SITUACIÓN ALIMENTARIA EN MÉXICO Y EL MUNDO

CONTRADICCIONES, EMERGENCIAS Y FUTURO

INTRODUCCIÓN

En el presente texto presentamos un panorama sintético de la compleja situación alimentaria, tanto a nivel global como en nuestro país. En el primer apartado abarcamos el problema mundial, partiendo de los efectos de la pandemia de COVID en las cadenas de abasto y la producción, lo cual se ha agravado con la actual guerra en Ucrania. Las manifestaciones de la crisis alimentaria provocada por estos dos fenómenos son tanto la inflación por escasez de oferta e interrupción de las cadenas de abasto, como por el encarecimiento de los insumos, especialmente los fertilizantes, que la guerra ha traído. Todo ello ha generado una carestía generalizada de alimentos en el mundo, con la consecuente hambruna en varias regiones. En el segundo apartado abordamos la situación específica de México en este contexto, analizando las políticas alimentarias. 

  1. SITUACIÓN GLOBAL DE LOS ALIMENTOS: ENTRE PANDEMIA Y GUERRA

Los efectos de la pandemia estaban aún presentes en la producción y abasto global de alimentos a principios de 2022, cuando la invasión rusa a Ucrania agudiza los problemas. La producción agroalimentaria ya estaba afectada por fenómenos propios del cambio climático, como nuevas plagas y malezas, y fenómenos meteorológicos sin ninguna regularidad (sequías, inundaciones, heladas, por ejemplo), así como problemas socioambientales generados por el modelo agroindustrial. Para Van der Ploeg (2020), la crisis sanitaria deriva en un desmantelamiento del sistema alimentario con las consecuentes hambrunas, ahora evidentes. Anteriormente a la guerra en Ucrania ya había una crisis agroalimentaria global, con precios altos debido a rupturas en las cadenas de abasto causadas por la pandemia, la fuerte demanda global y las pobres cosechas en algunos países (Ben Hassel y El Bilali, 2022). Renace hoy la vieja discusión sobre soberanía alimentaria, los efectos de la pandemia de COVID 19 y la invasión rusa a Ucrania a nivel global, y sus efectos en nuestro país se dejan sentir en la producción y acceso a los alimentos.

Respecto a la crisis sanitaria del COVID 19, un impacto es la interrupción de las cadenas de suministro. Después de décadas del modelo agroalimentario neoliberal y globalizado, en el que los alimentos recorren distancias considerables y se privilegia la exportación, la crisis sanitaria generó dificultades insalvables para el abasto. Este modelo agroexportador ha generado fuertes impactos ambientales y laborales, y ha llevado a que las grandes corporaciones controlen la producción y abasto de los alimentos. Por décadas se presionó a los gobiernos de países periféricos para fomentar este modelo en detrimento de las agriculturas campesinas familiares locales. Es un modelo frágil, además del riesgo sanitario de continuar con las cadenas globales, la mayoría de las empresas agroexportadoras funcionan con crédito, y ambos aspectos se afectaron con la pandemia, mientras que la agricultura campesina familiar, más relacionada con el autoconsumo y las economías locales, fue más resiliente (Van der Ploeg, 2020).

La afectación al sistema agroalimentario global por pandemia y guerra se evidencia por el aumento del número de personas con hambre en el mundo. Después de que esta cifra había permanecido relativamente estable, aumentó del 8 al 9.3 por ciento de la población mundial de 2019 a 2020, y llegó en 2021 a 9.8% (FAO, 2022:10). Es decir, un aumento de 46 millones de personas con insuficiencia de alimentos en 2020 y 150 millones desde el inicio de la pandemia (Noticias ONU, 2022).

Es sabido que las guerras son de las principales causas de inseguridad alimentaria en los territorios que afectan: en 2021, 139 millones de personas estaban en esta situación en 24 países en los que guerra e inestabilidad eran las principales causas (Hassen y Bilali, 2022). Dado que tanto Ucrania como Rusia son potencias agroexportadoras, la guerra está afectando principalmente a los países importadores de alimentos de ambas naciones, como los de África y Medio Oriente, y a todo el orbe porque la escasez de alimentos en el mercado mundial ha contribuido al alza de precios. El costo promedio de una dieta saludable en el mundo en 2020 era de $3.54 dlrs por persona al día, un aumento de 3.3% en relación a 2019 y 6.7% comparado con 2017 (FAO, 2022:47). Otro efecto de la guerra se refiere al precio de los fertilizantes, que subió 21.2% en el primer trimestre del 2022, en comparación con el último trimestre de 2021 (Forbes, 2022), debido a la imposibilidad de Rusia para venderlos debido al bloqueo y los problemas de la Unión Europea para producirlos por al encarecimiento del gas. La razón son las sanciones europeas impuestas a Rusia y Bielorrusia, que juntas representan el 40% del potasio comercializado en el mundo, sólo Rusia es responsable del 25% del comercio mundial de nitrógeno. La capacidad europea de producción de fertilizantes ha disminuido 70% debido al alza de precios del gas natural como efecto de la guerra, este energético comprende el 90% de los costos de producción.

Los principales importadores de fertilizantes eran Rusia (1.120 millones de euros en 2020), Marruecos (492 millones), Egipto (411 millones) y Bielorrusia (372 millones). Fertilizers Europe señala que los fertilizantes se utilizan en 133,8 de los 178,4 millones de hectáreas agrícolas en la Unión Europea, principalmente en cereales y pastos (EfeAgro y Delgado, 2022).

Para Ben Hassen y El Bilali (2022), la guerra ha desatado efectos sobre la seguridad alimentaria mundial: puede retrasar la siembra de primavera y cosecha de invierno y el aumento de los costos de fertilizantes puede reducir los rendimientos agrícolas. Como se observó en la crisis alimentaria de 2007-2008, las restricciones a la exportación y la especulación están provocando alzas en los precios de los alimentos y empeorando la situación. Urge fortalecer políticas de transición hacia sistemas alimentarios saludables, equitativos y ecológicamente sustentables.

El modelo de los actuales sistemas alimentarios globalizados no es sustentable. Para Van der Ploeg (2020), estudios post-crisis de 2008 en Europa sustentan cómo la agricultura campesina y las unidades familiares de producción sobrevivieron de mejor manera a los efectos de la crisis de 2008. En contraste, las grandes explotaciones, con deudas para financiar un costoso modelo tecnológico, no lograron sortear la caída de precios de dicha crisis. Pese a ello, los gobiernos post-crisis de 2008 rescataron a las grandes empresas agrícolas, mientras las economías campesinas familiares soportaron los efectos con sus propios recursos. Es urgente no repetir dicha política económica para salir de la crisis provocada por el coronavirus y la guerra.

Las cadenas globales alimentarias, consolidadas a partir de los años ochenta como componente del neoliberalismo, son manejadas por empresas transnacionales cada vez más concentradas, con altos costos, deudas y gran rentabilidad, lo que las hace sumamente frágiles ante eventos mundiales imprevistos como la pandemia y la guerra. Presentan vulnerabilidad cuando ocurren incertidumbres, pues el capital financiero se retira y deja a la economía real en una crisis más profunda. Los efectos, claros ahora, son expansión y crecimiento del hambre y disturbios por alimentos, junto con la caída de ingresos de los agricultores y el desempleo de jornaleros agrícolas. Décadas de neoliberalismo fomentaron a los sectores agroexportadores, afectados hoy negativamente por sus altos costos. Estos últimos no son sólo económicos, también socioambientales, pues la agricultura intensiva de exportación utiliza trabajo precario y mal pagado, frecuentemente de migrantes indocumentados, con un alto consumo de agua, agroquímicos y energía en el transporte y la producción. 

Algo importante es el papel de la ganadería industrial en la aparición de diferentes pandemias, pues de los animales hacinados cerca de las ciudades, en condiciones inhumanas y con el sistema inmunológico debilitado, saltan virus que en otras condiciones no afectarían a las personas. Esto es consecuencia de promover una alimentación con un alto contenido de proteína animal. La producción alimentaria ya estaba siendo afectada por el cambio climático previamente a la pandemia y hay una preocupación mundial por las hambrunas, que ya se ven en algunas regiones de África.

En síntesis, el cuadro de la producción alimentaria ya era crítico y apenas mostraba visos de recuperación (siguiendo el mismo modelo no sustentable descrito), cuando la invasión rusa a Ucrania agudizó los problemas. Ucrania y Rusia son importantes productores de alimentos e insumos: producen alrededor de la cuarta parte de las exportaciones mundiales del trigo y un significativo volumen de aceite de girasol y maíz, y Rusia es un gran exportador de fertilizante. Los efectos de la guerra se insertan en mercados previamente al alza por las afectaciones de la pandemia, con precios del trigo aumentando un 50% en cuestión de días. Los casi 30 países dependientes del trigo de Ucrania (Egipto, Eritrea, Somalia y Líbano) están en graves problemas, su dependencia es de más del 30% de su consumo. La fragilidad de una economía mundial con excesiva financiarización también tiene peso, pues los especuladores rápidamente se han dirigido a alimentos y materias primas y han empeorado la situación. Las personas más pobres de países de bajos ingresos, que pueden gastar hasta el 60% de su presupuesto en alimentos, están perdiendo el acceso a la comida. La concentración de la producción agroalimentaria tiene relevancia, pues sólo 8 países son responsables del 90% de las exportaciones de trigo, 4 del 40% de las de maíz, 4 firmas controlan la mayor parte del comercio de granos, y un puñado la producción de fertilizantes, semillas y agroquímicos (Clapp y Elver, 2022). En las décadas recientes muchos países (como México) perdieron la autosuficiencia alimentaria debido a políticas que favorecieron el modelo neoliberal.

La crisis global agroalimentaria ha afectado a nuestro país, pues los precios tanto de alimentos como de insumos, especialmente los fertilizantes, han aumentado significativamente. Ello sucede en un contexto de inflación generalizada, ante lo cual el gobierno ha implementado diversas medidas. Especificaremos sobre la situación en nuestro país a continuación.

Como puede apreciarse en la siguiente gráfica, la inflación se disparó sobre todo desde finales de 2021, siendo el sector de alimentos el que mayor contribución tuvo, pues en la primera quincena de octubre de este año llegó a 8.5 puntos porcentuales y de ésta, los alimentos representaron 4.3 puntos, es decir, un poco más del 50 por ciento del total de la inflación (Mañanera, 31 de octubre 2022).

Fuente: Elaboración propia con datos de Portal de inflación, Banxico, México, 2022
Nota: se ha tomado como referencia la inflación de octubre de cada año.

2. LOS PACTOS ECONÓMICOS COMO MEDIDA PARA ENFRENTAR LAS CRISIS DE PRECIOS EN LOS ALIMENTOS

Los problemas de la carestía y la escasez de alimentos impulsaron, desde el México posrevolucionario, medidas para regular los precios y el abasto en el mercado nacional. Durante el gobierno de Lázaro Cárdenas quedó sentada la necesidad de crear una política para sortear los efectos de la crisis de 1929 y los rezagos en materia social que persistían, así creó en 1962 la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo), uno de los principales bastiones de la política de abasto y regulación de los precios. 

Cabe señalar que, a diferencia del México actual, la política de precios al consumidor estaba engranada a la política de precios al productor, a través de precios mínimos pagados al productor de granos básicos, de la mano de un complejo mecanismo de distribución a los consumidores. Alimentos como maíz, frijol y arroz lograron consolidar el mercado nacional, base del sustento del entonces incipiente modelo industrializador. 

Sin embargo, los cambios estructurales derivados de las políticas neoliberales encaminaron el mercado de alimentos hacia la apertura indiscriminada, desapareciendo entidades que regulaban los precios como Conasupo y sus diversas filiales. La población quedó a merced de un mercado dominando por las empresas agroalimentarias y los intermediarios por lo que, sobre todo en la crisis económica de los años ochenta, los diferentes gobiernos se vieron obligados a firmar pactos con las empresas y las organizaciones sindicales. Destacan el Pacto de Solidaridad Económica (PSE) firmado entre Miguel de la Madrid Hurtado; el Pacto para la Estabilidad y el Crecimiento Económico (PECE) impulsado por Carlos Salinas de Gortari y el Acuerdo de Unidad para Superar la Emergencia Económica (AUSEE) que se firmó en 1994[1].

NUEVO ENTORNO, NUEVA CRISIS Y NUEVOS PACTOS ECONÓMICOS

Después de varios años sin pactos económicos, ante los niveles inflacionarios que particularmente se han reflejado en los alimentos, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha recurrido a esta vieja práctica y en este año 2022 ha firmado dos acuerdos para contener el alza de los precios. A principios de año estableció el Paquete Contra la Inflación y la Carestía (PACIC), un plan consistente en un abanico de medidas entre las que destacan la constitución de una reserva estratégica de maíz (medida de emergencia); sostener el programa de precios de garantía en maíz, frijol, arroz y leche y la estabilización del precio de gasolina y diésel, precios de referencia del gas LP y electricidad.

Para inicios de octubre se estableció una segunda versión del PACIC, denominado Acuerdo de Apertura contra la Inflación y la Carestía (Apacic), el cual destaca por dos aspectos: los acuerdos establecidos con empresarios del país ligados a la distribución de alimentos en tiendas de autoservicio, así como ampliación de la apertura del mercado a las importaciones de productos alimenticios. 

Las dos vertientes de este pacto difieren en mucho de los tradicionales pactos, sobre todo porque el entorno económico se ha transformado profundamente. Años de libre comercio han obligado a este gobierno a establecer los acuerdos ya no con el sector obrero, ni con los principales empleadores, sino con los grandes distribuidores de alimentos como Walmart, Soriana, Chedraui y con las empresas del sector agroalimentario más poderosas como Sukarne, Bachoco, Grupo Gruma-Maseca, Grupo Minsa, Verde Valle y Sigma alimentos, entre otros. El argumento más fuerte es que el papel de tiendas como Walmart es decisivo para combatir la inflación, por la representación que tiene en el comercio minorista de alimentos en el país, con sus más de 2,800 tiendas (Secretaría de Hacienda, 2022a), sin embargo, como veremos más adelante, todo depende del producto y del perfil del consumidor.

Otro cambio importante es que los saldos de la dependencia alimentaria han orillado al gobierno de la 4T a abrir más las fronteras para garantizar la oferta de alimentos a bajo costo, todo ello con los riesgos sanitarios que conlleva una apertura indiscriminada. Como parte del Apacic, se otorga a las empresas firmantes “una licencia única universal que las exime de todo trámite o permiso para las actividades de importación de distribución de alimentos e insumos para su envase… así, se les confía la responsabilidad de asegurar que las mercancías que comercian cumplan con las normas sanitarias, de inocuidad y calidad” (Secretaría de Hacienda, 2022b).

La intención con el Apacic fue reducir 8 por ciento el valor de la canasta básica, sobre todo los productos alimentarios ya que, a diferencia de otros países, en México la contribución del precio de los alimentos a la inflación es la más importante, pues en la primera quincena de octubre llegó a 8.5 puntos porcentuales y de ésta, los alimentos representaron 4.3 puntos, es decir, un poco más del 50 por ciento del total de la inflación (Mañanera, 31 de octubre 2022).

EL IMPACTO DE LOS ACUERDOS

Para dar seguimiento al menos a uno de los sectores involucrados en estas medidas, cabe destacar el caso de la tortilla. Aunque se destinó una parte de la reserva estratégica de maíz y se firmó un pacto de no incremento del precio de la harina de maíz con los empresarios Gruma-Maseca y Grupo Minsa, el principal alimento de los mexicanos ha vivido una escalada de precios en los últimos meses.

El gráfico siguiente muestra la tendencia al alza en el precio de la tortilla en tortillerías del país, sobre todo marcada a partir de 2020, cuando pasa de 15.65 pesos a 21.98 en dos años, es decir, un incremento de más del 30 por ciento.

Fuente: Elaboración propia con base en datos de Sistema Nacional de Información e Integración de Mercados, Secretaría de Economía, Gobierno de México, 2022.
Nota: se tomaron los precios al mes de octubre de cada año.

Todo parece indicar que establecer un pacto con empresarios y tiendas de autoservicio no impacta a la mayoría de la población, lo cual se debe, entre otras cosas, a que el 95 por ciento de las tortillas se venden en tortillerías y que el sector de la industria de la masa y la tortilla, a través de la Red de Maíz, considera que, si bien se frenó el precio al alza de la harina de maíz del maíz, no es su insumo más importante (Rodríguez, 2022). Esta apreciación es compartida por el presidente del Consejo Mexicano de Tortillas, que agrupa a 60 mil tortillerías en todo el país. El líder señala dos aspectos importantes que no han permitido frenar la escalada en el precio de la tortilla: que además de los precios de la harina, los precios de otros insumos como el transporte, la electricidad, el papel y las refacciones de maquinaria también se han incrementado; y que en el Apacic no fueron incluidos los pequeños comercios (Carbajal, 2022). 

Por lo que respecta a otros productos de la canasta básica, el Apacic consideró que las principales tiendas de autoservicio no rebasaran el precio alrededor de 1,039 pesos para los 24 artículos considerados en el programa, sin embargo, los mismos representantes de estos establecimientos han afirmado que no se acordó un precio fijo para estos productos, sino “mecanismos de mercado” para tratar de contener el alza, es decir, el acuerdo queda a discreción de la empresa[2]. Los mecanismos de mercado se han centrado en dos estrategias por parte de estas empresas: establecer acuerdos con los proveedores, que muchas veces significa diferir en plazos el pago de las mercancías a éstos; la otra, distribución de productos de menor calidad o de marcas propias.

Tras un mes de la segunda versión del Apacic, la inflación ha logrado reducirse pasando de 8.70 en septiembre a 8.41 puntos porcentuales en octubre de 2022, de los cuales el 14.25 está reflejado por los productos agropecuarios (Banxico, 2022). 

Los pactos económicos son medidas de emergencia coyuntural que buscan contener la inflación, la carestía y la escasez de alimentos, sin embargo, aunque sus objetivos son claros y concisos, en pocos casos han logrado contener la situación alimentaria, sobre todo para los sectores más vulnerables. En el caso de los dos pactos establecidos por AMLO, la situación resulta más compleja, sobre todo porque éstos se han firmado en un entorno de mercado completamente abierto, sin regulaciones y fuertemente dominado por especuladores, intermediarios y la industria agroalimentaria, de ahí que los efectos benéficos de los pactos se diluyan o se vean reflejados sólo en las clases medias que preferentemente adquieren productos en las tiendas de autoservicio. En ese sentido resaltan los datos del monitoreo realizado por el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA), que a mediados de noviembre ubicó una reducción de la canasta básica en 2.9 por ciento, alejándose de la meta establecida como parte del Apacic (Carbajal, 2022).

Sin lugar a dudas, la medida antiinflacionaria más importante establecida en ambos pactos y que ha contenido el aumento de los precios en los bienes de consumo primario ha sido el subsidio a la gasolina, lo cual ha representado al erario una transferencia de 292 mil millones de pesos entre enero y agosto de este año.

CONCLUSIONES

La carestía en los alimentos que vive nuestro país, derivada de los efectos de la pandemia y la guerra en Ucrania, son un espejo de la dependencia alimentaria generada, entre otras cosas, por las políticas neoliberales que desmantelaron los subsidios a la agricultura, de ahí que esta nueva coyuntura nos coloque en una situación de extrema vulnerabilidad.

La estrategia impulsada por el actual gobierno para recuperar la autosuficiencia alimentaria ha resultado todo un desafío, pues se ha dado en un entorno de mercado completamente abierto, sin regulaciones y fuertemente dominado por especuladores, intermediarios e industria agroalimentaria, de ahí que los efectos benéficos de la política de precios de garantía, producción y distribución de insumos, se diluyan en medio de un mercado adverso.

Los pactos económicos son medidas de emergencia coyuntural que buscan contener la inflación, la carestía y la escasez de alimentos, pero en pocos casos han logrado contener la situación alimentaria, sobre todo para los sectores más vulnerables. En este caso, la medida antiinflacionaria más importante establecida en ambos pactos y que ha contenido el aumento de los precios en los bienes de consumo primario, ha sido el subsidio a la gasolina. Todo indica que este sacrificio presupuestal ha logrado contener la inflación en octubre de este año, sin que eso signifique que está colocada en niveles históricos, más allá de los ocho puntos porcentuales.

REFERENCIAS

Banco de México (2022), Portal de inflación, en https://www.banxico.org.mx/tipcamb/main.do?page=inf&idioma=sp, consultada 14 de noviembre 2022.

Ben Hassen, T.; El Bilali, H. (2022), “Impacts of the Russia-Ukraine War on Global Food Security: Towards More Sustainable and Resilient Food Systems?” Foods 2022, 11, https://doi.org/10.3390/

Carbajal, Braulio (2021), “Se disparó 63% la importación de maíz”, La Jornada, Economía, 26 de abril de 2021. https://www.jornada.com.mx/2021/04/26/economia/018n1eco 

Clapp, Jennifer e Hilal Elver (2022), “The War in Ukraine could spark a hurricane of global hunger”, Thomson Reuters Foundation News, Opinion, 31 de marzo. https://news.trust.org/item/20220331100348-mcl51/

Efeagro y Delgado, Belén (2022), “La guerra en Ucrania sacude el mercado de fertilizantes por el riesgo de escasez”, Efe:Agro, 2 de septiembre, https://efeagro.com/fertilizantes-escasez-guerra-ucrania/

FAO (Food and Agriculture Organization) (2022), Th estate of food security and nutrition in the world. Repurposing food and agricultural policies to make healthy diets more affordable. Roma, Italia, 260 pp https://www.fao.org/documents/card/en/c/cc0639en

Forbes (2022), “Guerra de Ucrania hace subir casi 10% precios de insumos agrícolas”, Portada, Internacional, 1 de julio, https://www.forbes.com.mx/guerra-de-ucrania-hace-que-precios-de-insumos-agricolas-suban-casi-un-10/

Giménez, José (2022), “¿Cómo hicieron otros países para reducir la inflación?, en https://chequeado.com/el-explicador/como-hicieron-otros-paises-para-reducir-la-inflacion/, consultado 30 de octubre 2022.

Mañanera (2022), “Licencia a empresas de alimentos eliminará obstáculos y reducirá precios al consumidor, afirma presidente”, 5 de octubre 2022, en https://lopezobrador.org.mx/temas/apacic/, consultada 14 de noviembre 2022.

Noticias ONU (2022), “Unos 828 millones de personas sufren hambre, se revierten los avances hacia el hambre cero para 2030”, Naciones Unidas, Salud, 6 de julio, https://news.un.org/es/story/2022/07/1511372

Gobierno de México (2022), Paquete contra la Inflación y la Carestía, 4 mayo 2022, en www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/723331/CPM_SHCP_Pacic__04may22.pdf, consultado 31 de octubre 2022.

Rodríguez, Alejandra (2022), “Precio de la tortilla no bajará con medidas del PACIC, advierte la Red de Maíz”, en El Financiero 17 octubre 2022,  https://www.elfinanciero.com.mx/economia/2022/10/17/precio-de-la-tortilla-no-bajara-con-medidas-del-pacic-advierte-la-red-de-maiz, consultada 4 de noviembre 2022.

Secretaría de Hacienda (2022a), “Comunicado no. 72. Refrenda Walmart su compromiso con el PACIC”, Prensa, 19 octubre 2022, en https://www.gob.mx/shcp/prensa/comunicado-no-72-refrenda-walmart-su-compromiso-con-el-pacic, consultado 9 de noviembre de 2022.

Secretaría de Hacienda (2022b), “Comunicado no. 67. “Gobierno Federal y empresas productoras y distribuidoras acuerdan diversas medidas contra la inflación”, Prensa, 3 octubre 2022, en https://www.gob.mx/shcp/prensa/comunicado-no-67-gobierno-federal-y-empresas-productoras-y-distribuidoras-acuerdan-diversas-medidas-contra-la-inflacion?idiom=es, consultado 9 de noviembre 2022.

Van der Ploeg, Jan Douwe (2020), “From biomedical to politico-economic crisis: the food system in times of Covid-19”, Journal of Peasant Studies, Routledge, Taylor & Francis Group, DOI:10.1080/03066150.2020.1794843, p.1-4, 9-11, 22-25 https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/03066150.2020.1794843


[1] A grandes rasgos, los pactos económicos consistieron en el compromiso de que el gobierno no aumentaría las tarifas e impuestos; los empresarios no incrementarían el valor de los productos y los sindicatos no exigirían aumento salarial (Giménez, 2022). 

[2] Un ejemplo es el de Soriana, que a finales de octubre de 2022 logró ofrecer los mejores precios verificados por la Procuraduría Federal del Consumidor a través de su programa “Quién es quién en los precios”, en el que se estableció que la tienda colocó la canasta básica al precio más bajo en relación a tiendas como Chedraui y Walmart (Mañanera, 31 de octubre 2022). Cabe señalar, que Soriana promovió una “canasta aliada” de productos básicos a bajo costo, en su mayoría, de la marca propia Precisimo.