EL ACTUAR DEL EJÉRCITO MEXICANO

En el clásico libro El político y el científico, Max Weber define al estado como una comunidad humana desgarrada entre los grupos dominantes y los grupos dominados.  Una de sus particularidades es el uso de la fuerza para su defensa y de su población, pero ésta debe estar en el marco legítimo de su empleo. Es legítima porque solo el estado puede utilizarla a través de sus diversas corporaciones: ejército, marina, policías, etcétera, siempre y cuando actúen dentro de los marcos legales y cumplan la función para la que fueron formadas, de ser así obtendrán el reconocimiento de la sociedad. Aquí cabría preguntar ¿el ejército mexicano ha cumplido con su función?

Las tareas del ejército

La formación del Estado mexicano a partir de 1920 también se vio materializada en el proceso de institucionalización del Ejército y dio pie al inicio de su profesionalización. Ello hizo posible su sometimiento a la figura presidencial, fenómeno que Luis Medina denominaría como la “domesticación del guerrero”.[2] De esta manera el Ejército fue perdiendo su poder, protagonismo y su influencia se vio limitada. Por tanto, las tareas que le fueron encomendadas se modificaron con el tiempo. Esa subordinación del gremio castrense, ha traído consigo ciertas particularidades del ejército mexicano que lo distinguen de sus pares latinoamericanos.

A partir de los años veinte el poder de los mandos militares y caudillos locales se vio acotado por el presidente, de carácter militar hasta 1946, y después de carácter civil, a la llegada de Miguel Alemán Valdés, situación que prevalece hasta la actualidad.

Cabe mencionar que, a lo largo del siglo XX la institución castrense tuvo una serie de altibajos. Uno de sus puntos más altos fue cuando volvió a hacerse presente en la segunda mitad del siglo.

El ejército en las calles

La década de los cincuenta fue complicada para el gobierno, debido a la movilización de maestros y demás sectores. Cuando el ejército fue utilizado para someter las manifestaciones sociales durante los años cincuenta y sesenta ello provocó el desapego y su desprestigio ante la sociedad. El que las tanquetas militares y los hombres verde olivo recorrieran las calles fue un craso error del gobierno. El que los soldados reprimieran y golpearan estudiantes minó su legitimidad, y también la del presidente, quien no solo respaldaba su actuar, sino que lo impulsaba. 

Los regímenes posteriores sabedores de ello, procuraron que las actividades represivas ahora estuvieran a cargo de otros organismos institucionales, policías y granaderos, y no, como los cuerpos paramilitares, que actuaron al margen de las leyes, pero eran protegidos por el gobierno, lo que les dio un amplio grado de impunidad.

Los soldados, por su parte, volvieron a los cuarteles y fueron utilizados lo menos posible para actos de represión. Un punto importante a destacar es que por esos años por fin el proceso de profesionalización se completó.

El nuevo resurgimiento

Durante la década de los noventa el EZLN se levantó en armas. Ello provocó que el ejército volviera a tener protagonismo, pues se le encomendó la tarea de combatir al ejército insurgente.[3]

Más tarde, con la llamada Guerra contra el narcotráfico, impulsada por el gobierno de Felipe Calderón, en una de sus vertientes se estableció que los militares nuevamente salieran a las calles. El ejército salió de la oscuridad y tuvo un papel protagónico.

Se argumentó que esto era así porque la mayoría de las policías estaban inmersas y atravesadas por la corrupción y que una de las pocas instituciones menos corruptas era el ejército. 

Nuevamente, esto fue un error. En primera, porque lo que se provocó es que un sector del ejército también se corrompiera y se acrecentaran otros problemas al interior. Por ejemplo, se dio un aumento de la deserción de sus miembros, y algunos de ellos fueron a engrosar las filas del narcotráfico.[4]

Por otro lado, el comportamiento del ejército fue necesariamente modificado. Tuvo que salir a las calles y tuvieron que actuar en espacios que no eran los suyos y también tuvieron que apelar a otro tipo de estrategias para combatir al enemigo. El ejército mexicano es por formación una fuerza de ataque y al salir a las calles sus métodos son más agresivos.[5] Esto ha provocado abusos de autoridad en contra de la población civil. En ese orden de ideas, la sociedad al estar en medio del fuego cruzado entre el ejército y la delincuencia organizada, sufrió ataques, torturas, secuestros y asesinatos. Este tipo de actos arbitrarios fueron cometidos no solo por el ejército sino también por la marina a quienes también se les involucró en esas tareas de policía.[6] Para poder justificar y explicar esos daños y perjuicios a la población civil se utilizó el término de “daños colaterales”. Lamentablemente esos “daños colaterales” dan cuenta de un elevado número de bajas civiles.

La tan cantada y trágica “guerra contra el narcotráfico” provocó una nueva designación de tareas al ejército mexicano. Fue así como el gremio castrense: mando, oficiales y tropa, tuvieron que ir acorde a las directrices del gobierno y callaron y obedecieron.[7]

Esto es algo en lo que hay que hacer énfasis.  El ejército no es un ente autónomo, está subordinado a la autoridad civil y política. Por lo tanto, es poco probable que actúe de manera independiente y por encima del presidente. La mayoría de las veces que ha actuado es debido a que recibe órdenes, está en consonancia con las autoridades o ha sido protegido por ellas. Y no, no se trata de quitar las responsabilidades que ha tenido el ejército, que las ha tenido, sino de precisar que su comportamiento la mayor parte de las veces estuvo acorde a las directrices políticas más que a las militares. Las veces que el ejército ha sobrepasado sus acciones es porque el propio poder civil lo ha requerido, por ello es importante señalar el peligro que significa que el poder civil dé cabida al poder militar, ya que este tiene sus propias lógicas y forma de comportarse, y la historia nos ha enseñado que la que sufre las consecuencias es la población.

Si tomamos en cuenta cuatro momentos recientes en los que se ha puesto en entredicho el comportamiento del ejército: la matanza del 2 de octubre de 1968,[8] su participación en la represión de los pueblos indígenas, la fallida guerra contra el narcotráfico y su participación en la desaparición de los 43 de Ayotzinapa, el ejército no ha actuado en contra del estado o por encima de él.

Muchas veces se pregunta por qué los actos arbitrarios no son juzgados. La respuesta es porque al sentenciarlos el estado estaría poniendo en entredicho su propia legitimidad y pondría en tela de juicio su actuar, y eso es algo que no está dispuesto a hacer.

El ejército ha cargado con las responsabilidades cuando se han sobrepasado los límites y se ha roto el uso de la violencia legítima, aun cuando gran parte de los adeudos corresponden también a los otros poderes.[9]Como ya he dicho, el ejército no es un ente autónomo, aunque desde la interpretación tradicional se infiere que es así. Pero también es preciso señalar que en lo interno el ejército tiene sus propias dinámicas, intereses y se mueve buscando sus propios objetivos.

El ejército se ha visto involucrado en ejecuciones, desapariciones, detenciones arbitrarias y violaciones.[10]Pero algo que es importante señalar es que el ejército ha sido el brazo ejecutor, pero ¿quién mueve la cuna? Se necesita deslindar responsabilidades.

Los desafíos

En lo presente y lo futuro tanto al estado como al ejército se les presentan dos retos: obtener el reconocimiento de la población, y hacer frente de manera eficaz al enemigo. No obstante, en lo presente el gobierno para poder solventar ambos problemas le ha dado mayor prioridad al ejército y lo ha inserto en diversos ámbitos. Se les han designado diversas tareas, algunas de ellas fuera de su esfera tradicional: participan en la construcción del Tren Maya y el Aeropuerto Felipe Ángeles, y podrá tener el control legal de puertos aéreos y tener la facultad de administrar ferrocarriles y se le ha dado cabida en el nuevo CONAHCYT. Además, el secretario de Guerra está casi todas las mañanas en las pantallas de televisión acompañando al presidente.Es un hecho irrefutable que actualmente el ejército ha tomado más protagonismo. Paradójicamente el poder civil que le había restado su poder es quien se lo está devolviendo, desde hace cinco sexenios.[11] Esto entraña un alto riesgo. La idea de darle más atribuciones e involucrarlo en acciones fuera de su influencia implican un grave peligro, ya que ello podría fortalecer su autonomía y provocar la debilidad del estado. El  gobierno actual dice no ejercer la misma dinámica con respecto al ejército, por su bien y el de la sociedad esperemos que así sea, no obstante, la relación estado-ejército no ha variado sustancialmente.[12] El gobierno no debe darle un papel primordial que pueda destruirlo, que no se convierta en un monstruo, que como en Frankenstein, termine con su creador.


[*] Doctor en Historia por la FFyL de la UNAM. Profesor en la FCPyS. Su más reciente libro es: Francisco I. Madero: la génesis de la Revolución (2020). Ha realizado investigaciones históricas para televisión y teatro.

[2] Luis Medina Peña, Hacia el nuevo Estado. México 1920-2000, México, Fondo de Cultura Económica, 2014, pp. 19-49.

[3] Francisco Pineda Gómez, “Vaciar el mar. La guerra y la crisis de Estado”, Chiapas, número 6, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Económicas, 1998, p. 121-134.

[4] En el 2007 en la comparecencia del subsecretario de Defensa, general Tomás Ángeles Delhare, ante una Comisión del Congreso declaró que en ese año habían desertado 17.758 soldados, 119 oficiales y ocho jefes, y que algunos de ellos se habían incorporado a la delincuencia organizada, específicamente a los grupos de sicarios de “Los Zetas”. https://www.libertaddigital.com/mundo/miles-de-militares-desertan-del-ejercito-mexicano-para-engrosar-las-filas-de-los-carteles-del-narco-1276321914/

[5] Se trató de limpiar su imagen, quitar la idea de ese ejército represor de estudiantes e indígenas para impulsar la imagen del ejército protector de la nación, épico ante el combate al narcotráfico e inclusive algunas veces de mártir. Pese a los esfuerzos del gobierno de presentarlos como héroes, lo cierto es que la “N” cantidad de abusos de autoridad y atropellos de los Derechos Humanos ha provocado un distanciamiento entre la población y el gremio castrense. No obstante, las tareas que se les delegó los sobrepasaron. Fueron incapaces para combatir y derrotar a un enemigo que cada vez más lo fue superando, situación que continúa hoy día.

[6] Leticia Rivera Cabrieles, Leticia, “De los daños colaterales a las desapariciones forzadas y ejecuciones arbitrarias: la importancia de historiar la violencia estatal en la estrategia de combate al crimen organizado (2006-2018)”, Revista Noesis, Volumen 30, Número 60, julio – diciembre 2021, pp. 191-225.

[7] Cierto es que el presidente tuvo que “ganarse” a ese gremio poderoso, y por tanto un factor latente de peligro. Para poder lograr su silencio y subordinación el ejército se vio beneficiado como nunca antes lo había sido. Se dieron una serie de ascensos y se incrementó el salario de manera considerable.  En su primer año de gobierno Calderón aumentó el salario de los soldados en un 47.97 %, incremento considerable, pero nada comparable al de los generales de división que fue de 1076.49 %. Alejandra Crail, “Plata y plomo: la nómina dispareja en la guerra de Felipe Calderón”, EMEEQUIS, 24 septiembre 2019. https://www.m-x.com.mx/investigaciones/plata-y-plomo-la-nomina-dispareja-en-la-guerra-de-felipe-calderon

[8] Aunque se ha tratado de minimizar la participación del Ejército mexicano en los acontecimientos, es innegable su actuar de primer orden desde el inicio. Julio Scherer y Carlos Monsiváis, Parte de guerra. Tlatelolco 1968. Documentos del general Marcelino García Barragán. Los hechos y la historia, México, Nuevo Siglo, Aguilar, 1999. Ver especialmente el capítulo “El Tigre Marcelino”, pp. 15-54.

[9] En el caso de los sucesos del 2 de octubre al inicio se responsabilizó a ejército, pero recientes investigaciones han demostrado la participación de la Secretaría de Gobernación, el Batallón Olimpia, la Dirección Federal de Seguridad, la Policía del Distrito Federal, entre otras. Ídem.

[10] En uno de los hechos más recientes, acaecido el 18 de mayo, un grupo de militares ejecutó de manera extraoficial a cinco civiles armados y después modificó la escena para aparentar que hubo un enfrentamiento. Como el suceso fue dado a conocer el 6 de junio mediante un video se desataron una serie de críticas. Al estar involucrados civiles el caso está en manos de la Fiscalía General de la República, pero la Secretaría de la Defensa ha señalado que dará su cooperación con el fin de deslindar responsabilidades, y además ha dicho: “Por ello, se garantiza a la sociedad mexicana que no existe impunidad en el desempeño del personal militar, ni se solapará ninguna conducta contraía al estado de derecho”. Comunicado de prensa de la Secretaría de la Defensa Nacional. 6 junio 2023. Veremos qué pasa,

[11] Aunque el ejército se hizo presente en el gobierno de Carlo Salinas, Ernesto Zedillo continuó utilizando al ejército para combatir a los grupos disidentes, pero también fueron utilizados para atacar a la delincuencia organizada. Vino el cambio de gobierno, con la llegada de Vicente Fox al poder, pero hubo una continuidad en el uso, manejo y las labores desempeñadas por el ejército, encargado también de reforzar la seguridad pública. Rafael Rodríguez Castañeda (coord.) Los generales. La militarización del país en el sexenio de Felipe Calderón, México, Planeta, 2010, p.11; Marcos Pablo Moloeznik, Luis Astorga, “Seguridad, traficantes y militares. (El poder y la sombra.) Tiempo de Memoria”, Estudios fronterizos, volumen 9, número 17, 2008, pp. 189-195. http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0187-69612008000100006&lng=es&tlng=e

[12] El presidente dijo que en las pasadas administraciones “las masacres se ordenaban desde arriba, la política supuestamente de seguridad pues la llevaba a cabo y era la de ‘mátalos en caliente’, era la guerra, y a los heridos los remataban y había ajusticiamientos”, pero que su gobierno es diferente y que lo sucedido en Nuevo León, era un caso aislado, “Al parecer sí hubo ajusticiamiento” militar en Nuevo Laredo: AMLO”, La Jornada, 9 junio 2023.