EL MODELO ECONÓMICO DE LA 4T

I. Historizar la economía mexicana

Uno de los aspectos negativos heredados por el ejercicio de la ciencia económica durante el neoliberalismo fue la imposición de lo inmediato del mercado. Esto significó la incapacidad de considerar la evolución histórica para poder construir una valoración real sobre los procesos de cambio en su perspectiva esencial. Así, el modelo económico mexicano construyó y propagó una imagen sin historia durante la etapa neoliberal; una maquinaria de contrapesos que automáticamente tiende al equilibrio. Por lo tanto, los contenidos culturales y sociales de la historicidad son elementos ajenos a este fundamento económico, lo que ignora que el neoliberalismo proyecta la ficción o mito de que es posible separar a la economía de lo político, especialmente de su historia. 

Por ello, en este artículo reflexionamos en torno al significado histórico del proceso cualitativo de la transformación del modelo económico durante el sexenio del Lic. Andrés Manuel López Obrador. Dicho de otra manera, el objetivo es valorar en qué consiste el modelo construido y qué representa como arco histórico global de nuestro país desde la Revolución Mexicana, hasta lo propuesto en los primeros años de la era posneoliberal. 

La economía mexicana –como una totalidad orgánica– identificó fases modales mediante las cuales se definió el núcleo o esencia de dicho momento. Con ello se generó una interpretación de la tendencia de la evolución completa. Así, las fases aquí planteadas se sitúan desde 1917 a 1938, periodo en el cual la revolución sentó las bases para la industrialización primigenia con contenido social. Durante 1939 y 1971 se dio el periodo de consolidación industrial impulsada por la economía de guerra, es decir, hubo un crecimiento acelerado, pero con un retorno al esquema del autoritarismo político prerevolucionario. Entre 1972 y 1988, se vio el nacimiento de la financiarización mediante la deuda en el contexto del despliegue del imperialismo del dólar. Comenzó el proceso de privatización empresarial y el contenido social originario se fue agotando. De 1989 a 2018 –frente al reclamo popular posfraude– se impulsó el “liberalismo social” como eufemismo para el “neoliberalismo crudo” en el que se construyó el modelo de economía neoliberal madura con privatizaciónextendida a los sectores estratégicos, el gatopardismo político bipartidista y la violencia social extendida por el narcotráfico y la corrupción se hicieron presentes. En este contexto, de 2018 a 2023 se conoce como el primer quinquenio del periodo postneoliberal. Esto inició mediante una insurgencia electoral en la que destaca el regreso a la planificación estatal, pero con un contenido social enunciado como “humanismo mexicano” (Andrés Manuel López Obrador, 2022, 7:07:37).  Así, teniendo en mente la economía mexicana como una totalidad orgánica que depende de sus características internas y el contexto mundial, es necesario identificar el contexto económico de la transformación en este primer periodo de la 4T.

II. Planificación social VS planificación de mercado

El desarrollo de la economía neoliberal, especialmente desde 1989 a 2018, significó la amplificación de un modelo de sociedad con tendencia estructural a la mercantilización. Como he mencionado, la imposición de lo inmediato provocó una pérdida de la noción histórica, lo que significó que los principios de mercado se posicionaran, como señala Franz Hinkelammert (2020) a un nivel de totalitarismo del mercado. Esto explayóuna serie de relaciones subvertidas que normalizaron la deshumanización de las múltiples áreas de la realidad social. Esta característica generó una especie de dificultad crónica para observar cómo es que el ejercicio del nuevo gobierno pudiera establecer una distancia cualitativa para mostrar la factibilidad de superar la imposición mercantil hasta ahora concebida como totalizante. El mito de la permanencia absoluta caló hondo incluso en las universidades públicas del país. 

El primer elemento que hay que recordar es que la economía neoliberal significa que orbita sin ningún tipo de resistencia en torno a la dinámica de la economía global dominada por los Estados Unidos como país hegemónico e imperialista. Este elemento significa que el tipo de conformación del mercado interno responde a las necesidades de la economía dominante, por lo que la sociedad debe adecuarse a estos fines y constituirse como un territorio de saqueo con un ejército industrial de reserva antes que como una comunidad orgánica

Aquí vale recordar que el sistema ideológico en este totalitarismo no solo desvanece el escenario histórico, sino que también monta falsas dicotomías para llevar la discusión pública a un entorno seguro para el sostenimiento esencial de sus fundamentos. Este es el caso de la dicotomía Estado-mercado. Está oculto el papel del Estado como modulador de la relación de dominio entre el país neoliberalizado y el hegemónico. No es que el Estado se reduzca al mínimo, sino que modula y posibilita la permanente privatización y pauperización sistemática de la vida social.Es decir, se vuelve en contra de la base real que le sostiene. En realidad, el Estado cobra un contenido específico en tanto neoliberal: el mercado es el que cobra las funciones del Estado. O, dicho de otra manera, es la captura estatal por parte del dominio del mercado sobre la vida social del país. No se trata solamente del grado de intervención del Estado, sino también de su confabulación para sistemáticamente entregar la capacidad de planificación a los intereses corporativos globales. Por eso, la superación comienza bajo un enunciamiento político. 

Dicho lo anterior, el modelo económico basado en el humanismo mexicano – de acuerdo con la práctica ejercida durante este quinquenio– comienza por recuperar el carácter social de la planificación. Se trata de retomar el contenido colectivo como base para la modulación que realiza el Estado sobre el mercado. Es importante recordar que el mercado capitalista representa una dimensión de la realidad; se trata de los canales materiales de intercambio de valor a escala global. De aquí se desprende otra dicotomía falsa que ha distraído el debate, puesto que plantea que no se puede superar el neoliberalismo si el país permanece conectado al mercado. Esta posición tiene dificultades puesto que desconoce el estatus material de existencia de relaciones de dominio que se imponen como parte constitutiva del sistema mundial. Es decir, toda economía nacional es simultáneamente una economía global, por lo que es ineludible que en la estrategia de transición post-neoliberal se tenga que trabajar y entender el propio proceso considerando la dimensión del mercado. 

De aquí se tiene que la recuperación de la planificación sea el elemento central postneoliberal, pues regresa la discusión política del contenido de dicho proceso mediante la reconformación del Estado, ya no como un mediador sino como potencia consciente de la sociedad historizada, es decir, al tanto de la necesidad de transformación del modelo dominante. La planificación estatal sustituye, pues, a la planificación corporativa. Esto, por supuesto, no quiere decir que los poderes del mercado no sigan estando presentes, sino que cambia su posición de dominio relativo. 

Por tanto, el mercado, si bien representa la cadena de transmisión del capital social global, es considerado como una fuerza productiva, no como el demiurgo de las sociedades. Es como el papel que cumple un virus en el impacto de un cuerpo que depende de su sistema inmunológico: si este es fuerte, entonces el virus será un episodio anecdótico; de ser débil, entonces puede significar al sujeto la catástrofe la muerte. Esto parte del proceso de lucha por la transformación mediante la síntesis estatal. El Estado se convierte en un territorio de lucha entre los fines sociales y los poderes corporativos globales. 

III. La economía política de la 4T

La recuperación del Estado como centro llevó al tímido enunciamiento de que el modelo económico de la 4T sería keynesiano. Es verdad que en la historia del pensamiento económico el periodo de la industrialización primigenia y la consolidación posterior se vieron influenciadas por la visión de John Maynard Keynes, quien articuló una exposición brillante sobre la necesidad de intervención sistemática del Estado para la gestión de una economía nacional, especialmente durante las crisis económicas. Pero esta posición no significa actualmente crítica alguna al problema contemporáneo de la imposición del totalitarismo del mercado. 

Es decir, Keynes no tiene interés en rebasar los límites del capitalismo; no hay impugnación sobre la preeminencia de lo cuantitativo expresado en los valores de cambio, por lo que esta postura es incompatible con la necesidad de recuperar el contenido social para navegar en terreno posneoliberal. Si bien el economista inglés nos advirtió oportunamente sobre el papel de las finanzas y la especulación como dominantes en el proceso de acumulación, Keynes no tendría mucho que hacer como faro teórico de la 4T. Podría ser considerado un antecedente histórico del pensamiento económico que considera el Estado como la otra forma de aproximación al fenómeno económico capitalista. 

Además, un cambio de modelo no surge como resultado de una receta establecida, sino desde una perspectiva histórica y en los términos en los que se desarrolla la lucha social en el interior de la síntesis estatal. Como he mencionado, la identificación histórica es fundamental, pero también la comprensión de las oposiciones políticas que componen los términos del problema en el país. Esto se vuelve entonces un tema de la economía política, en tanto recupera la visión de organicidad sistémica, la multidimensionalidad de los procesos sociales y la tendencia o sentido histórico de la comunidad planetaria como un conjunto. 

Es importante comentar sobre la relación de la ciencia en tanto reflexión teórica, por un lado, y la consolidación práctica, por la otra. En su tiempo, por ejemplo, las acciones tomadas por el New Deal de Roosevelt podrían ser coherentes con el planteamiento de Keynes, sin que esto signifique que aquella práctica surgió por gracia del enunciamiento teórico del economista inglés. Es decir, muchas veces el ejercicio práctico lleva en su seno el contenido real que también alimenta el nivel de reflexión conceptual. 

Esta anotación epistemológica es esencial puesto que no quiero decir que el modelo de gobierno denominado “humanismo mexicano” parte del origen de la crítica de la economía política de Marx, pero sí que el actual proceso coincide con la interpretación de esta visión del desarrollo del sistema capitalista. La visión histórica del desarrollo de los procesos nucleada en el materialismo histórico es coincidente con la visión historizada de la 4T que postula el retorno del contenido social y del establecimiento de otro tipo de relación (lucha de clases) entre el sector social, el capital global corporativo, el capital nacional y el Estado mexicano.

El punto central es que toda praxis estatal que cobra conciencia de su momento histórico construye una economía política, hace resurgir un nuevo campo epistemológico derivado de la práctica de gobierno. El humanismo mexicano no podría conectarse lógicamente con una visión económica de mercado; el contenido hace contradicción irresoluble en su núcleo lógico. Por lo tanto, es necesario partir de la visión de una economía política de la 4T en un nuevo campo de reflexión. 

En suma, el modelo económico de la 4T es coincidente con la visión del materialismo histórico de Marx. No quiere decir que se consulte conscientemente al autor, como sucede en el caso chino en el que el gobierno abiertamente habla de su interpretación marxista del mercado mundial,[1] pero sí que el modelo solo será inteligible desde el espacio epistemológico de la economía política, puesto que esta incorpora de forma inherente el cambio histórico. 

III. El contenido del nuevo modelo 

El imperialismo financiero de los Estados Unidos se desplegó particularmente desde 1972 y hasta lograr vencer al bloque soviético en 1989. En México se gestó el endeudamiento sistemático y una desvalorización continuada del nivel de vida de la población. Este periodo comenzó a escala global con el ejercicio de la declaratoria de inconvertibilidad del dólar con el oro, lo que significó el establecimiento del dominio absoluto del sistema financiero internacional. 

El despliegue del imperialismo financiero norteamericano fue máximo en este periodo y comenzó a producir crisis financieras sistemáticas, inherentes a los procesos de desvalorización. Desde entonces y hasta 2018, el Estado mexicano fue capturado para intentar estabilizar los términos de una desvalorización permanente y sostenida. No obstante, este sistema unipolar comenzó a mostrar aceleradamente fallas esenciales, propias de la evolución de las leyes capitalistas de acumulación, durante todos los años noventa. Especialmente en 2008 quedó de manifiesto que el imperialismo financiero no podía ser sostenido en su unilateralidad. La constante especulación violaba la ley del valor, puesto que intentó sostener el proceso de acumulación sobre los procesos de especulación de la renta financiera, sin considerar la ley elemental en la que la extracción de plusvalor tiene su origen en el capital industrial. 

De hecho, no solo se trató de la fiebre financiera, sino que llevó al proceso de desindustrialización que condujo –como consecuencia fatídica para los Estados Unidos– a la industrialización acelerada de China. Desde este momento, la pugna geopolítica entre el polo asiático y el estadounidense ha dejado claro que el imperialismo financiero se encuentra en una crisis sistémica que no logra resolverse bajo las condicionantes actuales. 

A nivel de nuestro país, esto explica el nivel de degradación social del foxismo, calderonismo y peñanietismo, razón por la cuál la corrupción es planteada por el presidente como el problema principal de México. Una cosa es que el Estado se entregue a los intereses del imperialismo de EE.UU., y otra cosa es que se entregue a los intereses de una potencia hegemónica en decadencia. El caso es que el periodo que inició en 2018 ya contiene esta contradicción en desarrollo, no solamente depende del genuino derecho de resistir frente al capitalismo, sino la necesidad de reestructuración debido a la reconformación geopolítica de la economía global. 

Así, al contenido del modelo que parte de la recuperación de lo social bajo el principio del humanismo mexicano, se le suma el momento estratégico del cambio estructural de la economía-mundo. No hay mejor momento que el contemporáneo para impugnar la imposición del totalitarismo de mercado. La recuperación de la soberanía económica es una forma de expresar este proceso. De ahí la importancia de restablecer la capacidad productiva energética (presente con el petróleo y la electricidad, pero también futura con el litio) y tender vías de comunicación férreas con perspectiva de reconstrucción del mercado interno y con proyección global simultánea. 

En este último sentido es que el Tren Maya implica la reorganización del modelo de polo turístico corporativo que hiperconcentró la actividad en Cancún. Esto tiene efectos a nivel regional, generando una serie de cadenas de valor intermedias. Esto significa que es toda una red extensa de captación de divisas para el país, pero también a nivel nacional, como estímulo para la ampliación de la actividad económica interregional (centro y norte). Por otro lado, el papel futuro del tren interoceánico significa un cruce de mercancías al estilo del canal de Panamá, con capacidad para participar en la cadena productiva global mediante los parques industriales que se construyen a lo largo de la línea férrea. 

Si le sumamos a esto el fenómeno del nearshoring, que significa la relocalización de inversiones que hasta la pandemia se encontraban posicionadas en China, ahora se encuentran en búsqueda del espacio económico mexicano, no solo por la cercanía sino también por el símbolo geopolítico anti BRICS. Hay condiciones para que México fortalezca su economía en una magnitud que le otorgue cambios cualitativos. 

Pero, como he insistido, la reconstrucción de la capacidad productiva del país no es suficiente por sí misma, sino que debe alimentar una reconformación de las relaciones sociales en el país. Aquí entra la importancia del entorno de bienestar en el que se pone al centro la reconformación de la economía en torno al sector social. Esto se encuentra expresado bajo el lema: “por el bien de todos, primero los pobres.” Es decir, la economía mixta que refuncionaliza las relaciones de esta esfera con el sector estatal y el privado establece el principio ético de la preeminencia de lo social frente al interés privado. Con esto no solo es mixta, sino social. 

IV. La profundización del modelo económico

El objetivo histórico de la 4T se centra en realizar las tareas pendientes de la Tercera Transformación. Por supuesto, no se trata de regresar al pasado, sino de comprender el contenido en los cuales se ha determinado el problema actual. Con ello se puede valorar comparativamente el nivel de desarrollo del país en tanto alcanza sus objetivos cualitativos. Mientras que el periodo neoliberal significó la desaparición fenoménica del contenido de la justicia social para reducir el país a una fuente de mano de obra barata y de “recursos naturales” a remate, la 4T no puede considerarse exitosa si no restituye la forma cualitativa del trabajo social hacia una relación superior a la asalariada absoluta, al mismo tiempo que profundiza en la concepción de la naturaleza como sujeta a derechos universales. 

Por eso, la profundización implica apuntar a la raíz de los problemas. El modelo económico se vuelve no solo social sino radical en tanto asume este horizonte para plantear su actuar.  Pero esta radicalidad no surge de la revelación teórica o de la visión de un grupo reducido entrenado en una postura teórica, sino que debe emanar de la discusión y práctica comunitaria en democracia. Es decir, durante el periodo 1939-1971 el país experimentó el desarrollo industrial acelerado por la Segunda Guerra Mundial, acompañado del autoritarismo político. En esa nueva etapa la democratización popular –no electoral– fue una característica esencial para la profundización del modelo económico. Se trata de profundizar –ya no las cadenas de valor– sino las relaciones cooperativas que permiten edificar un sector social dinámico. De lo que se trata es de construir toda una alternativa real y efectiva a la relación salarial tradicional, ya sea en el capital privado como en la burocracia pública. 

En suma, el modelo económico del humanismo mexicano parte de la recuperación de la planificación social para dotarlo de contenido estratégico al tipo de desarrollo de las fuerzas productivas en torno al mercado, pero especialmente como fundamento para posibilitar materialmente un Estado de Bienestar Social que modifique el tipo de relaciones sociales de reproducción y producción. Dado lo anterior, el Plan C, por ejemplo, tiene una centralidad medular. El desarrollo del neoliberalismo se fue estableciendo mediante modificaciones a la estructura jurídica. Es por ello que hoy en día el poder judicial se presenta como un límite que inhibe cambios esenciales. 

El modelo económico todavía debe librar una batalla de reorganización a este nivel y especialmente con respecto al despliegue del poder financiero que acompañó la liberalización planteada por el imperialismo norteamericano desde el Consenso de Washington. Al retornar al principio humanista de la realización intergenérica de la persona mediante las otras y los otros –es decir, mediante su comunidad– se recupera la noción cooperativa en la que el principio de solidaridad cobra un especial significado. El mercado interno mexicano deberá desarrollar una nueva cultura económica en la que se busque sistemáticamente la aparición de contenidos explícitos en los diferentes procesos económicos. Parte esencial de la democracia popular y participativa es el reconocimiento de estos procesos complejos para poder identificar con claridad los riesgos y las potencias del nuevo modelo económico que iniciamos en 2018. 


Bibliografía

Canal de Andrés Manuel López Obrador. (27 de noviembre de 2022). Celebración por 4 años de Transformación. [Archivo de Video]. Youtube. https://acortar.link/QKmHzt

Hinkelammert, Franz (2020). Totalitarismo del mercado: El mercado capitalista como ser supremo. Ediciones Akal. México. 

Jinping, Xi (2021, 1 de julio). Discurso de Xi Jinping en la ceremonia con motivo del centenario del PCCh. Versión Estenográfica. http://spanish.xinhuanet.com/2021-07/01/c_1310038399.htm


[1] “La apertura del futuro con la historia como espejo exige el continuo impulso de la chinización del marxismo. Este es el pensamiento guía fundamental para mantener a nuestro Partido y a nuestro país, y es el alma y bandera de la organización. Persistiendo en los fundamentos del marxismo y en la búsqueda de la verdad en los hechos, partiendo de la realidad china, observando con visión clara la tendencia general de la época y dominando la iniciativa histórica, el PCCh ha realizado arduas exploraciones para promover sin cesar la chinización del marxismo y su adaptación a nuestro tiempo, y ha guiado al pueblo chino al continuo impulso de la gran revolución social. ¿Por qué el PCCh es competente? ¿Por qué el socialismo con peculiaridades chinas es bueno? Porque, en último análisis, el marxismo es válido.” Jinping, Xi (2021)