolución tecnológica, concentración de la riqueza financiera y creciente monopolización de la producción y distribución de bienes. No menos importante y quizá central en esta crisis gigantesca, ha sido el abuso desmedido de la extracción de los recursos planetarios y el concomitante deterioro de la naturaleza. Todo lo anterior, como consecuencia de un ciclo que hemos llamado neoliberal y que empezó desde las décadas de los años 70 del siglo pasado, cuando se tomaron las decisiones para revertir lo que el gran historiador inglés Eric Hobsbawm llamó el periodo de los años dorados del capitalismo de posguerra caracterizado como de Estado de bienestar social y que fue transformado, según el economista Joseph Stiglitz, en un Estado de bienestar corporativo.2
El rasgo distintivo de esta época es que este proyecto de reforma del capitalismo mexicano es llevado a cabo por una coalición de fuerzas cuyo vórtice está representado por el liderazgo de AMLO que desde que se integró como luchador social en la década de los años 70 del siglo pasado en Tabasco, su estado natal, pudo gradualmente acrecentar su poder llegando a ser dirigente estatal y nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD), luego Jefe del Gobierno del Distrito Federal en el año 2000, y candidato a la presidencia en 2006, 2012 y 2018. Es decir, la de AMLO ha sido una larga trayectoria política cuyo origen se encuentra en los grupos avanzados y progresistas del viejo Partido Revolucionario Institucional (PRI), como eran los que conformaban personajes como Carlos Pellicer y Enrique González Pedrero. Así, el sesgo ideológico que ha perdurado en esta lucha durante todo este tiempo con pocas variantes puede ser caracterizado como el de un nacionalismo revolucionario, cuyas raíces que el propio AMLO ha ratificado una y otra vez se anclan al objetivo de constituirse como un movimiento que se enlaza con la independencia, la reforma del siglo XIX, la revolución mexicana y el cardenismo.3
Creemos que bajo esta bandera de rescate del orgullo nacionalista y la propuesta de reforma social con el lema de “primero los pobres” es que AMLO pudo constituir una alianza política y social poderosa que le sirvió de base para alcanzar la presidencia en el año 2018. No menos importante para incrementar su apoyo, fue el desastre social y económico que el periodo neoliberal dejó en el país con saldos de violencia y corrupción inauditos que hizo que grandes sectores de la sociedad, especialmente en el norte del país, antes reacios a aceptar cualquier tipo de político “populista” como AMLO pudieran votar por él. Debemos reconocer que AMLO es un político formidable al que he caracterizado como hombre-poder, por su enorme capacidad organizativa, su intuición política, enorme perseverancia y congruencia a lo largo de tantos años. La hegemonía neoliberal, por otro lado, con el enorme ingrediente de corrupción y violencia, no sólo destruyó el tejido social del país, sino que también a la clase política en la que se sustentaba, indistintamente bajo las presidencias del PRI y del PAN. Pensamos que todo esto permitió crear la enorme grieta política por la que AMLO y su coalición pudieron alcanzar el poder.
Así, este régimen de la 4T desplaza a la facción política corrupta neoliberal y sus aliados nacionales y extranjeros, especialmente todo el sector empresarial muy ligado al Estado en compras, obras y servicios. Tal y como operaban parecen haberse constituido como un sistema paraestatal privado en donde la corrupción era el instrumento fundamental de operación. Por otro lado, como se ha visto en estos primeros dos años del gobierno de AMLO, hay un grupo de empresarios que están participando, bajo nuevas reglas políticas y supeditados al proyecto de reforma social, en las obras de infraestructura y en general se encuentran proclives a aceptar los aumentos de salarios y dispuestos a incrementar su participación en las cadenas de producción del nuevo Tratado Comercial con Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Además, todo el paquete de ayudas sociales, que consiste en una verdadera redistribución, programadas por AMLO y eje de su programa económico, deberán constituir un incremento para las ventas en el mercado doméstico y ello constituye un aliciente para el sector privado nacional. La puesta en acción del T-MEC y todo lo que implica desde el punto de vista de inversiones y producción asociada con el comercio internacional de México, así como la procuración de la estabilidad económica asociada al funcionamiento del capital financiero transnacional son elementos fundamentales, en el otro extremo de la ecuación para hacer factible el proyecto de reforma social.
La redistribución de las prioridades del presupuesto federal es el eje del programa social de AMLO. Esta redistribución está fundamentada en el aumento de las capacidades financieras al combatir la corrupción, reordenar la administración pública, como es el caso de la desaparición de los fideicomisos, establecer la austeridad como principio en el gasto público, con limitaciones a los salarios y prestaciones de todos los funcionarios especialmente los llamados de confianza y aumentar la recaudación fiscal poniendo fin a las evasiones y exenciones fiscales de que gozaban especialmente grandes empresas nacionales y extranjeras. Un dato importante a señalar sobre el presupuesto consiste en el hecho de que este fue incrementándose durante los gobiernos neoliberales, al igual que el endeudamiento, sin mucha razón, salvo la de servir como instrumento de corrupción y generar la riqueza personal de los funcionarios y empresarios asociados. Debemos recordar que la administración pública mexicana había pasado por el proceso de venta y privatización de cientos de empresas paraestatales y achicamiento de la estructura de servicio público desde la década de los 80 del siglo pasado. En realidad, para el gobierno de AMLO el presupuesto con que cuenta el gobierno es el instrumento central con el que podrá llevar a cabo su programa social. Este presupuesto federal, está estimado en una cantidad cercana a 6.3 billones de pesos para este año de 2021 que en términos de divisas representan 315 mil millones de dólares. Para darnos cuenta de lo que significa este presupuesto federal diremos que es una cantidad mayor al PIB de la mayoría de los países de América Latina. Creemos que la principal oposición a López Obrador gira en torno a la lucha por el control de esta enorme suma de dinero de la que fueron desplazados los gobiernos neoliberales y la empresa paraestatal privada.
Otro eje de su programa económico es lo que hemos denominado el nuevo “desarrollismo” consistente en utilizar al Estado como palanca para generar actividades económicas que redunden en un mayor crecimiento, tal y como aconteció en las economías emergentes de Asia, como Japón, Corea del Sur y China actualmente. Esto se llevaría a cabo principalmente por medio del desarrollo de las empresas de energía como PEMEX y CFE, con obras para ampliar su capacidad a través de termoeléctricas. La producción de energía como sabemos es un factor esencial para el desarrollo económico, y en el pasado, por ejemplo, cumplió un papel destacado en el crecimiento de México después de las reformas cardenistas al estimular el crecimiento industrial con la energía producida en el país a precios que no afectaban a la inflación y sobre todo como soporte de un ciclo de acumulación por las empresas mexicanas. En este nuevo proyecto de rescate de las empresas de energía del país, además de contener un peso importante en la simbología nacionalista que propaga la 4T, deberá servir de fundamento para alimentar a los procesos productivos con energía barata y suficiente para poder impulsar un nuevo ciclo de industrialización en el país.5
Otras obras importantes son el nuevo aeropuerto Felipe Ángeles y el Tren Maya en el sureste. En general, como hemos señalado, existe un amplio programa de obras de infraestructura en la que participará el sector privado y que podrán servir para aumentar el crecimiento económico debido a todos los ramos de la industria que se verían envueltas en su participación. El ejemplo de las economías de Asia es aleccionador en el sentido de que para tener un crecimiento del PIB alto, de más del 6% es necesario contar con una tasa de inversión total cercana o superior al 40%, así como tener una masa de empresas nativas que participen en las cadenas de producción. En México, la inversión total promedio no se ha podido acercar a lo realizado en esas economías de Asia, y la participación de las empresas nacionales en las cadenas de exportación, sobre todo en las ramas más dinámicas, es muy baja y ello explica en gran parte el bajo crecimiento de la era neoliberal.
En el proyecto de nación presentado en el 2018 previo a las elecciones de ese año se señalan una serie de principios que de llevarse a cabo podrán servir para transformar el capitalismo mexicano. Estos serían el de bajar los niveles de pobreza para que un mayor número de personas puedan participar como consumidores ampliando el mercado doméstico. En segundo lugar, salir de lo que se conoce en el lenguaje económico como la trampa de los salarios bajos, que impide que se den procesos de restructuración industrial y tecnológica en el país. Finalmente, y muy ligado a lo anterior es poner fin al sistema maquilador de México, que desde su implantación en la década de los 60 del siglo pasado ha mantenido el dominio de las empresas extranjeras en las ramas más avanzadas. En las economías del Este de Asia, que también tuvieron procesos de maquila, sus empresas locales dieron pasos primero para atrapar cada vez más porciones con la producción local y luego ya con sus empresas consolidadas y gracias a políticas para el desarrollo tecnológico pudieron desplazar y convertirse en líderes en la producción de estas maquilas destinadas a la exportación.
En el Plan Nacional de Desarrollo, la meta de crecimiento promedio para todo el sexenio era la de alcanzar un 6% sin tomar en cuenta que la pandemia del Covid-19 vendría a paralizar actividades económicas y ha representado una gran caída del PIB, que podrá llevar un tiempo para regresar a los niveles previos al año 2020. El alma de un nuevo periodo de industrialización consistirá en aumentar las tasas de empleo en los sectores más dinámicos, así como la integración de más empresas mexicanas al circuito del comercio exterior y la generación de empresas nuevas en las industrias de las nuevas tecnologías que provoca la revolución de la información y la comunicación. Debemos señalar que la mayoría de las grandes empresas, con pocas excepciones, se encuentran en las ramas extractivas, de entretenimiento y en general de servicios con poco desarrollo tecnológico. Miles de empresas operan en la economía informal y en general existe una gran desconexión no sólo regional sino entre lo que en economía se llama integración inter-industrial. La integración económica y subordinada con Estados Unidos y Canadá seguirá siendo un factor primordial y quizá la rivalidad hegemónica con China podría representar una oportunidad a empresas extranjeras y mexicanas para aumentar su comercio en la zona de América del Norte. En suma, esta nueva fase del capitalismo mexicano apuesta a darle más valor a la economía mexicana por conducto de una estrategia que apunta por un lado hacia un mayor desarrollo económico, y por el otro a realizar un proceso de redistribución hacia su interior para dinamizar al polo social marginado y pobre de la población. Así, la estrategia de políticas económicas y en especial la destinada a la política industrial serán de enorme importancia no sólo para este sexenio sino para aplicarse en el futuro, de tal manera que toda la economía mexicana puede dinamizarse y generar un cambio estructural.
Además, la economía mexicana apunta a que podrá ser un mercado elegido para la inversión extranjera en América Latina. La decisión de no contraer deuda y mantener estable el flujo comercial crean condiciones para que el país no sufra una crisis de solvencia en sus obligaciones de servicio de la deuda. Muchos países han contraído deudas para enfrentar la crisis sanitaria y ya existen pronósticos de que la próxima crisis a escala mundial sobrevendrá por la insolvencia de pagos en muchas economías alrededor del mundo.
Conclusiones
Lo que conocimos como gobiernos neoliberales, -que visto más en detalle estuvieron lejos de serlo en sentido estrictamente económico y político-, fueron muy capaces para realizar enormes transferencias de riqueza con las privatizaciones de los bienes públicos, con la entrega de extensas concesiones de tierra a empresas extractivas, con la desnacionalización de la producción y con la profundización de la corrupción de todos los gobiernos de este periodo con la asociación de un sistema de lo que hemos llamado empresas paraestatales privadas. Además, se intensificaron las relaciones entre funcionarios y el narcotráfico para generar no sólo un narco-estado sino un periodo de violencia de extrema gravedad en prácticamente todo el país. El descontento y el enojo de grandes sectores de la población hicieron posible el triunfo de López Obrador en julio de 2018. En esta elección, López Obrador, apoyado por Morena, una organización apenas establecida formalmente en 2014, en realidad se presentó como un candidato independiente, después de su ruptura y salida del PRD acaecida luego de las elecciones presidenciales anteriores.
Después del fin de lo que se conoció como el Estado corporativo mexicano, factor central en la hegemonía política del sistema político llevado a cabo por las sucesivas formaciones políticas del PNR-PRM-PRI, el mercado laboral se modificó pulverizando las tareas de los asalariados, que a su vez provocó el descenso en la fuerza del sindicalismo mexicano, iniciándose una enorme fragmentación económica y política de la fuerza laboral en el país. Lo anterior es, no sólo una característica de México, sino un rasgo del capitalismo mundial contemporáneo al crear un mercado global de trabajadores que, al romperse las fronteras han provocado el descenso de los salarios y la pérdida política de los movimientos obreros en su lucha, como en el pasado, para mejorar sus condiciones de vida. Desde los años 70 del siglo pasado, la llamada revolución administrativa encabezada por las grandes corporaciones japonesas, provocó el aumento de la productividad industrial con el estancamiento y descenso de los salarios de los trabajadores. Fue el principio de la pérdida del empleo estable y el surgimiento del ejército de trabajadores temporales y de su situación precaria. Este sistema fue prácticamente copiado en todo el mundo y constituyó el alma del neoliberalismo.
Como ha señalado un analista británico, las políticas neoliberales han forjado el primer modelo del capitalismo en doscientos años que se ha basado en la supresión laboral; en hacer añicos el poder de la clase obrera, y en general el de la sociedad civil. Debemos recordar que en el pasado los largos ciclos de crecimiento económico de la economía mundial, estuvieron asociados a la conjunción de la innovación tecnológica, salarios crecientes para la clase trabajadora y en general un mayor poder de consumo de la sociedad en general.6 Con todo esto lo que queremos subrayar es que el movimiento popular que llevó al poder a López Obrador es consistente con las transformaciones del capitalismo y debe hacer repensar las estrategias de la izquierda en México y en el mundo.7
NOTAS
* Adscrito a la Unidad Académica en Estudios del Desarrollo, Universidad Autónoma de Zacatecas. Su más reciente libro: AMLO en el poder. La hegemonía política y el desarrollo económico del nuevo régimen, México, Orfila Valentini, 2020.
1 Sergio de la Peña, “La formación del capitalismo en México”, México Editorial Siglo XXI, 1980. En especial la nota introductoria en dónde señala que un aspecto central para estudiar al capitalismo en México, “era que en las relaciones de explotación del trabajo tenían un peso específico en cada momento histórico factores económicos, sociales y políticos internos y externos, pero que las relaciones de producción eran la instancia básica explicativa”. Enrique Semo, “Historia mexicana. Economía y lucha de clases”. México, Serie popular Era, 1978. En especial los capítulos VI y VII relativos a las revoluciones en la historia de México y al ciclo de revoluciones burguesas, para indicar que estas cumplían el objetivo de superar una fase del desarrollo capitalista.
2 Véase Eric Hobsbawm, “Historia del siglo XX. 1914-1991”. Editorial Planeta, 2012, en especial los capítulos IX (los años dorados) y el X (la revolución social 1945-1990). Para Joseph Stiglitz este Estado de bienestar corporativo se fue gestando desde la década de los años 80 del siglo pasado con el fortalecimiento de la red de protección para las empresas, al tiempo que la protección social para la gente corriente se debilitaba. “Caída libre. El libre mercado y el hundimiento de la economía global”. Editorial Taurus, 2010, p. 244
3 Se debe enfatizar el hecho de que todos los movimientos encabezados por López Obrador fueron de naturaleza “popular” y no de sindicatos o fuerzas constitutivas relativas al movimiento obrero. Un rasgo distintivo de esta época es la enorme disolución de los movimientos obreros y el descenso de las fuerzas sindicales en México y en todo el mundo capitalista.
4 He desarrollado un más amplio estudio del gobierno de López Obrador en mi reciente libro, apenas publicado en diciembre pasado, en dónde el lector podrá encontrar un análisis más exhaustivo, “AMLO en el poder. La hegemonía política y el desarrollo económico del nuevo régimen”, México, Editorial Orfila Valentini, 2020.
5 Estos proyectos y otros como el del Tren Maya han generado una fuerte oposición de grupos ambientalistas, así como de agrupaciones indígenas.
6 Paul Mason, “The end of capitalism has begun”. The Guardian, 2015, July 17.
7 Un ejemplo importante de la crisis del neoliberalismo es lo que viene aconteciendo desde hace pocos años en Estados Unidos con movimientos sociales como el de Black Lives Matter, Democratic Socialists of America, Working Families Party y otros que reflejan un nuevo espacio de confrontación política que están surgiendo por la descomposición estructural del régimen capitalista de la posguerra. Sobre los nuevos movimientos sociales en Estados Unidos aconsejo leer los artículos de David Brooks, corresponsal de La Jornada.